Por qué el éxito laboral te llega a los 50

Por qué el éxito laboral te llega a los 50

Hay más emprendedores que han traspasado el medio siglo de vida que jóvenes, pese a la creencia generalizada. Muchos de ellos se adentran en el mundo digital
26 May 2017

No es verdad que los jóvenes sean los que más empresas o negocios montan. La realidad que muestra el informe Emprendimiento Senior, elaborado por GEM (Global Entrepreneurship Monitor), el estudio de referencia mundial para el emprendimiento desde que en 1999 lo creasen el norteamericano Babson College y la británica London Business School, indica justamente lo contrario. El 31% de los adultos entre 50 y 80 años trabajan por cuenta propia, en tanto que los que tienen entre 18 y 49 años suman un porcentaje del 29%.


Los mayores más activos poniendo en marcha negocios son los ciudadanos de los países africanos y de América Latina y Caribe. Y no sólo se muestran más emprendedores que los jóvenes, además, los senior emplean a un mayor número de personas en sus proyectos que los de edades menos avanzadas e invierten más dinero, según el autor del informe, Thomas Schott, profesor de la Universidad del Sur de Dinamarca.

Sin embargo, la creencia generalizada, al menos en España, es que los veinteañeros ataviados con vaqueros y camiseta, surgidos en garajes o espacios de trabajo compartidos son los que tienen las ideas más brillantes. Los dueños del emprendimiento. “Este mito existe por el boom de aceleradoras e incubadoras de empresas que los organismos públicos, las universidades y las escuelas de negocios están impulsando masivamente. Y están dirigidas a su público objetivo: los jóvenes”, explica Aitor Ojanguren, emprendedor de 53 años.

Menos visibilidad

“La idea que se ha extendido del emprendedor es muy concreta. Un joven agresivo con un proyecto innovador generalmente de Internet y cuyo valor quiere multiplicar por 10 en seis meses. Los mayores no se ven reflejados en esta foto, no les gusta la agresividad y sienten que hay muchos modelos de negocio que no pasan necesariamente por hacerse millonarios rápidamente, por eso no son tan conocidos”, opina Concepción Galdón, directora de innovación social y de Área 31 en IE Business School. “Porque los jóvenes que impulsan una empresa lo hacen de forma visible, buscando ayudas del ecosistema oficial de emprendimiento, compartiendo oficinas… Un senior no entra desde el primer momento en una incubadora o en una aceleradora ni piensa inmediatamente en conectarse a ese ecosistema”, añade.


Pese a esta menor visibilidad, montar un negocio innovador cuando se ronda la cincuentena tiene sus ventajas. Y la crisis ha sido un acicate para ponerlas de manifiesto. “Sin duda la escasez de oportunidades profesionales por motivo de la crisis, de la reestructuración del mercado laboral, de la robotización y la desaparición de grandes industrias, lleva a los senior a emprender por necesidad, aunque también encontramos profesionales maduros que desarrollan su propio proyecto y crean oportunidades a través de su experiencia en una industria determinada sin necesitar imperiosamente ingresos extra. Hoy altos cargos de entidades bancarias están emprendiendo en fintech”, señala Ignacio de la Vega, director del Centro de Emprendimiento de Babson Global.

José Alemany es un claro ejemplo. Este licenciado en Empresariales y con experiencia tecnológica espera estrenar dentro de muy poco su fintechFundslink, “un marketplace muy innovador de servicios financieros que pondrá en contacto a gestoras de patrimonio independientes con inversores minoristas y que está pendiente de la autorización pertinente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores para operar”, explica.

Alemany salió en un ERE de la consultora donde trabajaba. Entonces, cuenta, “dentro de las opciones que se me presentaban, vi que montar una empresa era la mejor porque tenía grandes posibilidades de negocio”. A sus 50 años, este empresario cree que está en la mejor edad para emprender porque la experiencia de 20 años que atesora es muy valiosa.

“Es verdad que la crisis ha obligado a la gente a cambiar de actividad en los últimos diez años. Yo me quedé en paro y tenía la opción de buscar una nueva empresa para trabajar o moverme por mí mismo. Tuve la confianza para montar un negocio y así lo hice junto a dos socios”, indica Luis María Román, fundador de la consultora de telecomunicaciones Baitic Soluciones.

Experiencia, mejores contactos, mayor credibilidad y capacidad financiera son las ventajas de los emprendedores seniors


A Hans Svanbom la oportunidad no le llegó así sino a través de un centro de innovación sueco (país del que es originario), con el que colaboraba desde España. Hace dos años montó Swan Water Solutions, una compañía cuya tecnología fue adquirida a una startup que cerró por falta de capital y que permite ahorrar agua, energía y construir ciudades inteligentes. Svanbom fue directivo en el sector de telecomunicaciones, tiene 55 años y aborda su segundo proyecto empresarial porque, “tras ejercer una profesión durante 25 años, te cansas. Yo quería hacer algo que mejorase el medio ambiente para las futuras generaciones y una tecnología de riego por capilaridad que permite ahorrar la mitad del agua es muy interesante para ello”, expone.

Lo bueno de ser mayor

La experiencia, una red de contactos consolidada, mayor credibilidad y capacidad financiera son algunas de las ventajas que acompañan a los emprendedores mayores de 50 años para poner en marcha una empresa, asegura Ignacio de la Vega y coinciden los protagonistas entrevistados. Eso sí, los mayores pecan de “una más limitada resistencia al fracaso, a competir…”, continúa el directivo de Babson; y también, aun formando parte de negocios digitales, como sucede entre los consultados, “tenemos menos energía que los jóvenes y menos conocimientos en redes sociales o tecnología, incluso procediendo del área de telecomunicaciones como es mi caso”, admite Svanbom. “Con la edad, somos más conservadores y contamos con más cargas familiares”, agrega Luis María Román, de 47 años.

“Nos cuesta más emprender porque creemos que supone mucho riesgo y que hay que poner en juego todo el patrimonio disponible. Pero no es así”, explica Aitor Ojanguren. “El proceso de inversión tiene que cubrir etapas que, si no se cumplen, hay que poner fin a la entrada de más capital y cerrar. Así acotas la incertidumbre, mediante etapas”, prosigue. “Lo que tenemos las personas maduras es que vemos las cosas con más tranquilidad y distancia. Priorizamos mejor”. Y también planifican más acertadamente, según Galdón.

Ojanguren es un ingeniero industrial que pensó que iba a ejercer como tal durante toda la vida. Más tras llegar a la dirección general de una empresa de transportes. Pero después de una operación fallida para que los ejecutivos de la compañía se hiciesen con ella, decidió montar una empresa de e-commerce por su cuenta, Celeritas. Y salió bien. De hecho, la vendió con éxito hace tres años y se embarcó en su nuevo proyecto: Koiki, una red de mensajería de proximidad con que entregar los paquetes procedentes de las plataformas de comercio electrónico a pie, en bicicleta o con vehículos eléctricos, “un emprendimiento social”, dice. “La crisis ha incidido en que haya emprendedores de mayor edad. Si hubiera tenido claro que tendría un puesto de directivo durante toda la vida, a lo mejor no habría montado negocios”, reconoce.

En la imagen José Alemany, fundador de Funds Link, y Hans Svanbom, creador de Swan Water Solutions, a la derecha.




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