Los seres de hábitos son felices
Los seres de hábitos son felices
Generalmente se considera que el significado de la vida se deriva de los aspectos más importantes de marcar una diferencia en la vida de uno y de tener un propósito más grande que uno que hace que la vida tenga significado. Sin embargo, en el día a día, la mayoría de nosotros no vivimos nuestras vidas en grandes gestos, sino en rutinas. De hecho, las rutinas son el tejido de nuestra vida. Las rutinas son una parte común de nuestro día a día. Hacen la vida predecible y ofrecen placeres simples, como tomar el café de la mañana y ver las noticias en tu teléfono. Pero, ¿se pueden vincular estas rutinas diarias al significado de la vida?
Rutinas y baches
Las rutinas también pueden correr el riesgo de caer en la rutina. Las rutinas y volverse rutinario son diferentes. Las rutinas pueden estar impulsadas para lograr una meta; por ejemplo, el novelista británico de mediados del siglo XIX, Anthony Trollope, se levantaba temprano y tenía un horario para escribir una cantidad determinada de palabras cada mañana antes de ir a trabajar como administrador de correos. Sin embargo, cuando las rutinas se vuelven rígidas y fijas, quedan firmemente establecidas y pueden convertirse en rutinas. Por ejemplo, alguien cuyo horario es invariable, como levantarse temprano todos los días, hacer ejercicio a una hora precisa, comer la misma comida a una hora fija y que no tiene espacio para un cambio en su horario, está estancado. Ese tipo de vida rutinaria puede poner en riesgo una experiencia de vida muy limitada. Además, algunas investigaciones sugieren que cuando las rutinas están “grabadas en piedra” pueden generar rigidez cognitiva, lo que constituye un obstáculo para la creatividad. Por ejemplo, hacer las cosas de la misma manera todo el tiempo o pensar en los problemas de la misma manera pueden ser obstáculos para el pensamiento creativo y flexible. Este tipo de vida rutinaria, si bien disminuye la ansiedad porque la vida se vive de manera predecible, también puede volverse superficial, automática e impedir la comprensión (Tournier et al., 2012). Del lado de las rutinas que fomentan el bienestar están los riesgos asociados con ser demasiado habitual en el pensamiento y el comportamiento.
Los investigadores Ersche y sus colegas (2017) desarrollaron una “Escala de criaturas de hábitos” y diferenciaron entre hábitos como comportamiento rutinario y respuestas automáticas. En su escala, ítems como “me suele gustar la rutina” y “siempre intento ocupar el mismo asiento en el autobús... o en la iglesia; o estacionar el auto o la bicicleta en el mismo lugar” (p. 80), caracterizaron el comportamiento rutinario. Las respuestas automáticas se definieron como comportamientos que “se ejecutan en piloto automático”, particularmente centrados en comer sin pensar. Ese tipo de comportamiento automático puede estar relacionado con la exposición al estrés y un mecanismo de afrontamiento. Ersche et al. plantearon la hipótesis de que puede haber sustratos neuronales únicos en juego en estos dos tipos de hábitos. Es posible que se desarrollen “surcos” en las vías neuronales en respuesta a patrones de comportamiento repetitivos. En el aspecto psicológico, aquellos cuyos hábitos están fijados en sus actos pueden ser vulnerables al comportamiento compulsivo.
Rutinas y significado
¿Puede la preferencia por las rutinas correr el riesgo de perder el significado de la vida y caer en la rutina de la rutinización? Heintzelman y King (2019) examinaron cómo las rutinas de pensamiento y comportamiento se asociaban con el significado de la vida. Tomaron muestras de hombres y mujeres de los trabajadores de Amazon Mechanical Turk (descrito como un sitio web de crowdsourcing para que las empresas contraten trabajadores de forma remota). Los trabajadores tenían edades comprendidas entre 18 y 72 años y estaban clasificados principalmente como blancos/europeos americanos, el 76%, mientras que el 7% eran negros/afroamericanos y el 6% latinoamericanos.
A los trabajadores se les presentaron preguntas para evaluar el rasgo de rutinización. Entre las preguntas formuladas estaba si uno estaba totalmente en desacuerdo o de acuerdo en cuanto a si hacían las cosas más o menos igual todos los días y consideraban que preferían una vida bien ordenada con horarios regulares. Los investigadores también midieron el disgusto por la interrupción de la rutina diaria de los trabajadores. Por último, el significado de la vida se evaluó en función de si estaban de acuerdo o en desacuerdo en que, en general, su vida parecía significativa, que sentían que habían marcado una diferencia y que su vida tenía sentido. Curiosamente, la preferencia por la rutina se relacionó positivamente con el significado de la vida; pero el disgusto por alterar la rutina no lo era.
Los investigadores también han descubierto que las rutinas cotidianas pueden generar resiliencia y ofrecer una manera de afrontar los factores estresantes. Las rutinas pueden fomentar el bienestar en situaciones adversas o estrés prolongado y brindar protección durante periodos de desafío. Mantener una rutina puede ayudar a moderar el efecto de la exposición a un trauma grave (Hou et al., 2020). De esta manera, al mediar en los efectos negativos de las circunstancias adversas, las rutinas pueden mejorar el significado.
Aunque puede haber muchas formas de medir la rutina, y existen lo bueno, lo malo y lo feo asociados con sus variaciones, descubrir que las rutinas pueden mejorar el bienestar es reconfortante. El hecho es que, en el nivel más granular, nuestras vidas se viven en gran medida en la esfera de los hábitos. Quizás todos nosotros, criaturas de hábitos, podamos consolarnos con la conclusión de Ersche y sus colegas: “La vida no sólo adquiere significado a través de experiencias extraordinarias, sino también en su existencia diaria” (p. 697).