¿Exceso de confianza? Un alto a este paradigma erróneo

¿Exceso de confianza? Un alto a este paradigma erróneo

Friday, 3 August 2007

A veces cuando se ha pretendido explicar el origen de un determinado evento no deseado se recurre a lo más fácil. La impotencia de muchos de dar con el diagnostico - O también llamado: Causa Básica – se trasunta en la consabida frase: “Sucedió por Exceso de confianza”.

¿Realmente suceden las cosas por exceso de confianza?

Que es la confianza?

El diccionario de la Real Academia define que la confianza es la Esperanza firme que se tiene de alguien o algo. Es la Seguridad que alguien tiene en sí mismo.

¿Es malo tener una gran confianza en si mismo? ¿Es negativo tener una esperanza firme? No.

El modo como se “hace seguridad” hoy en día no es el más adecuado y eficiente. Se estudian los procesos y la adaptación de las personas a ellos y la mayoría de los sistemas de gestión están basados en este inadecuado enfoque.

Cada persona tiene la capacidad de percibir e identificar los peligros a su alrededor, es parte de su “instinto de conservación vital”, de su autoestima, de su valoración y de su adaptación al entorno.

Aun cuando las valoraciones que realizamos los prevencionistas no siempre son exactas, muchos dicen que los prevencionistas “ven lo que otros no ven”, y ello es muy cierto. Los prevencionistas por donde van evalúan los riesgos y toman acciones correctivas. Esta referida capacidad de percepción ha sido forjada por la experiencia y la formación académica. Es un logro adquirido en el cual basa su actividad y desempeño profesional. A ello, se le llama: Capacidad de Percepción del Riesgo.

Cuando en el trabajador dicha capacidad no es adecuada surgen los problemas, no se detectan los peligros y se subestima el riesgo, se sobreestima la capacidad de respuesta frente al riesgo subestimado, se ignora el riesgo, no se identifica el peligro, etc.

Uno de los objetivos de todo Sistema de seguridad es elevar la autoconfianza, tanto en cada trabajador como en toda la organización. Mientras más confianza tenga una persona, más satisfacción obtendrá luego del cumplimiento de su labor. No es el exceso de confianza lo que genera accidentes. Lo es si la discapacidad o nivel inadecuado de percibir y darse cuenta de los riesgos a los que se está expuesto y el que por dicha discapacidad se actué inadecuadamente dando como consecuencia una conducta no acorde con la autoprotección.

Una de las tareas cotidianas que tiene el prevencionista moderno es la de observar las conductas de las personas (Conductas deseadas y Conductas No deseadas), dicha observación permite evidenciar y darse cuenta como lo “seguro” se transforma hasta convertirse en algo “menos seguro”. Esa es la percepción del prevencionista y a dicha capacidad de percepción se le llama: Percepción del Riesgo.

Las diversas gestiones de la actividad preventiva, que se realizan en las diferentes empresas cuando se intenta abordar la prevención desde la vertiente de la conducta, se centran en los cumplimientos e incumplimientos de los procedimientos de alguna parte de los procesos, se desestima la psicología del trabajador, se ignora cual es su cultura general, su inteligencia emocional, el entorno en el cual creció y desarrolló su personalidad, el entorno psicosocial y laboral, etc. Realmente por lo punitivo, se trabaja “al látigo”. Dichos tipos de gestión predisponen a un estancamiento. La gestión preventiva, como interdisciplinar que es, requiere de una intervención diferente polifactorial y sistémica. Se debe comprender al trabajador inmerso en un todo, holísticamente, su psicología, su comportamiento y su adaptación al entorno o contexto. A su organización”.

La gestión de la actividad preventiva continúa mejorando y perfeccionándose en muchos aspectos, sin embargo, otros quedan relegados a un segundo o tercer plano, como son los aspectos psicosociales. Entre estos últimos cabe destacar, por su trascendencia e influencia, la percepción que tienen todos y cada uno de los trabajadores respecto de los riesgos a los cuales consideran que están expuestos, así como el grado de exposición y la estimación del posible daño en el supuesto que se materialice dicho riesgo, en un accidente.

Estamos de acuerdo que todos somos diferentes, que tenemos una psicología diferente y por ende una capacidad de percepción diferente, pero generalmente no se atiende a los factores contextuales como: Cultura, alternativas disponibles, contexto geográfico, contexto político, situación económica, condiciones de Estrés, acontecimientos recientes en dicha tarea o puesto de trabajo, el modo y cualidad de la comunicación de los riesgos. Etc. y a los factores individuales como: Variables demográficas (edad, etnia por ejemplo), personalidad, valores y creencias (paradigmas), vulnerabilidad personal a la influencia del grupo (incluidas las presiones de los compañeros), control, destreza, temeridad y clima organizacional percibid, motivación que genera el riesgo, homeostasis del riesgo, atención y estado de ánimo, etc.

Es imperativo un enfoque diferente para la prevención de accidentes que trabaje en la psicología de la persona, que logre elevar su percepción del riesgo al nivel del prevencionista. Si el trabajador se da cuenta y percibe de manera subjetiva la existencia de un riesgo, aunque de manera objetiva no exista, el trabajador se comportará como si realmente existiese, y por tanto empleará parte de sus esfuerzos en poder controlar ese riesgo subjetivo, porque él lo percibe como objetivo. El objeto de todo sistema de gestión de la seguridad es elevar el nivel de percepción de los riesgos de las personas expuestas a los riesgos, pero, ¿si hablamos de niveles de percepción, acaso no es algo que pudiera diagnosticarse, medirse, moldearse, modificarse o tratarse? Por supuesto que si.

Manos a la obra.

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