Autoridad y/o Liderazgo
Autoridad y/o Liderazgo
En los últimos años se ha entendido la autoridad de la dirección como el poder formal ligado a la posición que se ocupa en la jerarquía organizacional. El “yo mando porque soy el jefe” es el recurso al que normalmente se llega para finalizar una conversación dispar. El resultado es el “tu vences, pero no convences”. Sin embargo, existe otra autoridad, la informal y denominada como liderazgo, en la cual no se tienen en cuenta las posiciones de poder sino los argumentos presentados y la influencia que tiene quien los presenta. Su lema: “no pretendo vencer, sino convencer”.
Evidentemente, todos preferimos la segunda forma de gestión, bien seamos los subordinados bien jefes. Pero, ¿puede ser cualquiera líder?. ¿Para ser líder hay que tener poder jerárquico?. Y lo que es más importante, ¿Debe tener reconocida la autoridad por parte de las “altas esferas”?. En mi opinión, a la primera interrogante la respuesta es no. A la segunda, no necesariamente. Y a la tercera, si. Es imposible ser líder si los que dirigen no le interesa que lo seas.
Para no caer derrotados en la batalla por el liderazgo lo primero es determinar si la dirección quiere líderes entre sus empleados. Para ello podemos decir que sin necesidad de preguntar tenemos la respuesta. Una dirección, llamémosle manager, que no quiere liderazgo entre sus filas se caracteriza por estar interesados en la organización de las tareas más que en el desarrollo de las personas. El manager está orientado a la estabilidad y no tanto a la innovación (en la cual se incluye el desarrollo de las personas)... En definitiva, y en palabra de Schein “los líderes crean y cambian culturas, mientras que los directivos y administradores (manager definidos anteriormente) conviven con ellas”.
Bien, ¿y ahora que?. Ahora supongamos que “los que mandan” quieren líderes. ¿Qué precio están dispuestos a pagar?.
De entrada, tiempo. El liderazgo no nace de un día para otro. Se trata de un proceso. Si hay prisas por conseguir los objetivos lo más eficaz es la utilización de la autoridad. Sin embargo, como hemos dicho, este no es el camino, por lo que tenemos que empezar a pensar en las necesidades futuras y poner en práctica el liderazgo con el tiempo suficiente.
Un segundo aspecto es que el liderazgo es un fenómeno grupal y lo debe mostrar el responsable del grupo. Muchas veces, la propia dirección tendrá que respetar las decisiones del líder aunque no hayan sido las más adecuadas. Si no gusta este líder, cámbialo, pero no se le debe cuestionar delante del grupo. El equipo tiene que sentir que el líder está “arropado” por la dirección.
Otra razón determinante para conseguir un liderazgo que realmente merezca la pena, es que el líder trabaja por y para el grupo, nunca para personas individuales. Para conseguir los objetivos son necesarios todos los miembros del equipo y muy probablemente sea el líder el que tenga que elegirlos. No se trata de que alguien los seleccione y los incorpore al equipo, sino que el líder sea protagonista en esta elección ya que se supone conoce la carencia del equipo y como cubrirla.
Estas son tres cuestiones entre tantas que no debemos perder de vista. El liderazgo, en mi opinión, por si sólo es muy complicado ejercer, necesita del apoyo de la autoridad. Una autoridad representada en el organigrama de la organización o bien un apoyo considerado por parte de la dirección. En cualquier caso es un precio que de debe pagar.