El proyecto del chip europeo estará liderado por Barcelona
El proyecto del chip europeo estará liderado por Barcelona
El Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) liderará el desarrollo científico de los futuros chips europeos, un proyecto impulsado por la Comisión Europea para garantizar la soberanía tecnológica y la competitividad industrial del continente.
La elección del BSC-CNS supondrá una inversión de unos 240 millones de euros de fondos europeos que serán gestionados desde Barcelona hasta el 2021. Esta inversión está destinada a aumentar en la próxima década a medida que Europa desarrolle su propia industria de microprocesadores. Para la economía de Barcelona y su área metropolitana, supone “una oportunidad para dar competitividad a todas las industrias que incorporan la microelectrónica, desde la automoción hasta la medicina de precisión, y para que surjan nuevas empresas en este sector”, afirma Josep M. Martorell, director adjunto del BSC-CNS. Un primer ejemplo de estas nuevas empresas es la catalana Semidynamics, especialista en arquitectura de ordenadores, que forma parte del consorcio europeo liderado por el BSC-CNS.
Supondrá una inversión de unos 240 millones de euros de fondos europeos que serán gestionados desde Barcelona hasta el 2021
El consorcio se enmarca en el gran proyecto EuroHPC (iniciales en inglés de High Performance Computing, o Supercomputación de Altas Prestaciones), que la CE considera estratégico para evitar que Europa quede rezagada respecto a Estados Unidos, China y Japón en capacidad de computación. “En este momento, Europa es vulnerable”, advierte Mateo Valero, director del BSC-CNS y uno de los principales ideólogos de EuroHPC. “Si no controlamos nuestros chips, nos exponemos a que nos espíen poniendo troyanos en los procesadores, que es muy fácil; y si quedamos rezagados en capacidad de computación, dejaremos de ser competitivos en mercados estratégicos”.
El proyecto cuenta con el respaldo clave del presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, que en el 2015 defendió ante Angela Merkel y François Hollande que “nuestro objetivo es que Europa se sitúe en el top 3 mundial de supercomputación antes del 2020”; el de Andrus Ansip, vicepresidente de la CE para Mercado Único Digital, que el pasado marzo advirtió que “si seguimos dependiendo de otros para este recurso esencial, corremos el riesgo de quedarnos tecnológicamente bloqueados, frenados o privados de know-how estratégico”, y de Roberto Viola, director general de Redes de Comunicación, Contenidos y Tecnología de la CE.
"Nuestro objetivo es que Europa se sitúe en el top 3 mundial de supercomputación antes del 2020". Jean-Claude Juncker, Presidente de la Comisión Europea
Por ahora, la CE tiene prevista una inversión de mil millones de euros en supercomputación hasta el 2020. Para la primera mitad de la próxima década, la previsión se eleva hasta 9.000 millones de euros sumando las aportaciones de la CE, de los estados miembro y de las empresas.
EuroHPC nace con dos grandes objetivos. Por un lado, el desarrollo de un chip propio para evitar que Europa dependa exclusivamente de chips estadounidenses como ocurre ahora. Junto al desarrollo del chip, se explorarán sus posibles aplicaciones industriales –por ejemplo, en coches autónomos o en telefonía móvil–. El segundo gran objetivo es el desarrollo e instalación de los cuatro próximos superordenadores europeos, que tendrán capacidades de computación superiores a las de cualquier máquina actual.
El desarrollo del eurochip se ha adjudicado, entre los tres candidatos que optaban al proyecto, a un consorcio que tiene al BSC-CNS como líder científico y a la multinacional francesa Atos/Bull como líder industrial.
Los 23 socios que tiene el consorcio hasta ahora –que se podrían ampliar en el futuro– incluyen, entre otros, a la empresa alemana BMW, la francesa Kalray o la italiana E4, además de los principales centros de supercomputación europeos.
El plan de trabajo prevé una inversión inicial de 120 millones de euros hasta el 2020, pero “hará falta más tiempo para crear un chip que funcione perfectamente”, señala Valero. “Calculamos que hacen falta unos tres años para desarrollarlo, pero, tratándose de una primera versión, tendremos que seguir trabajando para mejorarlo en los años siguientes”.
En cuanto a la construcción de los próximos superordenadores europeos, el proyecto EuroHPC prevé instalar los dos primeros hacia el 2021 y los otros dos tres años más tarde. Aunque aún no están adjudicados, la fecha del 2021 coincide con el momento en que habrá que sustituir el actual Mare Nostrum 4 del BSC-CNS por el futuro Mare Nostrum 5. Dado que los Mare Nostrum forman parte de la red europea de supercomputación Prace, y por lo tanto dan servicio a usuarios del conjunto de Europa, lo más probable es que uno de las primeras máquinas de EuroHPC sea el Mare Nostrum 5.
“Calculamos que hacen falta unos tres años para desarrollarlo, pero, tratándose de una primera versión, tendremos que seguir trabajando para mejorarlo en los años siguientes”. Mateo Valero Director del BSC-CNS
Esto supondría una aportación de otros 120 millones de euros de la Unión Europea para construir en Barcelona un superordenador capaz de realizar 200.000 billones de operaciones por segundo, veinte veces más que el actual Mare Nostrum 4.
“Hasta ahora los superordenadores que tenemos en Europa los ha pagado cada país por su cuenta. El hecho de que a partir de ahora la Comisión Europea asuma la inversión supone un cambio de paradigma que muestra la prioridad que da Bruselas a esta cuestión y que se explica porque, si no hay un liderazgo político a escala europea, no podremos alcanzar a China, Japón y Estados Unidos”, explica Martorell.
“Europa se había quedado sin capacidad de hacer chips, lo cual es malo para la competitividad de Europa. Que España lidere el proyecto del chip europeo nos sitúa en cabeza de una tecnología que va a ser esencial en el futuro”, destaca Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, que ha defendido tanto en Madrid como en Europa la participación de España en el proyecto EuroHPC. Vela destaca que el liderazgo del BSC-CNS en supercomputación “tendrá un impacto en la calidad de vida de los ciudadanos, tanto porque será beneficioso para la industria como por las aplicaciones que generará, por ejemplo, en medicina personalizada y en automoción”.
Pero para que la economía de Catalunya pueda aprovechar esta oportunidad, “necesitamos una política industrial que favorezca que se desarrollen aplicaciones a partir de la tecnología que vamos a desarrollar”, señala Martorell, que fue director general de Recerca de la Generalitat antes de incorporarse al BSC-CNS. “Los beneficios no serán inmediatos, pero pueden ser importantes a medio y largo plazo. Si tenemos equipos que trabajan en el diseño de los procesadores, y equipos que trabajan en las aplicaciones de los procesadores, tal vez sea el momento de hablar con las empresas y ver qué podemos hacer juntos”.
El liderazgo del BSC-CNS en supercomputación “tendrá un impacto en la calidad de vida de los ciudadanos, tanto porque será beneficioso para la industria como por las aplicaciones que generará, por ejemplo, en medicina personalizada y en automoción”.
En la imagen, el artífice. Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center, ante el ordenador Mare Nostrum 4 (Xavier Cervera)