
Introducción
Desde Mutua Navarra entendemos por empresa saludable “aquella organización que desarrolla programas para promover un estilo de vida saludable entre sus trabajadores, al considerar que el entorno laboral es un ámbito idóneo para realizar este tipo de actividades que reportan beneficios para todos: menos absentismo, más productividad, mejor imagen corporativa, mejor realización profesional, más calidad de vida, mayor longevidad, menos costes por el tratamiento de enfermedades, etc.)”.
Este concepto surge de una iniciativa de la OMS, -Healthy Companies-, asumida posteriormente por la Red Europea de Promoción de la Salud en el Trabajo (ENWHP), cuyo lema es “Trabajadores sanos en empresas saludables” en respuesta al hecho de que por primera vez en la historia, la próxima generación tendrá una esperanza de vida menor que la actual, o ésta será de menos calidad, debida en gran parte a la incidencia creciente de la obesidad, del sedentarismo, de las enfermedades cardíacas y cerebro-vasculares, cáncer y diabetes. Las pérdidas económicas asociadas a estas amenazas para la salud se cifran en 127.000 millones de euros para 2015.
ENWHP propugna el moderno papel de la empresa como punto promotor o generador de salud, tanto para sus propios trabajadores como, por extensión, para la sociedad en general, a través de la difusión de las mejores prácticas así como por el ejercicio de la Responsabilidad Social Corporativa en el apoyo a actividades sociales de promoción de la salud.
Numerosas investigaciones avalan la alta efectividad de los programas de promoción de salud en el ámbito laboral, una estrategia aceptada internacionalmente para luchar contra los principales factores de riesgo: la mala alimentación, que junto a la falta de ejercicio físico genera obesidad, el tabaco, el alcohol y otras drogodependencias, así como el estrés. Las investigaciones demuestran que por cada euro invertido en promoción de la salud en el trabajo (PST), se llega a obtener una rentabilidad de la inversión de entre 2,5 y 4,8 euros, sólo en concepto de disminución de los costes por absentismo.
Para una empresa moderna, la PST debe ser considerada una línea estratégica de actuación que cuente con el impulso y el apoyo decidido de la dirección y la participación responsable de los trabajadores. Es nuestro esfuerzo hacer comprender a las empresas que la salud y la condición física de los trabajadores también son parte de su negocio, al considerar que un trabajador sano, mental y físicamente, y motivado en su trabajo diario, es el mejor activo de una empresa. Si tal como todos conocemos y la ciencia nos lo ha confirmado en numerosos estudios, podemos influir en los factores de riesgo cardiovascular a través de nuestros estilos de vida, ¿dónde se encuentra, entonces, el secreto del éxito en los programas de salud cardiovascular?
El enfoque que adoptamos en este cuarto volumen de la colección “Recomendaciones para una empresa saludable”, destaca el poder del “querer cambiar” para influir en el cambio de conductas y comportamientos hacia estilos de vida más saludables. Si podemos cambiar los hábitos de vida, y éstos tienen una transcendencia tan elevada en nuestra salud actual y futura, ¿qué podemos hacer de distinto, frente a otros programas de salud cardiovascular ya existentes y que podemos analizar en la literatura científica? Las respuestas pueden encontrarse en una acción conjunta centrada en las personas (actuaciones específicas hacia cada persona), así como en la colectividad (actuaciones dirigidas al conjunto de trabajadores de una empresa). La transmisión de información clara y sencilla y la persuasión en la forma que se transmitan los mensajes pueden hacer que nos cuestionemos nuestros hábitos de vida y que nos propongamos cambiarlos.
Además, la salud debe trascender de los escenarios sanitarios habituales (servicios médicos, áreas de vigilancia de la salud), para complementarse con actuaciones que potencien el desempeño individual de los trabajadores, así como su desarrollo personal y profesional en un marco de bienestar sostenible y competitivo. Es por ello de suma importancia la implicación de las áreas de Recursos Humanos y Gestión de Personas en liderar el cambio hacia una gestión de la salud como valor estratégico de una organización.
En la búsqueda de estos objetivos hemos configurado la presente guía, que consta de siete capítulos básicos. El punto de partida se centra en el poder de los estilos de vida como motores del cambio de actitud hacia la salud, (capítulo 1), continuando con las formas en que podemos influir en nuestra salud (capítulo 2), y los fundamentos para una intervención efectiva en la salud de las personas, (capítulo 3). Damos un giro más práctico a partir del capítulo 4, donde planteamos propuestas de actuación directa sobre la problemática cardiovascular desde la empresa, y damos un papel preponderante a las actuaciones sobre los hábitos de alimentación (capítulo 5), y de actividad física (capítulo 6). Nuestro último capítulo (capítulo 7) centra su atención en cómo configurar un modelo de comunicación interno que propicie en las personas el “querer cambiar” hacia conductas más saludables, centrado en una mejor y más directa percepción del papel protagonista que cada uno de nosotros tenemos en el cuidado de nuestra salud.
Viendo la gran trascendencia que nuestras decisiones y comportamientos tienen en nuestro devenir, también en el marco de la salud, ¿por qué no tomar las riendas de nuestra salud, en lugar de que sea ella, o la falta de ella, la que guíe nuestra calidad de vida actual y futura? ¿Podemos influir en ello? Sí. ¿Debemos influir en ello? Claramente sí. Este es nuestro propósito.
Metodología
La metodología utilizada para el desarrollo del estudio podemos estructurarla en los siguientes apartados que sirven de palabras clave para configurar los objetivos a alcanzar:
- 1. Análisis cómo podemos influir desde la empresa en el proceso de cambio de conducta que nos lleve a replantearnos nuestros estilos de vida y dejar manifiesto de cómo éstos afectan a nuestra salud, especialmente a nuestra salud cardiovascular.
- 2. Establecer los factores de riesgo cardiovascular y cómo éstos se manifiestan en el padecimiento de enfermedades.
- 3. Configurar una estrategia de intervención empresarial frente a la enfermedad cardiovascular.
- 4. Definir pautas de actuación a nivel de empresa para conseguir entornos profesionales más saludables.
- 5. Aportar evidencias que destaquen el papel importante que desempeñan la alimentación y la actividad física en los factores de riesgo cardiovascular.
- 6. Definir cómo potenciar la comunicación interna en salud como motor de cambio para las empresas, orientadas a la mejora de la salud y productividad de sus trabajadores.
Resultados
¿Le preocupa su salud? ¿Cuántas horas dedica a su cuidado? ¿Nos preocupa lo mismo la salud a los 20 que a los 50 años? Según la última encuesta de Salud Nacional elaborada por el Ministerio de Sanidad y Consumo, el 70% de la población española considera tener un estado de salud bueno o muy bueno. Los datos son halagüeños, sin embargo el abandono de la dieta mediterránea y el sedentarismo están provocando problemas de salud como la obesidad, declarada epidemia del siglo XXI.
En la edad adulta, aumenta la preocupación por la salud, al igual que las actuaciones preventivas. Y de todas ellas, las enfermedades cardiovasculares son las más destacadas. ¿Cómo enfrentarnos a este estado de desasosiego? El secreto nos lo están diciendo a voces los especialistas: “Cuidarse”; seguir las recomendaciones de los expertos, adoptando estilos de vida saludable, mejorará nuestro bienestar y hará sentirnos activos intelectual y socialmente.
Podemos entender los estilos de vida como la manera habitual de vivir de las personas y de los grupos sociales, y están considerados como uno de los determinantes que más influyen en el estado de salud de una población. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estilo de vida es una forma de vida que se basa en patrones de comportamiento identificables, determinados por la interacción entre las características personales individuales, las interacciones sociales y las condiciones de vida socioeconómicas y ambientales. Estos modelos de comportamiento están continuamente sometidos a interpretación y a prueba en distintas situaciones sociales, no siendo, por tanto, fijos, sino que están sujetos a cambios.
Los estilos de vida individuales, son uno de los mayores condicionantes sobre el estado de salud de la población en países como España. Teóricamente, la adopción generalizada de un estilo de vida saludable podría reducir la mortalidad global hasta en un 4,3%. Si la salud ha de mejorarse permitiendo a los individuos cambiar sus estilos de vida, la acción debe ir dirigida no solamente al individuo, sino también a las condiciones sociales de vida, que interactúan para producir y mantener estos patrones de comportamiento. Sin embargo, es importante reconocer que no existe un estilo de vida “óptimo”, al que puedan adscribirse todas las personas. La cultura, los ingresos, la estructura familiar, la edad, la capacidad física, el entorno doméstico y laboral, harán más atractivas, factibles y adecuadas determinadas formas y condiciones de vida.
Los estilos de vida no sólo se refieren a prácticas relacionadas con la salud —por ejemplo, rutinas de alimentación, de ejercicio físico, o sedentarismo, de consumo o no de tabaco, etc. — sino a formas de pensar y comportarse de las personas en su relación consigo mismas, en sus relaciones interpersonales y con el entorno, en el control de su proyecto de vida, de sus habilidades, expectativas, etc. Dado que los estilos de vida afectan a ámbitos sociales y personales, no es difícil de entender que las iniciativas de intervención empresarial constituyen uno de los aspectos más problemáticos y complejos, puesto que entran en juego tanto espacios condicionados socialmente como los que tienen que ver con la libertad individual. La actuación que estimule al cambio tendrá que ajustar sus contenidos y objetivos, teniendo en cuenta las diferencias de oportunidades en salud de los grupos poblacionales y tendrá que adaptar con la mayor precisión sus estrategias de intervención. Si lo logra, podrá configurarse como una herramienta de alta eficacia a la hora de mejorar los estilos de vida de esas poblaciones. Como los estilos de vida se asocian entre sí, la eficiencia aumenta si se interviene de forma conjunta sobre varios de ellos. De las diversas teorías que han intentado explicar por qué las personas se comportan de una manera determinada nos inclinamos por resaltar el modelo de los estadios del cambio (Stages of Change Model) o el modelo transteorético del cambio de Prochaska y DiClemente [1].
Desde el punto de vista científico, en la actualidad es reconocida la influencia que ejercen los estilos de vida y, en particular, la alimentación y el ejercicio físico en la salud de la población [2] y en la génesis de enfermedades, como la obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial, dislipemia, enfermedad coronaria, o diversos procesos oncológicos, principalmente los de próstata, colon y mama. Vinculado a lo anterior, podemos afirmar que la enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte prematura asociada a hábitos de vida modificables y la que más incapacidad produce en el mundo occidental. Las neoplasias malignas constituyen en su conjunto la segunda causa de muerte en España, después de las enfermedades del aparato circulatorio.
El Informe sobre la Salud en el Mundo realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2002 considera que el 60% de la mortalidad y el 47% de la morbilidad mundial se deben a enfermedades no transmisibles que se prevé aumentarán hasta el año 202012. La hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la obesidad, la falta de actividad física y el consumo de tabaco son los factores de riesgo más importantes de estas enfermedades no transmisibles. La obesidad está presentando un crecimiento alarmante que hace que se considere como una de las epidemias del siglo XXI, y afecta a edades cada vez más tempranas, de forma que la OMS en su documento “Objetivos Salud XXI” considera la obesidad y el sedentarismo como problemas prioritarios en los países desarrollados.
Por tanto, si las enfermedades cardiovasculares continúan siendo la principal causa de muerte en los países desarrollados, y una causa mayor de morbilidad y pérdida de calidad de vida relacionada con la salud, toda actuación orientada a modificar las condiciones y los factores desencadenantes de estas enfermedades supondrá un mayor beneficio, desde la perspectiva económica como sanitaria y social, marco este último que se proyecta a la esfera laboral.
A pesar de la aparición de nuevos marcadores de riesgo cardiovascular, los principales factores de riesgo cardiovascular siguen siendo los mismos identificados hace varias décadas. En España, tres estudios de cohortes han mostrado estas asociaciones (Tomas Abadal et al, 2001, Gutiérrez Fuentes et al, 2000, Marín et al, 2006). La cuantificación de la magnitud de las enfermedades cardiovasculares y sus principales factores de riesgo constituye un aspecto esencial para comprender la dimensión de este problema a escala poblacional y para una planificación de los recursos, tanto a nivel sanitario como de carácter preventivo.
Desde un punto de vista epidemiológico un “factor de riesgo” es una condición o característica de un individuo o población que está presente de forma temprana en la vida y se asocia con un riesgo aumentado de desarrollar una enfermedad futura. Puede ser un comportamiento o hábito (fumar, sedentarismo,..), un rasgo hereditario (historia familiar), o una variable paraclínica (nivel sérico elevado de colesterol). Todo aquel condicionante endógeno o ligado al estilo de vida que aumenta la posibilidad de padecer una enfermedad.
Debido a que las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de muerte en el planeta, el desarrollo de medidas preventivas sería una conducta racional que salvaría vidas, disminuiría la morbilidad asociada (con la consecuente mejoría en la calidad de vida), y ahorraría recursos económicos.
Se han asociado distintos factores de riesgo cardiovasculares con la evolución de este proceso, clasificados en modificables y no modificables. Entre los factores de riesgo no modificables se incluye la edad, antecedentes familiares (predisposición genética), y el sexo. Con respecto a los modificables, la dislipemia, (alteración del perfil de lípidos sanguíneos: hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia), tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, sedentarismo, obesidad y estrés, entre otros, son los más característicos.
La eliminación o el correcto control de estos procesos modificables, implica la involución -o no evolución-, de estas lesiones y por tanto la desaparición de sus complicaciones. Los cambios en los estilos de vida, orientados hacia un correcto control de estos factores de riesgo cardiovascular modificables, se han mostrado eficaces en la reducción de la mortalidad y morbilidad causada por las enfermedades cardiovasculares, sobre todo en individuos de alto riesgo.
Por ello, una correcta alimentación y la realización de ejercicio físico frecuente deberían ser utilizadas como elementos “pivote” para conseguir ese cambio en el estilo de vida, necesario para disminuir el impacto de los factores de riesgo, convirtiéndose en verdaderos garantes de la salud por su relación con los distintos factores de riesgo y por extensión, con los procesos cardiovasculares.
Tras una descripción detallada de los principales factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, Diabetes mellitus, obesidad, consumo de tabaco, alimentación, alcohol y sedentarismo), el estudio fundamenta los principios para llevar a efecto una intervención de salud en las empresas, que se basa en los siguientes cuatro puntos clave:
· La enfermedad cardiovascular (ECV) es la mayor causa de muerte prematura y hospitalización en España y en todo el mundo occidental, así como una importante causa de discapacidad, que contribuye de forma sustancial al imparable aumento de los costes de asistencia sanitaria.
· L a muerte por ECV ocurre con frecuencia de manera súbita y antes de acceder a los servicios sanitarios, por lo que muchas intervenciones terapéuticas son inaplicables o paliativas.
· La mayoría de los casos de ECV está estrechamente relacionada con hábitos de vida y factores bioquímicos y fisiológicos modificables.
· La modificación del riesgo cardiovascular (RCV) ha mostrado su capacidad de reducir la mortalidad y la morbilidad por ECV, particularmente en sujetos de alto riesgo.
El Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular, (CEIPC), constituido en el año 2000 e integrado por catorce sociedades científicas españolas y sendos representantes de la Dirección general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y Consumo (MSyC), y del Instituto de Salud Carlos III, apoya las iniciativas de las organizaciones internacionales para implementar medidas a nivel poblacional, como las establecidas por la Convención de la OMS para el control del tabaco, la iniciativa de la UE sobre la obesidad, la Estrategia sobre dieta, actividad física y salud de la OMS, y la Declaración de Osaka de Salud Cardiovascular. Mención especial merecen, a nivel nacional, la Estrategia en Cardiopatía Isquémica y la Estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad), impulsadas por el Ministerio de Sanidad y Consumo. Recientemente se está desarrollando la Estrategia en Ictus también por este ministerio con la participación de las sociedades científicas.
El principio de valorar el riesgo global cardiovascular para tomar decisiones terapéuticas fue introducido por primera vez en Nueva Zelanda en relación con la hipertensión arterial y progresivamente se ha ido incorporando en todas las recomendaciones que sustentan las decisiones sobre el diagnóstico y el tratamiento de factores de riesgo cardiovascular. Tanto las pruebas derivadas de estudios observacionales y experimentales como, las opiniones de expertos son tan abrumadoramente concordantes, que en este momento parece existir un consenso casi universal sobre este modelo de valoración. Esto es así, entre otros motivos, porque la no consideración global del riesgo cardiovascular puede conducir a infravalorar y tratar insuficientemente a pacientes de muy alto riesgo o a una utilización excesiva de la medicación en grupos de bajo riesgo por la extrapolación automática de los resultados obtenidos en ensayos clínicos realizados en grupos de alto riesgo.
En el sentido epidemiológico original “riesgo” es sinónimo de incidencia acumulada, esto es, número de nuevos acontecimientos cardiovasculares que aparecen en una población durante un período determinado; sin embargo, la expresión riesgo cardiovascular (RCV) tiene otra acepción muy frecuente “RCV estimado”, es decir, la probabilidad que presenta un individuo en un tiempo determinado de presentar un acontecimiento cardiovascular, estimada mediante un cálculo numérico (tablas) y/o una etiqueta (riesgo alto, moderado o bajo).
Desde la publicación de la Guías Europeas de 1994 se recomienda la valoración del RCV como una herramienta clave para orientar las líneas de actuación de cada persona, ya que debe tratarse el riesgo cardiovascular global del individuo en lugar de los factores de riesgo individualmente, cuya interacción puede ser multiplicativa. Estratificar el riesgo cardiovascular global puede contribuir a una prevención más eficiente de este problema, sobre todo si se tiene en cuenta que las personas en edad laboral son normalmente jóvenes y sanas, sin conciencia de su posible riesgo, y que no suelen acudir a los servicios de salud. Es difícil establecer el umbral a partir del cual debe iniciarse una intervención. El RCV es un continúo y no existe un punto exacto a partir del cuál un fármaco, por ejemplo, esté indicado de forma automática y generalizable. Las tablas de riesgo pueden ser útiles no sólo para estimar el RCV, sino también para evaluar la forma de reducir el riesgo global abordando diferentes factores de riesgo.
La adaptación española de la Guía Europea de Prevención Cardiovascular publicada en el año 20048 recomendaba la tabla del SCORE para poblaciones de bajo riesgo CV (Systematic Coronary Risk Evaluation), como medio de cálculo y estratificación del riesgo CV y según los factores de riesgo siguiente: edad, sexo, tabaquismo, presión arterial sistólica (PAS) y colesterol total (CT) o relación colesterol total/colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (cHDL). En España, siguiendo las recomendaciones de la mayoría de las sociedades científicas se utiliza para el cálculo del riesgo cardiovascular total (RCVT) las tablas o el programa informático que se derivan del proyecto SCORE para los países de bajo RCV. El sistema SCORE deriva de una base de datos de estudios prospectivos europeos de la que se han extraído las ecuaciones predictoras de la mortalidad por cualquier tipo de evento aterosclerosclerótico. Por esta razón el umbral de alto riesgo se establece en el 5%.
Aunque los individuos de alto riesgo son los que tienen más posibilidades de obtener un beneficio clínico con las intervenciones preventivas, la mayoría de los casos de ECV se dan en sujetos con riesgo bajo o intermedio, por ser ésta una población mucho más numerosa, fenómeno conocido como la paradoja de Rose. No sólo la actuación centrada en el individuo es importante en las medidas de actuación frente a los factores de riesgo CV. La estrategia poblacional es crucial para reducir la incidencia global de la ECV, ya que tiene por objeto reducir los factores de riesgo a nivel poblacional mediante modificaciones medioambientales y del entorno que induzcan modificaciones de los hábitos de vida sin recurrir al examen médico.
Cómo pasar a la acción en el ámbito de la empresa
Los adultos pasamos más de la mitad de nuestras horas de actividad en el trabajo. Por ello, un entorno laboral que fomente unos hábitos sanos puede reducir el riesgo de padecer muchas enfermedades, entre ellas las cardíacas y accidentes cerebrovasculares, que constituyen la primera causa de muerte en el mundo, con 17,2 millones de víctimas cada año.
En los últimos años, gracias a las campañas llevadas a cabo por instituciones y el esfuerzo de los especialistas se ha avanzado mucho en el terreno de la prevención de las enfermedades y accidentes cardiovasculares, pero no se puede bajar la guardia. Creemos que el lugar de trabajo es una pieza clave para tomar medidas e iniciar hábitos cardiosaludables, tal como defiende el Dr. Leandro Plaza, presidente de la Fundación Española del Corazón (FEC): “El lugar de trabajo constituye un espacio privilegiado para fomentar una alimentación sana y la práctica de actividad física”. A lo anterior podemos sumar el considerable aumento de los costos de salud debido a su alta prevalencia, lo que transforma una situación de salud en una preocupación mayor a nivel social, económico y también empresarial.
Desde Mutua Navarra queremos marcarnos el objetivo de difundir al máximo entre las organizaciones empresariales iniciativas, propuestas y programas orientados a la toma de medidas preventivas frente a las enfermedades cardiovasculares. En este sentido, centraremos nuestra actuación en la divulgación de conocimientos y en la propuesta de cambio de actitudes hacia comportamientos más saludables. Dichos comportamientos se basan en la mejora que supone a nivel individual y a nivel organizacional, modificar prácticas conducentes a una reducción de los factores del riesgo de la enfermedad cardiovascular y al incremento de factores protectores frente a estas enfermedades. De esta forma, las actuaciones encaminadas al control de los factores de riesgo en el propio entorno laboral (hipertensión, hipercolesterolemia, obesidad, sedentarismo y tabaquismo), resultan fundamentales para conseguir una disminución progresiva de estas enfermedades. Muchas empresas han reconocido ya la importancia de la salud de los empleados a la hora de alcanzar los objetivos centrales del negocio, y por ello se han comprometido a añadir la mejora de la salud en sus prioridades empresariales. No obstante en las empresas pequeñas, donde no son tan habituales estas políticas de Recursos Humanos de una forma tan arraigada, es el propio trabajador quien tiene que ser consciente de su salud y tomar medidas para mejorarla.
El cuidado del corazón en el ámbito laboral trae consigo una serie de ventajas. “El primer beneficio es que se salvan vidas: casi la mitad de las personas que fallecen por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares se encuentran en un periodo productivo de su vida: entre 15 y 69 años”, apunta el Dr. López-Sendón. Por otra parte, la introducción de hábitos de vida saludables, como la realización de una actividad física regular, favorece la concentración y la agilidad mental. “Al mantener el cuerpo activo, cuando tenemos que enfrentarnos a una situación de estrés laboral la mente y el cuerpo se relajan y la tensión acumulada se reduce, lo que baja el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Y, además, las actividades colectivas son ideales para estrechar lazos con los compañeros de trabajo”, afirma el Dr. Leandro Plaza.
Además, debemos tener en cuenta que la edad laboral abarca el ciclo cronológico más largo de la población en general y es aquí donde la incidencia de la enfermedad va a repercutir de manera más importante. Esta repercusión conlleva implicaciones económicas y socio-laborales en muchos casos complejas, del tipo incapacidad laboral, mortalidad, costes derivados de tratamientos y rehabilitación, entre otras. Por último, la salud cardiovascular de la plantilla incide directamente en los resultados económicos de las empresas. “Una plantilla sana puede contribuir, de muchos modos, a la salud de la empresa, incluso en momentos de crisis económica”, afirma el doctor Plaza. En una empresa sana se registra un aumento de la productividad, la reducción de la tasa de absentismo (se calcula que se pierden hasta un 20% menos de días por bajas), se reducen los gastos médicos, disminuyen los accidentes laborales, mejora la imagen corporativa, se crea un buen ambiente de trabajo y se amplía el tiempo de permanencia del personal en la empresa. En el mundo laboral, tres aspectos cobran especial importancia y son objeto de intervención:
· La presencia de factores de riesgo CV afectan al trabajador en su aptitud laboral (capacidad laboral), y como persona afectada en sus roles sociales (discapacidad laboral).
· Desde el ámbito de la salud laboral se puede colaborar en la prevención mediante el diagnóstico precoz de los factores de riesgo CV y la implementación de las medidas educativas sobre hábitos saludables y estilos de vida, papel donde la promoción de la salud en el trabajo puede desempeñar un papel protagonista.
· En el ámbito laboral importa especialmente la prevención de accidentalidad asociada a la patología y su tratamiento.
Por tanto, las estrategias dirigidas a reducir el RCV global de los individuos son básicamente tres:
Figura 1. Estrategias para reducir el riesgo cardiovascular.
Teniendo de base lo anteriormente expuesto, podemos definir nuestra estrategia de actuación en torno a los siguientes principios.
La finalidad de la prevención de la enfermedad cardiovascular (ECV) es reducir el riesgo de su aparición y el de sus complicaciones mejorando la calidad y la expectativa de vida que redunda en un mayor rendimiento personal y laboral.
Las pruebas de detección precoz de los factores de riesgo CV y la estratificación del riesgo CV global, realizadas por las áreas sanitarias de Vigilancia de la Salud y/o los Servicios Médicos de Empresa, se convierten en elementos básicos para iniciar una intervención orientada hacia la mejora de la salud cardiovascular en las empresas.
Para cada nivel de riesgo deberán adoptarse formas de actuación preventiva específicas, que podrán ser de carácter individual y/o colectivo, según cada caso.
Las actuaciones de carácter preventivo y de promoción que se implantan en las empresas con el fin de fomentar estilos de vida y hábitos saludables ayudan a mejorar los factores de riesgo cardiovascular y, por ende, de la salud general de sus trabajadores y de su capacidad productiva.
No obstante, encontramos en las empresas una escasa sensibilización general ante los factores de riesgo CV modificables, especialmente a nivel individual. Por ello, deben potenciarse las medidas de información, divulgación y sensibilización de los trabajadores a través de modelos de intervención apoyados por planes de comunicación. El fin de ambos es potenciar el papel protagonista que cada persona tiene sobre su salud cardiovascular y cómo puede mejorarla mediante cambios en sus estilos de vida. Con el fin de desplegar esta estrategia, las actuaciones a realizar deben:
Centrar el esfuerzo en difundir el conocimiento de los FRCV en el ámbito de los trabajadores. La información y la educación sanitaria es una pieza clave en la mejora real del nivel de salud de nuestra población laboral.
Promover cambios en los estilos de vida y potenciar hábitos saludables, especialmente centrados en medidas de actuación contra el sobrepeso y la obesidad, así como con el sedentarismo.
Impulsar medidas en materia de prevención de la enfermedad cardiovascular a nivel individual y a nivel colectivo, dirigiéndonos a la totalidad de la plantilla.
Configurar un modelo de campaña de actuación con el fin de incrementar la percepción de los trabajadores hacia los problemas relacionados con la enfermedad CV, así como concienciar/sensibilizar sobre el papel responsable que cada uno de nosotros tiene en la manifestación de la enfermedad.
Disminuir la morbi-mortalidad de las enfermedades CV y sus factores de riesgo, así como reducir la incidencia de eventos clínicos iniciales o recurrentes de enfermedad CV, ictus isquémico y/o enfermedad arterial periférica.
Potenciar entornos de trabajo y condiciones de trabajo óptimas para reducir los efectos adversos que ocasionan las enfermedades CV a nivel individual, empresarial, familiar y sanitario.
Implicar a las personas en el cuidado de su salud y especialmente en el control de sus factores de riesgo CV (el papel del autocuidado y del paciente activo).
En nuestro país, y concretamente en el ámbito laboral, se producen anualmente alrededor de 1.500 accidentes de trabajo con baja, cuya causa de lesión tiene que ver con el infarto o los accidentes cerebrovasculares y constituyen casi el 30% de los accidentes mortales. La empresa puede constituirse en un ámbito de intervención eficaz sobre los FRCV, dado que está formada por un colectivo estable que permite un seguimiento a corto, medio y largo plazo de los resultados de cualquier acción preventiva que se pueda llevar a cabo. Estas actuaciones contarán con la colaboración del área de Vigilancia de la Salud de los Servicios de Prevención y/o de los Servicios Médicos de Empresa, para su implantación y seguimiento sanitario individualizado en los casos necesarios. Podemos diferenciar tres tipologías de intervenciones cardiovasculares: 1. Acciones centradas en el control de riesgo cardiovascular; 2. Acciones centradas en los entornos de trabajo y, 3. Acciones centradas en factores organizacionales. De forma esquemática se presentan las tres tipologías de intervención cardiovascular (CV) en las empresas:
Figura 2. Representación de las tres tipologías de intervención cardiovascular. FRCV: Factores de riesgo cardiovascular. PICS: Programa Intervención Empresa Cardiosaludable
La obtención de mayor detalle descriptivo de estas medidas se puede obtener de la publicación “Potenciar estilos de vida cardiosaludables desde la empresa” [3]. Incluye los contenidos específicos para el desarrollo de programas de empresa para el control del riesgo cardiovascular (sensibilización, desarrollo, evaluación y mantenimiento), rehabilitación cardíaca y reincorporación, programas de sensibilización y formación, configurar espacios cardioprotegidos, planes de apoyo a empleados con enfermedad cardiovascular, programas de empresas cardiosaludables, planes de comunicación interna, programas de intervención en los estilos de vida, intervención educativa (educación para la salud), etc.
El protagonismo que desempeña la alimentación y la actividad física.
Muchas de las causas actuales de mortalidad están íntimamente asociadas a factores de riesgo evitables, como una alimentación desequilibrada, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y el consumo de alcohol. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a nivel mundial. Más de 1.000 millones de personas adultas tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesos. La preocupación por la prevalencia que la obesidad está adquiriendo a nivel mundial se debe a su asociación con las principales enfermedades crónicas de nuestro tiempo, como las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer. A mayor obesidad, mayores cifras de morbilidad y mortalidad por estas enfermedades. De los diez factores de riesgo identificados por la OMS como claves para el desarrollo de las enfermedades crónicas, cinco están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico. Además de la ya mencionada obesidad, se citan el sedentarismo, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y consumo insuficiente de frutas y verduras.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sitúa al sedentarismo entre los diez principales riesgos de mortalidad global mundial, ocupando el cuarto puesto y siendo responsable de cerca del 6% del total de muertes. En la actualidad España está considerada como uno de los países europeos de mayor sedentarismo. La ausencia de la práctica regular de actividad física contribuye al comienzo precoz y la progresión de la Enfermedad cardiovascular. Mientras que cualquier incremento en el nivel de actividad física tiene efectos positivos para la salud, un estilo de vida sedentario, como el prevalente en Europa, multiplica geométricamente otras causas de riesgo cardiovascular.
Como puede verse, la alimentación poco saludable y no practicar actividad física con regularidad son las principales causas de las enfermedades crónicas más importantes, y ambas son susceptibles de modificarse. ¿Por qué no aportar orientaciones claras para que desde las empresas comiencen a implantarse estrategias de actuación relacionadas con la mejora de la salud y centradas en la mejora de los hábitos saludables relacionados con la actividad física y la alimentación? Se recogen, por ello, razones fundamentadas, tanto de alimentación como de actividad física, con el fin de argumentar su trascendencia en la potenciación de la salud individual y colectiva.
Hablar con claridad y sencillez respecto a temáticas como el estudio ENIDE 2011 (Encuesta Nacional de Ingesta Dietética Española), la sal y el sodio, el exceso de calorías y bajo aporte de nutrientes, la regularidad en el horario de comidas, comer bien adaptando el presupuesto, las dietas milagro, las comidas fuera de casa, el catering saludable, el etiquetado nutricional, el papel del dietista-nutricionista, potenciar la memoria motora, actividad física y reducción de absentismo, dejar el coche en casa, inclusión de la actividad física en la rutina diaria, programas “a tu salud” “mueve el corazón” etc… descritos en el estudio potencian y promueven un comportamiento más responsable y saludable respecto a la salud individual y colectiva de las personas.
Cómo potenciar la comunicación interna en salud
Con el impulso de la Promoción de la Salud se han integrado nuevas miradas al trabajo interdisciplinario que se precisa para alcanzar los objetivos de salud, entre ellas la comunicación en salud, que en la actualidad y a pesar de ser una disciplina reciente, cuenta con numerosos estudios y experiencias sobre diferentes temas. De ahí se destacan los estudios sobre comunicación de riesgo (Obregón, Arroyave y Barrios1, 2010), movilización social y comunitaria (Obregón y Waisbord, 20102), comunicación participativa (Gumucio, 20103), publicidad y salud (García y López, 2009) y periodismo sanitario (Waisbord4, 2010), entre otros.
Consideramos, por tanto, muy importante apostar por el papel de la comunicación interna en las organizaciones y su impacto en el cumplimiento de sus objetivos en cuanto a metas de salud y cambios en los estilos de vida de sus componentes se refiere. Si bien la relación médico-paciente ha demostrado su impacto en el cumplimiento de los objetivos de salud, se espera que la comunicación interna no sólo impacte en el clima organizacional y el clima de comunicación, sino que influya en los procesos y productos que se ofrecen, en la satisfacción y el bienestar de sus componentes y en el desarrollo de una mayor y más óptima productividad en las organizaciones. Se presenta una propuesta de comunicación interna en la empresa orientada a la potenciación de la salud como un valor a potenciar, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, dentro de los lugares de trabajo.
Existe una amplia lista de objetivos, formulados por diversos autores, a los que debe responder la comunicación interna. Sin embargo todos coinciden en que su objetivo final debe ser el de contribuir al logro de los resultados de la organización. Teniendo en cuenta este objetivo final, y basado en el modelo de las “cinco íes” de Andrade (2005), [4], que recoge en gran medida los planteamientos de otros autores, el objetivo general de un programa de comunicación interna en las empresas donde se busque promocionar la salud debería ser: 1. Identificación: Propiciar los vínculos de identidad de los empleados con la organización y por tanto, aumentar su orgullo de pertenencia. Reforzar la cultura organizacional, que hace que las personas encuentren sentido y dirección, y una serie de principios conductuales que orienten su acción y sus decisiones. 2. Información: proporcionar información relevante, suficiente y oportuna sobre el entorno, sobre la organización y sobre el trabajo de promoción de la salud y el bienestar basado en los principios de sostenibilidad. 3. Integración: Favorecer la integración con y entre colaboradores. Esto implica mejorar la comunicación a todos los niveles, fomentar el trabajo en equipo, crear un clima de colaboración y apoyo para cumplir con objetivos comunes, ser más productivos y competitivos en un mercado sujeto a fuertes tensiones económicas. 4. Imagen: Crear una percepción favorable de la empresa y sus productos entre sus empleados y respecto a los otros grupos de interés, creando un valor diferencial frente a la competencia y ganando la confianza de clientes que buscan estos valores entre sus proveedores. 5. Investigación: Utilizar diferentes herramientas de investigación tanto para diagnosticar la situación existente al inicio del proceso como para evaluar periódicamente y al final los resultados obtenidos. A este objetivo adaptado del originario de Andrade (2005) se ha agregado el componente de la formación de competencias, InStrucción13, entendida como la formación a todos los colaboradores para el desarrollo de habilidades y competencias necesarias para su labor y que potencie el cambio de actitud.
El marco teórico de nuestra propuesta de comunicación interna se centra en el cambio de comportamiento. El objetivo del proyecto es modificar el estilo de vida relacionado con los riesgos de las enfermedades cardiovasculares a través de acciones específicas y de comunicación, dirigidas a informar, divulgar y sensibilizar sobre los beneficios y ventajas de trabajar para la salud desde una perspectiva individual y colectiva. Su alcance abarca a toda la población laboral, tanto afectados como no por enfermedades, ya que buena parte del mérito de estas actuaciones radica en servir de fuente de alerta para colectivos, jóvenes preferentemente, que confían poseer y preservar un óptimo estado de salud cardiovascular y que, por esta percepción errónea de su salud, descuidan su atención
Más en el ámbito directo de la configuración, la comunicación, tanto interna como externa, tiene como propósito la consecución de una imagen positiva y un clima adecuado en relación con su filosofía y objetivos, los productos que fabrica o los servicios que tiene. Un plan de comunicación es una propuesta de acciones de comunicación, en base a unos datos, unos objetivos y unos presupuestos. Partiendo de estos pasos se propone la propuesta para configurar un plan de comunicación interna de promoción de la salud cardiovascular.
Figura 3. Elementos generales de un plan de comunicación
La descripción detallada de cada uno de estos componentes, su alcance y recomendaciones para su implantación se recogen en el documento reseñado en la referencia bibliográfica (nº 4). Destacar cómo las acciones recomendadas se estructuran en acciones “para sensibilizar”, “para informar” y “para divulgar”, con ejemplos claros y sencillos de aplicar.
Discusión de resultados
Pensar en salud como un concepto integral que va más allá de la interpretación “ausencia de la enfermedad” es un proceso que ha ido evolucionando de manera ininterrumpida en esta última década. Sin lugar a duda, la introducción del concepto de promoción de la salud en este campo ha jugado un papel muy destacado en la mirada “bio-psico-social” con la que se empezó a concebir la salud; y aunque hay muchos retos por superar, existe una base fundamentada y amplia sobre la cual trabajar.
En los últimos años, han surgido interesantes investigaciones donde se relaciona la salud con la construcción de entornos saludables -–tales como los lugares de trabajo–, y como estos entornos ejercen influencia en la salud de los individuos y de la sociedad. Esta mirada salutogénica supone una nueva forma de trabajar la salud no solamente desde los escenarios tradicionales de salud (centros hospitalarios, ambulatorios,…) y no sólo desde las áreas sanitarias de las empresas (médicos de empresa, áreas de vigilancia de la salud,..), sino desde las áreas de gestión de personas en su vínculo con los principios y estrategias de cada organización.
La comunicación interna es una forma de gestión de los recursos humanos dentro de cualquier organización, que es elemento de motivación personal, fuente de transmisión y promoción de la cultura empresarial, que fomenta la cohesión y optimiza el desarrollo productivo (Somoza, 1993). Esta comunicación se efectúa entre todos los integrantes de la organización y en todos los niveles con el fin de intercambiar ideas y opiniones y tomar decisiones. Numerosas investigaciones han demostrado que la comunicación influye positivamente en la satisfacción y la implicación de los empleados (Hernández, 2008). Capacitar y “empoderar” a las personas para que puedan influir en sus determinantes de salud, que puedan ser responsables y autónomos, y tengan una vida equilibrada, es el principal objetivo de la promoción de la salud. Vale la pena destacar la relevancia que la comunicación adquiere en la Carta de Ottawa. Además de su necesaria integración al trabajo multidisciplinar de los equipos de salud, la comunicación, especialmente la comunicación interna y la relacionada con los factores de riesgo cardiovascular, asume un papel muy importante dentro de las áreas de actuación de la promoción de la salud. Desde esta perspectiva, ya no sólo la comunicación interna entra a mediar en la conformación de los equipos de trabajo y en su labor coordinada, sino que tiene un reto mayor que apunta a proveer a los empleados de cualquier sector de actividad, de las herramientas, los conocimientos, las destrezas y los entornos necesarios para facilitar las otras cuatro áreas de actuación de la promoción de la salud: el desarrollo de habilidades personales en los individuos, el desarrollo comunitario, la creación de ambientes que favorezcan la salud y la construcción de políticas públicas saludables.
Conclusiones
El trabajo es uno de los determinantes más importantes de la vida emocional del ser humano, de hecho, para la mayoría de los humanos, el trabajo es una de las dos áreas de la vida que realmente importan; la otra es el amor y las relaciones sociales, (Pekrun y Frese, 1992). El trabajo generalmente influye en el desarrollo individual y en la salud vía la mediación de las emociones. Además, las emociones son unos de los determinantes primarios de la conducta y el desempeño en el trabajo. Por lo tanto, las emociones pueden influir en profundidad, tanto en el clima social como en la productividad de las organizaciones.
La Educación para la Salud, así como otros métodos de Promoción de la Salud Cardiovascular tendrá un impacto mayor si los llamados a tomar la iniciativa, a ser ejemplo y a potenciar estas acciones (es decir los empleados), están formados, se identifican con la organización y con su quehacer, y cuentan con un entorno propicio para desarrollarla.
Sin embargo, la realidad es otra. La tendencia a nivel mundial, máxime en estos momentos de intensa recesión económica, es a reducir la promoción de la salud a unos cuantos escenarios (sobre todo a los de atención primaria), donde se desarrollan principalmente labores de prevención de la enfermedad y algunas acciones de promoción de la salud, olvidando que debería ser una función que esté presente en toda la cadena de la salud (desde la promoción y la prevención, hasta la curación y la rehabilitación).
Por desconocimiento, desinformación, falta de motivación, ausencia de integración, falta de una política y estructura organizacional coherente, inexistencia de conocimientos y herramientas, entre otros, la promoción de la salud no se lleva a cabo en los escenarios de trabajo como está planteada en la Carta de Ottawa. Y es aquí donde la comunicación interna podría apoyar para potenciar esta labor, desde una política transmisora que lleve como esencia la promoción de la salud. Y el bienestar de los trabajadores.
Desde un enfoque constructivista, las organizaciones no tienen cultura, sino que son culturas. Desde esta perspectiva se considera que los valores, actitudes y comportamientos se van configurando a partir de la interacción entre los miembros que componen el sistema organizacional. Es en este marco de comprensión donde deben instaurarse los programas de mejora de la salud cardiovascular.
Como anotaba desde el inicio Kickbusch (1986) [5], una de las grandes pensadoras de los postulados recogidos en la Carta de Ottawa, los profesionales de la salud deben desempeñar un papel de gran importancia en la defensa y facilitación de la promoción de la salud, apuntando a áreas como el refuerzo de redes y apoyos sociales, la promoción de comportamientos y hábitos positivos para la salud, el desarrollo de entornos facilitadores, así como el aumento de los conocimientos y difusión de la información relacionada con la salud. Trabajar por la salud cardiovascular dentro de los principios de promoción de la salud y en consonancia con sus postulados, implica una acción decidida desde la comunicación interna con los empleados de las organizaciones que de una u otra forma hacen parte del proceso. Esta acción de la comunicación interna se fundamenta en asuntos como los siguientes: 1. Los empleados son los primeros trasmisores de la imagen de la organización, pues son quienes tienen el contacto con los usuarios o clientes y con la comunidad, al representar una figura que transmite confianza por estar dentro de ella. 2. El vínculo funcional con los empleados es crítico para una organización porque los empleados proporcionan la mano de obra y experiencia necesarias y, si son improductivos, la organización también lo será. 3. El direccionamiento estratégico de una organización (representado en su misión, visión y objetivos), sólo se logra con la potenciación de su propio personal, lo que se ve reflejado hacia el exterior en la calidad de los productos y servicios ofrecidos. 4. Los rendimientos laborales se potencian a través de la estructura social interna en la organización y las relaciones cercanas con cierta carga emocional.
Agradecimientos
Es un deber agradecer al Congreso ORPconference 2014 la oportunidad que me permite para reivindicar el valor de la comunicación para la salud, como vehículo motor de iniciativas de promoción de la salud cardiovascular de las empresas, desde una perspectiva de hacer llegar un mensaje claro, sencillo y orientador hacia cambios de comportamiento y conducta relativos a la salud individual y colectiva de la población trabajadora y de su ámbito de influencia social.
Agradezco también la colaboración del Colegio de Dietistas-Nutricionista de Navarra (CODINNA-NADNEO), por sus aportaciones y orientación en los aspectos concernientes a la alimentación y salud; a los responsables de la Gestión de Personas de varias empresas navarras pertenecientes a los Foros de Absentismo en Pamplona y Tudela, que han querido compartir con nosotros sus preocupaciones y sus expectativas vinculada a la salud de sus organizaciones. Agradezco, finalmente a Mutua Navarra la oportunidad que me ofrece para desarrollar este tipo de actividades, y elaborar documentos que potencien la salud como valor empresarial y de beneficio social.
Referencias bibliográficas
- 1. Velicer WF, Prochaska JO, Fava JL, Norman GL, Redding CA Detailed overview of the Transtheoretical Model. Material adapted and updated for the website www.uri.edu/research/cprc from: Smoking cessation and stress management: applications of the transtheoretical model of behavior change. Homeostasis. 1998; 38:21633.
- 2. Lalonde M. A New Perspective on the Health of Canadians. Otawa: Office of the Canadian Minister of National Health and Welfare, 1974.
- 3. Mayorga Mas R; Potenciar estilos de vida cardiosaludables desde la empresa. Volumen 04 de la colección Recomendaciones para una empresa saludable. Descargable desde: http://www.mutuanavarra.es/documentos/guiasymanualesdeconsulta
- 4. Andrade, Horacio. (2005). Comunicación organizacional interna. Proceso, disciplina y técnica. España Netbiblo.
- 5. Kickbusch, Ilona. (1986). Promoción de la salud: una perspectiva mundial. En Organización Panamericana de la Salud, publicación científica 557. Promoción de la Salud, una antología. Washington: OPS.
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