CAMBIO CLIMÁTICO: ¿MITO O REALIDAD? (3/3)

CAMBIO CLIMÁTICO: ¿MITO O REALIDAD? (3/3)

La expresión “Cambio Climático” da lugar a un sinnúmero de debates, controversias, contradicciones y especulaciones. En esta tercera entrada en el Blog sobre el tema, se exponen las principales iniciativas, estrategias y acciones susceptibles de frenar o reducir las causas del calentamiento global y sus efectos sobre el clima.
9 desembre 2019

INICIATIVAS, ESTRATEGIAS Y ACCIONES CONDUCENTES A FRENAR LAS CAUSAS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL Y SUS EFECTOS SOBRE EL CLIMA

Ante la necesidad de frenar y revertir los efectos negativos del calentamiento global sobre el clima, surge la necesidad de adoptar responsablemente las medidas oportunas en las que se consideran las diez áreas más críticas donde la acción responsable puede aminorar o revertir las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global y de la crisis climática. Dichas áreas son las reflejadas a continuación.

NUEVOS MODELOS DE PRODUCCION Y CONSUMO

Cuando en los años setenta del pasado siglo se publicó el estudio “Los límites al crecimiento", se puso de relieve la necesidad de modificar las tendencias del desarrollo, y de establecer las condiciones para vivir en un planeta estable y respetuoso con el medio ambiente. La creciente complejidad y volatilidad del actual entorno socioeconómico, la globalización y la interdependencia de los sistemas, refuerzan la necesidad de asegurar el desarrollo sostenible como respuesta a este desafío.

La realidad se muestra cada vez más compleja e incierta. Los efectos del calentamiento global sobre el clima, la necesidad de apostar por una economía baja en carbono, las innovaciones tecnológicas y de los procesos de producción, el crecimiento demográfico, y los cambios en los modelos de consumo, conducen a provocar el aumento de la alarma social, a lo cual es preciso añadir el requisito de modificar los paradigmas de comportamiento individual con el fin de hacer frente a la reivindicación del estado de bienestar por parte de la comunidad.

Fruto de la revolución industrial y del auge del productivismo surgió en su día la lógica empresarial en función de la cual era necesario vender más productos para incrementar la facturación, lo que llevó al incremento del consumo de energía y de recursos. Este razonamiento ha estimulado durante años a los consumidores a renovar los productos antes de lo necesario, dando lugar al estímulo de la compra compulsiva e innecesaria, caldo de cultivo para el ejercicio de la obsolescencia programada por parte de la industria, una práctica que condiciona el diseño para dirigirlo hacia el fallo prematuro, y que inclina la fabricación hacia la producción de artículos de difícil reparación y reutilización.

La colaboración eficaz entre cadenas de producción y entre sectores según esquemas de alianzas estratégicas o simbiosis industrial, ayuda al establecimiento a gran escala del sistema circular. Para ello, entre otras opciones, el desarrollo conjunto de productos y sistemas de recogida y selección de residuos y subproductos, la transparencia posibilitada por la digitalización y el intercambio de información, los estándares sectoriales, y los mecanismos de intermediación, deben ponerse en marcha junto con el establecimiento de plataformas colaborativas, contando con el apoyo de las correspondientes políticas de fomento.

Es importante tener en cuenta que cualquier nuevo modelo de negocio ha de ser viable y rentable, e ir acompañado de cambios sustanciales en los esquemas organizativos y de desempeño personal. Por su carácter disruptivo y transgresor, los nuevos modelos de producción que favorecen la sostenibilidad dan a menudo la sensación de ser incómodos y perturbadores. Frente a esta realidad, surgen en la sociedad civil modelos de uso y consumo responsables según los cuales las nuevas generaciones de consumidores optan por servicios que les permiten acceder a productos como “usuarios”, en lugar de proveerse de estos como “propietarios”. A este fenómeno se le denomina “Servitización”. Según este modelo, los consumidores y las empresas buscan aquellas propuestas de valor que mejor satisfacen sus necesidades, y esto se consigue cuando el proveedor está cerca del cliente, y le ofrece soluciones que no necesariamente pasan por la venta de productos.

La industria debe convertirse en un proveedor de servicios que va más allá de la simple fabricación. Debe procurar mantener una relación más directa con sus clientes una vez que ha vendido sus productos, y conocer las funciones o usos más solicitados, adecuando sus diseños y desarrollos no a la imposición de la oferta, sino a las preferencias y a la demanda razonada de usuarios motivados por el consumo responsable y suficiente.

MOVILIDAD Y TRANSPORTE

Buena parte de las causas del calentamiento global recae en el transporte, como consecuencia de las emisiones provenientes no solo de coches, camiones, furgonetas y autobuses, sino también del transporte aéreo y marítimo. El aumento constante de la flota de vehículos, asociada al aumento de la población, provoca la saturación de carreteras y ciudades. Esto conlleva importantes pérdidas económicas si se tiene en cuenta la reducción de la productividad de las personas atrapadas en los atascos, el aumento del precio de bienes y servicios, el aumento del coste del transporte debido a los atolladeros del tráfico, y el valor económico equivalente a las emisiones contaminantes de los vehículos.

De igual importancia para preservar un ambiente favorable a la estabilidad climática es mejorar la eficiencia de los vehículos utilizando motores que eviten o reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, que sean más eficaces desde el punto de vista del consumo energético, y que permitan reducir los episodios de contaminación en las ciudades, que además constituyen un factor de alto riesgo para la salud de las personas. Sin duda alguna, esta alternativa debe ser acompañada del requisito de cambiar los hábitos de desplazamiento de los ciudadanos, optando por el transporte público y otras alternativas sostenibles, y procurando la racionalización responsable del uso del coche privado.

Contar con adecuadas infraestructuras de logística y transporte es también fundamental para estimular el crecimiento económico y proporcionar servicios que faciliten el desarrollo sostenible. Las infraestructuras mal planificadas provocan accidentes, contaminación del aire y contaminación acústica, alargan los desplazamientos, y suponen altos costes en daños debido a su vulnerabilidad a los fenómenos meteorológicos extremos y desastres naturales. Las infraestructuras de transporte requieren de grandes inversiones, y por este motivo es importante garantizar que los nuevos proyectos sean elaborados con criterios de sostenibilidad.

SECTOR URBANO Y EDIFICIOS

Más de la mitad de la población mundial reside actualmente en zonas urbanas. Naciones Unidas estima que la población mundial alcanzará los 10.000 millones de personas en el año 2050, y que dos de cada tres personas, el 66%, vivirán en ciudades, comparado con el 54% actual y el 30% de 1950. En ese momento, la demanda de recursos esenciales como el agua y la energía adquirirá dimensiones incompatibles con el actual modelo de producción y consumo, a lo cual se deberá añadir el incremento en la generación de residuos que deberá ser gestionado con rigurosos criterios de seguridad y sostenibilidad.

En el año 2000, había más de 200 ciudades con más de un millón de habitantes y 23 metrópolis con más de 10 millones de ciudadanos. 2.500 millones de individuos se unirán pronto al grupo de personas que viven en las ciudades, fenómeno que será aún más acusado en los países en desarrollo, lo que conllevará importantes consecuencias para el transporte, la vivienda, la salud, el trabajo, la seguridad y las relaciones de convivencia. Pese a que actualmente sólo ocupan el 2% del planeta, las ciudades albergan a la mitad de la población del mundo, consumen el 75% de la energía producida, y generan entre el 70% y el 80% de las emisiones globales de CO2.

En cuanto a los edificios, hay que destacar que, al igual que las ciudades consideradas como un todo, son entidades complejas y multisistémicas, sujetas a numerosos procedimientos individuales de control y mantenimiento enfocados a garantizar la seguridad y comodidad de sus ocupantes. A nivel mundial, los edificios consumen alrededor del 42% de toda la electricidad, más que cualquier otro activo. Se estima que, de mantenerse la actual tendencia, en 2025 los edificios serán los mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta. Ante estos hechos, es preciso realizar serios esfuerzos para abordar la eficiencia y la sostenibilidad en el sector de la edificación, teniendo en cuenta de modo simultáneo otro requisito fundamental para asegurar el equilibrio del sistema urbano: gestionar de modo responsable los residuos que genera una población altamente concentrada, y evitar que éstos desencadenen episodios contaminantes que pongan en entredicho las condiciones de salud y seguridad que requieren las personas.

INDUSTRIA

Es posible afirmar que industrias como la química o la del petróleo son dos de las principales causas del calentamiento global, pero no son las únicas. Aunque no lo parezca, industrias como la de los colorantes, del PVC, del cloro o de la metalurgia también afectan en gran medida al clima, ya que generan una gran cantidad de residuos, algunos de ellos altamente tóxicos.

La industria puede contribuir de modo eficaz a la acción por el clima, estableciendo modelos de producción sostenibles basados en los principios y fundamentos de la Economía Circular, cuyo principal objetivo es poner fin a la cultura del derroche y despilfarro de recursos. Optimizar el rendimiento de las cadenas de valor, controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, tomar medidas de optimización energética, gestionar con rigor los recursos hídricos, y reducir la generación de residuos y subproductos susceptibles de ser transformados en nuevos recursos, son algunas de las iniciativas que pueden contribuir significativamente a atenuar las agresiones al clima.

Al igual que en cualquier otro sector de actividad, la industria debe procurar efectuar inversiones en infraestructuras sostenibles y en la fabricación de productos con ciclos de vida largos, con el fin de mantener los recursos en el circuito productivo el mayor tiempo posible.

SECTOR AGROALIMENTARIO

El actual sistema alimentario es incompatible con la preservación del medio ambiente. El sistema en que se basan la agricultura y la ganadería es una de las principales causas del calentamiento global y su repercusión en el clima. Según la FAO, la ganadería es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero como resultado, entre otros factores, de la producción de metano durante la digestión de los rumiantes, y de la generación de óxido nitroso por el estiércol.

A esta realidad se suma la tendencia que lleva a un mayor consumo de carne en el mundo a medida que los países en desarrollo reivindican sus expectativas de mejor alimentación de contenido proteico animal, y los efectos de la deforestación masiva para destinar la tierra a explotaciones ganaderas extensivas, reduciendo en consecuencia el efecto positivo que tienen los bosques en relación con su poder de mitigación del calentamiento global.

Además, es necesario corregir con urgencia una situación tan irracional como descabellada que afecta a la producción y distribución de alimentos en todo el planeta: sobre un 30% de la producción se pierde o desperdicia en forma de residuos, una situación inadmisible teniendo en cuenta que más de 800 millones de personas padecen hambre en todo el mundo, están subalimentadas, o sufren de desequilibrios alimentarios que les llevan a situaciones extremas de sobrepeso y desnutrición.

BIOMASA – BIOECONOMIA

Los residuos orgánicos originados en la agricultura, la silvicultura, o contenidos en la fracción orgánica de los flujos de residuos sólidos urbanos y de las aguas residuales que fluyen a través de los sistemas de alcantarillado, son habitualmente considerados como un problema, tanto en términos económicos como ambientales. Sin embargo, esta percepción puede revertirse mediante el diseño de sistemas de recuperación y procesamiento más efectivos, orientados a convertir los residuos orgánicos y la biomasa en una fuente de valor, y restaurar por esta vía el capital natural.

El potencial que tienen los residuos orgánicos y la biomasa generados desde diferentes fuentes es innegable, y el objetivo de procesarlos como recurso es aprovechar las oportunidades de extraer el valor que contienen en forma de energía, de nutrientes o de materiales susceptibles de ser reincorporados a los ciclos técnicos y biológicos.

Cada año se generan alrededor de 13.000 millones de toneladas de biomasa en todo el mundo para ser utilizada como alimento, energía y materia prima. Esta biomasa fluye a través de lo que se conoce como “bioeconomía”, base fundamental para preservar la biodiversidad a nivel de todo el planeta. El volumen de biomasa que fluye a través de la economía es creciente, ya que se estima que se deberá aumentar la producción de alimentos en un 70% de aquí al año 2050 para hacer frente a la demanda ocasionada por el aumento de la población mundial.

Las ciudades concentran en los espacios urbanos los alimentos procedentes de las zonas rurales. Hoy en día, casi ninguno de estos materiales regresa a la biosfera, lo que significa que los suelos agrícolas se están degradando, y cada vez requieren de más fertilizantes sintéticos para mantener adecuados niveles de productividad, lo que a su vez ocasiona desequilibrios de nutrientes. 

Implantar adecuadas técnicas de gestión forestal, a la vez que se toman medidas para evitar la deforestación y los incendios forestales, constituyen opciones básicas para compensar y aminorar la generación de las emisiones de gases de efecto invernadero que conducen al calentamiento global. La deforestación no tiene solamente un impacto directo en entornos locales, sino que genera efectos adversos en todo el planeta. Los árboles tienen la virtud de transformar el CO2 en oxígeno, y es precisamente el CO2 el gas que más se emite como consecuencia de los métodos exagerados de producción y consumo empleados desde el inicio de la revolución industrial. Si en lugar de cuidar los bosques se destruyen, la concentración de este gas en la atmósfera será cada vez mayor.

ECONOMIA CIRCULAR

La Economía Circular constituye una herramienta clave a la hora de alcanzar y asegurar la sostenibilidad en el planeta. Por su enfoque holístico y sistemático, y como herramienta preventiva, restauradora y regenerativa, constituye una valiosa opción para contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global y de la crisis climática.

Los principios de la circularidad propician que los productos, componentes y materias primas mantengan su utilidad y valor máximo en todo momento, relacionando los ciclos técnicos a los biológicos. La herramienta se concibe como un ciclo de desarrollo positivo y continuo que preserva y mejora el capital natural, optimiza el rendimiento de los recursos, y minimiza los riesgos del sistema al gestionar con rigor las reservas finitas y los flujos renovables. Funciona de forma eficaz en todas las escalas y sectores de actividad, y, en definitiva, este modelo intenta desvincular el desarrollo económico global del consumo de recursos finitos. La economía circular propone un modelo que compensa los límites biofísicos de la economía lineal y propone cambios radicales de paradigmas en los ámbitos social, político y económico. Trabajar sobre la base de sus principios permite corregir un sinnúmero de deficiencias durante la fabricación de productos o la prestación de servicios, optimizando el consumo de recursos, reduciendo la generación de residuos y subproductos desechables, y aportando nuevas fuentes de producción y ahorro de energía.

Las tres áreas en las cuales la aplicación de los principios de la economía circular fija sus actuaciones prioritarias, y donde se pueden lograr ventajas inmediatas, son las siguientes:

Residuos. Todas las actividades humanas generan residuos y subproductos de uno u otro tipo, en mayor o menor cantidad. Para gestionar adecuadamente los residuos la Economía Circular estimula la eliminación, o al menos, la reducción, de la generación de residuos, y propicia su reincorporación a los circuitos productivos bajo la forma de nuevos recursos, permitiendo de este modo mantener los materiales en las cadenas de valor durante el mayor tiempo posible.

Agua. Los recursos hídricos del planeta son escasos, frágiles, y adolecen de serias anomalías en cuanto a su gestión y distribución, lo cual se ve agravado debido a la distorsión del ciclo hídrico como consecuencia de los efectos del calentamiento global, de la crisis climática, de las sequías y de las inundaciones incontrolables. La Economía Circular propicia alternativas conducentes a la optimización del consumo y de la distribución del agua, a la vez que estimula las tecnologías de depuración y reutilización en sectores de alto consumo, tales como la agricultura, la industria y el ámbito urbano y doméstico.

Energía. Los dos aspectos clave que propicia la Economía Circular para gestionar la energía de modo sostenible y evitar las agresiones al clima, son la reducción de la generación mediante el uso de combustibles fósiles, y la incorporación al sistema energético de fuentes de energía renovable, principalmente la solar y la eólica, alternativas cada día más económicas, rentables y eficaces. No obstante, es preciso destacar que, al día de hoy, pese al auge de la conciencia ambiental por parte de la sociedad, el calentamiento global sigue aumentando, y desplazar el uso de combustibles fósiles a cambio de implantar las energías renovables no es tarea fácil ni rápida. La magnitud de los conflictos de intereses que surgen y lo seguirán haciendo como consecuencia de un contexto geopolítico condicionado por modelos de producción y consumo fuertemente arraigados en el modelo lineal, ponen serios límites a esta posibilidad.

Para que las fuentes de energía renovable se traduzcan en una herramienta válida para conseguir la sostenibilidad del sector, la transición energética debe apostar por el funcionamiento conjunto y armonizado de las diferentes fuentes de energía mediante el establecimiento de redes eléctricas inteligentes, descentralizadas, interconectadas, que equilibren de modo transversal la producción, los sistemas de distribución y los esquemas de consumo.

FORMACION, INFORMACION Y SENSIBILIZACION

Frente a la necesidad de inculcar cambios drásticos en lo referente a hábitos de consumo y comportamiento, las prioridades se han de centrar en la adopción de estrategias de sensibilización y formación dirigidas a la juventud, el estrato de la sociedad más consciente del problema, sobre las consecuencias que puedan afectar a su futuro. Los jóvenes integran el estrato social más sensible y dispuesto a colaborar en la búsqueda e implementación de medidas paliativas y correctoras que permitan eludir el caos ambiental y climático. Es difícil modificar las actitudes de la población adulta, que suele ser reacia a los cambios, sobre todo si dichos cambios implican la adopción de paradigmas transgresores y disruptivos que le obliguen a abandonar los “nichos de confort” en los cuales se ha instalado tras largos períodos de cómodo ajuste a modelos amparados por una aparente bonanza. Además, es difícil que la población adulta, ya encaminada en la última etapa de su vida, acepte hacerse responsable de una crisis climática por la cual ya no se siente amenazada a corto plazo, ni reconozca que gran parte de los problemas originados por el calentamiento global son debidos a no haber tomado a tiempo las medidas preventivas o correctoras que hubiesen podido controlarlos a tiempo.

En todo caso, la sensibilización de la sociedad en relación con el calentamiento global y la amenaza climática debe enfocarse de modo transversal e integral hacia todos los integrantes del entorno social y económico, incluyendo ciudadanos, empresarios y responsables del entorno gubernamental. Todos ellos han de estudiar a fondo las múltiples causas del problema, eludiendo la simplificación y los enfoques parciales, que normalmente obedecen a intereses de corte especulativo impulsados por la manipulación propagandística engañosa y tendenciosa del consumo, y por la imposición de las consignas de modas puntuales y circunstanciales. La información ha de ser objetiva, esquivando la tentación de manipular a la sociedad mediante el pánico o la alarma sensacionalista, huyendo de los extremos del fatalismo y del optimismo para centrar la acción en el realismo y en la objetividad.

Al igual que en el caso de otros aspectos en relación con los cuales es necesario informar y educar, para sensibilizar a la sociedad sobre el problema del calentamiento global se debe evitar la adopción de soluciones magistrales, que a menudo ocultan intenciones tendenciosas, como las que en ocasiones emplean los sectores del comercio, del marketing y de la publicidad cuando pretenden fomentar el consumismo compulsivo, o defender una imagen de “empresa verde” maquillando las campañas publicitarias mediante lo que, en términos coloquiales, se ha llegado a denominar el “green washing”. Similar situación ocurre cuando determinados personajes que destacan por cualquier motivo en la sociedad, son manipulados por el mundo mediático con fines propagandísticos, no en beneficio del bien común, pero sí de objetivos asociados a su propia visibilidad, o a la de empresas o instituciones que buscan destacar por cualquier vía como defensoras de la sostenibilidad, del medio ambiente o de la lucha contra la crisis climática.

La sensibilización inteligente se ha de conseguir sustituyendo la intención por la acción, y la opinión por la implicación, asumiendo responsabilidades en lugar de plantear soluciones que solo permanecen en el terreno de las buenas intenciones. Las acciones proactivas deben sustituir las manifestaciones populistas manipuladas por minorías con intereses partidistas y aparentemente planteadas con intención reivindicativa, pero que, al no ofrecer propuestas ni alternativas correctoras concretas que vallan más allá de la simple protesta contra el sistema, adquieren características de corte lúdico y carnavalesco. Además. Con frecuencia la intencionalidad de este tipo de acciones es desvirtuada por la intromisión y manipulación de activismos que persiguen objetivos diametralmente diferentes de los planteados en origen. El impacto que genera este tipo de actos masivos y multitudinarios tiene efectos fugaces y de eficacia limitada, ya que a menudo suelen acabar en ejercicios de incivismo y agresiones contra el entorno y el orden público por parte de unos pocos exaltados.

GOBERNANZA, LIDERAZGO Y TRANSVERSALIDAD

La innovación ocupa un lugar central en el aseguramiento de la sostenibilidad. Este hecho implica el reto de unir el esfuerzo de todos los elementos comprometidos en el desarrollo de estrategias conducentes a este objetivo, incluyendo ciudadanos, empresas y estamentos gubernamentales. Además, se debe tener en cuenta cada sector específico de actividad sin perder de vista el enfoque holístico y sistemático que debe mantener con todo el resto de los actores en juego. La evolución del mundo contemporáneo se ve afectada por la gran magnitud y variedad de opciones que surgen como consecuencia de la evolución tecnológica, y se requiere adaptar dichas iniciativas a nuevos modelos de negocio, a nuevos paradigmas de comportamiento social, a diferentes actitudes de consumo, y a nuevos enfoques en la relación de la sociedad con el uso y protección de los recursos del planeta.

Las estrategias conducentes a paliar los efectos del calentamiento global que se centran exclusivamente en sectores concretos y no son desarrolladas pensando en “sistemas” y apuestas “transversales”, no permiten beneficiarse del efecto multiplicador que es posible generar entre actividades afines o complementarias por la integración de diferentes cadenas de valor. El reto de afrontar la emergencia climática es complejo, y debe asumirse huyendo de planteamientos carentes del realismo que requieren las iniciativas de enfoque planetario. En otras palabras, se debe buscar la prosperidad implantando esquemas de colaboración “holísticos” y “sistemáticos” entre auténticos “socios globales”, de ámbitos locales, regionales, nacionales y mundiales, dispuestos a compartir proyectos que permitan aprovechar las sinergias económicas, ambientales y sociales derivadas de modelos de trabajo innovadores.

Situados en este escenario, destaca la necesidad de actuar interpretando de modo responsable y transversal aquellos estilos de gobernanza y de liderazgo que permitan gestionar los recursos evitando tanto el impacto negativo sobre la sociedad como sobre el medio ambiente. Alcanzar este objetivo no es fácil, habida cuenta de las tensiones y conflictos de intereses presentes en el actual contexto geopolítico mundial. Es un reto que compromete a todos los que han de desempeñar un papel activo de liderazgo respaldado por la adopción responsable de métodos de gestión ajustados a los modelos de producción y consumo que requiere un mundo global sostenible.

Los gobiernos deben también proporcionar un marco favorable a la hora de implementar sus políticas climáticas. La impulsión de los ODS de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y de las estrategias de descarbonización debe ser respaldada vinculando los programas locales y los planes nacionales y globales de desarrollo sostenible, mediante el fomento del diálogo entre los diferentes actores que intervienen en el proceso. En igual sentido, es vital estimular las políticas fiscales y los incentivos financieros que frenen las inversiones en actividades generadoras de emisiones de gases de efecto invernadero, y reorientarlas como estímulo hacia sectores que propicien alternativas sostenibles. 

ETICA Y RESPONSABILIDAD AMBIENTAL

La ética ambiental es el relato sistemático de las relaciones íntegras existentes entre el ser humano y el medio en que vive. Insinúa los requisitos necesarios para preservar y recuperar el equilibrio de esta relación, y asegurar la vigencia de valores que a menudo han sido distorsionados por una visión excesivamente egocéntrica del mundo.

El comportamiento constructivo o destructivo del ser humano en su medio se modifica y evoluciona a través del vínculo indisociable de todos y cada uno de los individuos con su complejo y diverso sustrato natural. El ser humano se diferencia del resto de los componentes del reino animal en que estos últimos manifiestan cambios en sus relaciones con el ambiente sólo como consecuencia de su evolución a largo plazo, y dan como resultado variaciones evolutivas que pueden transmitirse hereditariamente. En cambio, las personas influyen sobre casi todos los ecosistemas, y los altera y transforma en beneficio propio. De allí que la necesidad más prioritaria para la humanidad no es asegurar la economía, sino asumir sus responsabilidades desde una perspectiva ética y social.

El nuevo mandato ético que ha de marcar las pautas de conducta racional para una supervivencia digna del hombre y de su entorno, exige cambios radicales en el modo de pensar y de actuar. Si la evolución cultural de la sociedad no va acompañada de la voluntad y de la decisión de cambiar, poco se puede esperar en este sentido. El concepto de ética ha de prevalecer sobre cualquier otro planteamiento, ya que en esencia obliga a cada integrante de la sociedad a identificarse no sólo con las acciones globales de defensa de la integridad de su entorno, sino también con las consecuencias de los efectos negativos que puedan afectarlo como resultado de agresiones o de falta de planificación. La única fórmula viable para evitar una eventual catástrofe humana se basa en construir una sociedad diferente, que asuma nuevos modelos de producción y consumo ajustados a la capacidad real de sustentación de la tierra, alejados de planteamientos demagógicos y retóricos, que fortalezca el equilibrio dinámico entre dicha sociedad y el medio físico que la sustenta, y que permita el establecimiento de principios de convivencia ajustados a la ética y a la recuperación de los valores que favorezcan estos principios.

A veces, los aspectos ambientales son percibidos por el ciudadano como un tema marginal. Hay que involucrar a más gente en la lucha contra el cambio climático, sobre todo cuando en el horizonte de los próximos años se percibe el desenlace de cambios dramáticos en el planeta. A partir de este momento comienza la cuenta atrás para evitar un colapso de proporciones incalculables.

Es posible debatir durante largo tiempo sobre el calentamiento global y la crisis climática, pero este no es el camino para corregir los errores del pasado ni evitar los que se siguen cometiendo en el presente. Es necesario profundizar sobre el tema, actuar inteligentemente, y dejar de lado la demagogia, la especulación y la manipulación tendenciosa que se esconden detrás de un entorno geopolítico cada vez más confuso e inestable.

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