¿La educación vial mejora la seguridad en el tránsito?

¿La educación vial mejora la seguridad en el tránsito?

A fines del año pasado, fui invitado a exponer en un encuentro virtual con profesionales vinculados a la seguridad vial originarios de distintos países iberoamericanos.
9 April 2024

Fue un verdadero placer participar del encuentro, sobre todo con ponentes que venían de países con distintas características e involucramiento en el tema de la seguridad vial.  Muchos saberes y experiencias compartidas, lo que siempre nutre la formación para enfrentar nuevos y viejos desafíos para prevenir la siniestralidad en el tránsito.

         En ese marco fuimos compartiendo distintas presentaciones que buscaban promover proyectos y programas basados en datos y las mejores prácticas probadas para disminuir los riesgos que terminan generando los siniestros viales.

         Casi sobre el final de una muy buena presentación de un reconocido especialista en materia de infraestructura me sorprende al afirmar que la educación vial no ha demostrado que pueda mejorar la seguridad vial.  Seguidamente ahondó en su conclusión -que no tenía nada que ver con la temática desarrollada en su ponencia- explicando que su fuente era un trabajo de investigación realizado por un organismo internacional, el cual, según su opinión, daba sustento a su -por lo menos- terminante conclusión.

         A mi sorpresa inicial, le siguió la necesidad de manifestar mi opinión contraria a esta visión tan negativa de la educación vial, la cual se fundamenta en tantos años de trabajo buscando herramientas pedagógicas para lograr que la formación vial se constituya en una opción humanizada que mejore la seguridad en el tránsito.

         Luego de pedir las disculpas por mi visión contraria a las conclusiones expuestas, consideré que, expresada en forma tan genérica y terminante, conduciría a que descartemos esta herramienta en los programas de seguridad vial, desconociendo que la enorme mayoría de las voces calificadas que se han expresado sobre la temática, coinciden en el valor indiscutible que tiene la educación cuando se trata de preservar o mejorar la calidad de vida (salvo parece, en lo relacionado a seguridad vial).

         Y allí recordé a Nelson Mandela cuando invita a la humanidad a valorar que “La educación es el arma más potente que puedes usar para cambiar el mundo”, mostrando una dimensión humana de grandeza y preocupación por sus semejantes, descartando acciones o mensajes de odio, violencia o venganza, a pesar de que su historia de abusos y sometimiento sufrido a lo largo de tantos años, podría haberlo llevado por esos caminos.

         También el ex secretario general de las Naciones Unidad y Premio Nobel de la Paz, Kofi Annan, desde semejante rol desempeñado a favor de la humanidad, nos invita a concebir a la educación como un derecho humano con un inmenso poder de transformación.

          Podríamos seguir recogiendo frases dichas por personas destacadas del mundo, los que, desde distintas posiciones, filosofías o profesiones, destacan la trascendencia de la educación para la humanidad, siendo interesante destacar algunas otras que ayuden a reflexionar.  Por ejemplo:

          * “La educación no cambia al mundo; cambia a las personas que van a cambiar al mucho” (Paulo Freire);

          * “Sin educación no vas a ninguna parte en este mundo” (Malcolm X);

          * “Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.  (Immanuel Kant);

          * “Solo la educación es capaz de salvar a nuestras sociedades de un posible colapso, ya sea violento o gradual”.  (Jean Piaget)

          * “Educad a los niños, y no será necesario castigar a los hombres”. (Pitágoras).

          La lista sigue y las posibles aplicaciones de estas frases al objetivo de mejorar la seguridad vial surgen con claridad meridiana.  Así una buena formación vial permite concienciar sobre los riesgos de tránsito, acercar en modo simple y amigable las normas legales y las buenas prácticas en la circulación por la vía pública, introducir a  los ciudadanos en los principios fundamentales de convivencia, solidaridad, respeto al otro y su espacio, tolerancia y observancia de la ley como conceptos fundamentales de la seguridad vial, todo lo cual es mucho más complicado sin el aporte de las herramientas pedagógicas provistas por la educación.

         Pero volviendo a la frase de que la educación no ha logrado ningún resultado positivo para mejorar la seguridad vial y por ello que no sería aconsejable su desarrollo, considero que no es una opinión aislada, sino que tal vez responde a una concepción instalada en gran parte de los organismos y profesionales vinculados a la seguridad vial. 

         Tal impresión personal, se nutre por ejemplo que cuando Naciones Unidas propone el “EL decenio de la seguridad 2011 – 2020” como un gran desafío disruptivo para bajar fuertemente la siniestralidad vial (50 %), no aparece entre los pilares básicos de la propuesta, la seguridad vial.  Recordando que la gestión de la seguridad vial, vías de tránsito y movilidad más seguras, vehículos y usuarios más seguros y la respuesta tras los accidentes, son las acciones básicas que lograran tal disminución de las tragedias por causa de la movilidad.

         Posteriormente, en el mes de octubre de 2021 se lanzó mundialmente el Segundo Decenio de Acción para la Seguridad Vial y el Plan Mundial de Seguridad Vial promovido por las Naciones Unidas, el que también se plantea como objetivo reducir al menos un 50 % las muertes en el tránsito hasta el 2030.

         Este segundo plan presenta también 5 pilares que son bastante parecidos a los del primer decenio:  fortalecimiento institucional, comportamiento humano, vehículos seguros, infraestructura segura y atención de víctimas, destacándose, según mi opinión, el pilar que habla de los comportamientos humanos, causa mayoritaria de los siniestros viales, aunque no abunda sobre que la educación podría ser la herramienta que estimule comportamientos más seguros para todos.

         Ambas propuestas son generadoras de mucha esperanza, pues de lograr los objetivos planteados, allá por el 2030 deberíamos tener una disminución de muertes a causa de los siniestros viales, superior al 60/70 %.

         Pero como la realidad y los datos confirman o frustran aún los proyectos más importantes de la sociedad, resulta importante acercar al debate el Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial publicado en 2023 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el que muestra que, desde 2010, las víctimas mortales por accidentes de tránsito han disminuido en un 5%, hasta los 1,19 millones anuales de este año.

          Tal información debería, en mi concepto, permitir la búsqueda de nuevos abordajes a un plan estratégico mundial que disminuya la siniestralidad vial, pues su contundencia negativa debería replantear si se deben seguir utilizando las mismas herramientas que no terminan de mostrar su eficacia, o bucear en nuevas propuestas, no para descartarlas pues son pertinentes y justificadas, sino para permitir la inclusión de otras visiones y sugerencias de acciones concretas.  Mi experiencia me permite sugerir cuanto menos, que pongamos la educación vial profesional y pedagógicamente programada, al servicio del objetivo (disminuir sustancialmente las muertes a causa del tránsito) y como una herramienta más para colaborar en su consecución.

         A esta altura, debo confesar que me pregunto permanentemente porque en seguridad vial se ha minimizado tanto la importancia que tiene la educación para transformar los factores de riesgo principales que causan los siniestros viales, que son los hábitos, conductas y costumbres que despliegan los usuarios al transitar por la vía pública.  De las posibles respuestas, me han surgido las siguientes:

         1)- Las personas que han asumido el rol de educadores viales no son docentes y carecen muchas veces de la formación profesional adecuada (oratoria, estrategias pedagógicas, recursos didácticos adecuados, experiencia aplicada a la enseñanza, etc.) lo que dificulta el éxito del proceso.  Para ser educador vial no basta ser una persona versada en tránsito o un profesional de la seguridad vial o disciplinas vinculadas;

         2)- La pertinencia de los contenidos que bajo el título de educación se imparten a favor de mejorar la seguridad vial.  En ese sentido, se observa con mucha frecuencia la difusión de actividades destinadas a la formación vial, las que a simple vista no guardan relación con la edad, vivencias o incluso los riesgos más urgentes a los que están expuestos los educandos. Otras veces se utilizan estrategias o recursos didácticos inapropiados o poco recomendables para el auditorio en el que se presentan.   A veces pareciera que, en nombre de la seguridad vial, cualquier contenido puede desarrollarse sin aplicar los principios rectores que informan la educación como ciencia del conocimiento y la acción.

         Por todo lo expuesto y aunque parezca contradictorio: estoy de acuerdo que hasta el momento la educación no ha demostrado ser eficaz en la mejora de la seguridad vial.  Pero ello de ninguna manera, puede desestimarla como un recurso importante dentro de un programa mundial, sobre todo si tenemos presente que el factor humano es el que más contribuye a la siniestralidad a causa del tránsito. 

         Para ello debemos definir con profesionalismo los contenidos a enseñar, la forma de hacerlo y quiénes serán los encargados de la actividad.  De esta manera la educación vial podrá constituirse en un nuevo pilar cuyo valioso aporte colabore con los objetivos del segundo decenio de la seguridad vial.

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