Estrategia, estrategias... desafíos

Estrategia, estrategias... desafíos

Friday, 30 March 2007

Hacer un seguimiento de la seguridad y salud de los trabajadores, en unas empresas cada vez más complejas y en continua transformación, supone algo más que un reto para cualquier empresario. Con unas tecnologías cambiantes y que se están convirtiendo cada vez más en híbridos tecnológicos, donde se combinan procesos manufactureros anteriores al siglo XIX con sistemas productivos cuaternarios que se manifiestan en tecnologías futuristas y en las que muchas veces es difícil, incluso para los expertos, identificar los riesgos presentes en los procesos; a veces, por falta de conocimientos técnicos, otras por la inestabilidad de la tecnología al uso, que puede llegar a hacer impredecibles algunos comportamientos del sistema.

Generar estrategias encaminadas a reducir la accidentalidad laboral parece ser la mejor forma de alcanzar objetivos de baja siniestralidad en nuestro entorno inmediato, pero, pese a la bondad de este planteamiento, he ahí uno de los puntos débiles del mismo, si generar y aplicar estrategias de reducción de la accidentalidad se basa en realizar un conjunto o plan de acciones específicas, este objetivo queda muchas veces cercenado en su raíz por que durante el proceso temporal de análisis, planificación y ejecución de estas estrategias la propia volatilidad tecnológica cambia su estructura y convierte en inoperante aplicaciones que han quedado obsoletas en un tiempo record .

No es necesario ir demasiado lejos para encontrar ejemplos de este fenómeno, la Directiva Marco sobre salud y seguridad en el trabajo (89/391/CEE) sufre este problema: cuando la Directiva fue promulgada en 1989 el modelo productivo predominante en la Unión Europea era el de la gran empresa industrial integrada; sin embargo, en la actualidad, el modelo es mucho más variado y fragmentario: con una preponderancia de pequeñas empresas, mayor importancia del sector de los servicios, empresas industriales con actividades subcontratadas, organizaciones virtuales y trabajadores autónomos. Casos, todos ellos, en los que la aplicación de la Directiva resulta especialmente compleja.

Por otro lado, esta complejidad aumenta al abordar las distintas dimensiones del trabajo: económica, social, política, cultural, ya que también se ven sometidas a una creciente diversidad de las relaciones y rapidez de las transformaciones. De ahí que, a veces, las acciones pre-establecidas se convierten en procesos cada vez más complejos de los que muchas veces no se infieren los riesgos de manera ni directa ni sencilla, con lo cual es difícil comprender qué pasa y obviamente aún más difícil buscar una explicación coherente y comprensible al proceso, que permita controlar en origen el riesgo.

Buscar una estrategia coherente al proceso a controlar, asumible para los distintos países, sectores, actividades y aplicable por estos de una forma razonablemente eficaz es cuando menos un desafío bizarro.

Con esta jornada pretendemos, de manera sucinta, plantear las diferentes estrategias: comunitaria, nacional y autonómica, discutir qué se puede asumir y qué es más una intención de voluntades o un intento de prospectivas, que una estrategia formal de actuaciones.

Sin duda un valor de la estrategia europea que pretende ser coherente en todos sus pasos y que busca un resultado concreto, es el de permitir actuar en el presente y analizar con carácter prospectivo el futuro. Pero el borrador español, que tiene perfiles y objetivos loables, además de ser coherente con el europeo, deberá dotar recursos suficientes a los diferentes agentes que intervengan en el proyecto para que las medidas y acciones propuestas se conviertan en objetivos operativos claros, alcanzables y faciliten, de esta forma, las actitudes y aptitudes inequívocas que ayuden a reducir, y ya es hora, de una manera significativa y contundente este dolor nacional que son los accidentes laborales.

JORNADA

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