Formación en planes de autoprotección desde el paradigma psicosociológico

La Formación en Planes de Autoprotección (FPA) debe ser considerada, diseñada, impartida y evaluada de manera claramente diferenciada del resto de formación en materia preventiva que se lleva a cabo. La aplicación de los conocimientos y habilidades de la FPA raramente se llevan a la práctica en situaciones no simuladas. Pero cuando son necesarios, la persona posee una tensión adicional, e incluso es posible la presencia de confusión, paralización y/o desconcierto. En función de la casuística específica que posee la FPA, se señala una serie de parámetros de cómo se debe abordar este tipo de formación, para que sea efectiva. Los conocimientos y actitudes deben ser evaluados y analizados pre y post - FPA, a fin de constatar la evolución que ha de haberse producido gracias a la intervención formativa, así como estrategia para determinar si se requiere de una didáctica diferente a la utilizada.
Palabras Clave: 
formación, planes autoprotección, psicosociología
Autor principal: 
Alfonso
García - Cardó

García - Cardó, Alfonso

División de los Servicios de Prevención de MUTUAL MIDAT CYCLOPS Barcelona, España / agarciaca@mc-mutual.com

ABSTRACT

ABSTRACT

La Formación en Planes de Autoprotección (FPA) debe ser considerada, diseñada, impartida y evaluada de manera claramente diferenciada del resto de formación en materia preventiva que se lleva a cabo. La aplicación de los conocimientos y habilidades de la FPA raramente se llevan a la práctica en situaciones no simuladas. Pero cuando son necesarios, la persona posee una tensión adicional, e incluso es posible la presencia de confusión, paralización y/o desconcierto.

En función de la casuística específica que posee la FPA, se señala una serie de parámetros de cómo se debe abordar este tipo de formación, para que sea efectiva.

Los conocimientos y actitudes deben ser evaluados y analizados pre y post - FPA, a fin de constatar la evolución que ha de haberse producido gracias a la intervención formativa, así como estrategia para determinar si se requiere de una didáctica diferente a la utilizada.

Palabras clave

Palabras clave

Formación, Planes autoprotección, Psicosociología.

EXPOSICIÓN

Al analizar la Formación en Planes de Autoprotección (FPA) que se imparten en las organizaciones, podemos comprobar que todavía existen empresas que no tienen presente la diferencia entre esta tipología de formación y el resto de formación en materia preventiva. La FPA es singularmente diferente por varias razones, entre las que cabe destacar:

- En diversos tipos de emergencias, el individuo necesita de la colaboración de otras personas. La colectividad y cooperatividad poseen una mayor relevancia.

- La formación prepara para una situación similar o parecida a la que realmente se va a encontrar, pero nunca exacta. Nunca hay dos emergencias iguales.

- Presencia de una tensión adicional. Pudiendo existir incluso la situación de poner en peligro la propia supervivencia.

- Posible presencia de confusión, paralización [1] y/o desconcierto.

La concepción de la FPA dista mucho de una concepción de transmisión y recepción de información, siendo cada vez diseñada en mayor medida como una formación para la concienciación. Ninguna formación debe reducirse a aspectos técnicos o a pautas de actuación que no ayuden a la reflexión.

En las sesiones formativas en planes de autoprotección no bastará con la adquisición de nuevos conocimientos (dimensión cognitiva) sino que la dimensiónafectiva del riesgo (actitudes) y las habilidades deben ser tratadas intensamente, para que el individuo actúe y quiera actuar (dimensión volitiva) bajo unos parámetros de seguridad. El aprendizaje debe ser entendido como un cambio formativo, aspecto que implica incidir en la triple dimensión personal: cognitiva, afectiva y conductual. Mientras que la mente racional o lógica establece conexiones lógicas entre las causas y los efectos, la relevancia de la parte afectiva o emocional es debida a que la mente emocional es indiscriminatoria, y relaciona cosas que simplemente comparten rasgos similares.

Tendremos presente la limitada durabilidad de los contenidos en materia formativa. Las personas no siempre actúan de la misma forma en como han sido formadas, ya que a veces olvidan y adoptan nuevamente conductas previas a la formación [2]. En el caso que nos ocupa, es más relevante que recuerden las pautas concretas y concisas de actuación que han de realizar (procedimiento-guía) que no la teoría del “triángulo del fuego”. Todo aquello que no se práctica periódica y continuamente, se olvida o deteriora. De ahí radica por ejemplo, la necesidad de realizar con una periodicidad semestral o anual simulacros.

La FPA será completa y adecuada a la casuística que supone hacer frente a situaciones extremas.

Las condiciones de seguridad estructural han de garantizar que todos aquellos comportamientos necesarios a realizar en materia de emergencia, sean factibles. La formación en planes de autoprotección siempre estará relegada a que primeramente existan unas condiciones y unos medios técnicos adecuados para la intervención y la evacuación, de lo que se encarga la normativa en vigor (Código Técnico de la Edificación) como pueden ser por ejemplo, los extintores y las luces de emergencia, respectivamente. Evitando así que el trabajador pueda percibir que toda la responsabilidad del plan de emergencia reside sobre él. La FPA realizará una articulación óptima entre el desarrollo de nuevas competencias y los elementos de seguridad activa (extintores, alarmas...) y pasiva (puertas cortafuego, señalización, estabilidad al fuego...).

Utilizaremos la teoría de la percepción de probabilidad de Brehmer [3], es decir no nos fundamentamos en la experiencia propia de cada sujeto, puesto que no todas las personas se han encontrado ante una emergencia; sino que nos nutriremos de la experiencia vicaria, que facilita que los acontecimientos que le han pasado a otros o que nos han explicado, nos sirvan de referentes en nuestras pautas de actuación. En esta didáctica, el formador se convierte en elemento fundamental, puesto que debe estar capacitado, para evitar la fantasía, la banalidad, la imprecisión y/o la falta de adaptación a la problemática de las emergencias; ya que de no ser así, la sesión formativa se distanciaría considerablemente del objetivo formativo planificado. El formador debe canalizar y objetivar las asociaciones mentales que realizarán los alumnos con sus imágenes memorizadas de edificios en llamas, personas que se lanzan al vacío, multitudes descontroladas...

La conducta de las personas cuando están inmersas en un colectivo, como puede ser una organización o un departamento de éstas, es diferente a cuando no formamos parte de un grupo. Darley y Latané [4] confirmaron que cuanto mayor es el colectivo que consideramos que formamos parte, menor es el grado de rapidez y colaboración ante una emergencia de tipología médica. Estudios como este ponen de relieve no sólo la necesidad de existencia de equipos de primera intervención o con potestad y conocimientos en primeros auxilios, ya que la difusión de responsabilidad sobre este tipo de emergencias, la justificación que “otros tampoco hicieron nada”, el miedo de que su intervención sea catalogada como estúpida o inapropiada por el resto del colectivo, junto con el temor que al actuar, lo hagamos erróneamente hacen que exista una baja actuación de las personas. La presencia de otras personas que no hacen nada, reasegura a la persona que su preocupación por el estado de la víctima, carece de fundamento. La indecisión, motivacionesconflictivas y presiones sociales permiten explicar la inoperatividad ante una situación de emergencia. Debemos desestimar que es debida a una simple apatía.

Estas circunstancias nos demuestran el poder que ejercen las conductas del resto de personas que conforman un colectivo, sobre el individuo. Se intensifican las reacciones de las personas, la conducta de cada persona se deriva en un estímulo mayor para el resto, generando un efecto de “bola de nieve”. En una emergencia el espacio privado se puede reducir a la mínima expresión, aspecto que permite explicar la presencia de agresiones o pánico.

Otra reflexión que provoca una baja participación para ayudar a personas accidentadas, es la creencia que existe una adecuación entre lo que un individuo hace y lo que le sucede. La gente tiende a creer que obtienen lo que se merecen. Pueden llegar a convencerse que un conductor accidentado, fabricó su propia desgracia por su conducción temeraria. Razonamientos de este tipo, ratifican que la FPA posee una marcada dimensión psicosocial.

Ante una situación de peligro común, el personal de una organización se desintegra y se transforma en una masa de gente en situación violentamente competitiva [5]. La diferencia primordial que hace que esa masa sufra pánico o no, es la competencia por un recurso que en ese momento se estime como escaso, como puede ser número de salidas de evacuación o el último bote salvavidas. En cambio, cuando la gente se considera atrapada, como desastres en subterráneos o submarinos, en donde una conducta competitiva no le sirve de nada para salir de esa situación, las personas difícilmente generan pánico y muchas veces se resignan a su destino.

La relevancia de la potencial existencia de pánico en un colectivo, reside en que cuando existe, una de sus consecuencias es la desintegración de conductas de cooperación [6]. Tendremos presente que cuando unas pocas personas adoptan conductas no cooperativas, dinamitan las bases de la cooperación de todos los demás. El pánico se debe más a la pérdida de cooperación, que al miedo o al peligro.

Las personas cuando están expuestas a situaciones anormales, como estar ante un incendio, y carecen de medios objetivos propios, cotejan sus estados emocionales mediante la comparación de respuesta emocional de los demás [7]. Tal es la influencia grupal en dichas situaciones, que cuando un individuo se angustia se fortalece la tendencia a afiliarse con otras personas que están experimentando la misma situación [8]. Dicha afiliación posee dos cometidos, sentirse protegido por el grupo y comparar sus propias conductas y reacciones con las de sus iguales (teoría de la comparación social). Los individuos que se encuentran en un estado de excitación fisiológica y no encuentran una explicación inmediata a lo que les sucede, calificarán su estado e interpretarán en función del comportamiento de otros que se encuentren en situación similar.

La conducta colectiva es muy maleable y espontánea, estando en muchos casos sometida a normas creadas puntualmente para la situación y fundamentada en creencias. Las cuales se pueden llegar a basar en parámetros que no han sido tamizados por análisis lógicos [9] y por tanto las conductas pueden llegar a ser esteriotipadas. Otra de las justificaciones por las cuales las personas adoptan conductas poco razonadas, es porque la percepción de una situación de amenaza provoca que se genere una señal desde el tálamo a la amígdala, sin pasar por los centros corticales, permitiendo una respuesta rápida, pero que en muchos casos resulta imprecisa e inadecuada. Sin realizar procesos de evaluación de la situación las personas pueden realizar instantáneamente conductas de huida, evitación, protección e incluso de ataque.

La exaltación de las emociones hace que cada persona sea sugestionable y esté dispuesta a imitar las acciones de los demás. En la masa se da también una disminución del sentido de responsabilidad y una pérdida de mecanismos de control normales.

La pérdida de individualidad, se caracteriza por una disminución de las aptitudes individuales (por presión e inhibición), lo que genera una desaparición de toda capacidad de análisis [10]. Esta capacidad de análisis es la que debemos reforzar, explicando que en condiciones normales, todas las personas de un edificio pueden evacuar en pocos minutos. Si a este razonamiento, le añadimos la conciencia de estancar el fuego y explicamos que, con una estabilidad estructural (EF) suficiente y adecuada a la magnitud y actividad del edificio, así como con una sectorización adecuada (puertas RF), la evacuación de un edificio no tiene porque generar excesivas dificultades; la formación tendrá una mayor eficacia.

Los individuos deben disponer de la habilidad de activar o desactivar las dimensiones adecuadas cuando la situación de riesgo es diferente. No todas las actuaciones son por la misma causa (incendio, intoxicación...) y éstas poseen diferentes formas, ya que por ejemplo, un incendio en función de la mayor o menor magnitud de presencia de llamas, incidirá de manera considerable en la vivencia del mismo por parte de la persona. Debemos estar preparados para la emergencia, tanto fisiológica, psicológica [11] como afectiva y emocionalmente.

CÓMO LLEVAR A CABO LA FPA

En función de la casuística específica que posee la FPA, se definen a continuación una serie de parámetros de cómo se debe abordar este tipo de formación para que sea más efectiva:

- Claridad y sencillez de los mensajes [12]. Los sucesos no catastróficos secaracterizan por la existencia de normas y pautas de actuación claras y explícitas.

- Enfoque individualista, matizar que las reacciones grupales son consecuencia de la suma de reacciones individuales. Se debe ensalzar la responsabilidad individual de cada sujeto. Conciencia de la influencia mutua, así como que forman parte de un equipo, en el que la conducta de todos y cada uno es relevante.

- Se debe impartir la formación específica y adecuada a cada persona, exclusivamente en función de las pautas que deba llevar a cabo. Un exceso de FPA, puede provocar ambigüedades. Por ejemplo, los miembros del equipo de evacuación recibirán una formación específica para aportarles estrategias que les permitan eliminar o reducir conductas no-colaboradoras o frenar el efecto “bola de nieve”.

- Enfoque positivo, priorizando el aprendizaje de conductas seguras y no la evitación de conductas inseguras.

- Enfatizar la responsabilidad, especialización en la materia y reconocimiento del rol de los miembros del equipo de autoprotección por parte de sus compañeros, a fin de evitar la susceptibilidad de las personas cuando están sometidas a situaciones ambiguas, puesto que será considerado como un referente, una persona a la que obedecer. Si se les informa y tienen interiorizada la existencia que unas personas están entrenadas para lograr una actuación efectiva, el resto seguirán de manera más exhaustiva las instrucciones que éstos determinen.

- Realizar demostraciones para constatar que si todas las personas actúan de forma normalizada, todos podrán evacuar el edificio en pocos minutos.

- Todo miembro debe sentirse parte activa del plan de autoprotección. Por ello, deben recibir formación adecuada y exclusiva a las funciones que deben desempeñar, aunque simplemente sea conocer quien es el responsable de la emergencia, las vías de evacuación y la obligación de cumplir las pautas que el responsable le indique.

- Será continua y periódica tanto en contenidos como en habilidades. La reiteración de conductas, como puede ser mediante simulacros, permiten la automatización de comportamientos, que se ejecutarán en situaciones que resulten similares.

- Una simple información no garantiza el comportamiento de conductas seguras y cooperativas, por ello la FPA se basará en el pensamiento reflexivo, a fin de interiorizar en la estructura cognitiva contenidos y actitudes, que harán adoptar conductas seguras. Por ello, se explicarán las pautas como el comportamiento del fuego, del humo, estancación y alimentación del fuego, no dar de beber a personas inconscientes..., elementos que sirvan para interiorizar el porqué de unas pautas de actuación determinadas.

- Conocimiento exacto de cuales son las señales que determinan la activación del plan y las funciones de cada persona. Además, ante cualquier percepción de situación de emergencia, se deben adoptar las pautas de actuación que nos hayan asignado.

- Competencias para el control del estrés ante situaciones traumáticas.

- Saber dirigirse hacia lugares seguros.

- Si se han realizado simulacros, potenciar que las personas revivan mentalmente la experiencia y determinen que errores estiman que han realizado. Metodología que sirve de auto-retroalimentación. Se pretende modelar la conducta y aprender a resolver situaciones similares [10]. Lo que entendemos como aprendizaje de conductas adaptativas.

- Demostrar que la FPA es una necesidad y evitar que sea considerada como una obligación.

Por último, indicar que la práctica reiterada permite comprobar el grado de conservación de los aprendizajes, así como de las competencias en materia de autoprotección. El mantenimiento, la evaluación y la retroalimentación de la formación, son partes que deben estar contempladas en el diseño de cualquier plan formativo. Permitirán al trabajador que vaya perfeccionando su facilidad y rapidez para detectar las salidas de evacuación, marcar números de emergencia...

Los conocimientos y actitudes deben ser evaluados y analizados pre y post - FPA, a fin de constatar la evolución que ha de haberse producido gracias a la intervención formativa, así como estrategia para determinar si se requiere de una didáctica diferente a la utilizada. Los simulacros siempre han tenido la función de retroalimentación sobre que aspectos requieren una mayor adaptación (formación) o adecuación (ingeniería).

REFERENCIAS

  • 1. LEACH, J. (1995): Survival psychology. New York: New York University
  • 2. SANDERS, M. y McCORMICK, E.J. (1993): Human factors in engineering and design. New York: McGraw – Hill.
  • 3. BREHMER, B. (1987): The psychology of risk. En Risk and Decisions, dirigido por W.T. Singleton y J. Hovden. Gran Bretaña: John Wiley Sons.
  • 4. DARLEY, J. y LATANÉ, B. (1968): Bystander intervention in emergencies: Diffusion of responsibility. Journal of Personality and Social Psychology, 8: 377388.
  • 5. OVEJERO, A. (1997): El individuo en la masa. Psicología del comportamiento. Oviedo: Nobel.
  • 6. MINTZ, A. (1951): Non – adaptive group behaviour. Journal of Abnormal and Social Psychology, 46: 150 – 159.
  • 7. MANN, L. (1979): Elementos de psicología social. Méjico: Limusa.
  • 8. GARCÍA CARDÓ, A. (2003): El simulacro de emergencia desde un enfoque psicosocial. Formación de Seguridad Laboral, 68: 14 – 17.
  • 9. GARCÍA CARDÓ, A. y BLASCO, R.D. (2006): Percepción de riesgo y conciencia de vulnerabilidad. Foment del Treball Nacional, 2114: 14 – 16.
  • 10. CEPREVEN (1998): El comportamiento de las personas en situaciones de emergencia. Madrid.
  • 11. FIDALGO,  M.  (1995):  La  conducta  humana  ante  situaciones  de  emergencia: análisis de proceso en la conducta individual NTP 390. Madrid: INSHT.
  • 12. LAZARUS, R.S. (1976): Patters of adjustment. New York: McGrawHill.

Papers relacionados

ORP 2015
Alfredo
Escalona
Facultad de Ingeniería - Universidad Nacional de La Plata (Argentina)
Argentina
ORP 2015
SERGIO JOSE
CAMARGO PATINO
Universidad Politécnica Territorial Andrés Eloy Blanco
Venezuela
ORP 2015
Pablo
Piovano
Prevencion Profesional consultora y Prevencion ART
Argentina
ORP 2015
Alfonso
Salinas Martínez
GNL Quintero
Chile
ORP 2015
José M.
Carretero-Gómez
Universidad Illes Balears
España