¿Por qué lo llaman guerra cuando se trata de un fenómeno natural repetidamente anunciado y cuyas consecuencias eran prevenibles?

¿Por qué lo llaman guerra cuando se trata de un fenómeno natural repetidamente anunciado y cuyas consecuencias eran prevenibles?

Los Gobiernos - casi todos - intentan desviar la atención de su inexcusable dejadez para orientarla hacia un enemigo inexistente
17 Abril 2020

Si se entra en Google y se teclea "coronavirus" y "guerra" se obtienen cientos de millones de resultados, una cifra que se eleva a miles de millones si se busca "war" y "coronavirus". La terminología bélica se ha apoderado de los medios de comunicación para referirse a un fenómeno que, como luego veremos, no tiene nada que ver con una guerra.

Un ejemplo palmario - pero ni mucho menos el único - de la utilización del lenguaje bélico lo encontramos en la conferencia de prensa que dio el Presidente del Gobierno de España, el pasado día 12 de abril. A continuación reproducimos una parte de la crónica de dicho evento que hizo el diario La Vanguardia:

Hay sin embargo excepciones a esta visión bélica. El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, se dirigió al país en un discurso televisado el sábado 11 de abril para pedir paciencia  y solidaridad tanto en Alemania como en toda Europa. “Esta pandemia no es una guerra. Las naciones no se enfrentan a otras naciones, ni los soldados contra otros soldados... estamos ante una prueba de nuestra humanidad en la que sale lo mejor y lo peor de las personas y es una ocasión para que mostremos lo mejor de nosotros mismos”, dijo. [Citado por Lluis Foix en La Vanguardia del 15 de abril].

Que lo que está ocurriendo no tiene nada que ver con una guerra puede constatarse fácilmente simplemente consultando el diccionario de la Real Academia. Según el diccionario, el término "guerra" tiene cinco acepciones. Las dos primeras son: "Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias" y "Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación".

Como es obvio ninguna de esas acepciones - ni de las otras tres, que no reproducimos en aras a la brevedad - se ajusta a lo que está ocurriendo: una epidemia como las que ha habido docenas de veces en la historia de la Humanidad, en ocasiones con resultados bastante más devastadores - al menos desde una perspectiva estrictamente sanitaria - de los que, probablemente, tendrá la actual epidemia.

¿Por qué entonces esa insistencia en hablar de guerra, una insistencia que en España se magnifica incorporando a gentes de uniforme en las comparecencias públicas diarias para informar de la evolución de la batalla?

Obviamente se trata de inducir en la población un sentido de disciplina militar a fin de que cumpla obedientemente con las medidas de confinamiento recomendadas por lo expertos y adoptadas - en general tarde - por los Gobiernos, pero también de distraer la atención de los ciudadanos acerca de las imperdonables omisiones en la preparación de medidas preventivas frente a un problema de cuyo advenimiento había una certeza prácticamente total: un día u otro iba a producirse. Ese día llegó a mediados de noviembre de 2019i.

Crónica de un problema anunciado

La organización Mundial de la Salud adoptó en 1951 la primera versión del Reglamento Sanitario Internacional (RSI), posteriormente adaptado en 1969, 1973, 1981 y modificado de nuevo en el año 2005.

Según el prólogo de la versión de 2005ii, "La finalidad y el alcance del RSI (2005) son «prevenir la propagación internacional de enfermedades, proteger contra esa propagación, controlarla y darle una respuesta de salud pública proporcionada y restringida a los riesgos para la salud pública y evitando al mismo tiempo las interferencias innecesarias con el tráfico y el comercio internacionales». El RSI (2005) presenta una serie de novedades, entre las que cabe citar: a) un alcance que no se limita a tal o cual enfermedad o modalidad de transmisión en concreto, sino que abarca «toda dolencia o afección médica, cualquiera sea su origen o procedencia, que entrañe o pueda entrañar un daño importante para el ser humano»; b) la obligación de los Estados Partes de instalar un mínimo de capacidades básicas en materia de salud pública; c) la obligación de los Estados Partes de notificar a la OMS los eventos que puedan constituir una emergencia de salud pública de importancia internacional de acuerdo con criterios definidos; d) disposiciones que autorizan a la OMS a tomar en consideración las noticias oficiosas acerca de eventos de salud pública y solicitar a los Estados Partes la verificación de esos eventos; e) procedimientos para que el Director General determine la existencia de una «emergencia de salud pública de importancia internacional» y formule las recomendaciones temporales correspondientes, después de haber tenido en cuenta la opinión de un Comité de Emergencias; f) la protección de los derechos humanos de los viajeros y otras personas; y g) el establecimiento de Centros Nacionales de Enlace para el RSI y Puntos de Contacto de la OMS para el RSI, encargados de tramitar las comunicaciones urgentes entre los Estados Partes y la OMS".

La preocupación por una posible pandemia reiteradamente anunciada en los medios científicos y el manifiesto incumplimiento de sus obligaciones en relación con el RSI por parte de los Estados llevó al Grupo del Banco Mundial y a la Organización Mundial de la Salud a la constitución en mayo de 2018 de la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (Global Preparedness Monitoring Board, GPMB)iii.

En tanto que órgano independiente de vigilancia y promoción, la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación insta a la acción política para prepararse ante las emergencias sanitarias de ámbito mundial y mitigar sus efectos.

En su primer informe anualiv, publicado en setiembre de 2019, la Junta pasa revista a las necesidades más urgentes y las medidas requeridas para acelerar la preparación ante las emergencias sanitarias, centrándose en particular en los riesgos biológicos que se manifiestan como epidemias y pandemias.

El siguiente párrafo está tomado del prólogo de dicho informe: "Si bien la enfermedad siempre ha formado parte de la experiencia humana, una combinación de tendencias mundiales, que incluye en la ecuación la inseguridad y fenómenos meteorológicos extremos, ha incrementado el riesgo. La enfermedad se encuentra a sus anchas en el desorden y aprovecha la situación: los brotes han ido en aumento en las últimas décadas y el espectro de una emergencia sanitaria mundial se vislumbra peligrosamente en el horizonte. Si es cierto el dicho de que «el pasado es el prólogo del futuro», nos enfrentamos a la amenaza muy real de una pandemia fulminante, sumamente mortífera, provocada por un patógeno respiratorio que podría matar de 50 a 80 millones de personas y liquidar casi el 5% de la economía mundial. Una pandemia mundial de esa escala sería una catástrofe y desencadenaría caos, inestabilidad e inseguridad generalizadas. El mundo no está preparado." [Negrita añadida]

El escaso cumplimiento de las obligaciones que el RSI impone a los países miembros de la OMS queda reflejado en el texto de la primera de las siete medidas urgentes cuya adopción el informe recomienda para preparar el mundo frente a las emergencias sanitarias:

"Los jefes de gobierno de todos los países deben comprometerse a mejorar la preparación aplicando las obligaciones vinculantes que les corresponden en virtud del Reglamento Sanitario Internacional (RSI(2005)). Deben dedicar una partida prioritaria de los recursos domésticos y los gastos ordinarios a la preparación, en tanto que parte integral de la seguridad nacional y mundial, la cobertura sanitaria universal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible".

Aunque las recomendaciones del GPMB llegaron evidentemente tarde, otros avisos preocupantes se habían producido en años anteriores como consecuencia de las últimas epidemias importantes sufridas, especialmente la de 2002-2004 (SARS); la de gripe de 2009-2010 (H1N1, entre 151.000 y 575.000 fallecimientos) y la de ébola de 2013-2016 (más de 11.500 muertos).

Entre 2006 y 2019 múltiples instituciones elaboraron documentos alertando de los peligros de una posible pandemia originada por un virus de la gripe o un coronavirus. En un documento elaborado por la ONG Save the Children publicado en setiembre de 2019v se recogen treinta y cuatro de estos avisos, que no fueron suficientes para inducir a los gobernantes a tomar seriamente cartas en el asunto.

National Security Action, una organización norteamericana encabezada por un grupo de ex-altos funcionarios, académicos y líderes de la sociedad civil ha recopilado tambiénvi una veintena de advertencias emitidas entre 2015 y 2019, algunas tan señaladas como las del Director de Inteligencia Nacional, de la OMS o de Bill Gates, por citar solo algunos ejemplos.

Las apariencias, a veces, engañan

En octubre de 2019 se publicó por primera vez el Índice de Seguridad Sanitaria Global (GHS)vii . Se trata de la primera evaluación integral y evaluación comparativa de la seguridad sanitaria y las capacidades relacionadas en los 195 países que conforman los Estados Parte del Reglamento Sanitario Internacional (RSI [2005]).

El Índice GHSviii es un proyecto de la Nuclear Threat Initiativeix y el Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitariax y fue desarrollado con la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU). Estas organizaciones creen que, con el tiempo, el índice GHS estimulará cambios medibles en la seguridad sanitaria nacional y mejorará la capacidad internacional para abordar uno de los riesgos más omnipresentes del mundo: los brotes de enfermedades infecciosas que pueden conducir a epidemias y pandemias internacionales.

La conclusión general del informe en el que se recogen los resultados del índice GHS es que la seguridad sanitaria nacional es fundamentalmente débil en el conjunto del mundo. Ningún país está completamente preparado para enfrentarse a epidemias o pandemias y todos los países tienen fallos importantes que corregir.

El nivel de seguridad sanitaria, lógicamente, varía enormemente entre los países: para un valor máximo de 100, Estados Unidos lidera la clasificación con 83,5 puntos, seguido del Reino Unido con 77,9. España se encuentra en el puesto décimoquinto, con 65,9 puntos. El siguiente gráfico muestra el ranking de los primeros 25 clasificados.

El listado global completo y para cada una de las seis categorías aludidas se puede consultar en el informe.

Sorprende que en los dos países teóricamente más preparados la pandemia esté causando estragos mucho mayores que los ocurridos en otros con puntuaciones muy inferiores, como Singapur.

La explicación es simple: no se trata solo de tener a punto bonitos planes, además hay que disponer de los medios para implementarlos. Y tan importante como ello es ponerlos en marcha en el momento adecuado.

Algo que muchos no han hecho; por eso hablan de la guerra.

NOTA: En España los planes frente a una pandemia de gripe existían, perfectamente estructurados, desde el año 2005xi.

REFERENCIAS

i https://www.scmp.com/news/china/society/article/3074991/coronavirus-chin...

ii https://www.who.int/ihr/IHR_2005_es.pdf

iii https://apps.who.int/gpmb/about.html

iv https://apps.who.int/gpmb/assets/annual_report/GPMB_Annual_Report_Spanis...

v https://www.savethechildren.org/content/dam/usa/reports/health/potential...

vi https://nationalsecurityaction.org/newsroom/warnings-ignored

vii https://www.ghsindex.org/wp-content/uploads/2019/10/2019-Global-Health-S...

viii https://www.ghsindex.org/

ix https://www.nti.org/

x http://www.centerforhealthsecurity.org/

xi https://www.mscbs.gob.es/ciudadanos/enfLesiones/enfTransmisibles/pandemi...

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