¿Cómo entrar en el Grupo de los 115 años como edad de la muerte?

¿Cómo entrar en el Grupo de los 115 años como edad de la muerte?

Hay un grupo de seres humanos que pueden englobarse en los "vivazmente espirituales" que los investigadores sanitarios, estadísticos y psicológicos están descubriendo que tienen altas probabilidades de llegar a los 115 años de vida pues su fuerza interior, capacidad de análisis, elucubración sobre el más allá y necesidad constante de ser útil a los demás, supera en mucho a cualquier causa física que apriete para acabar antes. Es el antídoto invisiblemente perfecto para frenar la voracidad no solo de los virus y bacterias pandémicas sino de los riesgos laborales, viales y deportivos en los que nunca dan un paso más allá del preciso.
20 Octubre 2022

Existen referencias históricas o míticas de personas que han sido muy longevos en su vida. Matusalén como paradigma debió ser muy mayor al morir por haber resistido en la Tierra cientos de años. Tres textos bíblicos diferentes dan a entender que Matusalén vivió entre 720 y 969 años en una época en que los años de vida se hacían en relación con el Diluvio Universal que se produjo el año 2256 antes de Cristo. Algún estudioso contemporáneo ha llegado a decir que entonces se confundían los años solares con los meses lunares y que Matusalén murió a los 72 años reales.

Llegar a los 100 años es ahora mismo un reto que viene siendo anécdota pero que muestra perfiles de personas de sana alimentación y vida familiar feliz. Pero con la plaga de pandemis del Covid van apareciendo nuevos aspectos inmunológicos que se van relacionando en la reacción positiva de las defensas y anticuerpos en perfiles humanos de gran vida interior, de fe en que existe una vida distinta en el más allá que mantendrá nuestras energías y en poder tener aun vivencias terrenales que requieren "estar aquí" con la tranquilidad y seguridad de que hay un "más allá" donde se concentran todas las energías incluso la nuestra, que más útil será allá en tanto más tiempo estemos aquí. Ello conlleva un estado de resistencia o resiliencia que llega a prevenir la evitación de accidentes con actuaciones pausadas y reflexivas que ayudan a no cortar el hilo de la vida. Son el grupo de los 115 (actual generación de los octogenarios con ganas de vivir, de aportar y de compartir). Y a ello nos aferramos quienes por el parabrisas o por el retrovisor vemos que estamos ya con la esperanza de vida a poca distancia, a punto de llegar o ya rebasada, y nos gusta escuchar el optimismo de nuestro Catedrático y Director del CERpÌE Pedro R.Mondelo cuando apuesta por los 115 viendo la progresión de las soluciones que la medicina y farmacología avanzadas nos vienen aportando año tras año. Todo ello conviene contemplarlo con los estudios médico-científicos actuales sobre la longenvidad humana. 

Un equipo de expertos de la empresa biotecnológica Gero, con sede en Singapur, junto con especialistas del Roswell Park Comprehensive Cancer Center, de Buffalo, en el estado de Nueva York, han llevado a cabo un análisis detallado de las propiedades dinámicas y de las fluctuaciones de los índices fisiológicos a lo largo de las trayectorias de envejecimiento individuales para medir el límite de la longevidad humana.

La publicación que aceptó este estudio es Nature Communications, y como recuerda Tim Pyrkov, primer autor del estudio y responsable del proyecto mHealth, en Gero, en poco tiempo hemos sido testigos de los primeros ejemplos prometedores de reversión de la edad biológica, mediante intervenciones experimentales.

De hecho, muchos tipos de relojes biológicos predicen adecuadamente más años de vida para aquellos que eligen estilos de vida saludables o abandonan los que no son saludables, como el tabaquismo.

Pero los científicos todavía desconocen por qué cambia tan rápidamente la edad biológica, con el tiempo, para la misma persona. Especialmente, cómo se distinguiría entre las fluctuaciones transitorias y la tendencia genuina al cambio de bioedad.

La recopilación y procesamiento por medio de avanzadas plataformas informáticas de enormes cantidades datos biomédicos, que involucran múltiples mediciones de los mismos individuos, genera una amplia gama de nuevas oportunidades y herramientas prácticas para comprender y cuantificar el proceso de envejecimiento en los seres humanos.

En este estudio se dice que las personas resultaron ser muy resilientes, mientras que la pérdida de esta condición resultó relacionarse con enfermedades crónicas y elevados riesgos de mortalidad por todas las causas.

Resiliencia humana y longevidad

Así, encontraron que la tasa de recuperación al nivel de equilibrio de la línea de base, después de las tensiones, se deterioraba con la edad. En consecuencia, el tiempo necesario para recuperarse era cada vez más largo. Siendo alrededor de dos semanas para adultos sanos de 40 años, el tiempo de recuperación se extendió a 6 semanas para 80 años como promedio.

Antes de continuar, consultamos al diccionario de la RAE para ver el significado de resiliencia: "capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos y capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido".

Este hallazgo se confirmó en dos conjuntos de datos diferentes basados en dos tipos distintos de mediciones biológicas: los parámetros de análisis de sangre, de un lado, y los niveles de actividad física registrados por dispositivos portátiles, por otro.

“El cálculo de la resiliencia basado en flujos de datos de actividad física se implementó en la aplicación GeroSense para iPhone, y se puso a disposición de la comunidad de investigadores a través de una APP basada en la web”, comenta Pyrkov.

Si la tendencia se mantiene en edades posteriores, la extrapolación muestra una pérdida completa de la capacidad de recuperación del cuerpo humano; esto es, la facultad de recuperarse, a una edad de entre 120 y 150 años.

A medida que envejecemos, se requiere más tiempo para recuperarnos después de una perturbación y, de promedio, pasamos cada vez menos tiempo cerca del estado fisiológico óptimo, subraya este investigador.

Aumento gradual de la longevidad humana

La pérdida de resiliencia prevista, incluso en los individuos más sanos y que envejecen con mayor éxito, podría explicar por qué no vemos un aumento evidente de la esperanza de vida máxima, mientras que la esperanza de vida promedio creció de manera constante durante las últimas décadas.

Las fluctuaciones divergentes de los índices fisiológicos pueden significar que ninguna intervención que no afecte la disminución de la resiliencia puede aumentar efectivamente la esperanza de vida máxima y, por lo tanto, solo puede conducir a un aumento gradual de la longevidad humana.

El envejecimiento es un proceso complejo y de múltiples etapas. Por lo tanto, sería difícil comprimir su proceso en un solo número, como la edad biológica.

El trabajo de estos especialistas en biotecnología demuestra que los estudios longitudinales abren una ventana completamente nueva sobre el proceso de envejecimiento y producen biomarcadores independientes que son adecuados -siempre según el primer autor de este estudio- para aplicaciones en geociencia y futuros ensayos clínicos de intervenciones antienvejecimiento.

“Además, exhibe características universales comunes a los sistemas complejos que operan al borde de la desintegración. Este trabajo es una demostración de cómo los conceptos tomados de las ciencias físicas pueden usarse en biología, para investigar diferentes aspectos de la senescencia y la fragilidad para producir intervenciones fuertes contra el envejecimiento”, explica el máximo responsable de esa compañía, Peter Fedichev.

Por consiguiente, no es posible prolongar la vida mediante la prevención o curación de enfermedades sin interceptar el proceso de envejecimiento, la causa fundamental de la pérdida subyacente de resiliencia.

Estos científicos no prevén ninguna ley de la naturaleza que prohíba tal intervención. Por lo tanto, el modelo de envejecimiento presentado en su estudio puede guiar el desarrollo de terapias que prolongan la vida con los efectos más fuertes posibles sobre la esperanza de vida.

Terapias antienvejecimiento

Por su parte, el profesor Brian Kennedy, que dicta clases de bioquímica y fisiología en la Universidad Nacional de Singapur, destaca que la investigación “ayudará a comprender los límites de la longevidad humana y las futuras intervenciones antienvejecimiento. Pero lo que es aún más importante es que este trabajo puede ayudar a cerrar la brecha creciente entre la salud y la esperanza de vida, que continúa ampliándose en la mayoría de los países en desarrollo”.

Al hilo de todo esto, el profesor Andrei Gudkov, director del Departamento de Biología del Estrés Celular del Roswell Park Comprehensive Cancer Center, coautor de este trabajo y cofundador de Genome Protection, Inc. (empresa de biotecnología cuyo objetivo es el desarrollo de terapias antienvejecimiento), destaca que este estudio es “un avance conceptual porque determina y separa los papeles de los factores fundamentales en la longevidad humana: el envejecimiento, definido como pérdida progresiva de resiliencia, y las enfermedades relacionadas con la edad, como ejecutores de la muerte después de la pérdida de resiliencia”.

En este sentido, hace hincapié en que “explica por qué incluso la prevención y el tratamiento más eficaz de las enfermedades relacionadas con la edad sólo podrían mejorar la esperanza de vida media, pero no la máxima, a menos que se hayan desarrollado verdaderas terapias antienvejecimiento”.

En esta ronda de declaraciones hay que incluir ahora la de David Sinclair, reconocido profesor de Genética de la Universidad de Harvard. “Esta investigación -subraya- demuestra que la tasa de recuperación es una característica importante del envejecimiento, que puede guiar el desarrollo de medicamentos para ralentizar el proceso y aumentar la vida útil”.

Dos marcadores de envejecimiento

Este equipo de científicos caracterizó la dinámica de los parámetros fisiológicos en escalas de tiempo de la vida humana, mediante un conjunto mínimo de dos parámetros. El primero es un valor instantáneo, a menudo denominado edad biológica, y se ejemplifica en este trabajo con el Índice de Estado del Organismo Dinámico (DOSI). El número resultante se asocia con el estrés, el estilo de vida y las enfermedades crónicas, y se puede calcular a partir de un análisis de sangre estándar.

El otro parámetro, la resiliencia, es nuevo y refleja las propiedades dinámicas de las fluctuaciones del estado del organismo: informa sobre la rapidez del valor de DOSI, que vuelve a la norma en respuesta a las tensiones.

¿Cuándo comienza el envejecimiento?

Los cambios relacionados con la edad en los parámetros fisiológicos comienzan desde el nacimiento. Sin embargo, varios parámetros cambian de diferentes maneras en diferentes etapas de la vida (Aging US, 2018).

Los datos del estudio actual demuestran que hay una diferencia importante entre la fase de crecimiento, en su mayoría completa a la edad de 30 años, y siguiendo la teoría del crecimiento universal de Geoffrey West y el envejecimiento. A los 40 años o más, el envejecimiento se manifiesta como una (desviación lineal, sub-exponencial) de los índices fisiológicos de sus valores de referencia.

¿Con qué frecuencia se debe medir la edad biológica?

Los parámetros fisiológicos están naturalmente sujetos a fluctuaciones alrededor de algún nivel de equilibrio. Los niveles de glucosa suben y bajan después de comer, el número de horas de sueño es ligeramente diferente cada día. Sin embargo, se puede recopilar un conjunto de datos longitudinal, es decir, una serie de estas medidas para la misma persona, y observar que los niveles promedio son diferentes entre individuos.

La resiliencia también requiere mediciones repetidas, ya que es necesario saber exactamente cuándo se logró la recuperación para calcularla.

Es importante destacar -según estos científicos- que la resiliencia también proporciona una guía conveniente sobre la frecuencia con la que se deben tomar mediciones repetidas. Como regla general, el período de observación requerido para la determinación fuerte de bioage debe comprender múltiples eventos de estrés y recuperación.

Para las personas más sanas, dicho período de observación ascendería a varios meses y debería aumentar con la edad. Durante ese tiempo, una determinación robusta de bioage requeriría varios puntos de datos por tiempo de recuperación, que idealmente es una medición en unos pocos días.

Todas estas elucubraciones no nos dan especial ánimo a quienes ya somos octogenarios. Por ello seguimos confiando en los avances puntuales de la medicina ante las crisis de salud que súbitamente y sin avisar se nos vienen presentando. Lástima no haber dispuesto de las Memorias de Matusalén.

¿Qué opinas de este artículo?