La enfermedad que padecía Tomás
La enfermedad que padecía Tomás
El término “la enfermedad de Tomás o síndrome de Tomás” viene recogido de la novela "La insoportable levedad del ser" (Milan Kundera), en donde se relata como un profesional sanitario, llamado Tomás, pierde la autoestima, le vence el desánimo y siente rechazo por su profesión, entre otras cuestiones y por diferentes motivos que obviamente no “destriparé”. Sólo adelantar que es una novela interesante, no relacionada directamente con factores relacionados con el trabajo, pero que aprovechando la experiencia profesional del protagonista (porque la personal es para tratarla desde otro punto de vista), merece definir la importancia del desarrollo de carrera. Concretar que este término también es utilizado para definir el Burnout, aunque a mi juicio, de manera no afortunada. Tal vez esta sea la razón para que el término merezca ser mencionado desde este contexto psicosocial.
¿Qué influencia tiene un desarrollo de carrera frustrado en la aparición de síntomas relacionados con los riesgos psicosociales?.
Actualmente, sugerir una carrera profesional inmersa en una misma organización es, si se me permite la expresión, como pedir peras a un olmo. Los cambios constantes que están sufriendo las organizaciones hacen que los empleados tengan que redefinir esta vieja idea y concebirse como protagonistas en su propia carrera profesional. Si esperas que alguien te prepare el camino….. Llega un momento en la vida de un profesional que como le ocurre al protagonista de la novela, le empiezan a rondar preguntas tales como, ¿quién soy yo, cuál es mi verdadera vocación, qué futuro me espera de ahora en adelante….?. Evidentemente, un profesional que no consiga dar respuestas certeras tendrá una vida laboral insatisfecha y muy probablemente conocerá características propias del “síndrome de estar quemado por el trabajo”.
Bien, ¿Y qué hacer llegado este momento?. En mi opinión, lo primero es tener conciencia de uno mismo, es decir conocerse lo suficientemente bien como para saber que lo que hacemos o pretendemos hacer de nuestra vida profesional es lo que realmente queremos y podemos hacer. Para ello, y siguiendo el camino de Daniel Goleman, me referiré a tres competencias emocionales en este sentido. Lo primero es conciencia emocional, es decir, reconocer como nuestras emociones afectan a nuestras acciones presentes o futuras. En este caso, no dejarnos llevar por una pasión desbordada y tal vez irreal. La segunda se trata de una valoración coherente de nosotros mismos y de nuestras capacidades, fortalezas y debilidades. Por último, confianza en uno mismo, en lo que se hace y en lo que se hará. Es un aspecto clave en el desarrollo no sólo profesional sino personal. Si no apostamos por nosotros mismos, ¿Quién lo va hacer?.
Citado este último concepto es obligatorio mencionar un aspecto estrechamente relacionado con la confianza, la autoeficacia. Esta creencia sobre nuestra propia capacidad es un aspecto muy importante que tiene mucho que ver con nuestras experiencias de éxito y fracaso pasadas. Tanto es así que una persona que sólo haya conocido la derrota (aunque sea subjetiva, no acorde a sus expectativas profesionales) muy probablemente se considere incapaz de tomar un camino lleno de desafíos. Creer en nuestra propia capacidad significa reconocernos ante ambas caras de la vida profesional. Saber que para conseguir “cierto” éxito hay que pasar por diferentes etapas de “cierto” fracaso. Fomentar un estado de ánimo positivo y por qué no decirlo, ser optimista.
Si tenéis la oportunidad de leer la novela, y desde la perspectiva profesional del protagonista (insisto no en la personal), ¿es posible reconocer una falta de proyecto de desarrollo de carrera?.