El descanso emocional: tan importante como el físico
El descanso emocional: tan importante como el físico
El descanso emocional es necesario precisamente porque existe la fatiga emocional. Hay situaciones en las que mantenemos en el tiempo un tono emocional muy alto. Esto provoca una fatiga que no se puede catalogar como mental o física, pero que tiene efectos similares.
En el mundo se habla más de fatiga física o mental, que de agotamiento emocional. Por eso, el tema del descanso emocional no le resulta familiar a muchos, que lo confunden con el descanso intelectual o el ocio.
Aunque el descanso emocional puede ser más sencillo en estos contextos, también tiene particularidades propias. Lo más importante es que aprendamos a reconocer los estados de cansancio emocional y a identificar las actividades que ofrecen un descanso en ese ámbito.
“Para mí, a veces un cielo de silencio es más expresivo que el rugido del mar”. -Munia Khan-
El cansancio emocional
El agotamiento emocional se origina en situaciones asociadas a los sentimientos y los afectos en las que hay sobreestimulación. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido, un divorcio, el despido de un trabajo, un desengaño, el acoso o bullying, etc.
En esto intervienen la mente y el cuerpo, pero el énfasis está concentrado en las emociones. También están los casos en los que uno o varios estímulos no son tan intensos, pero sí son exigentes en alguna medida y se mantienen durante mucho tiempo.
Por ejemplo, es lo que ocurre con la soledad crónica. También con cualquier estado de tristeza, ira, resentimiento, etc., que se prolonga sin encontrar una resolución. El resultado en estos casos es el agotamiento emocional. Se experimenta, principalmente, como falta de energía y motivación.
No equivale a una depresión, pero puede ser su preludio. La diferencia más importante está en que en el cansancio emocional no hay aplanamiento de las emociones como tal ni tampoco esa sensación de pérdida del sentido de la vida. Lo que sí existe es una sensación de fatiga que suele volvernos un tanto apáticos.
El descanso emocional
El descanso emocional no es igual al descanso mental o físico. De lo que se trata en este caso es de reducir la intensidad de las emociones, incluso de aquellas que pueden tener una apariencia positiva, como la euforia. Dicho de otro modo, es necesario desconectar, hacer un paréntesis que permita amortiguar las sensaciones subjetivas.
Las vías para lograr esto pueden ser las siguientes.
Técnicas de relajación
Puesto que la mente y las emociones son indisociables, las técnicas de relajación también son recomendables en este caso. Dichas técnicas se orientan, sobre todo, a relajar la mente. Sin embargo, al hacerlo también se estabilizan las emociones.
Lo más recomendable es acudir a técnicas que no sean especialmente exigentes. Quizás pequeñas sesiones de respiración profunda o unas cuantas prácticas de taichi, o ejercicios similares, pueden ayudar mucho.
Algunas actividades físicas
Aunque la actividad física siempre es recomendable, si lo que buscamos es descanso emocional, no todos los deportes o ejercicios pueden ayudarnos igual. Lo más indicado es realizar prácticas como la natación, el ciclismo, el trote o caminar a paso rápido. De ellos, la natación parece especialmente beneficiosa.
Nada mejor que la risa
Si hay algo que proporciona descanso emocional es la risa. Por eso es importante buscar ocasiones y situaciones que hagan reír. Una película cómica, conversaciones divertidas, algún espectáculo humorístico, etc. La risa provoca una descarga emocional que protege del agotamiento.
Dejarse querer
En condiciones de agotamiento emocional el afecto sincero es como un bálsamo. Abrazar y ser abrazados, besar, mimar y todo aquello que conforte ayuda a renovar la energía emocional.
Muchas veces solo se trata de comunicarle a otros lo que sucede y permitir que ellos nos den su apoyo y su afecto, sin cuestionar la forma como lo hacen.
Hacer cosas inútiles
La obsesión por la productividad o por alcanzar los objetivos antes de lo planificado pueden agotar mucho. Así, vale la pena dar espacio en nuestra vida para los actos “inútiles”, es decir, los que se hacen por gusto, sin ningún propósito en particular.
Jugar, ver una película sin demasiadas pretensiones, leer una revista de trivialidades, dormir hasta tarde o no hacer nada. Todo ello contribuye al descanso emocional.
Al final, lo más importante es encontrar espacios para dejar que fluyan sentimientos y emociones diferentes a las que se cargan día por día. Cualquier vía que garantice esto puede ser eficaz para lograr un descanso emocional que renueve y equilibre por dentro.