EL CONOCIMIENTO EN LA ERA DIGITAL

La evolución de la enseñanza en la era digital es un proceso inevitable como necesario, en él toda la sociedad académica (maestros, alumnos, directivos, etc.) debe adaptarse a los cambios vertiginosos que se dan en corto tiempo. Por lo anterior, el método de enseñanza ha variado sustancialmente en todos los sentidos y en todos los ámbitos pedagógicos. No solo asiste a una auténtica revolución dentro del aula, sino que además el estudiante indaga, investiga, y encuentra información siguiendo patrones esencialmente distintos. Cada vez los alumnos tienen más acceso a la misma información y los mismos recursos que el profesor, en estas circunstancias, de nada servirá que el docente se dedique a transmitir conocimientos, tendrá que actuar de facilitador, de guía para que el alumno seleccione, integre, reelabore la información y consiga el aprendizaje significativo. El problema del Internet de hoy es que se asume que todo es fiable, pese a que hay dos niveles claramente diferenciados, uno superior con fuentes de conocimiento fidedignas y otro inferior que puede verse malversado por falsos conocimientos de gente inexperta o con ánimo de desinformar. Es por lo anterior que se requiere orientar a los estudiantes a aprender a buscar y utilizar los hipervínculos adecuados que los alejen de una información malversada o poco fiable que puede actuar como un virus para aquellos que buscan contenidos que asimilar en la Red, en cualquiera de sus textos.
Tema secundario: 
Autor principal: 
Maria Elena
Diaz Hernandez
Instituto Politécnico Nacional
México
Coautores: 
María Salome
Infante Chavira
Instituto Politécnico Nacional
México
Juan Daniel
Vera Olivares
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
México
Introducción: 

El método de enseñanza está variando sustancialmente en todos los sentidos y en todos los ámbitos de la vida pedagógica. No solo se asiste a una auténtica revolución dentro de las aulas, sino que además el individuo indaga, busca, investiga (y a menudo hasta encuentra) información siguiendo patrones esencialmente distintos.

 

Comparado con los procedimientos más propios y naturales del siglo XX, las perspectivas y opiniones son muy encontradas. Felipe Carlos Martínez Prieto, presidente del gremio de libreros de Castilla y León, tiene claro que “el hábito de lectura se frena y se deteriora”, y añade: “Hay un problema estructural de fondo que es asimilar ese hábito de lectura y ligarlo al concepto de conocimiento”.

Para Martínez Prieto es esencial la preservación de ese hábito de lectura, cada vez más en peligro por el impacto de las TIC, que considera “magníficas para la gente que sabe leer, que tiene ese hábito de lectura; pero constituyen una trampa para las nuevas generaciones incapaces de asimilar un texto extenso después de habérselo leído”.

Una actitud más optimista es la del también librero Fernando Contreras, presidente del Gremio Madrileño de Libreros de Viejo, convencido de que “Internet puede conseguir que la gente lea más”. No obstante, Contreras también ve un problema de fondo importante, que es la fiabilidad del texto escrito: “El problema del Internet de hoy es que se asume que todo es fiable, pese a que hay dos niveles claramente diferenciados, uno superior con fuentes de conocimiento fidedignas y otro inferior que puede verse malversado por falsos conocimientos de gente inexperta o con ánimo de desinformar”.

 

El librero madrileño asevera que una información malversada o poco fiable puede actuar como un virus para aquellos que buscan contenidos que asimilar en la Red, en cualquiera de sus contextos. No obstante, Contreras deja espacio para cierto grado de esperanza cuando afirma que para él “es genial si la fuente del conocimiento digital es una universidad o un profesor”, aunque nunca deja de llamar a la prudencia: “Muchas bibliotecas virtuales no son fiables, ni pretendidos centros o fuentes de conocimiento virtual como Wikipedia”.

 

Metodología: 

Hacia una docencia virtual.

El profesor y experto en telecomunicaciones Enrique Dans, sin embargo, se lamenta de la actitud asumida por muchas personas de denostar y negar la veracidad de la enciclopedia web por excelencia, pese a datos que equiparan la fiabilidad de Wikipedia con otras enciclopedias escritas en papel y mejor consideradas ante los ojos de los expertos. Dans es, sin duda, el mayor defensor del papel de las nuevas tecnologías para el ámbito educativo: para él, la evolución de la enseñanza tradicional a la enseñanza digital “era un proceso tan inevitable como necesario, había que aspirar a adaptarse”; y no duda en señalar lo que considera el defecto más importante del método educativo del siglo XXI: “Hay metodologías que son absurdas, las unidireccionales en las que el profesor impartía sus clases leyendo sus apuntes y los alumnos copiaban sus palabras”.

 

Martínez Prieto considera que son las nuevas tecnologías de la información las que deben adaptarse y amoldarse al proceso social que con frecuencia reconduce el sistema educativo: “Hay que situar las TIC en su justa medida, no son buenas si el usuario depende de ellas y no sabe usarlas ante los cambios sucesivos en los modelos de docencia”.

Dans, por su parte, sostiene que es el propio sistema educativo el que debe adecuarse a los nuevos avances tecnológicos: “Hemos pasado de la comunicación bidireccional a una comunicación multidireccional. Es necesaria una nueva metodología del aprendizaje, que redefina el concepto de profesor”.

El aprendizaje 2.0

Pero los expertos no son los únicos que no se ponen de acuerdo ante esta disyuntiva digital. También los estudiantes mantienen opiniones encontradas ante los peligros y las virtudes de Internet como herramienta educativa. Es el caso de Víctor Rivero, un estudiante de Ávila de 24 años sin perfil en las redes sociales, licenciado en Historia y que actualmente estudia Periodismo a través del Plan Bolonia: “Pese a que Internet proporciona un acceso rápido y democrático a la cultura que antes era imposible, no aporta nada como método digital de la enseñanza. Un Power Point no difiere demasiado de una pizarra”.

 

Esther Atienza es una estudiante palentina de 25 años que acaba de licenciarse en Psicopedagogía y cuenta con el diploma en Magisterio con especialización en Educación Infantil. Sus opiniones no difieren mucho de la de Contreras (“Internet abre muchas puertas, pero cierra otras tantas. No todas las fuentes valen”) o la de Martínez Prieto (“Lo primero es enseñar a utilizar Internet. Después la persona tiene que usarlo con criterio”). Atienza lo tiene claro para un futuro profesional con niños y adolescentes en las aulas: “Para asignaturas como Lengua y Matemáticas prefiero utilizar el método tradicional, ya que en la vida cotidiana se sigue usando el boli y el papel”.

No obstante, también hay otros estudiantes con más fe en las virtudes de las TIC que en sus defectos. Es el caso de Encarna Sandonís, una estudiante de periodismo de 44 años licenciada en Administración Contable y Diseño y Moda. Para Sandonís “no es lo mismo enseñar matemáticas o tecnología con las TIC que sin ellas. Se exige una mayor implicación. Hay mucho de psicología, aunque no te guste lo tienes que hacer. Las TIC ayudan a que la persona se integre en la asignatura, se implique, tenga curiosidad, que vea sus propios logros…”.

 

Pese a que Sandonís también reconoce que “se necesita cierto control sobre las TIC y no todo es válido”, no deja de defender el valor educativo de las TIC, y añade que la importancia de la evolución es capital: “Es evidente que hoy a la gente le llega la información de otra manera, lo que no quiere decir que ésta sea la mejor manera”. Sandonís concluye: “El mayor problema al que se enfrenta el aprendizaje digital son los gurús que creen dominarlo todo, cuando además de la técnica es importante dominar el lenguaje”.

En América Latina la sociedad del conocimiento es apenas una quimera porque todavía no se han dado las condiciones sociales y culturales que ayuden a un cambio de paradigma en cuanto a lo que se considera desarrollo, producción de innovaciones y de conocimiento, en el sentido de inclusión social y digital de los grupos sociales más vulnerables y desfavorecidos.

Por este motivo, la presente investigación tiene como objetivo abordar el tema de los desafíos que planta la sociedad del conocimiento a la región, de manera que en una primera parte se trata el problema de la incidencia de las tecnologías de la información y la comunicación en la construcción del conocimiento, sobre todo del llamado “conocimiento situado” o “conocimiento útil”, básico para la resolución de problemas de la vida cotidiana, especialmente de los sectores populares. Se insiste en la necesidad de que este tipo de sociedad rescate el carácter humano y social de la ciencia y la tecnología, así como su dimensión ética.

En otro punto se analiza la innovación social como condición necesaria para la inclusión social en la sociedad del conocimiento, así como indispensable para el logro de la participación de comunidades y redes sociales en la producción del saber, de conocimiento y de contenidos para las tecnologías de la información y la comunicación, de forma que se puedan reducir las brechas o abismos entre sectores, grupos e individuos.

En posteriormente se aborda la inclusión digital como parte de las iniciativas por la inclusión social y como un proceso mediante el cual las comunidades se apropian del desarrollo tecnológico, sus aparatos y redes para aplicarlos en un uso social que les permita mejorar sus condiciones de vida y participar en igualdad de condiciones en un mundo globalizado.

Para concluir, se proponen acciones de intervención social en el interior mismo de los grupos sociales involucrados y algunos lineamientos para la educación y la formación de las comunidades, de manera que puedan ser capaces de utilizar las tecnologías de la información y la comunicación para su bienestar y beneficio 

 Sobre la Sociedad del conocimiento y la incidencia de las TIC

Es mucho lo que se está discutiendo actualmente sobre la sociedad de la información como una sociedad del conocimiento, lo que ocurre es que el conocimiento entendido como saber ocupa cada vez más un lugar preponderante, ya que se ha vuelto imprescindible para cualquier actividad de las personas. Pero eso no significa que el conocimiento como actividad humana y social no existiera en otras épocas, sino que han ocurrido grandes cambios científicos, tecnológicos y sociales que lo ubican como eje central de las relaciones sociales del ser humano en el mundo contemporáneo.

Uno de esos cambios tiene que ver con el surgimiento de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) que han puesto a disposición del individuo grandes flujos de datos e informaciones, a partir de los cuales los sujetos sociales pueden iniciar nuevas búsquedas de conocimiento, otras formas de aplicación de éstos y diversos modos de asimilación e interpretación de la información recibida.

Sin embargo, debemos dejar sentado que tanto la tecnología como los flujos de información han sido el producto del desarrollo y avance del conocimiento mismo, ya que el conocimiento “es un organizador de la información y un orientador de la tecnología, algo que les otorga sentido a ambos; por eso ante un mundo tecnificado y lleno de información, el conocimiento es lo que da carácter social a ellos” (Infante y Otros, 2007:121).

Y es que el conocimiento es un vector estratégico para generar valor agregado a la información y potenciar el aprendizaje y el ingenio humano. El conocimiento implica un proceso de producción del intelecto donde los datos son los elementos o insumos básicos en bruto, la información es la integración de los datos con un significado definido y el conocimiento, como cúspide, es la utilización de la información por parte de un sujeto para resolver problemas y tomar decisiones (Páez citado por Silvio, 1993:13).

En función de lo anterior, se puede indicar que la Sociedad del Conocimiento no se reduce a una mera “Sociedad de la Información”, donde es posible vincular las TIC entre sí para multiplicar los flujos de información, sino que hace falta especialmente vincular a las personas para que, mediante su ingenio, inteligencia y creatividad, busquen nuevas formas de generar desarrollo social cualitativamente diferente (Pineda, 2004).

En la sociedad del conocimiento lo importante serían las personas y no las tecnologías, porque ellas son las únicas capacitadas para reorientar la información y convertirla en conocimiento. Por lo que debe ser una sociedad humana, éticamente sustentada en la idea de la cooperación y la solidaridad. Su norte debe ser el desarrollo del intelecto de los hombres, de su capacidad creativa e inventiva, a modo de que puedan desarrollar procesos cognitivos que le permitan contextualizar los flujos de información de acuerdo con sus circunstancias y aplicarlos en la solución de sus problemas. (Abram, 1999).

El conocimiento también es social porque se convierte en un “pegamento de la sociedad”, porque es valorado y transmitido como algo útil para todos y se hace indispensable para continuar con la vida colectiva, de modo que el conocimiento adquiere un alto valor cultural, por su papel indispensable en las interacciones sociales de las personas, por su poder como guía de la acción y el orden social ya que genera capacidad de predicción y confianza para saber cómo actuar en la vida social (Infante y Otros, 2007:131).

De manera que el conocimiento, en la actualidad, está dejando de lado su concepción exclusiva de saber científico estatuido, propio de los investigadores, para unirse a un concepto de saber contextualizado con la vida de la gente. Por lo que el conocimiento es tanto “explícito como implícito, es decir, producto no solo de procesos de investigación científica-tecnológica sino de la experiencia acumulada y de otros procesos de producción e innovación generados por los sujetos” (Pírela, 2004:35).

Si bien es cierto que la información es un dato que incluso puede ser procesado para disfrute de otros, el conocimiento como saber y dentro de una concepción holística, remite más que a la idea de “experto” a la idea de “sabiduría”. Eso implica que se debe producir una especie de “apropiación” por parte del individuo de ese dato, que al ser aplicado, recreado, reinventado potencia el aprendizaje y da lugar a un conocimiento cercano a su vida que le sirve para saber ser, saber pensar, saber hacer y trazarse un proyecto de vida digno. (Ander-Egg, 2001: 125).

Entendiendo, pues, que el conocimiento es base fundamental para la organización de un proyecto de vida, porque otorga visión y poder para la acción social en un momento histórico y situacional, es que se hace necesario abordar el tema de “la Sociedad del Conocimiento” como un asunto estratégico para trazar alternativas frente a los cambios.

Si se considera que la Sociedad de la Información es una sociedad de los flujos de información permanente y que la sociedad de la comunicación es una sociedad de las relaciones humanas y sociales a través de las redes, la sociedad del conocimiento nos deberá conducir hacia un tipo de sociedad de “la inteligencia interconectada”, como lo indica Tapscott (1999). Y eso quiere decir, una sociedad donde el conocimiento y el saber fluyan a través de las TIC, para permitirle a los sujetos desarrollar sus cualidades de creación e innovación, pero eso solo será posible si se aprovechan las oportunidades que brinda el desarrollo tecnológico e informático en pro del bienestar social de la humanidad y si se utiliza el conocimiento generado con una conciencia crítica.

En consecuencia, la Sociedad del Conocimiento es apenas una sociedad en construcción, que como proyecto requiere de una constante revisión, ante la cual no podemos mantenernos pasivos, porque la realidad actual nos demuestra que el conocimiento se está conformando como una materia prima fundamental en las sociedades del futuro.

Debido a que las TIC juegan un papel importante en la Sociedad del Conocimiento,  analizamos  cómo ellas están incidiendo en la construcción de este tipo de sociedad:
Por un lado, debemos reconocer que esta tecnologías están cambiando la constitución de los mapas mentales de los individuos, sobre todo de los niños y jóvenes, quienes en sus permanentes contacto con aparatos digitales y en sus vinculaciones interpersonales a través de las redes, están desarrollando otras formas de pensamiento y modos de ver y comprender el mundo. En sus interacciones virtuales van adquiriendo nuevos artefactos cognitivos (inmateriales e intangibles) que les sirven como estructuras o sistemas de interacciones que producen información, comunicación y conocimiento, los cuales por su naturaleza intelectual se funden con las maquinas mismas (como artefactos físicos) en una relación simbiótica.

Resultados: 

Las TIC ayudan a desarrollar nuevas formas de aprendizaje y de comunicación, no solo referidas a la adquisición de destrezas operativas diferentes sino a la extensión de las facultades intelectuales, ya que ellas pueden prolongar los sentidos humanos, pero también el cerebro y su capacidad de inteligencia y conocimiento. Piénsese en los avances en el campo de las nanotecnologías, la inteligencia artificial y las neurociencias, y en las potencialidades para el desarrollo de tecnologías cada vez más avanzadas que entrarán en interfaces con el cerebro humano (nanos chips inteligentes) para aumentar su capacidad intelectual.

Por otro lado, las TIC, por su carácter interactivo, están modificando drásticamente las relaciones de comunicación de los humanos y los modos de interacción con las fuentes del saber y el conocimiento, haciéndolas más expeditas, directas y puntuales para el sujeto, con lo cual inciden en las nuevas formas de producción, de clasificación y de transmisión del desarrollo científico y tecnológico; además como ellas se encuentran disponibles para un gran número de personas facilitan que el acceso a la producción de conocimiento no esté restringido a solo expertos y eruditos.

Como la interactividad es la principal característica del nuevo proceso comunicacional, el usuario puede llegar a ser un sujeto activo y motor del conocimiento, ya que se mueve en un espacio virtual sin frontera y se encuentra abierto a otros modos de aprendizaje diferentes a los clásicos. Esa condición genera un usuario con una visión más amplia de los problemas y con un poder de ubicuidad que lo hace capaz de conocer sucesos que ocurren en distintas partes del planeta, de forma simultánea; así como emitir juicios, establecer posiciones, interactuar con otros y tomar decisiones más acertadas en su vida cotidiana y social (Pineda y Otros, 2003: 259).

Las TIC contribuyen como vehículos para hacer posible la circulación, el uso, el acceso, la representación y la creación del conocimiento.  Las potencialidades de las TIC para generar conocimiento como valor agregado son ilimitadas y todavía no del todo conocidas, pero para que podamos sacarles partido a todas esas posibilidades, el elemento central no es el desarrollo tecnológico en sí, sino la formación de las personas y el fomento de la innovación y la inventiva colectiva, lo cual es clave para el logro del desarrollo económico y social que eleve el nivel de vida de las personas.

Discusión de resultados: 

Sociedad del Conocimiento, inclusión social y participación en la producción de saberes

Si la Sociedad del Conocimiento es aquella de “la inteligencia interconectada”, deberá implementar mecanismos para potenciar en todos los sujetos procesos de aprendizaje, lo cual implica que esta sociedad debe ser de inclusión social, donde la innovación colectiva contribuya al mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos. Para esto es necesario que se integren y no sean excluidos.

La innovación social es un basamento central ya que significa “el desarrollo de nuevos procesos, prácticas, métodos o sistemas para llevar a cabo procesos tradicionales o tareas nuevas que se hacen con la participación de las comunidades y los beneficiarios” (La Iniciativa de la Comunicación, 2009). Por lo que la innovación por sí sola no es suficiente si no se involucra a los actores de su propio desarrollo, se fomenta el sentido de la participación y la cooperación ciudadana, ya que las decisiones tienen que ser tomadas en comunidad y tienen que ser de carácter social.

Para que la innovación social de sus frutos a largo plazo y pueda ser sostenible en el tiempo y aplicable a otros lugares, deberá tender al desarrollo permanente de las personas, de sus capacidades de imaginación y de expresión de sus ideas, así como al alfabetismo tecnológico de los sectores con menos posibilidades de acceso y de uso a los avances tecnológicos. La innovación social tiene que necesariamente apoyarse en la constitución de redes que, como modalidades organizativas, se vinculen a la vida cotidiana de las personas, a sus relaciones de proximidad, vecindad, amistad y se constituyan en un medio para la participación social (García Dalmas, 2006:23).

La producción de conocimiento en las redes sociales tiene que articular y confrontar el conocimiento científico con el saber popular, y debe incorporar a los sectores involucrados en la producción de saberes y conocimientos sobre su realidad, para ayudarlos a implementar acciones sociales colectivas. Los procesos de producción de conocimiento social deberán ser en el fondo procesos educativos y de aprendizaje crítico, que surgen de las relaciones permanentes entre los integrantes de las redes o grupos y del intercambio de saberes, con sus herramientas, con sus conceptos, con sus metodologías, con miras al desarrollo de una acción social (García Dalmas, 2006:24-28).

Entendiendo que en la actualidad nos movemos en un mundo cambiante, complejo y lleno de incertidumbres, ante lo cual el conocimiento que se tenía por seguro y confiable, es decir, el conocimiento científico, ha perdido sus certezas y es incapaz de ofrecer repuestas a muchos problemas contemporáneos, hace falta articular diversos saberes, incluyendo al saber popular.

En virtud de que la ciencia y el conocimiento erudito se mantuvieron por mucho tiempo alejados de los sectores populares, en esta era de la Sociedad del Conocimiento hace falta un cambio en lo individual y lo grupal que haga entender que los problemas del hambre, la miseria y el subdesarrollo no se han derivado de la falta de Ciencia y Tecnología, sino de la falta de compromiso humano, de ética, de conciencia y de poco respeto a la dignidad y derechos de las personas (Ander-Egg, 2001: 229).

Frente a los retos que plantea la Sociedad del Conocimiento y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, el tema de la reducción de las brechas digitales se debe asumir como un principio ético que haga recuperar la igualdad social y de oportunidades para el crecimiento y desarrollo, comprendiendo que las mismas no son solo desigualdades de acceso y participación en el mundo interactivo y digital y, por ende, desigualdades para la producción y el disfrute de conocimientos compartidos, sino que son desigualdades estructurales vinculadas con una mejor distribución de la riqueza material, social y cultural.

Cualquier iniciativa que implique el desarrollo de políticas integrales de participación ciudadana en las redes de conocimiento, bien sean sociales, comunitarias o digitales deberá ser recibida con beneplácito, pero teniendo presente que la producción de saberes es una actividad que necesita de la acción de los sujetos involucrados y no de decisiones paternalistas de los gobiernos o instituciones vinculadas al desarrollo de las comunidades.

 La apropiación social de las TIC y el conocimiento popular para la inclusión digital

La apropiación social de las Tecnologías de la Información y la Comunicación no es un concepto nuevo, a pesar de que en los últimos años se le asocie al concepto de inclusión digital, sobre todo a partir de las tres Cumbres de la Sociedad de la Información, celebradas en Quito (2002), en Ginebra (2003) y Túnez (2005), que comenzaron a plantear el problema de las brechas digitales y los abismos comunicacionales entre zonas del mundo (Pineda, 2005:91).

Ya para mucho antes, en la década de los ochenta, el autor norteamericano Robert White hacía referencia a este concepto de apropiación social de las TIC, en su trabajo “De las contradicciones en la comunicación democrática” (1983:66), al indicar que la apertura a una comunicación democrática en la sociedad de la información, dependería del “sentido de la información”, es decir, de su pertinencia para los grupos populares y para su proyecto de apropiación social de las nuevas tecnologías.

De modo que ese sentido de la información que White vislumbraba para aquella época como necesario en las realidades latinoamericanas, ha implicado a la larga un proceso de reinvención y reapropiación de las tecnologías y las redes digitales por parte de los individuos o comunidades para lograr una aplicación o uso social de las mismas, en términos de lo que ha venido planteado la autora mexicana Carmen Gómez Mont (2005:304), que ha supuesto una readaptación de los usos planificados por las industrias productoras de estas tecnologías, que son básicamente comerciales, por usos para la vida cotidiana y grupal de los sectores desposeídos, los cuales han revertido, mediante inventiva e imaginación, las aplicaciones previstas por el capital.

La apropiación social de las TIC no sólo es un proceso comunicacional que ha movido a las comunidades para su lograr su participación en el acceso y uso con sentido de las tecnologías y de las nuevas modalidades de comunicación e información que ellas hacen posible, sino que ha implicado la introducción de cambios progresivos en los modelos de democracia social.

Por lo anterior, si la sociedad del conocimiento quiere abrirse a la pluralidad democrática deberá ayudar a fomentar la participación y la acción de los sectores más desfavorecidos de la sociedad, porque el conocimiento o saber adecuado para la resolución de sus problemas no podrá ser aquel impuesto en recetas y fórmulas de organismos externos o de instituciones científicas alejadas de sus realidades.

Comprendiendo esa necesidad de readaptación del conocimiento, el mexicano Jorge González (2007), aporta su concepto de “conocimiento situado”, que es aquel que se corresponde o es pertinente en tiempo y espacio a la solución de un problema concreto de una comunidad determinada. Es decir, es aquel que responde a una demanda social real de la gente.

La apropiación social implica también la participación de las comunidades en la producción de contenidos y en los procesos de comunicación inclusivos, como una vía de restablecer el diálogo y la organización comunitaria y horizontal, a modo de ejercer un contrapoder ciudadano.

En ese sentido, es que adquieren importancia las redes digitales de carácter social que puedan conectar a los jóvenes, mujeres, indígenas, minorías étnicas o sectores pobres para facilitarles la producción de contenidos y la generación de información y así revertir el paradigma de consumidores pasivos de lo que ya existe en las redes. Con la creación de los blogs y el potencial desarrollo de la Web 2.0, capaz de permitir esquemas de EMR, es bastante lo que se puede avanzar en este sentido, pero todavía falta mucho por hacer para fomentar que los ciudadanos generen contenidos.

Conclusiones: 

Por tal motivo, la Sociedad del Conocimiento será aquella que impulse más el aprendizaje constante de los individuos mediante una red de instituciones formales (escuelas, universidades) y no formales, que, apoyadas en las tecnologías y las redes, faciliten la tarea de aprovechar los nuevos conocimientos que se generan en el mundo (Pírela, 2004:53).

Como la educación para la vida sería pues el eje central, se requiere invertir en la formación del capital humano, pero también en recursos informáticos porque ellos son factores esenciales hoy día en las estrategias de desarrollo de cualquier país.

Las desigualdades de participación en la generación de contenido son palpables incluso en los países desarrollados como España, donde solo el 1 % de los contenidos de la red son producidos en ese país y donde la industria de contenidos creció, en el 2008, en un 14 % (Pascual y Otros, 2008). En los países en desarrollo, los distancias en cuanto a producción de contenidos es más cruda ya que la generación de informaciones y contenidos es ínfima o casi nula.

Con el advenimiento de las TIC y la revolución digital que ellas promueven, se ha visto a la sociedad de la información y el conocimiento como un motor fundamental del desarrollo económico y de la organización social y colectiva, tanto en los países desarrollados como en los no desarrollados.

Agradecimientos: 

Gracias al Instituto Politécnico Nacional por darme la oportunidad de participar en el congreso de la ORP

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