Garantizar la Sostenibilidad global en el Horizonte 2050

Garantizar la Sostenibilidad global en el Horizonte 2050

Son numerosos y variados los factores que hoy ponen en riesgo alcanzar la Sostenibilidad Global en el Horizonte del año 2050. Sin embargo, también es oportuno destacar que actualmente se dispone de herramientas y procedimientos para avanzar con éxito hacia este objetivo si dichos instrumentos son empleados responsablemente.
5 Octubre 2022

Como participante en el 22 Congreso Internacional ORP, celebrado en Cartagena de Indias, Colombia, a principios del pasado mes de agosto, el autor expuso una conferencia alusiva a los principales aspectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de asegurar las mejores condiciones de seguridad y sostenibilidad en el horizonte del año 2050, en un Planeta afectado por una serie de factores que frenan, e inclusive a veces bloquean, la posibilidad de avanzar con éxito hacia dicho objetivo.

El presente artículo ofrece un resumen de los conceptos y argumentos que fueron expuestos durante la citada ponencia.

¿CUAL ES EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL TERMINO “SOSTENIBILIDAD?

La frase que mejor define este término dice que “El principio de la sostenibilidad es asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras y sin renunciar a la protección del medioambiente, el crecimiento económico y el desarrollo social”. Sin embargo, pese a que esta frase constituye una sólida declaración de buenas intenciones, el concepto de sostenibilidad ha sido últimamente desvirtuado y utilizado con fines que se alejan de su objetivo fundamental, que no es otro que impulsar un conjunto de prácticas comprometidas en dar solidez a los principios que propugna.

Hoy se habla extensamente de “sostenibilidad” en todo el planeta, pero ¿cuál es el verdadero significado de este término? ¿Es una simple expresión de moda? ¿Una herramienta de marketing? ¿Un instrumento para el “green washing? ¿Un artificio para fomentar el consumo? ¿Un instrumento de manipulación individual y/o social? Desde luego, la respuesta a estas incógnitas debería ser destacar la sostenibilidad como “una oportunidad para sensibilizar al mundo sobre la importancia de asegurar la estabilidad del planeta”, y como “un llamado a la adopción de hábitos de consumo responsables”. Es indispensable evitar emplear el término “sostenibilidad” como medio para incentivar, en cualquier sector, la especulación, la comercialización de productos o servicios “sostenibles”, generando confusión, sin que se transmitan al consumidor los argumentos que acreditan y certifican que su fabricación o prestación se lleva a cabo utilizando materiales y procedimientos sostenibles.

Avanzar hacia este objetivo no es tarea fácil, ya que implica superar una serie de factores que ponen en riesgo alcanzar la sostenibilidad a nivel global. Sin embargo, como alternativa, surge la oportunidad de poner en marcha un conjunto de opciones útiles derivadas del progreso tecnológico, del surgimiento de normativas de ámbito internacional, y de la consolidación de nuevos modelos de gestión empresarial y orden social ajustados a la evolución del contexto geopolítico mundial.

                                                                                                 

FACTORES CRÍTICOS QUE PONEN EN RIESGO ALCANZAR LA SOSTENIBILIDAD

Los factores que actualmente frenan, dificultan o bloquean el camino hacia la sostenibilidad global, todos ellos consecuencia de una visión antropocéntrica del mundo, son numerosos y variados. Pero se puede afirmar, sin intención de caer en la demagogia o en el catastrofismo, que los siete aspectos sintetizados a continuación adquieren especial protagonismo como elementos de distorsión del camino que conduce a consolidar un planeta estable, acogedor y saludable para la sociedad, la economía y el medio ambiente:

1 – Complejidad del actual contexto Geopolítico mundial

Diversos estudios y opiniones bien fundamentadas coinciden en afirmar que el mundo actual se identifica con el denominado entorno VICA, es decir, un ámbito que evoluciona sin rumbo determinado en medio de una nebulosa en que predominan la Volatilidad, la Incertidumbre, la Confusión y la Ambigüedad. Esta situación dificulta la formulación de estrategias transversales y multilaterales que conduzcan con eficacia a la adopción de compromisos, afecta a cualquier sector de actividad, e impacta negativamente en la sociedad, la economía y el medio ambiente.

2 – Extracción masiva y riesgo de suministro de Recursos productivos

La extracción global de recursos crece en el planeta de modo permanente desde hace años, y alcanzó niveles críticos entre los años 1990 y 2000. Se produce un punto de inflexión cuando el mundo toma conciencia de que la reducción del precio de estos materiales durante dicho período obedecía a considerarlos como “infinitos”.

La escasez de los recursos conduce al incremento de su precio, pone en riesgo el suministro a las cadenas de producción, y las corporaciones se ven enfrentadas a crecientes riesgos financieros como resultado del agotamiento de los recursos naturales. Paralelamente, los efectos negativos sobre el medio ambiente, la sociedad y la economía se hacen evidentes a ritmo progresivo, y es inevitable tener que reconocer que los recursos del planeta son limitados, una realidad que es incompatible con un crecimiento “sostenible” y “sostenido”.

3 – Crisis Climática

Nadie puede hoy negar las dramáticas consecuencias que está generando la crisis climática a nivel mundial: lluvias torrenciales, inundaciones devastadoras, sequías recurrentes, incendios forestales, aumento del nivel de los océanos y de la temperatura del planeta como consecuencia de las imparables emisiones de gases de efecto invernadero. Todos estos fenómenos originan sinergias entre sí, incrementando la fuerza de los agentes causantes, dando lugar al aumento de su frecuencia e intensidad, y produciendo serios perjuicios a la biodiversidad y a la calidad del suelo.

El incremento de la frecuencia e intensidad de los desastres naturales conduce simultáneamente al surgimiento de otros problemas colaterales, tales como el requisito de relocalizar poblaciones y cultivos agrícolas, la crisis alimentaria, y la necesidad de frenar las emergencias sanitarias que azotan de modo recurrente a poblaciones de todo el mundo. Esta realidad obliga a adoptar medidas de control urgentes cuando las incidencias adquieren niveles dramáticos por no haber sido anuladas a tiempo las causas que las provocaron.  

4 – Pérdida de Biodiversidad

La pérdida de biodiversidad del planeta es consecuencia directa del deterioro del patrimonio natural y de la destrucción de los ecosistemas naturales, que a su vez son el resultado de la desertización, de la pérdida de fertilidad del suelo, de la contaminación de la tierra y de las cuencas fluviales, lagos y océanos. A este deterioro contribuyen en igual o peor medida la agricultura extensiva, la deforestación y los efectos anteriormente mencionados de la crisis climática.

Sin lugar a dudas, la pérdida de biodiversidad del planeta es el resultado de no haber prevenido y controlado a tiempo las causas que la han generado, situación que hoy obliga a adoptar medidas paliativas gravosas y urgentes que no siempre son de total eficacia, y que inclusive poco o nada contribuyen a resolver problemas que han alcanzado un carácter irreversible.

5 – Crisis Alimentaria

La humanidad se enfrenta al reto de alimentar a 10.000 millones de personas en el año 2050, un desafío que es difícil de enfrentar teniendo en cuenta que el actual modelo de producción y distribución agroalimentario es insostenible, como lo demuestra el hecho de que hoy en día más del 10% de la población mundial pasa hambre o está subalimentada.

Por otro lado, la crisis alimentaria se ve agravada por los efectos de la crisis climática, el deterioro de la capacidad productiva del suelo, y la paradójica realidad de que más del 30% de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia.

6 – Emergencia Sanitaria

Han pasado tres años desde que se registraron los primeros casos de COVID-19 a finales de 2019. La pandemia y sus trágicas consecuencias en todo el planeta llevaron los problemas de la salud y la atención sanitaria al primer plano de la agenda política y económica mundial como nunca antes había sucedido, y es evidente que ésta no es la primera ni será la última pandemia que afecta al mundo si no se adoptan las oportunas medidas preventivas y se controlan las causas que provocan emergencias sanitarias de esta naturaleza.

Una de las principales causas de las emergencias sanitarias es la pérdida de biodiversidad de la tierra, que a su vez es el resultado de la interacción entre los efectos de la crisis climática y la alteración de los ecosistemas, causantes de la distorsión del ciclo vital de los vectores transmisores y de la mutación de los agentes infecciosos.

7 – Concentración de la Población mundial en las Ciudades.

Se estima que 10.000 millones de personas poblaran el planeta en el año 2050, de los cuales alrededor del 66% vivirá en ciudades. Esta situación dará lugar a serios problemas que afectarán la calidad de vida de sus habitantes como consecuencia de la inestabilidad de los procesos migratorios y el surgimiento de inevitables episodios de alarma social y crisis de convivencia.

A lo anterior hay que añadir los efectos colaterales negativos de la alta concentración de población urbana en el medio ambiente, como son, entre otros, el incremento de la contaminación del aire, del agua y del suelo, la congestión, el aumento de los residuos y la crisis de suministro de recursos vitales como el agua, la energía y los alimentos. Además, todo ello enmarcado dentro del tejido de las crisis económicas y sociales que suelen acompañar a situaciones que normalmente surgen como consecuencia del confuso, volátil, incierto y ambiguo contexto geopolítico mundial.

Merece especial atención hacer puntualizaciones específicas en relación con el suministro de recursos vitales, como el agua y la energía, y la generación de residuos en entornos urbanos densamente poblados:

Agua: es un recurso escaso, frágil y limitado. La superficie del planeta está constituida por un 30% de tierra y un 70% de agua, pero, de este 70%, el 97% es agua salada, gran parte del agua dulce está presente en forma de hielo en glaciares y casquetes polares, el 30% es agua subterránea, y solo un mínimo porcentaje está disponible a nivel superficial.

Las ciudades constituyen el tercer consumidor mundial de agua, después de la agricultura y la industria, y parte importante de la población mundial no tiene hoy acceso al agua potable. Además, existen serios desequilibrios que afectan a la distribución del agua en el mundo, tanto entre regiones geográficas, como entre ciudades y entornos rurales, y diversas fuentes de contaminación amenazan el suministro de recursos hídricos saludables en el planeta.

Energía: el actual sistema de producción energética se basa en los combustibles fósiles y es el principal causante del calentamiento global y de la crisis climática. La producción y el consumo de energía se centra fundamentalmente en países industrializados, y dentro de ellos, en ciudades e industrias. El auge de la digitalización y de las tecnologías de la información sitúa a este sector como el tercer consumidor mundial de energía eléctrica, después de China y Estados Unidos.

Esta realidad permite vaticinar que la energía puede llegar a ser un recurso crítico que es necesario gestionar con rigor, sobre todo porque el aumento de su consumo irá en proporción directa con la demanda generada durante el proceso de desarrollo de los países emergentes, el crecimiento industrial y el imparable establecimiento de la digitalización a nivel global.

Es un hecho que actualmente existen alternativas para generar energías de fuentes renovables “verdes” o “limpias”, como son la eólica, la fotovoltaica, la hidráulica, la geotérmica, la biomasa, el hidrógeno verde, el biogás y el biometano. Inclusive, hoy se vuelven a replantear las ventajas de la explotación racional de la energía nuclear, muy criticada y controvertida durante las últimas décadas, pero que demuestra día tras día ser una fuente energética de bajas emisiones de CO2, generada en centrales con reactores cada vez más seguros y de menor coste operativo, contando además con sustanciales adelantos en materia de seguridad en el control de los residuos radioactivos. Todo ello, sin descartar el resurgimiento de las perspectivas que plantean algunos expertos en la materia, que vaticinan que la “fusión” nuclear, una fuente inagotable de energía, puede ser una realidad en el horizonte 2050…

Siendo coherentes con la realidad del presente, hay que reconocer que ninguna de las fuentes de energía constituye “per se” la solución definitiva del problema energético global. Para alcanzar tal objetivo, es necesario aprovechar cada una de las opciones disponibles y conectarlas en red para ajustar y compartir la oferta total en función de la demanda generada en cada área y sector de consumo.

Residuos: los residuos representan un problema por sus repercusiones negativas en la sociedad, la economía y el medio ambiente. Los métodos tradicionales de gestión de residuos se basan en la incineración y en el depósito en vertederos, pero la recogida, traslado, procesamiento y manipulación de productos residuales de gran variedad y cantidad son opciones de elevado coste.

Actualmente se dispone de procedimientos, sistemas, instrumentos y estrategias para llevar a cabo la correcta gestión de elementos residuales de diferente naturaleza. Sin embargo, obtener los mejores resultados de un programa de control integral de residuos implica aplicar tres principios fundamentales:

1 - “El residuo ideal es aquel que no se genera”. Este es el fundamento de las acciones basadas en la denominada política “zero residuos”.

2 - “Un residuo es un recurso situado en un lugar equivocado”.

3 - “Los residuos son recursos si se gestionan aplicando el modelo de Economía Circular”.

El segundo y tercer principios se basan en el empleo organizado de diversas opciones basadas en la circularidad, es decir, en el desarrollo de una serie de alternativas de gestión que incluyen, entre otros, los procedimientos de reducción, reciclaje, recuperación, reparación, reutilización, restauración y rehabilitación, fundados en el análisis del ciclo de vida útil de productos, materiales y recursos de todo tipo.

EL CAMINO QUE CONDUCE A LA SOSTENIBILIDAD GLOBAL

Los aspectos anteriormente analizados son claros indicadores de que el mundo está inmerso en una situación que se podría denominar “el círculo vicioso” que impide avanzar con éxito hacia la sostenibilidad global, lo que también lleva a cuestionar la posibilidad de que se cumplan los Objetivos de Desarrollo Sostenible incluidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

En 1972 se celebró en Estocolmo la primera Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas, durante la cual se pusieron en evidencia los riesgos de posibles efectos negativos sobre el medio ambiente si no se aplicaban medidas efectivas de prevención y control en la gestión del patrimonio natural de la tierra. Ese mismo año se publicó, por encargo del Club de Roma, el libro “Los Límites del Crecimiento” un amplio estudio elaborado por científicos del Massachussets Institute of Technology (MIT), que dio la vuelta al mundo advirtiendo sobre los riesgos que se avecinaban a medio plazo si no se actuaba con responsabilidad en relación con el uso de los recursos del planeta.

Han pasado 50 años desde dichos acontecimientos, y actualmente se manifiestan dramáticamente los efectos de la negligencia y de la imprevisión: las crisis alimentaria, climática, económica, y otros desastres y calamidades que afectan de modo recurrente a todo el mundo, al mismo tiempo que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo a un ritmo sin precedentes.

La paradoja es que se dispone hoy en día de instrumentos para avanzar con éxito hacia la sostenibilidad global, pero no se emplean con rigor ni oportunidad. Para ello es necesario modificar radicalmente los modelos de producción y hábitos de consumo, y desterrar los esquemas de vida que han conducido al desequilibrio. Instituciones y entidades de ámbito mundial, tales como el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), el Club de Roma, el World Economic Forum, la UNEP, la FAO, el WWF y Greenpeace, son claros ejemplos de compromiso de apoyo e impulsión de acciones enfocadas a la protección del patrimonio natural y de la biodiversidad.

Pese a las dificultades que ponen en riesgo el cumplimiento de los objetivos fijados en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, los Objetivos de Desarrollo Sostenible siguen siendo un claro guión que marca la hoja de ruta para conseguir la sostenibilidad global en el Horizonte 2050. Los ODS pueden orientar la aplicación eficaz de los instrumentos que ayudan a empresas y organizaciones de diferente naturaleza a avanzar por este camino, y que están actualmente disponibles para ser empleados con tal objeto. Entre ellos y muchos otros, cabe destacar los siguientes:

La Economía Circular, un modelo holístico, restaurador y regenerativo que apuesta por repensar los ciclos productivos y erradicar el sistema “Lineal”, promotor durante décadas de la cultura del derroche y del despilfarro de recursos limitados, que ha conducido a la escasez y aumento de su precio. La circularidad permite corregir las deficiencias en la fabricación y en la prestación de servicios, optimizar el consumo de recursos limitados, favorecer que productos, componentes y materiales mantengan su valor y utilidad de modo permanente, reducir la generación de residuos, crear valor, y aportar nuevas opciones de producción y ahorro de energía.    

La Digitalización, una herramienta en acelerado ritmo de desarrollo y evolución, que permite disponer de soluciones versátiles aplicables a diferentes procesos y sistemas de producción, control y optimización, en múltiples sectores de actividad.

La Industria 4.0, un esquema que estructura los procesos productivos y organizativos generando valor aprovechando las herramientas digitales y las ventajas y beneficios derivados de las sinergias generadas por su utilización integrada.

El Modelo 5Z de la Fundación Internacional ORP, que representa un instrumento de gran valor para implementar los 17 ODS de la agenda 2030 de Naciones Unidas, facilitar el camino hacia la implantación de un modelo de acción global en las empresas, y facilitar el camino para implantar modelos de gestión sostenibles.

Las Normas ISO, que constituyen complementos de gran valor para la gestión de la sostenibilidad en las empresas. Entre las numerosas normas ISO disponibles destacan, por su aplicación directa como instrumentos impulsores de métodos y procedimientos de gestión sostenible, las siguientes:

  •      ISO 14001, un Sistema de Gestión Ambiental (SGA)
  •      ISO 9001, una herramienta para optimizar la gestión de la Calidad
  •      ISO 50001, que propicia la optimización y uso de la energía
  •      ISO 55001, orientada al “asset management” o Gestión de Activos y optimización del Ciclo de Vida

Los Criterios Corporativos de Inversión Sostenible (ESG), que se refieren a los factores ambientales, sociales y de gobernanza que deben tener en cuenta las empresas a la hora de gestionar sus inversiones:

Environment (Ambientales):

  • Gestión responsable de recursos
  • Prevención de riesgos ambientales
  • Reducción de emisiones contaminantes
  • Proyectos de mejora del medio ambiente
  • Optimización del uso de energía

Social (Sociales):

  • Mejora de la salud y la seguridad
  • Fomento de buenas relaciones sociales
  • Integración de todos los colectivos
  • Mejora de la productividad y calidad personal y profesional
  • Promoción de valores y principios éticos

Governance (Gobernanza)

  • Asegurar la responsabilidad del liderazgo
  • Proteger los intereses de todos los integrantes de la organización
  • Promover la transparencia en la gestión y el buen gobierno corporativo

Es clave para las empresas actuar en función de estos criterios, ya que el peso que tienen es decisivo y determinante para implantar esquemas de inversión socialmente responsable (ISR).

LA APUESTA “CIRCULAR” PARA ASEGURAR LA SOSTENIBILIDAD GLOBAL EN EL HORIZONTE 2050

Los diversos factores que frenan las posibilidades de avanzar hacia la sostenibilidad global son claros indicadores de que el planeta se encuentra en una situación de “Circulo Vicioso”, que sugiere la necesidad imperativa de reconducir esta realidad diseñando la acción estratégica que permita consolidar un horizonte sostenible en 2050. La falta de compromiso responsable ha dificultado de modo crónico, a lo largo de 50 años de debates estériles, controlar la crisis climática, superar eficazmente la emergencia sanitaria, detener el deterioro del patrimonio natural y de la biodiversidad, e implantar un modelo agroalimentario que proteja el medio ambiente y erradique la crisis alimentaria, independientemente de evitar las crisis económicas y sociales que suelen ser consecuencia de todo lo anterior.

Alcanzar la sostenibilidad “global” es posible si, bajo la orientación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, se emplean, coordinan y armonizan los instrumentos múltiples y versátiles que actualmente pone a disposición el acelerado progreso de la ciencia y de la tecnología. Combinar de modo circular las herramientas disponibles permite generar sinergias que conducen conjuntamente a resultados superiores a los que genera la aplicación individual de cada una de ellas. De este modo, se genera valor y se estimula la dinámica necesaria para entrar en el “Círculo Virtuoso” que otorga sentido y propósito a una acción responsable y comprometida con la estabilidad social, económica y ambiental que se requiere para consolidar un Planeta seguro, confortable y próspero.

                                                                                                  

La gobernanza y el liderazgo deben ser enfocados con criterio holístico y sistémico, con un llamado a la acción colectiva de todos los actores identificados con la sostenibilidad, propiciando la colaboración transversal y el consenso multilateral entre los gobiernos, las empresas, los diversos sectores de actividad y la sociedad civil, para así implantar esquemas de producción y hábitos de consumo sostenibles.

Otra condición insoslayable para alcanzar la sostenibilidad en el horizonte 2050 es el “reset” y el “reencuentro” político, económico, social y personal para asumir el cambio de paradigma que exige la evolución del mundo global. Para ello, es igualmente necesario controlar a tiempo las causas de los problemas, en lugar de tener que sufrir sus efectos y obligar a adoptar medidas urgentes y gravosas cuando se alcanzan situaciones críticas. Asegurar la sostenibilidad en el horizonte 2050 está en manos de todos y cada uno de los actores responsables y comprometidos con asumir este desafío, anteponiendo una visión “realista” al conformismo “idealista” y al pesimismo “catastrofista”.

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