Desear versus anhelar

Desear versus anhelar

“Desear-anhelar”, en relación con los pesticidas.
26 Junio 2015

El verbo querer, del latín quaerere, significa “desear” y refleja el deseo innato de las necesidades fundamentales de todos los organismos vivientes: agua, alimentos y apoyo familiar.

Cuando en 1776 Adam Smith (el considerado fundador de la economía) publicó “La riqueza de las naciones”, los recursos del agua, tierra y carbón eran ilimitados y la posibilidad de aumentar la prosperidad nacional era evidente. Durante los últimos 250 años la economía mundial ha sido impulsada por este principio básico y así, el verbo querer, desear, ha sido sustituido por una palabra latina mucho más precisa, cupiditas, con el significado más exacto de “anhelar, codiciar”. Mientras Occidente ha dirigido al mundo a la explotación de sus recursos para satisfacer nuestra propia avaricia, no debe sorprendernos que naciones menos favorecidas quieran emularnos. Pero ahora sabemos que los recursos no son infinitos.

La superpoblación del mundo ha llegado a un punto en que sus necesidades de alimentos son incapaces de cumplirse. La lección que nos enseñó Malthus (la progresión de la población es geométrica y la de los alimentos aritmética, de manera que la población va creciendo de una forma en la que los medios de subsistencia son insuficientes) ha sido ignorada.

¿Podemos pues restringir la libertad de explotar los recursos de la Tierra firmando acuerdos internacionales para desacelerar el crecimiento económico? La historia sugiere que no. El binomio agua y alimentos que acompaña a guerras y plagas es conocido desde los antiguos egipcios e israelitas, y desde entonces han determinado el curso de la humanidad. Ahora estas necesidades son globales y eso ha implicado la utilización masiva de plaguicidas para el control de diversas plagas en las áreas agrícolas y, aunque han traído beneficios para la población, también los han convertido en ubicuos contaminantes de nuestro ambiente, generando problemas de salud. Por eso, debemos poner nuestras esperanzas en la Química verde, con el diseño y desarrollo de procesos químicos que impliquen la reducción o eliminación de aquellos productos nocivos para las personas y el medio ambiente. Pero para ello es necesario que el “anhelo” sea reemplazado por el “deseo”.

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