Presentación del libro “¿QUO VADIS, TERRA?”

La Humanidad ha entrado en el Siglo XXI obligada a asumir el desafío de fortalecer un ambiente sano, próspero y acogedor para el ser humano, el protagonista indiscutible del dinámico ritmo de progreso y del formidable crecimiento económico que lo ha acompañado. Pero, por otro lado, el hombre ha sido también el promotor de sustanciales agresiones que sitúan a la Tierra en un incuestionable escenario de riesgo: crisis climática, emergencia alimentaria, ciclos de pandemias, agresiones a la biodiversidad, al patrimonio natural, extracción descarriada de los recursos limitados de la Tierra, y aumento de las desigualdades.

El mundo vive momentos sin antecedentes comparables en materia de desarrollo tecnológico y de adelantos científicos. Desde la llegada del hombre a la Luna hasta el advenimiento de la digitalización, sin menospreciar las exploraciones de Marte, los vuelos espaciales, los avances de la biogenética y otros colosales hitos, el mundo se ha situado en una posición de fuerza descomunal, pero todo este bagaje no se ha puesto en justa proporción a disposición de iniciativas que permitan aprovecharlo en beneficio del desarrollo sostenible, y de garantizar la estabilidad del Planeta. Para que los instrumentos destinados a revertir la ruta hacia el caos surtan efecto, y se traduzcan en la consolidación definitiva de la sostenibilidad integral, es imprescindible practicar el ejercicio universal de la voluntad para la acción, y desplegar una conciencia colectiva que haga frente con firmeza al complejo panorama que amenaza al universo global, identificando prioridades para consolidar una sociedad armónica y estable, en sintonía con la capacidad de sustentación de la Tierra y con una economía competitiva y sostenible.

A lo largo de las páginas del libro se efectúa un análisis neutral de los factores que frenan, e incluso a menudo impiden, impulsar con éxito el desarrollo y el progreso, insinuando las posibles alternativas que permitan alinear la hoja de ruta para asegurar un equilibrio exhaustivo a lo largo del milenio, subrayando el requisito de impartir a las acciones una proyección transversal, multilateral y solidaria, amparada por los principios de una gobernanza eficaz y de un liderazgo responsable.

Buena parte de la Humanidad no es aún consciente de la complejidad de los tiempos que corren, ni de la dimensión de las consecuencias que puede acarrear la falta de compromisos efectivos para llevar a cabo acciones que eviten el caos. Es verdad que un entorno geoestratégico volátil, incierto, confuso y ambiguo como el actual no contribuye a avanzar en la buena dirección, pero la falta de voluntad, diálogo y compromiso colectivo tampoco ayuda a hacerlo, ni estimula la acción hacia la recuperación. El mundo contemporáneo es una Torre de Babel, y en su interior, cada uno de sus ocupantes defiende a ultranza sus propias riquezas, a veces egoístamente, sin cooperar agrupadamente ni tener en cuenta las necesidades y los intereses de quienes comparten con ellos el mismo hábitat.

Frente a esta realidad, cabe tomar medidas y emprender acciones que permitan reconducir y orientar el desarrollo mundial de modo solidario, aprovechando las opciones que actualmente están disponibles como consecuencia del avance de la ciencia y de la tecnología. Forjar un futuro sostenible no es tarea fácil, y es urgente reorientar los modelos de producción y de comportamiento social antes de que el súbito surgimiento de situaciones críticas obligue a reaccionar de forma apremiante. La creciente complejidad del actual marco socioeconómico, la globalización, así como la interdependencia de los sistemas, refuerzan la necesidad de promover el desarrollo sostenible como respuesta a este desafío. En un ambiente de recursos limitados, cuya disponibilidad ha de ser garantizada cimentando una cultura ecológica de dimensión planetaria, toda actitud y toda interacción entre el ser humano y su entorno de vida debe basarse en la adopción de los principios de la deliberación inteligente y de la sensatez.

Para que los instrumentos destinados a revertir la ruta hacia el desconcierto surtan efecto, y se traduzcan en el afianzamiento definitivo de la sostenibilidad integral, es imprescindible practicar el ejercicio de la voluntad para la acción, y desplegar una conciencia colectiva que haga frente con firmeza al complejo panorama que amenaza la integridad del Planeta. A menudo se tiene la falsa impresión de que todo va bien, pero todo queda en nada si no se actúa con responsabilidad, ambición, esfuerzo y coraje. Nada puede ir bien si las ideas, las promesas y las buenas intenciones se pierden por el camino, aunque también hay que reconocer que el mundo global vive hoy momentos de retos y oportunidades sin precedentes, y cuenta con valiosos instrumentos para superar las dificultades, por muy adversas que éstas puedan parecer a simple vista.

Sin lugar a dudas, soplan vientos de profundos cambios que exigirán asumir esos importantes retos y aprovechar esas grandes oportunidades a lo largo y más allá del siglo XXI. Los problemas que afectan a la humanidad son de naturaleza global, y como tales, reclaman soluciones globales, que deben ser implementadas con el esfuerzo y el nivel de compromiso que la importancia del momento exige.

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