¿Tomamos café y conversamos?
¿Tomamos café y conversamos?
¿Has apagado el teléfono?, o lo has tenido pegado a ti, y consultándolo cada pocos minutos, comprobando emails, mensajes, llamadas, whatsapp, como el resto del año?. ¿ Has desconectado y descansado realmente?.
Hace ya tantos años, cuando se empezaba a generalizar el uso del teléfono móvil, pero aún existían los reacios, me recuerdo defendiéndolo ante una amiga, ella siempre cuestiona por un tiempo más que considerable la adquisición de un nuevo instrumento de “control”, y quizá yo, le veo su utilidad con excesiva antelación. Recuerdo mi frase lapidaria, …”no tiene sentido que el teléfono esté donde tú no estás” , a pesar de que entonces el peso era de casi un kilogramo!
Hoy tenemos múltiples maneras de estar siempre conectado. Todos tenemos algunos de estos gadget a disposición en el viaje, tablets, notebooks o smpartphones. También nos ocupamos de dejar el roaming activado, en el caso de que el viaje sea al exterior –incluso del sistema de Internet móvil. Nos interesamos sobre las opciones de Internet en el hotel o lugar de hospedaje. Y, aunque generalmente sale más caro, utilizar el propio 3G para emergencias.
Estamos perfectamente localizables y conectados, al día de lo que ocurre en el trabajo, a los amigos, conocidos, ciber-amigos, sabemos en qué ciudad se encuentran los colegas que viajaron a China, vemos sus fotos en tiempo real, y leemos su impresiones. Los chicos que han salido al extranjero para un curso de inglés-conocer mundo-hacer nuevos amigos-madurar, hablan, poquito, es la verdad, con sus padres, familiares, amigos, a través de estos gadgets sin coste, o a muy bajo precio…
No seré yo quien niegue todas estas y otras muchas ventajas de estar conectado siempre que quieras y allí donde estés. Pero, y aquí es donde me gustaría conocer vuestra opinión, que pasa con esa maravillosa sensación de estar perdido del mundo por unas horas, días, semanas?, volver y recibir noticias nuevas, como si las cosas hubiesen cambiado desde que te fuiste y sentir que parece que has estado fuera una eternidad, de, quizá tan solo cinco días?, de disfrutar de una isla, un volcán, un río, una montaña, unas dunas, ……… y sentirte como los primeros pobladores de la zonas?, con esa satisfacción de considerarte privilegiado ante tremenda belleza, y, en medio de ese cúmulo de sensaciones, colores, olores, ráfagas de viento, rayos de sol, ….el aviso de que entra un mensaje, o lo que es peor, el tic nervioso de consultar que estará pasando en la otra parte del mundo que sueles habitar cada vez por más tiempo.
El arte de la conversación, cada vez más postergado, sentarse frente a otro y conversar, mirarse a los ojos y saber no solo por las palabras, seducir, convencer, agradecer, aflorar, mostrarse, y preguntar, interesarse, platicar, charlas, departir, incluso pegar la hebra, meter baza, sacar a colación. Comunicarse con todos los sentidos, con una comunicación completa, recibir feedback, conocer al otro, empatizar.
Todo esto lo hacían nuestros mayores en las tardes de partida en el bar del pueblo, sentados a la fresca cuando se escondía el sol, compartiendo un bocado después de una caminata para llegar al riachuelo detrás de las montañas, …seguro que podéis evocar muchas más situaciones en las que compartir con el otro era sentirte parte de su vida.
Si esto, lo perdemos, porque es más cómodo pulsar el on, seremos cada vez un poco más mudos, sordos y poco comunicativos. A pesar de nuestro fantástico Plan de Comunicación Interna