El equilibrio sano entre tu trabajo y tu vida privada depende solo de una persona, y no eres tú
El equilibrio sano entre tu trabajo y tu vida privada depende solo de una persona, y no eres tú
El agotamiento a causa del trabajo es silencioso y se introduce en tu vida poco a poco, hasta que las tareas más sencillas se vuelven difíciles. Es complicado saber cuándo empieza, pero empeora cada vez que lo ignoras, hasta que te encuentras completamente agotado.
El cansancio casi siempre surge de un mal equilibrio entre la vida laboral y la personal, pero entender ese equilibrio es difícil. No viene solo por el volumen de trabajo o la cantidad de horas que pasas en la oficina, sino que tiene mucho que ver con la mente.
Si los domingos sientes ansiedad cuando recuerdas todo lo que tienes que hacer el lunes, piensa que el mal equilibrio entre tu trabajo y tu vida te genera esa misma ansiedad, pero a lo largo de toda la semana.
Te absorbe por completo en ese momento en que todo lo que tiene que ver con tu trabajo te parece malo: el ambiente, los compañeros, el jefe, etc. No importa cuánto tiempo libre tengas, siempre acabas pensando en el momento en que toca volver. Si tienes un mal jefe, sentirás un nudo en el estómago cada vez que recuerdes que existe. Cuando te sientes constantemente abrumado, maltratado y mal gestionado en el lugar de trabajo, el temor se filtra en todos los rincones de tu vida.
Reajustar el equilibrio entre la vida laboral y personal y acabar con ese agotamiento requiere que las empresas y los jefes permitan a los empleados desconectar mentalmente. Un verdadero jefe es aquel que entiende que su trabajo consiste en asegurarse de que sus trabajadores se tomen un tiempo libre y se recuperen realmente.
Dejad de culpar a los trabajadores
La mayoría de los artículos de asesoramiento profesional hacen recaer en el trabajador la responsabilidad de "superar su agotamiento". Todos los artículos que ofrecen "consejos para lidiar con el estrés laboral" sugieren a los trabajadores que son ellos los responsables de esto. Pero están terriblemente equivocados: estos problemas nunca son culpa del trabajador.
Se culpa a los empleados de su propio sufrimiento, mientras las empresas y los jefes se salvan, a pesar de que el trabajo de un encargado es gestionar la carga de trabajo de aquellos que responden ante él.
La tarea de un jefe debería ser sencilla: entender el trabajo que hacen sus empleados y el tiempo que necesitan para ello, además de ser capaces de empatizar. Sin embargo, como ya he escrito en otras ocasiones, los malos jefes son un cáncer dentro de las compañías.
Un entorno de trabajo tóxico causado por un mal jefe es como una mala relación romántica: deforma la percepción del mundo que rodea a una persona, haciendo que su tiempo libre sea significativamente menos efectivo al tener que lidiar con la ansiedad que le provoca su empleo.
Ese es el problema del agotamiento provocado por el jefe. Aunque los empleados puedan alejarse físicamente del trabajo a una hora razonable, un mal jefe siempre tiene una forma de llegar a ellos. Si no es un correo electrónico, es un mensaje de texto. Y cuando los empleados intentan responder y establecer los límites adecuados, se les acusa de "dimisión silenciosa", es decir, dejar de cumplir con sus obligaciones.
La solución a los problemas de conciliación de la vida laboral y familiar empieza por arreglar a los jefes encargados de controlar el rendimiento de sus equipos. Hay que deshacerse de los jefes que agotan a sus empleados y garantizar un reparto de tareas equitativo.
El paraíso del síndrome de burnout
Las empresas que realmente se preocupan por la conciliación de la vida laboral y familiar deben realizar cambios en la forma de atender a sus empleados. Deberían empezar por preguntar a sus trabajadores cómo pueden conciliar mejor. La simple puesta en marcha de nuevas iniciativas de "bienestar" o "salud mental" sin preguntar a los empleados su eficacia o sin ajustar el resto de los procesos de la empresa no resolverá el problema.
Toma el ejemplo de Bumble. La empresa detrás de la app de citas rival de Tinder fue generosa al dar a todos sus trabajadores una semana libre para recuperarse del estrés, pero el problema es que, irónicamente, esto crea más agotamiento. El trabajo no desaparece por arte de magia cuando te vas de vacaciones y, por lo tanto, mandar a todo el mundo a casa tiene como consecuencia la posterior acumulación de tareas.
Toda iniciativa de salud mental que no preserve y potencie directamente el tiempo fuera del trabajo es inútil. No se puede pensar en la forma de librarse de un mal jefe o de una carga de trabajo injusta. Una clase de meditación a mediodía no puede desterrar los pensamientos ansiosos de un empleado. Ningún día de bienestar puede arreglar unas vacaciones parcialmente arruinadas por saber que cada día que se está fuera de la oficina multiplica el trabajo pendiente.
Sin embargo, hay formas en las que las empresas y los jefes pueden promover un equilibrio sano entre el trabajo y la vida privada y ayudar a los empleados a sentirse mejor.
En primer lugar, una empresa tiene que crear un sistema que permita que las tareas se sigan realizando a pesar de que un empleado esté de vacaciones. Esto significa sustituir a quien tenga días libres programados, y para ello los jefes deben saber también cuáles son las tareas de cada trabajador.
Otra de las iniciativas que puede funcionar es establecer límites horarios para comunicarse con un trabajador. Aunque esto puede parecer extremo, es esencial para que la gente pueda desconectar. Además, las empresas deberían sancionar a quienes no lo respeten.
También deben dar prioridad al capital humano como su activo de mayor valor y tratar el equilibrio entre la vida laboral y la personal como un combustible incondicional para sacar el máximo partido a su gente. La propia empresa es quien debería asumir la responsabilidad de que sus empleados equilibren bien su vida y su trabajo. Aunque no defiendo la microgestión, sí creo que cuando alguien se ve sobrecargado de tareas, es el jefe quien debe ser considerado responsable.