La ambigüedad de lo humano y la inteligencia artificial.
La ambigüedad de lo humano y la inteligencia artificial.
En esta era de la incertidumbre si te diesen a elegir una capacidad humana, solo una, ¿Cuál elegirías? Parece ser que el ser humano ha elegido a la inteligencia para llevarla al plano artificial, como a una extensión cuasi natural de nuestra inteligencia humana. No elegimos la empatía, ni la bondad, ni la generosidad sino la inteligencia. Una inteligencia que puede ser benigna o maligna, creativa o destructiva, egoísta o generosa. Es muy relativo y complejo asegurar que la inteligencia artificial; ese pensamiento abstracto dirigido hacia la resolución de problemas o la capacidad de adquirir conocimientos, este al servicio de la humanidad. Por una parte porque todo dependerá del tipo de inteligencia de quién la cree y por el otro, porque hasta que la máquina tenga pensamientos propios pasará un largo rato.
El ser humano ha optado por la inteligencia en su afán de crear y mejorar lo existente, pero ¿es la inteligencia la mejor de las capacidades humanas para hacerlo? Alexis Carrel, el biólogo y médico francés, afirmaba que “la inteligencia es casi inútil a aquel que no tiene más que eso.”
Conozco a mucha gente inteligente que trabaja su inteligencia en pos de una mejora de su entorno; a la vez que conozco gente inteligente en la que el egoísmo, la ambición y la falta de conciencia definen su forma de actuar. Cuando pienso en conocimientos, aptitudes, habilidades, actitudes y hábitos, me encuentro con que algunos de ellos ya están en las máquinas y que probablemente en un futuro no muy lejano, estén todos.
Nuestras capacidades tecnológicas y científicas han superado con creces nuestras morales y éticas. Nuestra capacidad para utilizar de manera inteligente y humana los conocimientos y las herramientas que creamos y desarrollamos. Lo que también está en juego es que en qué tipo de sociedad queremos vivir y cómo experimentamos nuestra humanidad.
Llegados a este punto la pregunta que me invade es ¿Quién es más inteligente, tú o el dispositivo móvil o el ordenador en el que estas leyendo este post?
La respuesta es cada vez más compleja, sin menospreciar en lo más mínimo a tu inteligencia. Las máquinas son ciertamente expertas en resolver dilemas que se benefician de su conjunto de habilidades únicas, pero los seres humanos tienen una ventaja sobre las tareas que las máquinas simplemente no pueden realizar.
Las máquinas pueden admitir y procesar ciertos tipos de información mucho más rápido que nosotros. Pueden hacer girar esos datos en sus «cerebros», hechos de procesadores, y realizar cálculos para evocar múltiples escenarios a velocidades sobrehumanas. Por ejemplo, las mejores computadoras entrenadas en ajedrez pueden en este punto planear muchos movimientos por delante, resolviendo problemas mucho más rápidamente que los mejores humanos que juegan ajedrez. Las máquinas también aprenden mucho más rápido, reduciendo las opciones complejas a las más óptimas. Sí, los humanos también aprenden de los errores, pero cuando se trata de resolver el tipo de rompecabezas en que las computadoras destacan, somos mucho más falibles.
Las máquinas disfrutan de otras ventajas sobre las personas. Tienen mejores memorias, por lo que pueden recibir una gran cantidad de información y pueden acceder a todo de forma casi instantánea. Las máquinas no requieren dormir como lo hacen los humanos, por lo que pueden calcular, analizar y realizar tareas sin descanso y durante todo el día. A pesar de los virus o los apagones, las máquinas son simplemente más precisas para lograr un rango más amplio de funciones de alto valor que nosotros. No se ven afectados o influenciadas por sentimientos, ansiedades, preocupaciones que en ocasiones empañan el juicio y la inteligencia de los simples mortales.
Stanislaw Lec afirmaba que “la primera obligación de la inteligencia es desconfiar de ella misma.” ¿Tendrá conciencia la inteligencia artificial para desconfiar de ella?
Por otro lado, los humanos todavía son superiores a las máquinas en muchos aspectos. Realizamos tareas, tomamos decisiones y resolvemos problemas basados no solo en nuestra inteligencia, sino también en lo que nos gusta llamar nuestros instintos, nuestro sentido común y, quizás lo más importante, nuestras experiencias de vida. Las máquinas pueden programarse con vastas bibliotecas de información, pero no pueden experimentar la vida como lo hacemos nosotros.
Los seres humanos poseemos rasgos como creatividad, imaginación e inspiración y somos capaces de tener vínculos afectivos con personas, animales y cosas; tenemos la capacidad de amar, sentir pesar, añorar, agradecer y experimentar ira. Podemos hacer uso de la imaginación y el pensamiento y ser capaces de buscar el sentido propio de la vida de forma individual o colectiva. Podemos desarrollarnos emocionalmente hasta límites desconocidos.
Una persona puede escribir una carta de amor, un poema, componer música, crear una pintura o soñar con un nuevo invento. Las máquinas pueden programarse para replicar algunas de esas tareas, pero no poseen la habilidad innata de crear, en la forma en que lo hacemos los humanos.
El futuro es una mezcla entro lo blando y lo duro.
Un estudio de LinkedIn estudió las tendencias de las empresas a la hora de contratar. Analizó las principales habilidades que se buscan en los candidatos. Y reveló que las capacidades más requeridas giran no sólo en torno a la tecnología, sino también a la inteligencia emocional.
Alguien dividió a las habilidades de las personas en dos tipos: las duras y las blandas. Y aunque lo blando suene a fácil, el futuro pasa por allí. Empecemos por las duras; las habilidades duras (las capacidades tradicionalmente reconocidas, relacionadas con el conocimiento académico y el proceso instructivo formal) que serán más requeridas por los empleadores estos próximos meses son:
Como no podía ser de otra manera la relacionada con la Inteligencia artificial. La capacidad de crear y diseñar entidades artificiales que puedan realizar tareas por sí solas.
Competencia para reflexionar acerca de un problema de modo detallista y metódico, basándose en evidencias sin intervención de las emociones. Implica la aplicación de un pensamiento lógico-matemático (razonamiento analítico).
Gestión de personas: consiste en planear, organizar e incentivar al personal para promover su desempeño eficiente en la empresa. Aunque por alguna razón asocio esta habilidad al grupo de las blandas, está entre las duras.
Capacidad de creación de productos que resuelvan necesidades concretas de usuarios de manera satisfactoria y requiriendo el mínimo esfuerzo del usuario posible.
Dentro del segundo grupo se engloban aquellos atributos personales que indican un alto nivel de inteligencia emocional. En su informe, LinkedIn enumera las cinco más solicitadas: adaptabilidad, creatividad, colaboración, manejo de los tiempos, persuasión.
El estudio concluye que el desarrollo de las habilidades blandas es la mejor inversión en la carrera laboral. Esto se debe a que el aumento de la inteligencia artificial hace que las habilidades sociales sean cada vez más escasas e importantes, ya que son precisamente aquellas que los robots no pueden automatizar.
No hacía falta un estudio que nos dijera lo que ya era una realidad incuestionable, pero siempre sirve tener estos informes para compartir con los no creyentes en el cambio de era, (aquellos agnósticos de la digitalización y la automatización), en resumen, con aquellos que no creen en esta era de cambio.
¿Son las máquinas más inteligentes que los humanos?
Para el profesor Shlomo Maital, director académico del TIM-Technion Institute of Management, la inteligencia tiene dos componentes. Una es la capacidad de aprender, la otra es la capacidad de resolver problemas. Y en esas áreas, las máquinas pueden ser más inteligentes que los humanos.
Hoy en día, las computadoras pueden aprender más rápido que los humanos, por ejemplo, Watson (IBM) puede leer y recordar todas las investigaciones sobre el cancer; algo que ningún ser humano puede hacer.
Cuando llegue el Internet de las cosas y miles de millones de dispositivos estén en red, algunos expertos dicen que el conocimiento se duplicará cada 12 horas. La inteligencia humana y el aprendizaje no podrán mantenerse al día. Incluso hoy en día, ningún oncólogo puede llegar a leer ni una pequeña fracción de la cantidad de artículos de investigación sobre el cáncer que se publican. Por lo tanto, necesitaremos la ayuda de computadoras inteligentes.
Con un aprendizaje profundo, Watson también puede resolver un problema. Por ejemplo, cómo tratar una forma rara de cáncer, y así lo ha hecho. Entonces, en ese sentido, las computadoras pueden ser más inteligentes que los humanos.
Prima lejana de Watson, Alexa fue presentada en 2014. Desde entonces responde preguntas, reproduce música, hace listas de tareas, configura alarmas, hace streaming de podcasts, reproduce audiolibros y brinda información sobre restaurantes, el clima, el tráfico y otra información en tiempo real, como noticias. Alexa también puede controlar varios dispositivos inteligentes usándose como un sistema de automatización del hogar. Alexa se ha asimilado como una especie de compañera de hogar ideal sin ninguno de los desafíos de un ser humano real. Aproximadamente 100 millones de dispositivos Alexa se han vendido. Pero, ¿Es Alexa inteligente? ¿Damos la misma importancia a un asistente virtual que a una IA que está ayudando a curar el cáncer?
Muchos creen que IBM sobrevaloró su tecnología de inteligencia artificial, Watson. Aunque la CEO de IBM Ginni Rometty no es una de esas personas. «Nunca nos prometimos demasiado” y que toda la industria de la tecnología ha aprendido que «no se puede simplemente poner la inteligencia artificial por encima de los flujos de trabajo existentes». Y dijo cómo las personas deberían cambiar la forme de pensar en Watson; «la gente quiere llamarlo un negocio. Yo lo llamo una capacidad «.
Las máquinas también reflejan nuestra visión y nuestra necesidad de negocio.
A este ritmo, ¿Serán muy pronto las máquinas más inteligentes que los humanos? ¿Invertiremos más en máquinas orientadas al mercado masivo que a ayudarnos a transformer el mundo, a mejor?
Las máquinas vienen ganando y perdiendo.
Hace justo 33 años (10 de febrero de 1996) la computadora Deep Blue (como Watson, también de IBM) derrotó al campeón mundial de ajedrez Garry Kasparov. ¿Era Deep Blue inteligente? La respuesta es sí y también no.
Sí, porque fue capaz de analizar todos los movimientos de ajedrez y elegir el necesario para vencer a Kasparov .
No, porque simplemente fue capaz de calcular una enorme cantidad de posibles movimientos de ajedrez en una fracción de segundo. La velocidad no es inteligencia.
Las computadoras no sufren de limitaciones importantes que sin embargo si afectan a los seres humanos. Es decir, no están restringidos por la biología, no se cansan, pueden procesar números durante largas horas y son excepcionalmente inteligentes al realizar tareas matemáticas repetitivas. Cualquier tarea repetitiva que cree una gran cantidad de datos eventualmente será aprendida por las máquinas.
Pero los expertos están de acuerdo en que los humanos aún superan a las máquinas en inteligencia general, creatividad, conocimiento y comprensión del mundo.
El aprendizaje profundo es «profundo» (deep) porque el aprendizaje se realiza a través de una red neuronal «artificial» que tiene varias capas de profundidad. Así como el cerebro funciona enviando señales eléctricas de una neurona a otra muchas veces, pasando a través de una variedad de ubicaciones en el cerebro y a través de una variedad de subredes, el aprendizaje profundo “aprende” empleando varias capas de redes neuronales.
Waycare es una plataforma de predicción que utiliza el aprendizaje automático y el aprendizaje profundo para predecir accidentes de tránsito o choques aproximadamente dos horas antes de que ocurran y brinda a los funcionarios de la ciudad, especialmente a los administradores de tráfico, una herramienta de pronóstico con hasta 24 horas de anticipación o una herramienta para controlar el tráfico. El objetivo es cambiar la forma en que las ciudades gestionan los accidentes desde una perspectiva reactiva a una perspectiva proactiva. Hoy, las ciudades envían a la policía y personal de emergencias médicas cuando se reportan accidentes. La tecnología de Waycare puede ayudar a prevenir tales accidentes y posicionar a los socorristas por adelantado cerca de tramos de carretera propensos a los accidentes, lo que acorta considerablemente el tiempo de respuesta crucial.
Las máquinas pueden superar a los humanos en ciertas tareas especializadas, como jugar al ajedrez o a otros juegos, pero hoy en día ningún programa de computadora puede igualar a la inteligencia general humana. Los seres humanos aprenden a lograr muchos tipos diferentes de objetivos en una gran variedad de entornos. Todavía no sabemos cómo dotar a las máquinas con el tipo de sentido común del mundo cotidiano que sustenta la inteligencia general humana. Aunque varios expertos están seguros de que seremos capaces de lograrlo algún día.
Las personas poseen creatividad e intuición, ambas cualidades que el código de computadora no poseen, y lo más importante es que, probablemente, nunca las tengan.
Por ejemplo, podemos hacer que las máquinas imiten la creatividad a través de subsumir obras de arte en una base de datos y luego crear una nueva obra de arte a partir de alguna fusión. Pero, ¿es eso lo mismo que la creatividad humana, o es el código de la computadora simplemente seguir un conjunto de instrucciones? Esto es lo que hace que la máquina sea muy inferior cuando se trata de ese componente de inteligencia.
Seres humanos y máquinas colaborando.
Las máquinas no tienen un concepto de significado como lo tiene un ser humano. Incluso si la máquina pudiera determinar una emoción, no entendería lo que significa experimentar una emoción. ¿Lo harán en el futuro? Es probable.
Los expertos, en general, están de acuerdo en que las máquinas del mañana poseerán algunos de los rasgos que hoy se consideran únicamente humanos.
El cerebro humano tiene más de 80 mil millones de neuronas, todas inter conectadas. Las redes neuronales informáticas tienen muchas menos células; pero no podemos descartar que un día tales redes neuronales alcanzarán la complejidad y la sofisticación del cerebro humano. ¡Alarma!
Todo esto es probable que llegue más pronto que tarde. Una vez que hayamos descifrado el neurocodigo que maneja nuestros cerebros, se cree que podríamos replicar esa estructura y funcionamiento de manera artificial, para que podamos crear una vida artificial con inteligencia artificial.
Ciertamente, aunque resulte casi imposible, necesitamos mantener un control sobre la inteligencia artificial para que podamos controlar a las máquinas y no al revés. Pero ¿cómo podemos asegurarnos de que la inteligencia de la máquina que puede llegar a estar completamente más allá de nuestra comprensión y permanezca totalmente alineada con la nuestra?
“¿Y cuál es entonces el tipo de inteligencia que no es artificial?” Se pregunta JR en el Blog Rebeldes Digitales. Y responde:
“Se podría decir que lo único realmente auténtico es aquello adquirido a través de nuestra propia experiencia, pero sólo si ésta deja de estar influída o condicionada por los aprendizajes e informaciones anteriores; cosa que resulta ser sumamente difícil, ya que liberarse de los condicionamientos que limitan la aparición de la inteligencia es un proceso que lleva muchos años de atención. Porque muchas veces, ni siquiera muestras propias experiencias son capaces de derribar los condicionamientos adquiridos de forma artificial. Nuestra respuesta a los estímulos cotidianos no es muy distinta a las respuestas que podría dar una máquina programada con la misma información.
Vivimos casi toda nuestra vida en una especie de piloto automático, que nos permite reaccionar de una forma similar, estipulada y predecible a los estímulos que se nos presentan y sin esfuerzo.
Esta capacidad de funcionar de forma automática nos hace semejantes a cualquier máquina programada para la misma función.”
En lugar de obsesionarnos con quién es más inteligente o seguir siendo temerosos de la tecnología, debemos recordar que las computadoras y las máquinas están diseñadas para mejorar nuestras vidas. O al menos eso es lo que nos gusta creer. A medida que las máquinas se vuelven mejores debemos asegurarnos de que «ayudarnos» siga siendo su función principal.
No estamos ni queremos estar en una competición sino más bien en una colaboración.
El término Inteligencia Artificial es muy engañoso. La inteligencia es la capacidad de resolver problemas y aprender. El aprendizaje y la resolución de problemas están relacionados. Cuantos más problemas resuelvas, más aprendes. Y cuanto más aprendas, mejor podrás resolver problemas. Los seres humanos tienen inteligencia. También los animales. Y también algunas máquinas. Si un ser humano, un chimpancé y una computadora pueden aprender y resolver problemas, entonces todos tienen inteligencia. No hay nada artificial en esto.
La IA es una más de una lista de tecnologías que han transformado la historia. Todos los avances son capaces de crear o destruir y depende de nosotros qué hacemos con aquello que creamos. Que la inteligencia humana y la artificial tengan la claridad de entender la diferencia.
En un futuro, y recordando las palabras de John Fitzgerald Kennedy que decía que “un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”, veamos a la Inteligencia Artificial siendo contratada por humanos para ciertas tareas, a la vez que muchas máquinas inteligentes contratando humanos para aquello en lo que no seamos reemplazables.
En esta era de la incertidumbre la ambigüedad y complejidad en las preguntas y las respuestas es lo que resaltan la esencia del ser humano.