RoboLaw: las leyes de la robótica

RoboLaw: las leyes de la robótica

¿Qué derechos se supone que ha de tener un robot?
15 March 2017

Polo Sant'Anna Valdera es uno de los principales centros de investigación en robótica. Ante los avances tecnológicos, sus trabajadores creen que es cada vez más apremiante responder a esta cuestión. La innovación suscita nuevas cuestiones jurídicas y éticas. El Parlamento Europeo quiere abordar estas cuestiones para que la robótica siga prosperando en 2017.

Desde robots industriales hasta equipos médicos, drones, juguetes o electrodomésticos, la robótica y la inteligencia artificial cada vez más forman parte de nuestra vida cotidiana. 

El Parlamento Europeo es la primera institución del mundo que intenta legislar los aspectos jurídicos y éticos que entraña la inteligencia artificial. Se está produciendo una gran revolución, porque cada vez hay más robots, y habrá aún más en el futuro, en todas las facetas de la vida. 

He convencido a la Comisión de Asuntos Jurídicos de que constituya un grupo de trabajo centrado específicamente en las implicaciones jurídicas y éticas de la robótica para nuestra sociedad. 

En Pisa, el Instituto Sant'Anna, un importante centro de robótica, forma parte del proyecto europeo RoboLaw. Aquí, los investigadores estudian la cuestión de la responsabilidad de los robots y otros aspectos jurídicos. Para ellos, el interés del Parlamento Europeo en estas cuestiones, es positivo y sienta las bases para una nueva forma de entender la robótica. Aunque la tarea no es sencilla. La robótica es un mundo amplísimo, de manera que si el planteamiento es demasiado genérico, se corre el riesgo de no llegar al fondo del asunto. 

Andrea Bertolini es especialista en Derecho privado. Para él, los robots no son como cualquier otro producto, aunque se les aplique la legislación actual. Esas leyes se hicieron pensando en distintos tipos de dispositivos, por lo que las soluciones que ofrecen pueden no ser las más indicadas para los robots.

En caso de que un robot cause un accidente, con un coche sin conductor, por ejemplo, ¿quién es el responsable? En principio, el conductor ya no tiene responsabilidad alguna, de manera que se plantea la cuestión de quién ha de contratar el seguro. ¿El fabricante? ¿El programador? ¿El usuario? Se trata de una cuestión muy compleja y costosa de resolver. 

Tiene mucho más sentido hacer responsable a quien se encuentra en mejores condiciones para reducir al mínimo el coste y el riesgo. Es lo que yo denomino «método de gestión del riesgo». En esa situación, el usuario o el fabricante podrían suscribir una póliza de seguro que cubriese todos los costes asociados a tal responsabilidad. 

No solo van aproximándose al mercado robots cada vez más autónomos, sino que en los laboratorios, los ingenieros están diseñando robots que tienen la capacidad de aprender de su entorno, de su experiencia, y de tomar decisiones independientes. «Por favor, tome la botella». Entonces uno debe preguntarse si el programador ha de ser siempre responsable de la acción, ya que el entorno va a tener cierta influencia sobre el robot. 

Para el Parlamento Europeo, una posible respuesta sería otorgar a este tipo de robots una personalidad electrónica. Personalidad electrónica significa tratar a los robots como una sociedad, una persona jurídica que tiene ciertos derechos y obligaciones de carácter meramente instrumental para un interés económico específico de un ser humano.

Otra gran preocupación para el Parlamento Europeo son los aspectos éticos que suscita la robótica. En particular, la relación de dependencia que puede establecerse entre un ser humano y un robot, por ejemplo, en el caso de las personas vulnerables. Debemos evitar inducir a las personas vulnerables a creer que los robots son realmente capaces de experimentar emociones que, como máquinas, no pueden sentir. 

Por último, ¿puede ser que la regulación de todos estos aspectos dificulte la innovación? Por el contrario, puede ser un motor de crecimiento en el sector, porque la seguridad jurídica alentará la investigación y el desarrollo industrial. El desarrollo de normas tiene gran importancia estratégica, porque las normas que aparezcan pueden ser normas americanas, pueden ser normas internacionales... Si son normas europeas, está claro que la industria europea tomará ventaja. Estamos en un momento óptimo, porque los Estados miembros aún no han legislado, de manera que podemos ofrecer un marco jurídico que sirva de inspiración para que los Estados miembros adopten normas que puedan ser aplicadas en toda la Unión Europea.

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