El factor humano y La Percepción del Riesgo en la Formación en Prevención de los Riesgos Laborales en ADIF

El área de formación en prevención de riesgos laborales, protección y seguridad y medio ambiente, del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), está desarrollando una estrategia formativa que incluye la percepción del riesgo, social y subjetivo, como elemento fundamental en la prevención, lo que supone atender a cuestiones de tipo cualitativo en la consideración de los riesgos, fomentando la implicación individual en la propia prevención. Tomar en cuenta la percepción del riesgo supone cierta innovación metodológica, al incluir la cuestión del factor humano en la prevención del riesgo desde un planteamiento que desborda el tradicional abordaje racionalista, en el que la persona queda como simple receptor de la prevención, para pasar a un enfoque en el que todos somos parte activa en la consecución de los objetivos de seguridad laboral.
Autor principal: 
Vicente
Ochoa de Lamo
Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF)
España
Coautores: 
Javier
Fernandez San Martín
Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF)
España

Introducción.

En el campo de la prevención de riesgos laborales se ha reproducido el debate, entre racionalistas y relativistas, que se originó en el campo de la filosofía  de la ciencia con la aparición de la obra de Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas (1962).[i]

La irrupción de esta obra supuso que los principios del empirismo lógico que dominaron en el conocimiento científico durante la primera mitad del siglo XX fueran sustituidos por los principios de la Nueva Filosofía de la Ciencia.[ii] De esta forma, la idea de que la ciencia se basaba en el procedimiento universal y ahistórico, de la observación y de la inducción, fue puesta en cuestión por el relativismo de la Nueva filosofía de la ciencia y su idea de que las decisiones y elecciones científicas están regidas por los valores personales o comunitarios.[iii]

Se generó, entonces, un debate entre el racionalismo y el relativismo; entre el objetivismo y el subjetivismo. EL objetivismo, con respecto al conocimiento humano, es una concepción que hace hincapié en que los datos del conocimiento, desde las proposiciones simples a las teorías complejas, tienen propiedades y características que trascienden las creencias y los estados de conciencia de los individuos que las conciben y contemplan. El subjetivismo, por el contrario, se entiende en términos de las creencias sustentadas por los individuos, por este motivo, el conocimiento se entiende como un conjunto especial de creencias que son sustentadas por los individuos.

Este debate en la filosofía de la ciencia también lo podemos encontrar en la historia de la prevención de riesgos laborales, cuando en el último tercio del siglo XX las teorías surgidas en el ámbito de las ciencias sociales cuestionaron los métodos de la tradición racional de la prevención de riesgos laborales, que había dominado la primera mitad del siglo pasado.[iv]

Los modelos preventivos que integraron esa tradición racionalista y que se pueden rastrear por la forma en la que éstos entendían los accidentes laborales, se caracterizan por:

· La comprensión objetiva del riesgo.

· Focalización en los factores técnicos.

· La evaluación cuantitativa y puesto a puesto.

  • El conocimiento experto.

· El factor humano como fuente de perturbación o de error.

La utilización de la racionalidad científico técnica, por parte de los modelos preventivos que integraron la tradición racionalista, supuso comprender los riesgos laborales desde los procedimientos de las ciencias naturales (la física, la química y la biología) y la consiguiente reducción de los factores de riesgo a aquél tipo de variables técnicas manejables por los procedimientos de esta racionalidad procedimental.

La utilización de este tipo de racionalidad supondrá, que el análisis del riesgo y de la accidentalidad se realizará en la consideración exclusivamente de factores técnicos (estables y objetivos), procedentes de la observación y en la consideración del factor humano únicamente como fuente de perturbación o de error, controlable con las técnicas de la teoría clásica de la modificación de la conducta.

El cuestionamiento del positivismo científico[v] por las nuevas teorías filosóficas y la preocupación popular, a partir de los años 70 del pasado siglo, por los efectos secundarios de las nuevas tecnologías, hicieron que las ciencias sociales se incorporaran al estudio de los riesgos y su prevención. Surgirá así, un nuevo enfoque psicosocial que opondrá a la racionalidad técnica y a la objetividad de la tradición racionalista, una racionalidad contextual y relativista que necesita tener en cuenta la percepción individual y social del riesgo para poder prevenirlo.

El nuevo enfoque plantea que para poder realizar una efectiva prevención, es necesario dar cuenta de los riesgos desde el punto de vista de cada una de las personas afectadas, es decir, de la percepción individual del riesgo.

La perspectiva psicosocial, trabaja la prevención de riesgos laborales desde el contexto más amplio de relaciones sociales y organizacionales, en las que tiene lugar la conducta de las personas, en la que tendremos que considerar, junto a la percepción social del riesgo desarrollada (o riesgo social aceptable), también, la cultura preventiva existente en las empresas.

Pero el modelo, además de incorporar esta racionalidad contextual, al incluir en la toma de decisiones la cultura social y empresarial de la que forma parte el trabajador, también entenderá el factor humano como algo más que una mera caja negra, fuente de perturbación o error. En esta línea de conocimiento el sujeto no incorpora información sobre riesgos que existen independientemente de que sean conocidos o no por éste, él es el creador de su propia realidad (constructivismo): de cultura, de riesgos, etc., a cuyas emociones, motivaciones y actitudes sobre seguridad habrá que prestar atención.

Metodología

En este trabajo hemos realizado una investigación bibliográfica de los paradigmas científicos que actualmente se disputan su hegemonía y los hemos confrontado desde el punto de vista de la formación en prevención de riesgos laborales. El análisis estadístico utilizado nos ha permitido comprobar las limitaciones del paradigma mecanicista a la hora de reducir los índices de siniestralidad y ver las ventajas de un enfoque constructivista de la formación en prevención de riesgos laborales, centrado en el factor humano.

Nuestra investigación se ha basado en numerosas entrevistas, en el ámbito de la formación, y en el estudio de distintos trabajos en los que se ha puesto de manifiesto la importancia de la Percepción del Riesgo como condicionante máximo de la respuesta de la persona ante los riesgos, valorando el nivel de influencia y la evolución en el tiempo.

La percepción del riesgo y la formación: el factor humano en la formación.

De acuerdo con la introducción que acabamos de ver, podemos concretar que se pueden diferenciar dos grandes líneas epistemológicas en la conceptualización del riesgo, una “realista”, que entendería el riesgo como algo objetivo y estable, no afectado por la interpretación y la experiencia de las personas, y otra más “hermenéutica”, en la que el riesgo se entendería como algo subjetivo y variable, en la que la experiencia y la interpretación que hace la persona de su realidad circundante es esencial. De esta manera, en la primera de las líneas, hablaríamos de las definiciones estadístico/probabilísticas que ya conocemos, mientras que en la segunda, hablaríamos de definiciones socioculturales, que entenderán el riesgo como un producto sociocultural y, por tanto, histórica y socialmente dependiente. La diferencia entre las dos perspectivas del riesgo consistirá en que, para la concepción objetiva, el riesgo y sus manifestaciones serán “reales”, eventos observables. En cambio, para la perspectiva subjetiva, los riesgos y sus manifestaciones serán “construidos”, bien por grupos sociales y organizaciones, bien por las personas, según el nivel en el que establezcamos nuestro análisis.

La inclusión de esta subjetividad, en la consideración del riesgo, derivará en un cambio sustancial de su gestión, de la que la formación será su clave de bóveda. De esta manera, si en la tradición racionalista de la prevención, podíamos hablar de una formación basada en la transmisión de contenidos y de información (riesgos y medidas preventivas principalmente), sobre todo explicado en cifras, de manera unidireccional, por parte de un personal técnico en la cuestión, que ha obtenido por análisis cuantitativo unos porcentajes de riesgos que se revelan supuestamente reales, convirtiendo al trabajador en espectador de una prevención realizada por otros; en la nueva propuesta psicosocial del riesgo, como la que encontramos en el modelo tricondicional del trabajo seguro, [vi] la formación deberá atender no solo a los datos sino también a la percepción individual del riesgo, y a la manera en la que la persona construye el marco conceptual de su seguridad, dando participación al trabajador, que se convierte en el protagonista de la prevención. Esto se produce porque las condiciones de posibilidad de una conducta segura no solo habrá que buscarlas en la disponibilidad de ciertos materiales o recursos, ni en ciertas habilidades técnicas o motoras, sino que habrá que prestar atención especial también a los factores motivacionales y emocionales implicados. De acuerdo con este modelo psicosocial de la prevención, para que una persona trabaje seguro deberá darse simultáneamente que: Pueda hacerlo, Sepa hacerlo y Quiera hacerlo.

La formación que proponemos deberá, por tanto, influir en aquellos factores individuales y colectivos que, como las emociones, la cultura de seguridad corporativa y la percepción social del riesgo, participan en la elaboración y consolidación de la respuesta preventiva de la persona y que tan poca consideración han merecido de la tradición racionalista.

La aparición del riesgo como un constructo social unido a la complejidad del medio actual, altamente dinámico y enredado (formado por empresas multinacionales, mercados globalizados, gobiernos supranacionales, peligros mundiales, etc.), con el que tiene que lidiar la tarea de la prevención, harán del tradicional abordaje legal y científico, que realizan empresas y gobiernos, una escasa e insuficiente aproximación a la prevención y a la seguridad laboral, centrada en: sanciones, factores técnicos y evaluaciones puesto a puesto, que habrá que revisar, con una estrategia que atienda también a los factores emocionales implicados.

El concepto de Riesgo Percibido se convierte, de esta manera, en el objetivo principal de la tarea del prevencionista, pues, como se ha demostrado en algunos trabajos,[vii] correlaciona claramente con la conducta de riesgo y, consecuentemente, con el número y la gravedad de los accidentes en el ámbito laboral.

El Riesgo Percibido no es un dato fijo y estable, por el contrario tiene una evolución característica en el tiempo, asociado a la experiencia de cada una de las personas con su entorno y los riesgos asociados a él, lo que suele generar una falsa sensación de seguridad incluso en situaciones de alto riesgo como: trabajos con explosivos, a grandes alturas, o en grandes profundidades. Aunque, esta evolución característica suele ser menor en aquellos trabajos cuyos riesgos son más evidentes, lo que se suele traducir en que, en los trabajos con menor nivel de riesgo se producen más accidentes y más días de trabajo perdidos.

Ilustración 1. Evolución del nivel de riesgo percibido

Asimismo, en esta evolución, podemos observar cambios importantes (subida brusca en el nivel de riesgo percibido), que afectan a todo un colectivo, asociados a eventos significativos, como ocurre ante accidentes de alta gravedad y/o consecuencias: accidente minero en Pola de Gordon (León, octubre de 2013), accidente de la Central Nuclear de Fukushima (Japón, marzo de 2011), accidente ferroviario de Angrois (Santiago de Compostela, julio de 2013), etc.

Ilustración 2. Cambio en la evolución de la percepción del riesgo.

La teoría homeostática del riesgo[viii], es la que nos puede servir para explicar cómo, las conductas de exposición al riesgo y/o el deseo de seguridad, se asocian al nivel de riesgo percibido, y cómo, la formación orientada a cambiar esta percepción, se convierte en un objetivo fundamental en la realización de las conductas seguras.

El postulado básico de la teoría es que: las creencias, expectativas y anticipaciones, que los individuos tienen respecto a los eventos futuros, son un determinante fundamental de su conducta, que se considera así: propositiva, dirigida a metas, y basada en las intenciones conscientes del sujeto. Se trata de una teoría general, explicativa del proceso de toma de decisiones que tiene lugar en cualquier situación de peligro. Parte de la hipótesis de que de forma inconsciente o penumbral, toda persona enfrentada a un riesgo cualquiera, sea vial, de salud, financiero, etc., determinaría su conducta, ante el mismo, como consecuencia de un proceso subjetivo previo, desenvuelto en dos fases:

· En la primera fase, percibe los factores que constituyen el peligro, los analiza, hace una evaluación, y se forma un juicio al cual se denomina riesgo percibido (coincidente o no con el riesgo objetivo, por lo que éste eventualmente puede ser subestimado o sobreestimado por la persona).

· A continuación, en la segunda fase, el individuo considera las ventajas y desventajas que implicaría asumirlo y, como consecuencia, establece el grado que tomará, es decir, cuanto riesgo afrontará efectivamente, a lo que se llama riesgo aceptado o deseado (lo que no significa que se experimente gusto o placer por el riesgo mismo), como se puede observar en la siguiente gráfica:

Ilustración 3. Proceso de actuación según la teoría Homeostática del riesgo

De acuerdo con esta teoría explicativa de la acción, el nivel de riesgo percibido, que elabora la persona en función de una serie de variables subjetivas y sociales, se convierte en determinante de la conducta de riesgo. Pero como ya hemos dicho, esta percepción del riesgo o riesgo percibido no permanece estable, y por lo tanto, la conducta de riesgo tampoco, como muestra la gráfica:

Ilustración 4. Nivel de riesgo percibido y conducta de riesgo

Esta teoría de la acción en relación al riesgo nos permite entender la formación como el instrumento idóneo para reconducir, permanentemente, la percepción hacia niveles adecuados (que ocuparían la zona central de la gráfica) sin caer en esa falsa sensación de seguridad, propiciada por la convivencia con los riesgos, ni estar en unos niveles excesivamente altos, propios de personas que se acaban de incorporar a un entorno desconocido.

Ilustración 5. Percepción adecuada del riesgo

El objetivo de la prevención será controlar la evolución, en el tiempo, de los niveles de Riesgo Percibido, provocando los cambios adecuados para optimizar la respuesta de seguridad de todas las personas al entorno laboral, en una tendencia de mejora continua, mediante intervenciones a diferentes niveles, atendiendo a un enfoque sistémico de la prevención: colectivo e individual. Las intervenciones deberán ser periódicas, de manera que mediante acciones programadas en el tiempo, mantengamos los niveles de Riesgo Percibido y, consecuentemente, los niveles de exposición al riesgo dentro de los márgenes establecidos.

Ilustración 6. Evolución idónea del riesgo percibido

Asimismo, atendiendo al Modelo Psicosocial de los Accidentes de Trabajo[ix], para que las intervenciones sean efectivas, deben estar dirigidas a todos los niveles jerárquicos de la empresa, pues para lograr una prevención efectiva deben considerarse desde el nivel organizacional hasta el nivel de la conducta individual, pasando por las conductas de los directivos, mandos intermedios y grupos de trabajo.

El caso de Adif

En el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) se han desarrollado desde el año 2006 sucesivos planes plurianuales de seguridad y salud dirigidos a la disminución de los índices de accidentabilidad, con muy buenos resultados:

· Índice de Incidencia: 36,1 en el año 2006 a 21,04 en el año 2013 · Índice de Gravedad: 1,05 en el año 2006 a 0,70 en el año 2013

A pesar de los buenos resultados obtenidos con estos planes, la experiencia de estos años nos ha llevado a pensar que nos encontramos en una línea de trabajo con poco margen de mejora ya que no se ocupa de manera adecuada del factor humano implicado en la producción de accidentes. Según los estudios existentes sobre las causas de la accidentalidad,[x] el 80% de los accidentes se deben al factor humano, por lo que hemos llegado a la conclusión de que es necesario cambiar las estrategias, especialmente las de formación, con la inclusión del factor humano como objetivo central de la prevención.

Bajo todas las premisas, desde el Área de Formación en Prevención, de la Subdirección de Formación de (ADIF), hemos venido desarrollando una metodología centrada en los riesgos más importantes de nuestra empresa (fundamentalmente riesgo de arrollamiento y riesgo eléctrico), que pretende incrementar la percepción del riesgo de un colectivo de trabajadores, que se caracteriza por su amplia experiencia en su trabajo, y que, como consecuencia de ello, se pueden ver afectados por esa falsa sensación de seguridad que confiere la convivencia con el riesgo.

Nuestro método se ha basado en el diseño de acciones formativas específicas, con desarrollo de contenidos para cada una de ellas, y la creación de una metodología específica de impartición que: capte la atención, provoque emociones, sensibilice sobre los riesgos y que genere cambios de conducta duraderos.

La formación se realiza de forma participativa, animada en el trabajo sobre casos concretos y reales que son seleccionados bien por su nivel de incidencia bien por su nivel de gravedad. El formador también tendrá en cuenta que los casos a trabajar se correspondan tanto al ámbito de actividad como a la categoría profesional de los alumnos, para, de esta manera, conseguir la máxima implicación en el análisis de los casos. Con ellos elaboramos vídeos que incluyen el testimonio de personas accidentadas, que nos cuentan su experiencia desde el punto de vista del factor humano: actitudes frente a la seguridad antes y después del accidente, emociones previas durante y después del accidente, consecuencias de haber sufrido un accidente (físicas, psicológicas, económicas, familiares, etc.),.

Nuestro objetivo es generar en los alumnos un impacto emocional que facilite la sensibilización sobre los riesgos en el trabajo y, de esta manera, a través de un aumento de la percepción del riesgo, aumentar las conductas seguras.

Además de la formación destinada al personal operativo, con el objetivo de elevar su percepción del riesgo, existe también una estrategia formativa, centrada en aspectos relacionados con la gestión y la cultura preventiva, orientada a sensibilizar a los Mandos Intermedios y al personal Directivo sobre la responsabilidad que tienen en esta materia con respecto a los trabajadores a su cargo. En los vídeos dirigidos a ellos se tienen en cuenta las posibles implicaciones y consecuencias de posibles accidentes que les puedan ocurrir a ellos o a las personas a su cargo.

De todo este cambio, estamos observando un proceso de aceptación importante, por parte de quien recibe la formación, que se concreta en este tipo de expresiones: <<es difícil no identificarse con tus propios compañeros, con manifestaciones del tipo: “he vuelto a nacer”, “yo era una persona precavida, pero ese día….”, “debemos pensar en lo que estamos haciendo en ese momento, y no en la tarea de después”. >>

Conclusión

El trabajo realizado nos ha permitido comprobar las limitaciones del paradigma mecanicista a la hora de reducir los índices de siniestralidad y ver las ventajas de un enfoque constructivista de la prevención, centrado en el factor humano. El éxito de este nuevo enfoque ha estado relacionado con una nueva forma de entender la formación en prevención de riesgos laborales que tenga en cuenta, además de los tradicionales conocimientos técnicos, también los factores cognitivos y emocionales de la persona.

No obstante, esto nos abre un camino en el que tenemos que ir valorando los cambios que se producen tanto en los índices (Gravedad e Incidencia) como en el número de conductas de riesgo, para lo cual es necesario establecer indicadores de resultados adecuados.

Agradecimientos

Una versión preliminar de este artículo se presentó en el congreso ORPconference 2014

ReferenciasBibliográficas

  • 1. Chalmers, A., F., ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos, Siglo XXI, Madrid, 1997. Trad. Eulalia Pérez y Pilar López. ISBN: 8432304263.
  • 2. Kuhn, T.S., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1997. Trad. Agustín Contín. ISBN: 843750046x.
  • 3. ShraderFrechette, K.S., Risk and Rationality. Philosophical Foundations for Populist Reforms, Berkeley, University of California Press, 1991. ISBN: 0520072871.
  • 4. Meliá, J.L, El factor en la seguridad laboral. Psicología de la Seguridad y Salud Laboral, Lettera Publicaciones, Bilbao, ISBN: 9788461164387
 

[i]Kuhn, T.S., La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1997. Trad. Agustín Contín.

[ii] “En relación con la Filosofía de la Ciencia más tradicional se puede decir que esta Nueva Filosofía de la Ciencia introduce, como unidades de análisis y evaluación, entidades mayores que las teorías científicas: paradigmas, dominios, tradiciones de investigación, programas de investigación, etcétera. Los nuevos filósofos de la ciencia, (incluyendo el 2º Kuhn) estudian las propiedades de estas unidades, con la finalidad de explicar la evolución del conocimiento científico. De hecho, según estos autores, el cambio científico importante, aunque no el único, es precisamente el cambio de estas unidades, bien sea de forma gradual o abrupta. En la Filosofía de la Ciencia anterior se estudiaba la relación de enunciados o teorías con la experiencia, y se consideraba, que esta relación, debía ser suficiente para explicar la dinámica científica. Los nuevos filósofos de la ciencia defienden la idea según la cual, esta relación, sólo ocurre y sólo tiene sentido al producirse en un contexto determinado. Este contexto está definido por la unidades de orden superior a las que vengo haciendo referencia.” Lujan, J. L., “Modelos de cambio científico: Filosofía de la ciencia y Sociología del conocimiento científico”, Revista Internacional de Sociología, tercera época 4 (1993) 65-90.

[iii]CF. Chalmers, A., F., ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos, Siglo XXI, Madrid, 1997. Trad.Eulalia Pérez y PilarLópez.

[iv] Shrader-Frechette, K.S., Risk and Rationality.Philosophical Foundations for Populist Reforms, Berkeley, University of California Press, 1991.

[v]“El positivismo lógico fue una forma extrema de empirismo según  la cual no solo las teorías se justifican en la medida en que se pueden verificar apelando a los hechos conocidos mediante la observación, sino que además se considera que solo tienen significado en tanto se puedan derivar de este modo.” Chalmers, A.F., ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, Una valoración de la naturaleza y el estatuto de la ciencia y sus métodos, Siglo Veintiuno, Madrid, 1984. Trad. Eulalia Pérez y Pilar López.

[vi] Meliá, J.L, El factor en la seguridad laboral. Psicología de la Seguridad y Salud Laboral, Lettera Publicaciones, Bilbao, ISBN: 978-84-611-6438-7.

[viii] Wilde, G. J. S. (1982), The Theory of Risk Homeostasis: Implications for Safety and Health. Risk Analysis, 2: 209–225. doi: 10.1111/j.1539-6924.1982.tb01384.x

[ix] CF. Meliá, J.L; op. Cit.,p.109

[x] CF. Bird, F., Insurance Company of América. International Safety Academy: Safety Training Manual. Macon, Georgia, 1971.

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