La reconversión del sector energético exige una revisión que garantice la seguridad de los trabajadores.
La reconversión del sector energético exige una revisión que garantice la seguridad de los trabajadores.
El 14 de febrero se celebra el Día Mundial de las Energías Renovables. Un sector clave para conseguir cumplir con los Objetivos del Milenio y poder completar esa transición hacia un mundo sostenible.
Aunque presente en nuestra cotidianidad desde hace mucho tiempo, el sector de las energías renovables está en plena evolución. Es un sector plenamente emergente, que solamente en 2020 creó en el mundo medio millón de puestos de trabajo y que desde el año 2012 ha incorporado a más de cinco millones de trabajadores a nivel mundial.
Ante esta imparable evolución, la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas, ANEPA, ha querido reflexionar sobre la seguridad y salud laboral a través de su estudio ‘Análisis de los riesgos emergentes en el empleo verde: una guía práctica’
El Plan Nacional Integrado de Empleo y Clima estima un aumento neto del empleo en el sector de las renovables de entre 253.000 y 348.000 trabajadores. ¿Estamos preparados para este cambio?
Evaluar riesgos conocidos, identificar los emergentes, afrontar una reconversión forzosa y potenciar una formación adecuada son los pilares sobre los que debe estructurarse una actuación que garantice la seguridad y la salud en de los trabajadores.
La generación de energía solar a través de sistemas fotovoltaicos, la generación eólica y la bioenergía son las modalidades que, actualmente, más personas emplean. Sectores que persiguen la eficiencia a través de nuevas fórmulas de trabajo, pero que también se enfrentan a nuevos peligros.
Así, buena parte de los riesgos de los trabajos relacionados con la instalación de paneles fotovoltaicos están estrechamente vinculados con los del sector de la construcción ya que son son trabajos relacionados con la construcción, pero que a la vez obligarán a la actualización de determinados profesionales implicados. Así fontaneros o electricistas deben desempeñar su trabajo en entornos que para ellos no eran conocidos y en condiciones completamente novedosas.
Respecto a la instalación de generadores de energía basados en la eólica, en la fase de producción de los molinos y todos sus elementos los riesgos son equiparables con los de las industrias de construcción de automóviles y del sector aeroespacial.
Pero hay un matiz importante: los materiales que se emplean y los efectos que éstos pueden tener sobre la salud de los trabajadores. Por ejemplo, productos como resinas epoxídicas y sustancias presentes en la obtención del plástico reforzado con vidrio (GRP), como el estireno y otros disolventes requieren de una actualización de los protocolos.
Además, el trabajo con energía eólica también implica el mantenimiento de, por ejemplo, los generadores. Lo que significa la aparición de unos nuevos entornos laborales que poco o nada tienen que ver con los grandes talleres. El espacio de trabajo de los operadores puede ser considerado confinado y en el que no solo la altura implica un riesgo sino que se hace necesario, por ejemplo, monitorear la exposición a determinados gases.
Además, esta reconversión del sector de las energías implica unos riesgos psicosociales derivados de cualquier cambio radical y no solamente nos referimos a la incertidumbre.
Un estudio elaborado por la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universitat de Barcelona, advierte que los profesionales no tienen la preparación adecuada y apunta a que es necesario prestar atención a las personas vulnerables que tienen bajas competencias STEM. Personas, vinculadas al sector tradicional de las energías, pero que se enfrentan a un nuevo panorama. Además, las energías renovables están provocando una deslocalización del trabajo para lo cual es necesario preparar a los profesionales.
En este sentido la formación de los nuevos profesionales es fundamental ya que la Organización Internacional del Trabajo estima que al menos un 60% de la fuerza laboral requiere un mínimo de formación y que un 30% deberá de tener estudios universitarios.
Servicios de Prevención Ajenos ASPA-ANEPA