Habilidades Técnicas. Fuerza o Historia. Instituto Politécnico Nacional.

Durante los meses de Enero-Abril del presente, se realizó una exploración cualitativa que consistió en la recolección de datos por medio de: diarios de campo, entrevistas y autobiografías. Esta investigación se realizó en un grupo de 6° semestre, último de la especialidad técnica de Sistemas Automotrices del turno matutino. El grupo se conformó por 40 alumnos 32 varones y 8 mujeres cuyas edades fluctúan entre 17 y 19 años. En este trabajo se presentan algunos relatos que a manera de escenas, muestran referentes empíricos de la investigación, enlazando referentes teóricos con los que se pretende comprender la complejidad de las redes escolares, donde los ejes interseccionales principalmente de género, etnia, desigualdades multidimencionales y condición etaria, se imbrican para construir la dinámica situada en la especialidad técnica de Sistemas Automotrices, del CECyT N° 7 en el IPN. Particularmente se muestra la red de vínculos que se presentan en la performance de la especialidad y su relación con la masculinidad, asociada a la historia de formación y no a la fuerza física, como signo masculino. Se presentan los hallazgos tanto en estudiantes hombres como en mujeres que cuestionan la fortaleza física como eje corporal para la realización de actividades técnicas relacionadas al mantenimiento automotriz
Palabras Clave: 
Concienciación; Cultura y Clima; Estudio de casos; Formación y entrenamiento; Psicosociología
Tema secundario: 
Autor principal: 
SILVIA
OCHOA AYALA
Cinvestav, Instituto Politécnico Nacional
México
Coautores: 
Gumersindo David
Fariña López
Instituto Politécnico Nacional
México
David Alberto
Fariña Ochoa
Instituto Politécnico Nacional
México
Introducción: 

En el campo educativo, la lógica de género se ve reflejada en prácticas desiguales que, aunque se lleven a cabo en el marco de un currículum común, en el ámbito de lo cotidiano, muestran diferencias que se convierten en desigualdades. Sin embargo, sería parcial la consideración de que es sólo en la escuela donde se presentan estas desigualdades, en la familia y otras instituciones esto se presenta  de manera reiterada. En el plantel donde se llevó a cabo este trabajo de corte cualitativo, se revisaron algunas manifestaciones de las desigualdades de género que se presentan y que posteriormente en el campo laboral se reproducen aún con mayor diferencia. La posibilidad de identificar y dar cuenta de la sutileza de las relaciones de género que se plantean al interior de las prácticas escolares, permite localizar algunas formas en que la reproducción de prácticas discriminatorias se lleva a cabo.

La metodología cualitativa de orientación etnográfica, permite rastrear la discriminación de género en un espacio donde se están formando técnicos mecánicos próximos a integrarse al campo laboral. La narrativa estudiantil da cuenta de los detalles y finezas que acontecen durante las prácticas, estos relatos detallados develan las relaciones más sutiles entre los participantes, que permiten justamente la identificación desde la mirada de las y los jóvenes. El sesgo performático de género posibilitará el que las alumnas y los alumnos perpetúen lógicas de género que fracturan las posibilidades  de desarrollo de uno de los géneros en este campo: el femenino.

El signo masculino dirigido a las labores metal-mecánicas, es ampliamente utilizado. Esta designación se ha relacionado constantemente con el ser varón/fuerte, es decir se alude a un cuerpo masculino con determinadas características que resaltan la fortaleza física, además de la destreza para trabajar con herramientas pesadas que indica básicamente una forma correcta de trabajar con el uso del cuerpo como instrumento de trabajo. En cambio, el cuerpo femenino ha sido asignado a las labores domésticas y/o de cuidado, ya que se le ha considerado para labores que no requieren mayor fortaleza física, las destrezas femeninas entonces, tienen un uso distinto del cuerpo, como mayor precisión y sutileza, cuidados  y limpieza en general. Esta lógica de género, prevalece en muchas regiones aún y en muchas actividades fuera del hogar, se reproduce esta lógica, principalmente en el ámbito privado.

En el campo de la técnica esta lógica se mantiene, específicamente en los trabajos técnicos relacionados a la mecánica automotriz, donde se ha llegado a comercializar la belleza del cuerpo femenino como objeto-símbolo de estatus para los varones que rodean esta industria, comúnmente no se piensa en una mujer técnica como persona capaz de realizar el mantenimiento automotriz de manera efectiva y con calidad. En medio de esta lógica, emergen las jóvenes alumnas técnicas en Sistemas Automotrices, cuestionando pero también reproduciendo este tipo de creencias que limitan el lugar que ellas han construido para desempeñarse en esta rama de la tecnología.

Las industrias metalmecánicas visibilizan las prácticas técnicas como prácticas desarrolladas en el ámbito de lo manual, es decir, basadas en las destrezas y habilidades de tipo corporal. El varón por lo tanto, ha visto hacer hincapié en su fortaleza física más que en su historia de formación   y  otras capacidades, para la práctica de la mecánica automotriz, en tanto que las mujeres sufren discriminación por su condición femenina, considerándoseles como menos competentes, menos fuertes y poco confiables. Bourdieu (2009) indica que las características corporales son naturalizadas y presentan a los hombres y a las mujeres con destrezas y límites derivados de su Naturaleza Femenina o Masculina. Esto vale en el campo laboral, ya que este sesgo también coloca a las mujeres en determinadas posiciones funcionales y a los hombres en otras.

En esta investigación, se realizó una exploración cualitativa que consistió en la recolección de datos por medio de diarios de campo y entrevistas. Este estudio se implementó con alumnos de la especialidad técnica de Sistemas Automotrices del turno matutino, cuyas edades fluctúan entre 18 y 19 años. En este trabajo se presentan algunos relatos que muestran referentes empíricos de la investigación, enlazando referentes teóricos con los que se pretende comprender la complejidad de las redes escolares relacionadas a los sesgos de género que se forman en la cotidianeidad del taller. Particularmente se muestra la red de vínculos que se presentan en la performance de la especialidad y su relación con la masculinidad, asociada a la historia de formación y no sólo a la fuerza física, como signo masculino. Se presentan los hallazgos tanto en estudiantes hombres como en mujeres que cuestionan la fortaleza física como eje corporal para la realización de actividades técnicas relacionadas al mantenimiento automotriz.

Metodología: 

La aproximación empírica se realizó a través de investigación con orientación cualitativa-etnográfica que buscó dar cuenta de la agencia de las alumnas y los alumnos en la realización de sus prácticas de formación tecnológica, durante el Bachillerato Tecnológico del IPN, específicamente de la Especialidad Técnica de Sistemas Automotrices.  Los relatos fueron registrados a través del diario de campo y entrevistas durante sus prácticas de taller. Cabe hacer notar Para este trabajo sólo se consideraron 3 alumnos específicamente y 3 alumnas, este trabajo es parte de una investigación más amplia que estudia, además, otros aspectos del contexto estudiantil.

Los diarios de campo se llevaron a cabo durante las prácticas estudiantiles en el taller de la especialidad, los grupos semestrales de trabajo se organizaron acorde a su afinidad personal. El docente asignó un vehículo a cada grupo, este vehículo presentaba retos de reparación muy diversos entre sí,  ya que incluso los autos eran muy distintos. La forma de abordar las problemáticas de reparación y mantenimiento presentaban el enlazamiento tanto de las indicaciones docentes, como de la iniciativa de las y los alumnos para resolver el mal funcionamiento del automóvil. Con este recurso metodológico, se observa el espacio sexogenérico que va tomando lugar en la práctica de la especialidad, grupalmente mujeres y hombres realizan actividades genéricamente signadas, sin que hubiera alguna indicación precisa, lo que se visibiliza es la distinción de género y la agencia para romper con este estereotipo.

Las entrevistas se realizaron a las y los alumnos que participaron en este ejercicio, se presentan aquellas que resaltan los sesgos y la discriminación de género, que se presentan tanto en la performance como en la experiencia pasada de las y los estudiantes.

Resultados: 

A continuación se presentan casos de alumnas y alumnos que son Estudiantes de la Especialidad de Sistemas Automotrices y que relatan sus vivencias en el taller. El primer caso tiene como actores principales a dos varones (Felipe y Carlos) y a Arturo como relator de experiencias en el caso de ambos estudiantes, finalmente Andrea y Emil relatan eventos clave pare entender la discriminación y desigualdad que viven en su formación. En el segundo se hacen presentes las vivencias de Sandra, quién expone con su performance técnico un cuestionamiento a la desigualdad.

La Tradición Familiar

Las prácticas con las que se forman los futuros técnicos automotrices, suelen realizarse en los espacios convenientes para conformar sus destrezas y habilidades como el diagnóstico y reparación de fallas mecánicas, al existir la posibilidad de conformar grupos de acuerdo a las afinidades de los alumnos, ellas y ellos elijen con quienes quieren llevar a cabo sus prácticas, es en estos grupos donde es posible identificar los sesgos de género que se presentan tanto en los espacios habitados, como en las relaciones que se establecen con las compañeras y compañeros.

Los siguientes relatos tiene como fin dar cuenta de estas desigualdades que son performáticas, es decir, se actúan, no se mencionan del todo, pero es en la ejecución donde cada género se coloca en lugares específicos, Igualmente se encuentran situaciones conde la lógica del género es cuestionada, justamente por los resquicios que las y los estudiantes encuentran para manifestar un deseo vocacional que permite las tensiones que cuestionan los lugares “para hombres y para mujeres”

En los grupos exclusivamente masculinos, es posible identificar comportamientos que denotan mayor capital cultural (Bourdieu, 2009) en los saberes técnicos. Por ejemplo Felipe de 19 años, ha sido heredero de una tradición de saberes mecánicos en su familia, su abuelo, sus tíos y su padre son mecánicos y siendo el único varón en casa con dos hermanas menores, ha seguido la tradición de apoyar a su padre en todo lo relacionado con la reparación de los autos:

“…desde pequeño siempre me encontraba junto a él, siempre observando… utilizar el equipo y la herramienta que el utilizaba para dichos procesos.” (Felipe, 19 años)

 Felipe utiliza su destreza sensorial para identificar fallas con mucha rapidez, se coloca frente al motor de aquel viejo vehículo, observa con atención sus componentes, toca las piezas mecánicas, escucha con mucha atención los sonidos ayudado por otro compañero que ha tratado de encender el auto, percibe el olor de la gasolina en combustión. La posición que privilegia la fuerza masculina de Felipe como principal cualidad para desarrollar un buen trabajo como mecánico automotriz se cuestiona, dado que estos recursos a los que el accede no son exclusivos de las características masculinas, las alumnas pueden perfectamente hacer uso de ellos, sin embargo, la industria automotriz no visibiliza las aportaciones sensoriales en que ambos géneros poseen, cualidades producto de la experiencia, no de la fuerza. Este sesgo de género minimiza las aportaciones femeninas a la industria.

Felipe indica lo que debe hacerse, los demás compañeros se ponen de acuerdo para efectuar las actividades que Felipe ha indicado, algunos bajo el auto, otros desmontan mecanismos, otros buscan sus propias respuestas experimentando las indicaciones, el cuerpo masculino proyecta movimientos fuertes y precisos, pero también sutiles y cuidadosos acorde a las necesidades de solución para esta tarea práctica.

A Felipe… veo que le gusta mucho…  centrándose en lo que está haciendo, en la manipulación de los motores, la reparación y manteniendo y vaya que si sabe mucho… es el más centrado en lo que está haciendo aquí. (Arturo, 18 años)

Felipe consigue dentro de su grupo de pares un lugar de liderazgo, no sólo en el plano performático de la especialidad, sino en su presencia varonil en el grupo completo, se observa que todos los demás miembros del equipo, esperan sus indicaciones. En otros espacios académicos y deportivos, Felipe, toma un lugar jerárquicamente alto, el comenta sentirse muy satisfecho con su manejo de los autos. Paradójicamente Felipe no desea continuar con esta carrera (Sistemas Automotrices), sino continuar sus estudios superiores con la carrera de Sistemas Ambientales. La relación que Felipe establece con sus compañeros, mirando de cerca sus actitudes, muestra un sutil autoritarismo, el indica lo que se debe hacer exactamente y casi no escucha las opiniones de otros, salvo la del profesor, el cual se dirige específicamente a él, en cascada los compañeros de Felipe, se van colocando el lugares jerárquicos para las actividades, es decir, algunos apoyan el trabajo en el motor directamente, en tanto que otros van por la herramienta y otros recogen todo lo que ha caído. Felipe es el varón hegemónico en este performance, con sus cómplices/ayudantes y los subalternos (trabajos menores como traer herramienta).

Connell (2006), ha desarrollado una propuesta que describe los lugares que los varones toman en la dinámica de las masculinidades, afirmando que existe una jerarquía entre varones donde los varones hegemónicos son los que se colocan en la red superior de poder y son los que marcan la pauta de comportamientos masculinos deseables, en tanto que los cómplices apoyan su normatividad y la hacen cumplir. Los varones sumisos son aquellos sobre los que recae el rechazo y/o los trabajos y actividades menos reconocidas, en el caso de Felipe, esta red se identifica en la performance técnica y se extiende a otros espacios escolares. Este tipo de redes en el campo laboral, explican también los lugares que los técnicos automotrices y de otras especialidades asumen para el desarrollo laboral, en esta red, las mujeres no poseen un lugar hegemónico, sino un lugar subalterno. Esto explica por qué varias mujeres técnicas capaces son subvaloradas y no alcanzan fácilmente lugares hegemónicos en las empresas de orden tecnológico.

Retomando el plantel objeto de estudio, algunos grupos mixtos (formados por hombres y por mujeres) se colocan en posiciones específicas. Al igual que en los equipos homogenéricos, el cuerpo masculino líder toma la iniciativa, explora, identifica, toca, escucha y toma decisiones, a diferencia de éste, los demás integrantes del equipo se colocan en posiciones subalternas. Las posiciones para el ejercicio de la actividad automotriz presentan jerarquías, en estas jerarquías pocas mujeres se posicionan en los eslabones iniciales.

Las chicas muestran disposición positiva ante las actividades encomendadas, pero no se observa iniciativa en la exploración, sino apoyo a los compañeros en distintas labores.  Los hombres reparan, buscan, desarman, sin involucrarlas en las actividades que podrían propiciar toma de decisiones. Los cuerpos femeninos se agrupan en un espacio seguro, en un espacio de restricción, en un espacio de invisibilidad tecnológica.

En este grupo mixto es claro que la desigualdad de condiciones de aprendizaje, permite un desarrollo desigual entre mujeres y hombres, ya que la oportunidad de intervenir y modificar las piezas automotrices es mínima para las mujeres, por lo que sus destrezas pueden ser poco desarrolladas. Aunado a esta situación de desigualdad, se encontró el sentimiento de enojo y desilusión por parte de algunas alumnas que resienten el sesgo de formación, que en principio, debería ser uniforme:

“Cuando entré a tercer semestre me uní a un equipo donde los chicos son muy machistas, no explicaban cómo utilizar la herramienta, sólo porque ellos sabían ya tenían asegurado que yo y mi otra compañera también y si lo hacíamos mal o nos tardábamos, como que se enojaban y decían comentarios ofensivos, por lo que mejor dejé de querer aprender.”(Andrea, 18 años).

“Un maestro que me dice para que estudias, y luego esta carrera, mejor busca alguien que te mantenga… si hay maestros que aman lo que hacen y lo dan con gusto pero hay maestros que llegan a desilusionarte.” (Emily, 18 años)

Sandra y la tecnología para el cuidado

Sandra es una joven de 18 años cuyo cuerpo delgado y pequeño cuestiona la signación de mujer joven igual a  delicadeza y poca fuerza. Su actuar dedicado, fuerte y con mucha iniciativa la coloca en el liderazgo de su equipo de trabajo, en el taller toma la iniciativa en el desmontaje del motor, busca diversas formas de abrir los componentes del mismo, por lo que su cuerpo toma postura de apoyo. Su esbelta figura muestra  movimientos fuertes y precisos que son requeridos para este trabajo, abre el motor y los compañeros se acercan para sujetar las piezas y distribuir las acciones pertinentes, el cuerpo de Sandra se reubica para continuar con la tarea. Aquí la jerarquía se encuentra encabezada por Sandra, quien tiene como colaboradores a sus compañeros varones, esta situación revierte los lugares que la lógica de género preestablece, es en esta situación que se cuestionan los binarismos, sin embargo, los casos que cuestionan la lógica son pocos, en el Caso de Sandra, su contexto se enmarca en una población de la zona suburbana, que requiere la transportación constante de personas y productos que se distribuyen en la ciudad, por lo que la reparación de vehículos es una necesidad constante. Sandra lucha contra la presión de la desigualdad de género y las oportunidades mínimas que las mujeres poseen en este ramo. Para Sandra, los autos representan movilidad, cambio, la posibilidad de cambiar de nivel socioeconómico, además de que es feliz con el manejo de herramientas y reparación de autos, su carrera superior será Ingeniería en Sistemas Automotrices. En este punto, se muestra lo que Sara Ahmed (2015) denomina la felicidad en los objetos. Sara Ahmed describe como a los objetos se les ha atribuido cierto poder ya que representan un signo de masculinidad o feminidad consumado, es decir, una forma de confirmar y celebrar la demostración de la performance genérica, la autora afirma también la existencia de una fetichización de ciertos objetos en donde el factor emocional es clave. Sandra refleja en la reparación automotriz, una forma de cuidado tecnológico no tradicional para las mujeres, ella mira una forma de ayudar a los miembros de su comunidad en algo que realmente los paraliza si llega a fallar: el automóvil. La joven ha centrado en el automóvil y su reparación una forma de realización personal  (Áberg y Hadlin, 2015), que sobrepasa el rol femenino esperado en su actividad tecnológica, no por ello se ha masculinizado en otros planos de sus interacciones personales. La reparación de los autos, corresponde a una forma de establecer funciones de cuidado, estas funciones podrían estar acorde con lo que proporciona felicidad a Sandra en su performance técnico y se enlaza con lo que se espera de ella en plano femenino, no obstante es interesante que ella haya elegido este camino de formación y no otro, quizá más accesible.

En el caso de la industria automotriz, la participación femenina sigue siendo muy escasa y cursa por los sesgos e impedimentos de su signo masculino, en el caso de las mujeres, la reproducción de las actitudes hacia las jóvenes técnicas representa un fuerte reto no sólo desde su juventud relacionada a la inexperiencia, sino por su condición femenina que lucha contra la naturalización de sus características.

Otro compañero, Carlos, relata su experiencia en Sistemas Automotrices:

“…mi hermana mayor salió de aquí [Técnico en Sistemas Automotrices] y ella, siendo mujer, le metía más mano al carro, a veces más que los hombres. Creo que ella es la que hacía más. Ahora estudia En ESIME [Ingeniería en Sistemas Automotrices], A veces se lleva pesado para que no la traten como una princesita y la dejen trabajar más. A mí no me gusta la carrera, yo prefiero la informática, eso de la grasa… no me gusta nada. Algunos compañeros hasta se han lastimado por cargar… todo por hacerse los fuertes””

Carlos complementa el cuestionamiento de que los hombres deben ser atraídos por las actividades de fuerza y que a la gran mayoría les gustan los autos, en el caso de Carlos, aun cuando escogió libremente la especialidad técnica y tiene antecedentes, no sólo de su hermana, sino de varios familiares, el campo laboral automotriz no cumple con sus expectativas de proyecto de vida. Vocacionalmente Carlos  abre sus alternativas, mostrando que la historia y la fuerza, no son suficientes para permanecer en una profesión, por otra parte, se hace notar la estrategia de género que utiliza la hermana para ubicar su presencia en el ámbito automotriz, una forma de masculinización que actúa como máscara de poder y potencia, una máscara que proporciona la confiabilidad y la rudeza, a la cual se hace referencia, para identificar el papel del varón mecánico. Esta mascarada fue estudiada por Joan Riviere (1998) en la identificación de proceso de feminización inconsciente.  Por su parte, Judith Butler (2007) la ha denominado performatividad del género y Briones (2007) traduce como la intención de mostrarse  genéricamente de la manera elegida.

Discusión de resultados: 

En los casos estudiados se encuentran  redes interpersonales entretejidas con una performance técnica que muestra tanto posiciones de género tradicionales, como  algunas que performáticamente transgreden esta posición tradicional. En los signos de género desarrollados para las actividades tecnológicas es clara la dicotomía Femenino-Masculino, esta dicotomía crea barreras para la formación de las y los alumnos que en el currículum no se contemplan, pero que se expresan de diferentes formas en la cotidianeidad. En la especialidad técnica de Sistemas Automotrices, se ha evidenciado a través de los relatos que la discriminación y la desigualdad, forman parte de un rechazo sistemático para las mujeres que deciden emprender esta formación tecnológica y otras formas de actividad técnica.

Riviere (1998), Butler (2007) y Briones (2007) enfatizan en la manifestación performática del género, es decir, en la posibilidad que de que el género sea actuado, que se manifieste a través de actos y acciones que dan cuenta de lo que se desea representar públicamente y que cambia acorde al contexto, pero principalmente, de la voluntad de las personas que desean manifestarse de una u otra manera. Es por ello que las alumnas se colocan  a través de sus acciones, en el lugar que ellas consideran correcto, algunas como Sandra, se descolocan y prueban otra forma performática en su ejecución técnica, otras jóvenes, recurren a los espacios conocidos y de ocultamiento, refugiándose ahí del rechazo que algunos compañeros y docentes vierten sobre ellas.

Siguiendo a Citro (2014), se puede explicar el lugar del cuerpo/género en que confluyen tres espacios interrelacionados de apropiación cotidiana: Primero, la corporeidad es la materialización del género, el género se encarna en un cuerpo material que se moldea social y subjetivamente.  Cotidianamente las figuras masculinas y femeninas son ubicadas con características que perduran a través del tiempo. En Sistemas Automotrices, curiosamente no son las y los alumnos quienes hacen esta distinción evidente, sino los docentes. Los adultos que conservan un bagaje de naturalizaciones respecto a los cuerpos que no han sido cuestionados (Braidotti, 2000) En segunda instancia, toma su lugar en la producción de espacios específicos generizados y establecidos como apropiados para los géneros, es decir y en palabras de Citro, los géneros se espacializan. Existen lugares que son frecuentemente ocupados por las alumnas de Sistemas Automotrices durante la práctica, estos lugares son las grandes mesas de trabajo, se encuentran varias reunidas en un solo lugar: un extremo de la mesa, limpiando con ahínco las autopartes, los varones casi siempre están en los vehículos, con las autopartes pesadas La tercera dimensión se refiere a la construcción discursiva con que se representa y se promueve lo que es “Femenino” y lo que es “Masculino” desde esquemas de división, producción de identidades y relaciones de poder, esto se muestra en los comentarios docentes y en los comportamientos de cuidado que las chicas presentan con mayor frecuencia, aunque como Sandra mostró, las mascaradas permiten identidades alternas.. Cuerpo-Espacio-Género, se imbrican para mostrar las manifestaciones de los géneros. El cuerpo es el espacio objetivo y subjetivo donde confluyen la historia, la cultura, el discurso y la encarnación de todo esto como último límite, es por ello que en el cuerpo generizado se sintetizan las redes de desigualdades y sesgos en la formación técnica y en el desarrollo del ámbito laboral.

 El reclamo de Emily sobre el discurso de su profesor, es un reclamo identificado que establece un mandato muy claro y profundamente desigual: ”Mejor busca alguien que te mantenga” en estas breves palabras, se percibe la lectura de buscar un lugar fijo y dependiente para Emily, descalifica su aprendizaje y la posibilidad de desarrollarlo, no sólo es el rechazo a su ser femenino en una especialidad “para varones”, sino la puesta de Emily en un lugar subalterno inferior. Como Citro menciona refiriéndose al lugar apropiado para los géneros, el espacio en que se situa a Emily es un espacio gris dentro del taller, un espacio invisible, dado que ha elegido un espacio que no corresponde a su género. Reitero mi postura de que este conjunto de desigualdades, se reproducen en el campo laboral. Salvo algunas excepciones, las ingenieras son muy poco reconocidas.

El cuerpo, el género y el espacio confluyen de formas complejas y diversas. En el ámbito de la educación y específicamente la Educación Media Superior que el Instituto Politécnico ofrece, es necesario repensar esta complejidad y las formas específicas en que se manifiesta. En este momento de la investigación, se han recabado los datos empíricos que permiten iniciar la elaboración de otros análisis. La explicación de la complejidad que se manifiesta en la cotidianeidad escolar y los adolescentes que pertenecen a la Especialidad Técnica de Sistemas Automotrices, exige ubicar las categorías que posibiliten este análisis.

Conclusiones: 

Las instituciones educativas son reproductoras de las relaciones de desigualdad entre los géneros, de manera sutil e invisible, marcan diferencias entre las mujeres y los varones, sesgando las oportunidades de desarrollo para las y los estudiantes. La naturalización de las capacidades por género, encasilla la potencialidad de las mujeres para este campo. Cabe señalar que ese sesgo no siempre es propositivo en las prácticas cotidianas, sino producto de una lógica de género histórica y socialmente establecido, por lo que es necesario hacer visible su alcance en el desarrollo tanto de alumnas como de alumnos.

•    Las y los adolescentes se sitúan en la performance técnica dejando marca de las huellas de su historia. Los sesgos de género se reflejan en las formas en que se ubican en los espacios, en las actividades que realizan, en su forma de colaborar o no hacerlo. La reproducción de las desigualdades preestablecidas desde el hogar y las instituciones educativas emerge y puede explicar la profunda discriminación hacia las mujeres en el campo automotriz.

•    El espacio que apropian las y los alumnos es un espacio generizado, sin embargo, no constituye una regla fija en sistemas automotrices. Dentro del hangar, las alumnas se sitúan de manera heterogénea, es decir ubican sus cuerpos y movimientos acorde a sus intereses, algunas muestran la historia genérica de su cuerpo y su performance acorde al modelo feminizado tradicional, pero otras no persisten en este performance, actúan de forma transgresora.

•    La mayoría de los varones realiza una performance masculina acorde al modelo hegemónico en sus actividades cotidianas. Las redes de relación interpersonal son jerárquicas sometiendo a algunos varones a la subalternidad y desigualdades en las actividades de su especialidad. Esta jerarquización se extrapola al ámbito laboral y estructura las formas de relación entre varones también. El hincapié en la fuerza varonil por ejemplo, ha ocasionado que algunos varones sin protección adecuada se hayan lastimado en el momento de cargar de manera incorrecta, pero con alarde a su fortaleza física frente a otros compañeros.

•    Algunas tensiones genéricas importantes se han presentado a través de violencia verbal de los varones hacia las chicas, aludiendo a su falta de saberes y/o habilidades. Reacción que puede ejemplificar un intento de recolocación de las mujeres en los espacios desiguales de división laboral tradicional.

Agradecimientos: 

Agradecemos a la ORP a través del XVI Congreso de Prevención de Riesgos Laborales, la oportunidad de compartir parte de los trabajos realizados.

Al CECyT N° 7 y a la Especialidad Técnica de Sistemas Automotrices, su disposición y facilidades para llevar a cabo este estudio.

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