CAMBIO CLIMATICO: ¿MITO O REALIDAD? (2/3)

CAMBIO CLIMATICO: ¿MITO O REALIDAD? (2/3)

El Cambio Climático genera un sinnúmero de debates, controversias, contradicciones y especulaciones. Con el propósito de clarificar conceptos que a veces son interpretados de modo erróneo, en esta segunda entrada en este Blog se analizan algunos de los aspectos que han orientado la acción de las Organizaciones Internacionales en relación con la lucha contra la crisis climática.
11 November 2019

NEGACION Y PERCEPCION MARGINAL DEL CAMBIO CLIMATICO

Cuando se abre el debate sobre los efectos de la crisis climática y sus consecuencias, suelen surgir opiniones que niegan que el clima se esté viendo alterado de forma extraordinaria en las últimas décadas, y cuestionan que este fenómeno sea debido a la acción del ser humano. Estudiar a lo largo del tiempo la evolución de un asunto tan complejo como el clima del planeta, con tantos factores y secuelas implicadas, no es una cuestión sencilla. Sin embargo, a lo largo de los últimos años la comunidad científica ha llegado a conclusiones que no dan lugar a más discusiones, que no existe ninguna duda razonable sobre la influencia de la actividad humana en el clima mundial, y que esa influencia se ha traducido en el aumento de la temperatura media del planeta a nivel global.

El consenso científico corrobora que el calentamiento global es causado por las actividades humanas, y que a menudo se atribuye la negación del cambio climático a maniobras de tipo político, o a la existencia de intereses comerciales de corporaciones que producen y distribuyen productos cuyo uso y consumo afectan al medio ambiente, como es el caso, por ejemplo, del petróleo y del carbón. En más de una ocasión, al plantear el tema del cambio climático, algunos políticos han llegado a negarlo, e incluso, a ocultarlo, recurriendo a desinformar de modo tendencioso a los ciudadanos. Según a quienes afectó, fue muy comentada, criticada o aplaudida la noticia publicada en 1965 cuando Lyndon B. Johnson, entonces presidente de Estados Unidos, rechazó un informe en el que se instaba a la Administración a tomar medidas urgentes para frenar los problemas que afectaban al clima.

Los argumentos que utilizan quienes niegan o defienden una percepción marginal de la crisis climática, se basan en argumentos superficiales que van desde negar que el cambio climático está ocurriendo, hasta afirmar que sus efectos se deben a causas naturales. Algunos niegan que el cambio del clima pueda tener consecuencias serias, que constituya una amenaza para las personas y el medio ambiente, y defienden que, por lo tanto, no es necesario tomar medidas para corregir una tendencia que es de naturaleza natural, ni para atenuar sus efectos. Otros, relativizan la gravedad del problema argumentando que existen en el mundo otras situaciones de mayor gravedad sobre las cuales es necesario actuar con mayor urgencia, y que, en el caso del clima, hay que apostar por soluciones que ya aparecerán con el paso del tiempo y el surgimiento de los avances de la tecnología.

Si bien es cierto que en este cuarto de siglo el mundo ha mejorado su visión sobre temas tales como el calentamiento global, el cambio climático, la energía eólica, la energía solar, las ciudades verdes y los vehículos eléctricos, aún falta mucho por hacer. Los mayores problemas que se han de afrontar son de índole económica, puesto que las nuevas soluciones tocan intereses que se resisten al cambio, insisten en negar las urgencias, y pretenden mantener el sistema tal como está. No solo se trata de grandes corporaciones, sino también de naciones, aquellas que poseen bajo sus suelos y aguas enormes inventarios de combustibles fósiles, o disponen de territorios con selvas y bosques, que consideran como elementos propios para sus negocios, y de los cuales no están dispuestos a prescindir. Aunque también, por motivos algo más comprensibles, se resisten a adoptar medidas contra los problemas del clima los países que no tienen recursos suficientes para acometer los cambios necesarios.

LA ACCION POR EL CLIMA EN LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES

Diversas organizaciones internacionales, bajo el liderazgo del conjunto de instituciones del sistema de Naciones Unidas, y con el apoyo de la comunidad científica, llevan años alertando a la sociedad sobre la gravedad del fenómeno de la crisis climática, y de la necesidad de actuar para evitar sus peores consecuencias. Sin embargo, la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, causante del calentamiento global, sigue aumentando cada año.

Fue solo en 1992 cuando la ONU tuvo que aceptar el problema: el cambio climático es una realidad, una amenaza y un elemento de preocupación a solucionar. Y, sobre todo, es una amenaza creada por el hombre. A pesar de este reconocimiento, la situación del planeta con respecto a la crisis climática ha ido a peor. Por ejemplo, el aumento del nivel de los océanos alcanzó en 2018 niveles récord como consecuencia del calentamiento global, y no se descarta que a corto o medio plazo algunas zonas costeras acaben desapareciendo, engullidas por el mar. De hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una de las secciones científicas de Naciones Unidas, en una reciente Declaración sobre el Estado del Clima, volvió a lanzar una advertencia al mundo, asegurando que el impacto físico y socioeconómico del cambio climático sobre el planeta es cada vez mayor.

Según la OMM, el 90% de la energía concentrada por efecto de los gases de efecto invernadero acaba atrapada en las capas superiores del océano, y en uno de sus informes señala que en 2018 se registró la cuarta temperatura media más alta de la historia desde que se dispone de este tipo de información. 2018 fue un año en el que los efectos del calentamiento global siguieron avanzando de forma peligrosa y preocupante, lo cual ha quedado demostrado por la dramática incidencia a nivel mundial de desastres naturales tales como incendios forestales, inundaciones, sequías, huracanes, tornados y episodios extremos de altas y bajas temperaturas. Además, aquel mismo año el nivel del mar creció 3,7 milímetros de media, otro récord negativo que supone un peligro para muchas zonas costeras. La causa de esta crecida de los océanos fue el retroceso de las superficies de hielo de los polos. De hecho, en 2018 el hielo marino del Ártico se mantuvo muy por debajo de su media habitual como consecuencia de niveles de deshielo nunca antes conocidos.

También cabe destacar que entre 1973 y 1975 surgieron especulaciones respecto a que los clorofluorocarbonos (CFC) podían contribuir al calentamiento global. Se descubrió que una molécula de CFC podía ser 10.000 veces más eficaz absorbiendo la radiación infrarroja que una molécula de dióxido de carbono, lo que convertía a los CFC en sustancias a tener en cuenta en relación con la subida de la temperatura, a pesar de sus concentraciones muy bajas en la atmósfera. Mientras que los primeros trabajos que trataban sobre los CFC en su mayoría se concentraron en el papel de estas sustancias en la reducción de la capa de ozono, hacia el año 1985 varios científicos demostraron que los CFC, junto con el metano y otros gases, podían tener un efecto casi tan importante en el clima como el aumento del CO2. ​

Sin duda alguna, los organismos internacionales han cumplido, y deben seguir haciéndolo, con su misión de orientar y actuar como impulsores de iniciativas y acciones favorables a hacer del planeta un hábitat acogedor y sostenible para sus habitantes. De hecho, Naciones Unidas incluye en su Agenda 2030 los Objetivos de Desarrollo Sostenible, uno de los cuales, el 13, “Acción por el Clima”, pretende introducir el cambio climático como cuestión primordial en las políticas, estrategias y planes de países, empresas y sociedad civil, mejorando la respuesta a los problemas que genera la crisis climática, tales como, entre otros, el incremento y la intensidad de los desastres naturales, e impulsando la educación y sensibilización de toda la población.

Esta labor no es fácil de asumir ni de llevar a cabo, habida cuenta de la complejidad del actual contexto geopolítico, que condiciona llevar a cabo actuaciones dentro de un mundo cada vez más globalizado e inestable. Con el transcurso del tiempo, la influencia de los organismos internacionales en lo relativo al clima se ha hecho notar con cierta timidez y escasos avances, dando lugar a compromisos y políticas que no han llegado a producir efectos medianamente eficaces para controlar una situación de crisis que pone en riesgo a todo el planeta.

A continuación, se expone una cronología sintetizada de las acciones más relevantes que han llevado a cabo a lo largo de los últimos 50 años algunos de los organismos directamente implicados en afrontar la problemática de la crisis climática.

1972  Primera Conferencia de las Naciones Unidas (ONU), o Cumbre de la Tierra, sobre el Medio Ambiente, también denominada Declaración de Estocolmo. El tema del clima apenas se registra en el programa, que se centra en temas como la contaminación química, las pruebas de la bomba atómica, y la caza de ballenas. Como resultado, se establece el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

1988  La Organización Meteorológica Mundial (OMM - WMO) ​ y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA - UNEP) crean el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change).

La OMM es una organización internacional creada en 1950 en el seno de la ONU cuyo objetivo es asegurar y facilitar la cooperación entre los servicios meteorológicos nacionales, y promover y unificar los instrumentos de medida y los métodos de observación.

El IPCC es un grupo de expertos sobre Cambio Climático, una organización intergubernamental de Naciones Unidas, cuya misión es proveer al mundo con una opinión objetiva y científica sobre el cambio climático, sus impactos y riesgos naturales, políticos y económicos, y las posibles opciones de respuesta.

1992  En la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, los gobiernos estuvieron de acuerdo en potenciar la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Su objetivo fundamental fue la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impidiese interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. Los países desarrollados se comprometieron a situar sus emisiones en los niveles de 1990.

1994  Entrada en vigor de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, establecida en mayo de 1992 durante la  Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. Fue creada con la premisa de reforzar la conciencia pública a escala mundial sobre los problemas relativos al Cambio Climático. Entre sus objetivos principales, destaca la estabilización de las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera para impedir riesgos en el sistema climático. Actualmente se la considera una plataforma para recopilar, sintetizar y difundir información. No dispone de las herramientas para impulsar la acción colectiva global para combatir el cambio climático.

1995  La Conferencia de las Partes (COP) se establece como el órgano supremo de la Convención Marco y la asociación de todos los países que forman parte de ella. En las reuniones anuales participan expertos en medio ambiente, ministros, jefes de estado y organizaciones no gubernamentales.

1995 – COP1  Primera Conferencia COP, realizada en Berlín, durante la cual surge el Mandato de Berlín, un catálogo de compromisos bastante indefinido, que permitía a los países escoger iniciativas sobre el clima ajustadas a sus necesidades particulares.

1997 – COP3  Tras intensas negociaciones, vio la luz el célebre Protocolo de Kioto que, hasta ese momento, junto con el Protocolo de Montreal de 1987 sobre protección de la capa de ozono, se perfilaba como uno de los documentos más importantes y esperanzadores para regular las actividades antropogénicas. Los países desarrollados se comprometieron a reducir las emisiones de GEI en un promedio del 5% en el período 2008-2012, con amplias variaciones en los objetivos para cada país.

En Kioto se establecieron los objetivos vinculantes para las emisiones de GEI para 37 países industrializados, pero dos de los más grandes emisores, Estados Unidos y China, no ratificaron el documento. Se acordó que el Protocolo de Kioto entraría en vigor once años después, en 2008, aunque su fecha de vencimiento venía marcada para 2012, estableciendo que los países desarrollados debían reducir en esos cinco años sus emisiones de GEI en un 5% respecto al nivel de 1990.

1998 – 2014   Durante este intervalo de tiempo, se suceden 17 Conferencias COP sin resultados relevantes en cuanto a acciones que frenen la crisis climática. Entre otros temas, las COP centraron su atención en la definición y reconducción sin éxito del Protocolo de Kioto, la falta de acuerdos jurídicamente vinculantes sobre el clima, la creación del Fondo Verde para el Clima, la oposición de algunos países a no renovar los compromisos, el malestar de algunas delegaciones por la falta de acuerdos, y el no cumplimiento de las recomendaciones científicas.

2009 – COP15   192 gobiernos se reunieron en la cumbre climática de la ONU en Copenhague, con altas expectativas de conseguir un nuevo acuerdo global, pero el resultado fue decepcionante.

2015 – COP21  Negociación del Acuerdo de Paris en el marco de la Conferencia, un ambicioso convenio mundial para luchar contra el Cambio Climático. Fue adoptado por 197 países, su firma se realizó oficialmente el 22 de abril de 2016, y su aplicación se iniciará en 2020. El Acuerdo contempla la limitación del aumento de la temperatura mundial a 2º C mediante la disminución de emisiones de GEI, y se espera que sea la cita definitiva para un acuerdo mundial en relación con el control de la crisis climática.

2016 – 2018   A lo largo de los 3 años en que se celebran las COP 22, 23 y 24, tampoco se producen resultados relevantes en relación con el control de los problemas climáticos generados por el calentamiento global. Destacan, entre otros acuerdos alcanzados durante dichas conferencias: en la COP22, definir un documento de trabajo para aplicar el Acuerdo de París; en la COP23, mantener el apoyo al Acuerdo de Paris y debatir diversos aspectos para zanjar controversias relacionadas con la posición específica de diversos países; y en la COP24, el comunicado final de la ONU constata que los gobiernos lograron adoptar un interesante conjunto de directrices para aplicar el Acuerdo de París sobre el cambio climático, aprobado en 2015.

2019 – COP25   La edición de la Conferencia Climática más importante del mundo cumple este año su 25 aniversario. En principio, debía celebrarse por primera vez en Latinoamérica, concretamente en Santiago de Chile, durante el mes de diciembre, pero circunstancias derivadas de la inestabilidad social y política que últimamente están afectando a dicho país, aconsejaron relocalizarla. En el momento de redactar estas líneas, Naciones Unidas tomó la decisión de llevarla a cabo en Madrid entre los días 2 y 13 de diciembre.

Después de un cuarto de siglo de lucha contra el cambio climático, es de esperar que, definitivamente, se generen cambios significativos en las estrategias que permitan enfocar la lucha contra la crisis climática, estableciendo acuerdos y compromisos transversales entre todos los países, y que se actué aplicando estrategias y empleando medios y recursos eficientes para provocar resultados eficaces.   

Una mirada en retrospectiva a la evolución que ha experimentado la acción de las Organizaciones Internacionales contra la crisis climática, permite constatar no solo lo poco que se ha avanzado en este terreno durante los últimos 50 años, sino también cómo se manifiesta hoy en día con espacial intensidad la alarma social como consecuencia de la percepción del impacto de episodios climáticos de efectos dramáticos. Se ha logrado avanzar, sin lugar a dudas, pero lo que se aprecia con especial preocupación es la falta de compromiso e implicación de ciertos países en el reto, y la necesidad de afrontar la crisis climática con urgencia y con sentido de compromiso global, estableciendo esquemas de gobernanza sólidos y transversales. El futuro de todos está en juego, y es imprescindible que todas las naciones de la tierra se impliquen de modo solidario en esta tarea.

A partir de ahora, se inicia la prueba de fuego para valorar si las promesas efectuadas, los compromisos contraídos y los acuerdos formulados se cumplen, o si solo se convierten en simples declaraciones de buenas intenciones.

A estas alturas del juego, la humanidad y el planeta se encuentran en alerta roja, y no es ya tiempo para la imprudencia, la irresponsabilidad, la indiferencia y la negación de las evidencias. A veces se puede tener la falsa impresión de que las cosas van por buen camino, pero todo se pierde si no se actúa oportunamente con esfuerzo, rigor y objetividad. Nada irá bien si los protocolos de acción, las ideas, las promesas y los acuerdos se estancan o se pierden por el camino.

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