PREVENCIÓN Y ACTOS TERRORISTAS. I PARTE.

PREVENCIÓN Y ACTOS TERRORISTAS. I PARTE.

La pregunta es ¿la autoridad a todo los niveles ¿tiene un proyecto, programa o protocolo destinado a prevenir los nefastos riesgos provenientes de las acciones violentas? La respuesta es NO.
1 Octubre 2014

Al parecer la Cultura Preventiva no ha advertido que los trabajadores pueden ser dañados por las acciones terroristas. Ha ocurrido en los países que han sufrido este flagelo.

En Chile, recientemente se ha producido un hecho que dejó lesionados a varios trabajadores. El Gobierno está por la tesis que dichas lesiones son protegidas y amparadas por la Ley 16.744, Contra Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales. Sin embargo, los eruditos del tema nada han dicho lo que encuentro lamentable. A fin de colaborar con quienes deben preocuparse del tema de seguridad ciudadana, pretendemos establecer premisas y entregar ideas sobre la prevención de actos violentistas, sean  de carácter terrorista o no.

Cada cierto tiempo explota una bomba y  resulta una persona lesionada o muerta. La prensa tremendista ha calificado estos hechos como producto de acciones terroristas y así también lo ha entendido el gobierno. Valga, entonces,  este comentario si conseguimos interesar a otros cultores de la PRL adentrarse en este  intrincado y abrupto sendero.
Lo que la autoridad hace es enderezar una serie de  normas que castiguen las acciones los autores de estas acciones.

¿Es ello eficaz?

He ahí la pregunta del millón. Para encontrar una respuesta desde una visión preventiva es necesario tener presente muchas circunstancias y deslindar en forma precisa y correcta la naturaleza de las acciones a sancionar y cuyos resultados deben  ser prevenidos o derechamente  evitados.

En primer lugar, debemos saber que el término “terrorista”, en el lenguaje de la autoridad y la derecha promotora de este tipo de acciones, como las desarrolladas por el Grupo Patria y Libertad en los años previos al golpe dictatorial, no es el mismo que lo que entiende la mayoría de la gente en Chile. En nuestro país, no se usa el término terrorista para calificar  actos ilícitos o que nacen con forma de violencia clásica en los movimientos sociales, como el lanzamiento de bombas incendiarias, bombas detonantes o de ruido, tampoco en el caso de   bombas de fuerza demoledora como las usadas por los delincuentes en el robo de cajeros automáticos. Las personas en Chile, entienden y saben que los grupos que realizan estas acciones son marginales desorientados que no tienen el propósito de  desestabilizar el gobierno, los servicios públicos o la sociedad. Son acciones de repudio que desgraciadamente son aceptados y tal vez, aplaudidos por muchos, pues, constituyen una forma concreta de expresar la indignación que produce la violencia social permanente del Estado. (léase AFP, Isapres, Bancos, latrocinio permanente de las grandes cadenas comerciales o empresariales como farmacias, productoras de pollos o retail). De algún modo las personas piensan –“que revienten a todos los ladrones”-.

Esa es una realidad que se debe considerar para encontrar la solución del problema. Las alzas permanentes e indiscriminadas de los sisemas previsionales, los bajos sueldos, las cifras fabulosas de utilidades trimestrales y otros actos de violencia social conducen a muchos individuos hacia la desesperación y la violencia. Desde el punto de vista psicológico es posible que el colectivo estime la violencia explosiva de unos descarriados sociales como una compensación gratuita por la violencia del mercado y del manejo de la economía. Un ejemplo claro que incita a la ira es el permanente alza en el precio de los combustibles. El desarrollo económico ha permitido que muchas personas tengan acceso a vehículos y así el parque automotriz en Chile está más que saturado, pero, a su vez, estas personas sufren lafrustración de no poder darles el so que quisieran debido al coste del combustible.

Los actos mal llamados terroristas si bien es cierto son repudiables por si mismo en Chile no tienen esta naturaleza, no son de esta misma esencia que los actos de violencia que sufren otros países. Caso especial son los actos de violencia de la Araucanía, sector del país que nunca en toda la historia de la nación chilena ha sabido considerarse en su verdadero sentido y los movimientos territoriales que allí nacen no son ni de asomo actos de terror, desde que hace más que 500 años que el pueblo mapuche lucha por su misma causa. Desde antes que existiera el término terrorismo. De tal manera que resulta patético y ridículo calificar de esa forma dichos actos de violencia.

Los actos de violencia que en Chile suceden son solo eso, actos de violencia. No corresponden a lo que la política norteamericana ordena a sus paises satélites como el nuestro que digan y planteen para justificar una política internacional de agresión y robo de las riquezas de otras naciones. S Chile cae en ese juego habrá destruido la paz de nuestra sociedad.

Por eso  podemos señalar que las violencia en Chile es muy detestable, ilícita e injusta, pero, en Chile no ha terrorismo

La estructura de nuestros grupos violentistas es complicada, ya que son grupúsculos sin organización alguna, con diferentes visiones y formas de acción, sin una ideologización expresada o manifiesta, el gran principio básico y único es “el Estado es violento, corrupto y ataca nuestra libertades”. Desgraciadamente tal predicamento se basa en una realidad que somete a nuestra gente nacional a grandes presiones por las enormes diferencias de poder económico y al mismo tiempo, por la incitación permanente y frustrante del mercado que crea necesidades como motor de su propio sostenimiento.

La violencia tampoco es obra de  partidos de izquierda. Socialistas y comunistas, izquierdistas independientes, izquierdista cristianos, socialistas democráticos y otros grupos progresistas solo adquieren la violencia como forma de expresión, cando las demás se encuentran prohibidas, como en el caso de la época del dictador que por necesidad táctica fue creado con el concepto de  ejército de liberación el Frente MR. Es decir, la violencia organizada nace como una respuesta necesaria y urgente contra la violencia del poder.

Hoy, su fundamento es el pleno rechazo a la autoridad, sea esta de la naturaleza que sea,  política, económica, religiosa. En Chile ninguno de estos grupos violentistas pretende el poder, ni siquiera su participación en política, desde que desprecian esta tanto como a los políticos.

Así las cosas, podemos divisar el horizonte con mayor claridad y, entonces, nos encontramos visualizando un sendero de prevención de los actos violentistas y sus efectos.

1.- En primer lugar, creemos firmemente que la opinión del colectivo se solidifica en  torno a las instituciones republicanas cuando las autoridades actúan contra los grupos de poder que causan desordenes como se trata en reconocidos y publicados casos como el del caso Cascadas, donde el concepto de impunidad para los poderosos termina y se entiende por las personas que frente a la Ley nadie se encuentra exonerado. También obran a favor del Estado y contra los principios violentistas las acciones de la Justicia cuando somete a proceso a delincuentes que mancharon la vida nacional con crímenes contra la humanidad y contra su propio pueblo. Al mismo tiempo la justicia se alza contra las farmacias y sus grupos, contra las asociaciones de pollos que conforman verdaderos carteles para el fraude de los consumidores, es decir de la sociedad, o sea de nosotros mismos.

2.- El desprecio a las reglas y normas que el estado organiza e impone, se acepta con mayor contentamiento cuando la Justicia no se baja la venda para favorecer a los poderosos y persigue criminalmente a diputados, hijos de políticos, empresarios y en fin, a cuanto usufructante crónico pulula por los Ministerios y Servicios Públicos. De ese modo, renace la conciencia que la organización se defiende asimismo e incluso hasta los más recalcitrantes anarquistas observan tambalearse sus principios donde su violencia se sostiene.

3.- El reconocimiento político de los derechos sociales que el Estado hace, estos días por ejemplo reafirmando los derechos  fundamentales de las empleadas de casa particular, el reconocimiento que los órganos del Estado  hacen de las instituciones de los trabajadores, como los sindicatos, o de otros grupos intermedios, deshace por sí mismo las bases del violentismo en su contra, desde que por eso ha sido que la violencia, en gran parte se ha manifestado.

4.- Una de las forma de violencia del estado que causa o motiva a grupos de violencia es el lamentable estado en que se encuentra la previsión de los trabajadores. Ente otros problemas los que nacen de la mala política de mutuales o las deficiencias en la salud pública. Hay que entender el sufrimiento de los pacientes y familiares cuando no obtienen el elemental Derecho a la Salud. Ello motiva a la desesperación, a la agresión y a la violencia

5.- Si queremos erradicar los elementos violentos de la sociedad se debe atacar las causas que motivan la violencia. Estos individuos no nacen violentos, pero, indudablemente se forman en la desesperación y la frustración como ciudadanos y personas. Establecido esto, la política nacional debe tomar las providencias necesarias para que todos los ciudadanos logren el desarrollo integral prometido por la Constitución Política. Si ello no ocurre, no habrá suficientes cárceles para encerrar a gran parte del país que no reprocha dichas acciones contra lo injusto.

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