Jaque al cobre

Jaque al cobre

Europa reduce el uso del metal y quiere sustituirlo para frenar la toxicidad de la tierra
18 Agosto 2019

La reducción progresiva del uso del cobre como funguicida en la vid, hasta lograr su sustitución, se ha convertido en uno de los grandes retos de la viticultura ecológica en Europa. Entre las razones, la toxicidad que puede llegar a acumularse en suelos donde siempre ha habido viñedos, con efectos negativos sobre el medio ambiente y la biodiversidad. El reto es mayúsculo, ya que el cobre se viene utilizando en Europa desde finales del siglo XIX para luchar contra una de las principales pesadillas del viticultor, el mildiu; un hongo microscópico que, si no se controla, provoca ­estragos. Este metal pesado es, casi 140 años después, el único funguicida autorizado en viticultura ecoló­gica que es plenamente eficaz ­contra una enfermedad que se desarrolla sobre todo en el interior de las hojas. La Comisión Europea ha empezado a aplicar restric­ciones al cobre, y los productores de vinos ecológicos y las administraciones locales están en alerta.

Bruselas ha activado hace dos meses una prórroga de siete años para seguir autorizando el uso de este metal pesado en viticultura ecológica. Pero a cambio, la Comisión Europea ha impuesto una reducción de las dosis. La nueva limitación fija en un máximo de 28 kilos de cobre metal aplicados en un periodo de siete años. La nueva media anual es de cuatro kilos por hectárea. Hasta ahora se podía aplicar seis kilos de cobre por hectárea y año, en periodos acumulables de cinco años. Los agricultores deberán afinar más a partir de ahora cuando apliquen el producto funguicida con cobre. “La superficie de viticultura ecológica se podría ver comprometida. Hay preocupación”, apunta Salvador Puig, director del Ins­titut Català de la Vinya i el Vi (Incavi).

Para que sea eficaz, los expertos estiman que cada tratamiento contra el mildiu debe aplicar entre 800 gramos y un kilo de cobre por cada hectárea, por lo que la nueva normativa permitirá aplicar cada año un máximo de cuatro tratamientos. En la zona del Penedès, el año pasado, excepcionalmente favorable a la aparición del mildiu, se recomendó hacer entre nueve y diez tratamientos por hectárea, según datos del Servei de Sanitat Vegetal del Departament d’Agricultura. “Fue un año excepcional, la media está en el Penedès en cuatro tratamientos”, recuerda Lluís Giralt, técnico de la sección de viticultura del Incavi. Pese a los tratamientos con las dosis anteriores a la restricción, en el 2018 hubo pérdidas importantes de cosechas en el Penedès por mildiu.

En algunos países europeos ya se aplican restricciones al cobre incluso en agricultura convencional. Dinamarca ha prohibido ya su uso en cultivos ecológicos, como en el caso de la patata. La producción vinícola ecológica sin la utilización del cobre es en la actualidad una misión imposible. La plaga del mildiu, sin control, hace del todo inviable la mayoría de las plantaciones. El cobre, una de las principales herramientas utilizadas en viticultura ecológica, se aplica en las hojas de la vid, pero llega a la tierra y puede tener efectos negativos sobre la biodiversidad. Su impacto sobre los suelos y su posible toxicidad, por acumulación tras décadas de monocultivo, con consecuencias también en los microorganismos del suelo, hace años que se está discutiendo.

En zonas vinícolas, pasa de las hojas al suelo y se va acumulando en la tierra. “La Comisión Europea ha incluido el cobre como una de las sustancias a remplazar, pero el gran problema es que en la actua­lidad no hay una sustancia alter­nativa que sea eficaz”, advierte ­Giralt. Las restricciones no han llegado sólo desde Bruselas. El Ministerio de Agricultura está preocupado también por los efectos del uso del cobre en la piel de los agricultores que aplican el fungicida en las plantas y está siendo más estricto que otros países europeos. España no ha permitido en el último año el registro de varios productos cuya base es el cobre que estaban autorizados. Ante las protestas y las alegaciones de las empresas comercializadoras, el ministerio está revisando ahora a la baja algunas de sus restricciones. Con las nuevas limitaciones, en los años sin mucha afectación se deberá trabajar con más precisión.

Las condiciones climatológicas y meteorológicas de cada estación son claves en la propagación del mildiu, por lo que será especialmente complicado reducir las dosis y los tratamientos en algunos territorios, como Galicia o Francia, y en años muy lluviosos. Con la dosis planteada por la Comisión Europea, en Catalunya se puede controlar el parásito en años normales, pero en otros con más afectación podría comprometer los cultivos ecológicos, alerta el Incavi. La reglamentación permite que un año se pueda utilizar más cobre y otro menos, porque las dosis son acumulables en un periodo de siete años. La variabilidad de las condiciones meteorológicas y ambientales hace que de un año a otro puedan producirse cambios significativos. También puede variar mucho entre territorios y en un radio de no muchos kilómetros. Identificar las zonas y los momentos en los que se dan las condiciones ambientales para la propagación de la plaga del mildiu hace que la utilización del cobre se pueda realizar en la actualidad con tratamientos muy puntuales durante todo el año. “Hay que afinar más y gestionar muy bien la aplicación del cobre, pero es viable”, sostiene Giralt.

Hasta hace muy poco había la percepción generalizada de que el cobre es inocuo, avalado además por la viticultura ecológica. Justamente la expansión de los vinos eco se explica en parte por la gran adaptabilidad del cultivo de la uva a las exigencias de la producción sostenible, ya que existen muchas alternativas naturales a los pesticidas químicos. El cobre tiene un papel clave desde hace más de un siglo que ahora debe cambiar. Al metal pesado se le acaba el tiempo en la vid.

Fuente. LA VANGUARDIA

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