La velocidad es un placer que puede provocar adicción… y la impaciencia, precipitación..

La velocidad es un placer que puede provocar adicción… y la impaciencia, precipitación..

En el debate parlamentario en el Congreso de diputados español sobre la nueva Ley del Tráfico y Seguridad Vial, la votación sobre la eliminación o no del margen de 20 Km/h sobre el límite máximo de velocidad en los adelantamientos quedó casi en empate con solo un voto de diferencia en contra de la eliminación del margen. Los medios de difusión anuncian que finalmente se ha aprobado la eliminación de la medida en el Senado. El artículo “Margen de maniobra” del periodista Marius Serra en La Vanguardia que reproducimos aquí, expresa con estilo entrañable la visión de muchos usuarios sobre el tema de la velocidad y la impaciencia en los adelantamientos. Tomemos nota los profesionales de la seguridad vial.
30 Abril 2022

“La nueva Ley de Tráfico, Circulación de vehículos a motor y Seguridad Vial aplica nuevas sanciones, sobre todo por manipular el móvil, pero también modifica la potestad que muchos conductores ni recordábamos tener. Se ve que, hasta ahora, la velocidad máxima permitida en una vía de un solo carril por sentido, se podía superar en 20Km/h para avanzar a otro vehículo. Si había un 80 enmarcado en rojo y línea discontínua, podías acelerar legalmente hasta 100 Km/h mientras adelantabas. Este margen, ahora eliminado, siempre me pareció un invento de mi padre. Hace veinte años que murió, pero aun lo recuerdo al volante, defendiendo que no pasaba nada si sobrepasaba un poco el límite máximo de velocidad. De hecho el “poco” en cuestión lo cifraba en estos 20 Km/h de margen que ahora acaban de eliminar. Cuando de niño, le oía hablar de límites de velocidad elásticos, me parecía evidente que aquello era una milonga destinada a esquivar las críticas de mi madre y mi abuela, su suegra, a las que siempre les parecía que corría demasiado. Ahora veo con claridad que mi padre no se lo había inventado ex nihilo, sino que lo debió de sacar del Código de la Circulación. Lo que pasa es que él omitía graciosamente que este exceso de velocidad solo era legal en el momento de adelantar. Según él, cualquier señal con una limitación de velocidad invitaba a aplicar la laxa lógica del quien-dice-60-dice-80 y andando. Cuando, tras su muerte, se generalizaron los radares y empecé a recibir multas por ir a 100 Km/h en tramos limitados a 100 o a 87 Km/h en tramos de 80, me acordaba de su sonrisa pícara. Ahora, al descubrir que el margen existía, lo he vuelto a recordar. La memoria tiene musas inspiradoras muy peculiares.

Los choques frontales provocan accidentes de tráfico terribles, y, según leo, el 70% de las muertes en carretera pasan en vías de estas características. La velocidad es un placer que puede provocar adicción. Una droga. Pero la causa de la mayoría de estos choques frontales es la impaciencia. Una incapacidad patológica de reducir el ritmo que parece una característica general de nuestra especie. Muchos lo hemos vivido. Conducimos a una media de 60 Km/h por una carretera y, de repente, aparece un vehículo delante que va a 55 Km/h. La diferencia es ridícula. No es un tractor que circula a 30 Km/h ni un tráiler que frena en los descensos, sino un vehículo como el nuestro que va un poco más lento. Y a pesar de todo, desde el instante en que pisamos el freno ya empezamos a mirar cuándo podremos adelantarle. A menudo somos incapaces de adaptarnos a un ritmo más lento. En una carretera de un solo carril, pero también en el tren de vida que llevamos, en el consumo y en el gasto energético.. Nos regimos por el lema olímpico. Somos esclavos del “citius, altius, fortius”, y este movimiento uniformemente acelerado nos exige ir siempre al límite. Fíjate, padre, ya no nos queda margen ni para adelantar”.

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