Los niveles legales de contaminación afectan al cerebro desde la gestación

Los niveles legales de contaminación afectan al cerebro desde la gestación

La señal de alarma la da el tamaño del cuerpo calloso, el mayor haz de nervios dentro del cerebro y que comunica los dos hemisferios
5 Enero 2020

Que las partículas finas de la contaminación del aire de las ciudades afectaban al desarrollo neurológico de los niños se sabía. Pero lo que ahora se ha conseguido establecer es la certeza de que esa contaminación respirada por las madres ya afecta al cerebro infantil desde la última fase de la gestación y permanece al cabo de nueve años.

“Esos niveles dañinos, aunque no produzcan enfermedad, están por debajo de los que se consideran legales en Europa”, advierte Jordi Sunyer, director de la investigación llevada a cabo por ISGlobal, centro impulsado por La Caixa. Sunyer dirige desde hace años el programa de Infancia y Medioambiente del instituto. Y de la investigación, publicada en Environmental Research , se deduce que el tope legal debería pasar de los actuales 25 microgramos a 10, como propone la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La señal de alarma la da el tamaño del cuerpo calloso, el mayor haz de nervios dentro del cerebro y que comunica los dos hemisferios. Han estudiado a 186 niños entre 6 y 9 años y hay una correlación clara entre la disminución del tamaño de esa zona del cerebro, hasta un 5%, y los niveles más altos de partículas finas –hasta 7 microgramos más– en el aire que respiraban en casa sus madres y ellos de pequeñitos.

La hipótesis que manejan los investigadores es que esa estructura disminuida del cuerpo calloso es la señal de un retraso en el proceso de mielinización de las conexiones de las neuronas. Esa cobertura se produce con sustancia blanca que se encarga de que las conexiones nerviosas sean más rápidas y facilita que crezcan más redes. “Así madura el cerebro y sus capacidades”, explica Sunyer. Por lo que si las partículas afectan a esa cobertura imprescindible para hacer más conexiones cerebrales y más rápidas, se deduce que supondrán mayor riesgo de trastornos y patologías relacionadas. Y citan el déficit de atención (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA).

El siguiente paso, ya iniciado, es registrar el desarrollo cerebral del feto en su tercer trimestre y del niño al mes y a los 6 meses de nacer. Por eso buscan voluntarias. “Necesitamos llegar a 1.200”.

Fuente: LA VANGUARDIA

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