Los técnicos de prevención de riesgos laborales (TPRL) no están contentos: se sienten desamparados y poco valorados

Los técnicos de prevención de riesgos laborales (TPRL) no están contentos: se sienten desamparados y poco valorados

Una encuesta efectuada por AEPSAL pone de relieve el malestar de los TPRL
31 Mayo 2017

Si aceptamos que los TPRL son fruto de la Ley de Prevención y, particularmente, del reglamento de los Servicios de Prevención, podríamos decir que se trata de un colectivo que acaba de cumplir veinte años, pues el citado reglamento se publicó en enero de 1997.

Curiosamente, sin embargo, nadie se había planteado nunca preguntarles qué piensan de su profesión, quizá por falta de interés en ello – la fiel infantería está para lo que está -, quizá porque se temía que sus respuestas no serían precisamente laudatorias respecto al sistema que les alumbró.

Por eso es de agradecer que AEPSAL, en colaboración con otras entidades, lanzase hace algo más de un año una encuesta a la que han respondido unos 1.000 técnicos de prevención, cifra más que considerable que supone alrededor del 10% del colectivo, que se estima en unas 10.000 personas. Hace pocas semanas se ha publicado el informe con los resultados de la encuesta, del que adjuntamos su texto completo y del que a continuación resumimos algunos aspectos relevantes.

La encuesta consta de más de 150 preguntas que exploran los más diversos aspectos del trabajo de los técnicos de prevención: desde su formación hasta la utilidad de su trabajo, pasando por la actitud de las empresas respecto a la prevención.

Las respuestas permiten deducir que el colectivo tiende al escepticismo respecto a la utilidad de su trabajo, pues solo el 21,5% está convencido de que la documentación que generan es útil para la empresa. Más de un 70% está totalmente o algo de acuerdo en que esa documentación facilita que no les pongan multas, pero no es de aplicación. En concreto, casi el mismo porcentaje (67,8%) opina que la repetida documentación “No vale para nada, pues no se la leen ni se les explica”. Se trata pues de la conocida como prevención de papel.

Parte de la responsabilidad parece recaer en la labor inspectora, de la que un 39,7% considera que no ayuda a la integración de la prevención, una respuesta lógica habida cuenta de que el 49% está totalmente de acuerdo en que “los órganos públicos solo se fijan en los documentos y no en el centro de trabajo”. La prevención de papel cabalga de nuevo.

Por otra parte una proporción importante del colectivo no parece sentirse suficientemente capacitada para el desempeño de su tarea: solo un 16,4% cree que domina las tres especialidades, frente a un 28,8% que opina todo lo contrario. El problema parece provenir de que la normativa haya permitido que cualquier formación previa haga posible acceder a cualquier especialidad, por lo que el 51,1% está totalmente de acuerdo en que la formación universitaria previa debería condicionar el acceso a las especialidades preventivas, frente a solo un 19,7% que opina lo contrario.

Por ello, si bien más de la mitad no está nada de acuerdo en que para asegurar que los TPRL están al día en sus conocimientos sea adecuado “recurrir a exámenes periódicos… acreditados por asociación autorizada”, la inmensa mayoría (87%) está total o algo de acuerdo en que ello se hiciera a través de “colegios profesionales que velen por ello” o (71%) mediante un “certificado profesional que obligue a actualizar conocimientos para su renovación periódica, como otras profesiones”.

La actitud de las empresas no parece contribuir a elevar la moral de la tropa: el 42% no cree en absoluto que la PRL sea hoy relevante para la empresa.

Pero donde mejor se reflejan los sentimientos del colectivo es en las respuestas a una pregunta abierta en la que se pedía que se efectuaran “propuestas de mejora para renovar nuestro trabajo y su eficacia”. La auténtica avalancha de comentarios y propuestas ocupa más de cincuenta páginas y, lamentablemente, el informe no realiza ningún tipo de síntesis, que quizá quede para una futura ampliación. Sobre este aspecto efectuaremos un breve recorrido.

El tema más tratado es el de la infravaloración de los TPRL, que está asociada a unos salarios muy bajos:

  • La profesión de técnico de prevención está infravalorada y desprestigiada, así como los sueldos y el Convenio de SP son lamentables y vergonzosos para las exigencias técnicas, jurídicas y legales que tienen los técnicos.
  • La profesión no está valorada, se busca buenos ingenieros, supervisores, operarios pero rara vez invierten en buenos TPRL.
  • Dar más valor a nuestro trabajo. Las empresas nos tienen por ley no porque aportemos valor, solo hay que ver los sueldos ridículos que tenemos para la responsabilidad tan grande que tenemos, incluida la penal.
  • No se respeta ni valoran las funciones del técnico.
  • Hoy en día muchos [empresarios] creen que es un gasto obligatorio y no se nos valora.
  • Por lo general es un trabajo mal valorado, en la mayoría de los casos mal pagado y por lo tanto suele suponer un mal trabajo final.

Los bajos salarios y la infravaloración de los técnicos están relacionados con los bajos precios que se pagan por la asistencia de un SPA:

  • “Los precios de los SPA… son cada vez más bajos, porque los empresarios consideran que la PRL es algo que están obligados a tener, pero que no les aporta valor”.
  • Actualmente la guerra de precios que están haciendo algunos SPA no hace más que desprestigiar más aún nuestro trabajo.
  • Los precios son ridículos, los salarios también y la responsabilidad grande.

Ello repercute en una sobrecarga de trabajo para los TPRL:

  • “En este momento se están tirando los precios. Implica que tengamos que atender al doble de empresas que hace unos años por el mismo importe. Obliga a no atender adecuadamente (incluso no visitar)”.
  • La sobrecarga de trabajo a la que estamos expuestos los técnicos de un SPA por el número de empresas que gestionamos nos hace difícil realizar con calidad nuestro trabajo y en parte es culpa de los precios reventados.
  • No se puede hacer buena PRL cuando un técnico de SPA tiene a su cargo 200 empresas de 30 sectores diferentes de actividad.
  • ¿… cómo un técnico de SPA va a poder hacer bien su trabajo si lleva carteras de más de 200 empresas y encima… da unas 300 horas de formación al año?

El resultado de todo ello puede llevar al abandono de la profesión:

  • ”… hay empresas que tiran los precios haciendo que cada vez menos personas especializadas/capacitadas se dediquen a este campo”.
  • Con los bajos precios están reventando el mercado, de forma que los técnicos pueden acabar planteándose seriamente dejar la profesión.
  • Solo aguantarán quienes de verdad creen en ello.
  • Francamente, después de varios años de profesión estoy planteándome abandonar este campo y meterme opositora a la administración del estado como celadora o empujando camillas de hospital.
  • Mi deseo es huir del sector en cuanto pueda.

La solución más frecuentemente propuesta a esta problemática es el establecimiento de precios mínimos:

  • Fijar un mínimo en los precios para evitar tirar por el suelo el trabajo de los TPRL.
  • Establecer precios mínimos en el mercado para evitar las “tiradas de precios”.
  • Fijar precios mínimos para los servicios. De este modo nuestras agendas no se verían sobrecargadas y se podría dar un mejor servicio.
  • Regulación de precios a todos los niveles. No puede permitirse la batalla de precios que tienen los SPA, ni los sueldos de los TPRL.
  • Fijar un mínimo de precios. No puede ser que todos vayamos tirando “piedras” a nuestro tejado, creo que va en detrimento de nuestro sector.

En el plano estrictamente profesional los TPRL, atrapados en esa espiral maligna de precios bajos-salarios bajos-escasa valoración de su trabajo, ven necesaria la creación de un colegio profesional:

  • Nuestro trabajo debe ser regulado y liderado por colegios profesionales.
  • Crear un colegio profesional para la defensa de los intereses de los TPRL, tanto en empresa como SPA.
  • Crear un colegio de Técnicos de Prevención que vele por los trabajos desarrollados por dichos Técnicos, de la misma forma que hay otros colegios oficiales, esto ya debería existir desde hace muchos años y hubiera contribuido a que el sector de la prevención de riesgos no hubiera sido explotado de la forma que se ha hecho y se hubiera dignificado nuestro trabajo.
  • Tener un colegio propio y ser profesionales liberales como cualquier otra profesión sin tener que depender de un SPA, SPM o SPP.
  • Un colegio profesional y poder ejercer libremente la profesión es un derecho que somos de los pocos que no tenemos.

La segunda reivindicación más citada es el derecho al ejercicio libre de la profesión, algo que estaba explícitamente previsto en la Directiva Marco, que hablaba de "personas o servicios" al referirse a los servicios de prevención externos, pero que la transposición española prefirió ignorar.

  • Cambios normativos que permitan el ejercicio libre de la profesión, tal y como establece la Directiva 89/391 CE, que los legisladores se saltaron en la transposición.
  • Se debería liberalizar el trabajo siguiendo modelos tipo Inglaterra o Alemania, donde un técnico formado y experto pueda dar servicios a empresas sin necesidad de estar bajo un SPP o un SPA.
  • Abogo personalmente por el libre ejercicio de los TPRL… al igual que ocurre en los Estados Unidos y en Latino-América, también en algunos países europeos. Además, muchos técnicos de prevención están comenzando a trabajar como meros asesores de Seguridad Laboral para pequeñas empresas..
  • Ejercicio libre del TPRL… que las empresas tengan libertad de contratación sin pasar por el SPA, los cuales en su mayoría no cumplen con el cometido del decreto 39/97

En definitiva, los TPRL han sido víctimas de un diseño cuyo principal objetivo no era la prevención, sino crear un “mercado” de servicios de prevención que, para ser rentable, exigía mano de obra barata. De ahí que se recurriese al absurdo de autorizar que cualquier formación previa permitiese acceder a cualquier especialidad. Y que se impidiese el ejercicio libre de la profesión, no fuera a ser que el negocio no resultase tan bueno como se preveía.

Y a pesar de ello, no ha sido tan rentable como preveían sus diseñadores. Baste como prueba lo sucedido con las sociedades de prevención de las mutuas y los varios centenares de SPA que se quedaron en el camino (según Prevencionar.com se ha pasado de 800 entidades en 2008 a unas 450 en la actualidad).

Y es que los padres de la criatura probablemente no tenían la capacidad suficiente, como la realidad se ha ocupado de demostrar y Concepción Serrano, la última directora del INSHT que no procedía de la Inspección de Trabajo, denunció ¡¡¡ en junio de 1993!!! en unas declaraciones al Diario de Navarra al referirse a los redactores del texto del anteproyecto de ley de prevención: "Serrano se refirió a los redactores del texto legal como personas que no eran ni profesionales de la prevención ni protagonistas de esa seguridad que estaban legislando". Y solicitó: "que se vuelvan a reunir casi con un juramento de que todo lo que no sirva para mejorar la seguridad e higiene se quede fuera, lo mismo que los intereses corporativos".

Como es natural, fue cesada al día siguiente. Y los intereses corporativos ganaron de calle la partida.

Lamentablemente los errores los han pagado los técnicos de prevención… y la salud de los trabajadores.

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