El sector agroalimentario, piedra angular de la implantación de la economía circular
El sector agroalimentario, piedra angular de la implantación de la economía circular
La creciente presión sobre los recursos naturales, el aumento de la desigualdad, los fallos en la distribución, y los efectos del cambio climático, son las principales causas que ponen en peligro la futura capacidad de la humanidad para alimentarse. La forma habitual de gestionar la agricultura no es una opción válida en el contexto de la circularidad, sino que hacen falta grandes transformaciones en los sistemas agrícolas, en las economías rurales y en el manejo de los recursos naturales. Además, el aumento de la producción alimentaria y el crecimiento económico implican a menudo considerables costes ambientales. Por ejemplo, muchas tierras de cultivo y bosques que tiempo atrás cubrieron la tierra han desaparecido por efecto de la erosión y la sobreexplotación, las fuentes de agua subterránea se agotan peligrosamente, y la biodiversidad se encuentra seriamente amenazada.
La degradación del suelo por contaminación o mal uso representa unos costes estimados de alrededor de cuarenta mil millones de dólares anuales a nivel mundial, sin tomar en cuenta los costes ocultos del uso creciente de fertilizantes, de la pérdida de biodiversidad y del deterioro del patrimonio paisajístico. Mejorar e incrementar la productividad del suelo mediante prácticas sostenibles, reducir los residuos provenientes de la cadena de valor de los alimentos, y retornar nutrientes a la tierra, son algunos de los factores que pueden contribuir significativamente a enriquecer el suelo y a aumentar su valor como recurso. La economía circular aplicada a la agricultura, al movilizar el material biológico a través de la digestión anaeróbica o procesos de compostaje para garantizar el retorno de nutrientes al suelo, reduce la necesidad de utilizar fertilizantes químicos. Este es el principio básico del concepto de regeneración llevado a la práctica.
Las anteriores constataciones son claros indicadores de que los límites del planeta pueden verse superados si se mantienen las actuales tendencias. Como contrapartida, si se desea efectuar un análisis objetivo del futuro de la agricultura y de la alimentación mundial, se ha de partir de la consideración de las siguientes realidades, pese que, a primera vista, puedan parecer simples reflexiones de corte especulativo o catastrofista:
- Actualmente, se producen alimentos más que suficientes para alimentar a una población mundial sana, pero la pérdida de alimentos hace que de las 4.600 kcal por persona que se producen, sólo 2.000 están disponibles para su consumo.
- En Estados Unidos, el 40% de los alimentos se desperdicia cada año, y con ellos, 350 millones de barriles de petróleo y 40 billones de litros de agua.
- En la Unión Europea, se calcula que cada año se desperdician 88 millones de toneladas de comida, lo que equivale al 20% de los alimentos producidos.
- A escala mundial, se calcula que el desperdicio de alimentos equivale al consumo de la cuarta parte del agua utilizada en la agricultura.
- Los países de renta baja suelen sufrir pérdidas significativas de alimentos por falta de instalaciones de almacenaje y distribución, infraestructuras de procesamiento, plagas de los cultivos, y mal manejo de las explotaciones y de la cadena alimentaria.
- En el ámbito alimentario mundial, también hay que tener en cuenta que buena parte de los problemas de hambrunas crónicas y de desnutrición que afligen a muchas regiones y a multitud de seres humanos del planeta, obedece más a problemas de infraestructuras de almacenaje, transporte y distribución, que a problemas de producción.
- El packaging o envasado representa un elemento clave en esta lucha contra el desperdicio, ya que ayuda a preservar los alimentos, a evitar su deterioro y a comunicar al cliente final las fechas de caducidad y de consumo preferente, así como otros consejos de conservación. Pero el sobre envasado de alimentos y bebidas resulta en un excesivo uso de materiales que se traduce en impactos ambientales adicionales y pone en cuestión los sistemas de envasado utilizados. También es necesario tener en cuenta que a menudo los envases son utilizados como una herramienta publicitaria que induce a la compra compulsiva e innecesaria.
Una estrategia importante para afrontar el reto de alimentar a la creciente población mundial sin aumentar la carga que supone la producción para el ambiente, es reducir los residuos alimentarios. Los investigadores calculan que, dada la magnitud de las pérdidas y los beneficios potenciales, una reducción del 50% de las pérdidas y los desperdicios de la cadena alimentaria, incluidas las inadecuadas prácticas agrícolas y los fallos posteriores a la cosecha, constituye un objetivo ineludible que se ha de perseguir de modo realista.
Es también interesante destacar el potencial y las oportunidades que hoy representa la práctica de la llamada “Smart Agro”, una estrategia análoga a la urbanística “Smart City”, puesto que se basa en la adopción de la digitalización y de las técnicas de cultivo y explotación de última generación. En igual sentido, la utilización del “Big Data” constituye otra herramienta de gran valor para digitalizar la agricultura del futuro orientándola hacia los principios de la circularidad, teniendo en cuenta que esta opción se centra en el desarrollo de aplicaciones que permiten la recogida de datos y su interpretación para mejorar la eficiencia de gran variedad de aspectos, tales como la racionalización del uso del agua en el riego, el control de plagas, la utilización de técnicas de explotación innovadoras, y la optimización del almacenaje y de la logística de distribución. El “Big Data” es también utilizable para llevar a cabo auditorías, efectuar controles de trazabilidad, y basar la toma de decisiones en información estadística relacionada con la meteorología y la geolocalización, configurando una “agricultura de precisión” enfocada al manejo eficiente y sostenible de los cultivos.
El sector agrícola tiene el reto de alimentar a más de 9.000 millones de personas y aumentar un 70% la producción de alimentos de aquí al año 2050. Urge una profunda revolución tecnológica para hacer que las explotaciones en el campo sean más productivas, rentables y sostenibles. Además, teniendo en cuenta que la agricultura consume el 70% del agua disponible en la tierra, resulta imprescindible impulsar una gestión más eficiente del recurso hídrico en el regadío, apoyada en la tecnología, el conocimiento y la innovación.
La transición hacia la economía circular se ha convertido en una prioridad transversal, y adquiere especial relevancia en el sector agroalimentario. En este sentido, el paquete europeo de economía circular promueve, entre otras, estrategias preventivas frente al desperdicio alimentario, al empleo de plásticos y a la práctica del ecodiseño para que en 2030 todos los envases plásticos sean reutilizables y/o reciclables.
La economía circular debe ser asumida por las empresas del sector, respaldadas por políticas públicas y movimientos sociales que apuesten por cambios responsables de los modelos de producción y consumo, y por la adopción de paradigmas que sustituyan el esquema lineal por el circular en todo el ámbito agroalimentario.