Robots 4 de 4: Una vida entera y plena con tan sólo 2,1 Bitcoins para vivirla
Robots 4 de 4: Una vida entera y plena con tan sólo 2,1 Bitcoins para vivirla
La pregunta interesante sería para qué y en qué podríamos utilizar esa cantidad de dinero si las necesidades básicas a cubrir de alimentación, ropa, hogar, seguridad, caprichos… y el resto de servicios y productos nos los proporcionarán los robots.
Por utilizar un clásico, la pirámide maslowiana estaría abarrotada y la abundancia (incluidas las necesidades compulsivas e irracionales) sería total en nuestro planeta; entonces, esos dos peldaños que requieren a día de hoy la mayor parte del esfuerzo y trabajo humano para cubrirlos y en los que nos centramos, a veces obsesivamente, para satisfacerlos económicamente, sería una tarea baladí.
Nuestros “parientes de robotlandia” nos pueden proporcionar esos dos peldaños de la base de la pirámide de Maslow de manera sostenible, altruista y sin coste alguno de sacrificio personal, ya que la demanda de energía necesaria para ello no será limitante y no se convertirá en lastre y, por otro lado, nos basaremos en la singularidad tecnológica, piedra angular de la ecuación del bienestar humano.
Por lo tanto, el sistema económico tal y como lo tenemos caracterizado actualmente se colapsaría, ya que por primera vez la humanidad no se guiaría por la ley de la oferta y la demanda.
Nos encontraríamos pues, con una sociedad centrada en algo diferente al tener: en el ser. En ese escenario las prioridades desaparecerían de la escalera y el último escalón maslowiano, el de la autorrealización, pasaría a ser el único peldaño de necesidades humanas.
Entones, ¿qué pueden hacer los humanos si no tiene que cazar, ni recolectar? Nos enfrentamos, sin duda, a un nivel de cambio mucho más disruptivo que el del advenimiento del neolítico, de la revolución industrial, o de la industria 4.0… queremos cambiar artefactos y alimentos por deseos (inmortalidad, eterna juventud, inteligencia extrema…) para acabar caracterizando estos deseos como lo genuinamente humano.
Si el neolítico nos ató y nos enclaustró en espacios próximos a la fuente de generación de los alimentos, pero no acabó con el ansia por descubrir nuevos parajes; la revolución industrial cambio la fuerza motriz animal por el vapor, pero seguimos utilizando las calorías como elemento de generación de trabajo, ¿deberíamos pensar que estamos ante una revolución más? Nada más alejado de la realidad, ahora vienen tiempos de distancias enormes (físicas y mentales), que requerirán de nuevas escalas de medición para, por ejemplo, el espacio que vamos a recorrer desde que nacemos hasta que desaparezcamos; o la duración de nuestra vida.
Todo el esfuerzo personal futuro se orientará y canalizará sobre y hacia la autorrealización y los descubrimientos. Estos elementos complejos y difíciles de ubicar mentalmente, a veces ni tan siquiera de imaginar; que además, no tienen precio alguno con el que compararse, ya que no necesitarán del trueque económico clásico, porque sus raíces están en el autoconocimiento, en el altruismo radical y en fijarnos metas globales para ayudar a la colectividad.
El ser humano, sin duda, fijará sus ojos en dos retos únicos e ilusionantes: las nuevas rutas espaciales, y en el conocimiento atómico. Querremos saber que hay más allá de nuestra aldea global, qué nos espera en esos exoplanetas lejanos, y a la vez qué contiene el espacio que separa un átomo de otro. La filosofía fusionada con la ciencia se convertirá definitivamente en el árbol a reconocer y explorar.
Pero, ¿perderán los poderosos su control sobre los demás? Seguramente en esa sociedad futura de advenimiento radical del conocimiento, esta pregunta carecerá de sentido. Y el poder se tipificará como lo que es, una patología producto de la escasez.
La gestión de la abundancia (opulencia en sentido anterior) requiere de una nueva filosofía, de un nuevo orden, tal vez de un nuevo grafo de relaciones humanas en el que los elementos jerárquicos no tienen sentido y en el que el individualismo se convertirá en elemento de autogestión colectiva.
Los 4 esenciales de la nueva economía
1 La competencia optimiza el bienestar de la sociedad (oferta demanda)
La competencia se centra en el enriquecimiento de unos sobre otros, casi siempre por el acceso, uso o propiedad de un bien o servicio escaso.
O sea, en el sustrato más profundo está la escasez de esos bienes que deseamos porque nos distinguen, si tuviéramos excedente esta ley dejaría de tener sentido.
2 ¿Por qué los diamantes son caros? La gente es marginal, optimiza sus utilidades
Si un cometa llegara a la Tierra cargado de diamantes, las personas cambiarían sus deseos, en el mejor de los casos, por un simple brillante tallado a su antojo creativo.
Lo que realmente es caro es el tiempo y eso, hasta ahora, es un bien poco valorado y complicado de almacenar, poseer y vender.
3 El mayor avance económico de la humanidad es la eliminación de la esclavitud
Sin duda no tardaremos en poner en el mismo nivel los derechos de todos los seres vivos sensibles, pertenezcan a la especie que pertenezcan.
La IA tendrá un soporte orgánico y vivo, por lo tanto, el debate se orientará hacia los límites de los derechos de la IA, y de sus componentes vivos.
O hacia qué caracteriza a una persona, cuándo un cibor deja esa categoría y entra en otra. Qué categorías de transhumanos tendremos…
4 Todas las decisiones económicas son racionales
A pesar de lo que se pueda argumentar y premiar esta afirmación, Nobeles aparte, no parece que el argumento nos convenza a todos como verdad económica. Para ello, la persona debería ser un conjunto de pensamientos racionales puros y no una amalgama de emociones.