CONDUCCIÓN AUTÓNOMA Y SEGURIDAD VIAL: Nuevo permiso, nueva formación?
CONDUCCIÓN AUTÓNOMA Y SEGURIDAD VIAL: Nuevo permiso, nueva formación?
La conducción autónoma, aún en sus niveles más altos, es un elemento de progreso que tal como están evolucionando los desarrollos existentes en la actualidad, parece incuestionable que llegará a la sociedad, como una más de sus muchas evoluciones tecnológicas.
Los vehículos autónomos y otras nuevas tecnologías que afectan de manera importante al sistema vial, son muy complejos y están en constante evolución. Este hecho, unido a la protección de la privacidad con la que operan las empresas que desarrollan estos sistemas, dificultan tener una representación exacta de la situación actual y los desarrollos futuros de las tecnologías de los vehículos autónomos.
En relación con los tiempos de implantación, es evidente que la conducción autónoma será progresiva hasta alcanzar el nivel 4-5. Esto es muy importante para el sector de la formación vial, ya que va a permitir disponer de un tiempo de preparación y respuesta ante la nueva situación que se avecina. En todo caso, para los niveles 4-5, teniendo en cuenta las dimensiones económicas, sociales, legales y tecnológicas implicadas, en la documentación consultada al respecto, no se ha encontrado ningún pronóstico riguroso del calendario temporal relativo a la implantación generalizada de esta nueva tecnología.
Todos los datos indican que la introducción de las futuras tecnologías en los vehículos pueden tener una importante repercusión sobre los métodos y estrategias de formación de los conductores y por ello en la actividad profesional de las autoescuelas. En este sentido, se recomienda prestar una atención sistemática y continuada a todo lo relacionado con el desarrollo de la conducción autónoma, en sus dimensiones legales, tecnológicas y sociales. De ello dependerá poder anticiparse al futuro con una adecuada respuesta del sector.
Necesariamente, los vehículos siempre coexistirán con otros usuarios de las vías públicas (peatones, bicicletas, etc.) y por ello la educación y la formación vial siempre tendrán que ser consideradas como ámbitos necesarios para la seguridad de la sociedad, sin que se puedan desligar de las nuevas tecnologías con las que tendrán que convivir en un espacio compartido.
Respecto a los permisos de conducir, hay una general coincidencia en que los futuros vehículos autónomos tendrán que tener un sistema que permita la posibilidad de pasar a conducción “manual” por varias razones. En primer lugar, en caso de que se produzca algún fallo tecnológico que impida seguir el trayecto en condiciones de seguridad, el conductor debe poder hacerse con el control del vehículo.
Por otro lado, los especialistas internacionales en el tema coinciden en que los vehículos autónomos previsiblemente no podrán circular en “modo automático” en determinados entornos, circunstancias o vías, lo que traerá consigo la necesidad de intervención de un operador humano, que ha de estar capacitado y autorizado legalmente para manejar el vehículo.
Y en tercer lugar, también está previsto que los vehículos autónomos siempre ofrezcan la alternativa y posibilidad a los usuarios de pasar a una “conducción manual”, para que, si el conductor lo desea, pueda ser él quien tenga el total control del sistema. Por los motivos mencionados, previsiblemente se hará necesaria la formación y la existencia de permisos de conducir.
A esto se suma el hecho de que no parece que los gobiernos, ni las autoridades con competencias en seguridad vial, por cuestiones de prevención, responsabilidad, seguridad, etc., estén dispuestos a eliminar lo que dice el Artículo 8 (Apartados uno y cinco) de la Convención de Viena de 1968: “(1)Todo vehículo en movimiento o combinación de vehículos deberá tener un conductor… (5) Todo conductor deberá poder controlar en todo momento su vehículo…”. Esto es también un claro hecho predictivo a favor de la necesidad de que exista formación y permisos de conducir.
Aunque se llegue al nivel 4-5 de vehículo autónomo, muchas opiniones coinciden en que seguirá existiendo venta de vehículos sin ese nivel de autonomía, por cuestiones de tipo económico, de mercado, preferencias personales, etc. Esto, unido a los vehículos convencionales existentes en circulación, hará que el sistema de formación y permiso tradicional tengan que coexistir con otro diferente, durante un periodo muy dilatado en el tiempo o incluso mantenerse de manera permanente.
Tal como se ha indicado, aunque con cambios importantes, el sistema tradicional de formación de conductores seguirá existiendo en temas como: riesgos viales, normativas, señalización, etc. Sin embargo, en el contexto de desarrollo del coche autónomo, aparecen dos ámbitos nuevos, con una fuerte importancia y evolución de futuro (en algunos casos ya de presente), a los que el sector de las autoescuelas ha de estar muy atento y especialmente preparado.
Por una parte será muy importante que los profesionales de las autoescuelas estén perfectamente formados en todas las mejoras que pueda haber en sistemas tecnológicos más tradicionales (como por ejemplo el control de tracción, control de estabilidad o el reparto electrónico de frenada). A esto hay que añadir la necesidad de conocer también en profundidad los nuevos Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción (ADAS), (como por ejemplo la detección de riesgo de colisión o la alerta de cambio de carril). Estas tecnologías, como antesala de la conducción autónoma, tendrán un fuerte desarrollo en los próximos años y precisamente de ellas existe un alto desconocimiento en los conductores, que además no disponen de canales y alternativas de formación al respecto.
Por otro lado, la progresiva llegada del coche autónomo traerá también consigo tecnologías que son diferentes a las mencionadas anteriormente y que los conductores tendrán que conocer para garantizar su seguridad: nuevos tipos de GPS, sensores ultrasónicos, sistemas LIDAR, sistemas de comunicación entre vehículos, vehículos dentro de las Smart City, etc. Los conductores por seguridad necesariamente tendrán que tener unos conocimientos mínimos de estas complejas tecnologías, que alguien les deberá de enseñar.
Las autoescuelas como sitio natural de formación de los conductores deberían de asumir la función de formación en todos los ámbitos descritos anteriormente, pero hay que tener en cuenta que pueden salir serios competidores (por ejemplo, los propios fabricantes de automóviles). Por ello es necesario comenzar a diseñar estrategias para situarse cuanto antes en el mercado con este objetivo y depositar esfuerzos en seguir creando una imagen social de expertos en materia de conducción y vehículo autónomo.
Lo expuesto indica que, dada la necesidad que habrá de formación en las nuevas tecnologías de los vehículos, quizás ha llegado el momento de “rescatar el antiguo término auto-escuela”, en la medida en que el avance hacia la conducción autónoma hará totalmente necesaria e imprescindible una formación específica para manejar sin riesgo unos nuevos tipos de vehículos y tecnologías, nuevos para muchos usuarios.
Obviamente, la incorporación de las tecnologías será progresiva. En este proceso de automatización, los conductores noveles, al iniciarse con estos sistemas, tendrán una adaptación más fácil, pero se puede abrir paso a un mercado de formación a las generaciones de conductores existentes que utilizan vehículos convencionales y que están menos adaptados con las tecnologías venideras. Aquí también puede existir una nueva y excelente oportunidad para las autoescuelas.
En otro orden de cosas, es preocupante que un nuevo sistema como el vehículo autónomo, que va dirigido a las personas, se esté desarrollando con inversiones tecnológicas multimillonarias sin que se hagan apenas estudios sobre cómo va a ser recibido, percibido y aceptado por las sociedades y los individuos que van a ser los receptores y usuarios finales del sistema. Este “nicho” debe ser aprovechado por las autoescuelas como otra forma más de presencia, posicionamiento y vinculación con el tema de la conducción autónoma.
En definitiva, la aparición del vehículo autónomo, que en principio podría percibirse una amenaza para el sector de la formación vial, se puede convertir en una interesante oportunidad. Para ello, los Profesores de Formación Vial y las autoescuelas como sector empresarial, han de saber gestionar la situación que se avecina, teniendo en cuenta la posible aparición de competidores de otros sectores en determinados ámbitos relacionados con el vehículo autónomo y, especialmente, realizar una planificación a corto y medio plazo, para conseguir estar formados e informados de todo el sistema legal, social y especialmente tecnológico que se avecina.
Aparte de la industria automovilística, al sector de la formación y las autoescuelas es al que más le puede afectar la llegada el vehículo autónomo. Es por ello muy importante estar especialmente atentos y participar en todos los foros y ámbitos que se relacionan con el tema en su vertiente social, económica, legal, tecnológica, etc., con independencia de realizar estudios propios para poder profundizar en determinados aspectos. Además, hay dos dimensiones que aparecen como de especial importancia para enfrentarse con éxito a la nueva situación: disponer con rapidez de la máxima información sobre los avances en este tema y la necesidad de planificar formación ágil para todos los profesionales de las autoescuelas, respecto de todo el complejo fenómeno del vehículo autónomo