

Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo Los trastornos musculo-esqueléticos (TME) son una de las enfermedades de origen laboral más comunes que afectan a millones de trabajadores en toda Europa y cuestan a los empresarios miles de millones de euros.
Los trastornos musculo-esqueléticos (TME) afectan a una cuarta parte de la población de Europa (el 25% de los trabajadores sufren dolores de espalda y el 23% se quejan de dolores musculares). Según los datos del Eurostat, el coste económico de los TME en Europa representa el 1,6% del PIB (205.107 millones de euros al año). Por otra parte, en España, la VI Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo (ENCT, 2007) muestra que el 74,2% de los trabajadores señala sentir alguna molestia musculo-esquelética debida a posturas y esfuerzos derivados del trabajo que realiza, en concreto, la zona baja de la espalda, la nuca/cuello y la zona alta de la espalda son las más afectadas (40,1%, 27%, y 26,6%, respectivamente).
La OMS (2004) define los TME como problemas de salud del aparato locomotor, es decir, de músculos, tendones, esqueleto óseo, cartílagos, ligamentos y nervios. Esto abarca todo tipo de dolencias, desde molestias leves y pasajeras hasta las lesiones irreversibles y discapacitantes.
Las causas de los TME están, entre otras, asociadas a condiciones de trabajo como movimientos repetitivos, estar muchas horas de pie, trabajar sentado en posición fija, posturas forzadas, manipulación de cargas, trabajo a un ritmo elevado, o malas condiciones ambientales en el puesto de trabajo (vibraciones, mala iluminación, altas temperaturas, etc.).
En lo últimos años, sin embargo, hay cada vez mayor evidencia de la asociación entre TME y factores psicosociales de riesgo. Por factores psicosociales se entienden determinadas condiciones de trabajo relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea, y que tienen la capacidad de afectar tanto al bienestar o a la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo del trabajo (Martín Daza y Pérez Bilbao, 1997) pero los factores psicosociales cuando son factores con probabilidad de afectar negativamente a la salud y el bienestar del trabajador son factores de riesgo (Benavides et al.2002; INSHT, 2015).
Cox (1993) informó que entre los factores de trabajo asociados a los riesgos psicosociales se incluyen una carga de trabajo y un ritmo de trabajo excesivos, la inseguridad laboral, horarios de trabajo inflexibles, horarios de trabajo irregulares, imprevisibles o socialmente inadecuados, escasas relaciones interpersonales, falta de participación, un papel poco claro en la organización, una escasa comunicación, escasas perspectivas de carrera y exigencias contradictorias del trabajo y el hogar.
Como ejemplo de la relación científica entre factores psicosociales de riesgo y TME, valga por caso el estudio realizado por Simon et al., (2008) que muestra una mayor relación ente TME y factores psicosociales de riesgo que entre TME y factores físicos de riesgo. Los factores psicosociales, evaluados mediante el Cuestionario Psicosocial de Copenhagen (COPSOQ, (Kristensen et al., 2005)) que aparecen asociados a los TME son exigencia cuantitativa del trabajo o intensidad del trabajo, la influencia en el trabajo (control sobre el entorno de trabajo), y la relación entre el esfuerzo del trabajador y la recompensa recibida (beneficios económicos, oportunidad/seguridad en la carrera y valoración profesional).
En la tabla 1 (Anexo 1) se observa la relación entre la zona del cuerpo afectada y los factores psicosociales de riesgo según el estudio realizado por Devereux et al., (2004). Nogareda (2006) señala que, entre los efectos negativos que el estrés laboral genera en los trabajadores, caben destacar diversos trastornos, tanto físicos como psíquicos o conductuales, dentro de los cuales son de mención las enfermedades cardiovasculares, los trastornos musculo- esqueléticos y las enfermedades mentales que a su vez pueden dar lugar a efectos secundarios a nivel colectivo como aumento del absentismo laboral, disminución de la calidad del trabajo realizado y de la productividad. Por tanto, la evaluación y valoración de los TME asociados a factores psicosociales de riesgo se puede considerar como una medida indirecta del nivel de estrés laboral generado por los factores psicosociales de riesgo. La exposición a los riesgos psicosociales puede provocar estrés entre los empleados, que dan como resultado un rendimiento escaso y, cuando se prolonga, graves problemas de salud, entre los que se hallan las dolencias músculo-esqueléticas (Cuadro 1 en el Anexo 1).
Para Martínez Plaza (2009), médico del trabajo del INSHT (ahora Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo) En el panorama laboral actual el estrés ha sido identificado como uno de los riesgos emergentes más importantes, y en consecuencia, dentro de los principales desafíos que enfrentan las organizaciones debido a la repercusión que éste puede tener sobre la salud de los trabajadores. El estrés laboral como principal riesgo psicosocial supone un coste tanto social como individual. En 2002, la Comisión Europea (2002) estimó los costes del estrés laboral en la Europa de los Quince en 20.000 millones de euros al año.
Este trabajo tiene el objetivo analizar la relación entre los factores psicosociales de riesgo y los trastornos músculo-esqueléticos en camarera de pisos, a partir de los datos recogidos en una primera fase cualitativa y una segunda fase cuantitativa.
Participantes
Durante la fase cualitativa, participaron 36 camareras de piso con distintas condiciones laborales y de seis comunidades autónomas con un alto índice de turismo. Se pidió también la participación de médicos del trabajo, responsables de salud laboral, gobernantas, técnicos de prevención o delegados sindicales, con la intención de conocer la situación desde todas las perspectivas.
Durante la fase cuantitativa, participaron 19 camareras de piso procedentes de las Islas Baleares. En esta ocasión la muestra fue aleatoria y estuvo formada por aquellas camareras que se ofrecieron voluntariamente a participar.
Materiales
Para la fase cualitativa se utilizó el proyecto interno realizado por CCOO en 2018, “Dependencias Farmacológicas en las camareras de piso”, haciendo una revisión de todos los datos que aporta el mismo.
Para la fase cuantitativa, se realizó una check-list con los TME más comunes según el INSST, y algunas de las nuevas enfermedades profesionales reconocidas para su sector. Para la evaluación de los riesgos psicosociales en el trabajo se les pasó el Manual del método CoPsoQ PSQCAT (versión 2), la versión corta del cuestionario.
Fases del estudio
- Fase cualitativa y descriptiva.
En el proyecto de CCOO, se formaron 6 grupos de discusión, formados por personal de pisos de instalaciones de alojamiento, y 15 entrevistas en profundidad a personas clave del sector, como médicos del trabajo, responsables de salud laboral, gobernantas, técnicos de prevención o delegados sindicales. Todas ellas, fueron dirigidas por 2 miembros del grupo de trabajo de CCOO y grabadas para su posterior análisis.
Una vez transcritas todas las grabaciones, se creó un documento en el que se recogían aquellos aspectos sobre las condiciones de trabajo, problemas de salud y consumo de fármacos, en los que coincidieran todos los grupos y entrevistas que se hicieron.
- Fase cuantitativa.
En esta fase, el objetivo era la obtención de datos cuantitativos con los que poder comparar la información recogida en la primera fase.
- Fase cualitativa y descriptiva.
En esta fase, se encontró que todos los factores de riesgos psicosociales y los factores de riesgo de sufrir TME, se encuentran en las condiciones actuales de trabajo de las camareras de piso entrevistadas.
Como resumen de todos los datos recogidos en esta primera fase, se adjuntan las tablas 1 y 2 donde aparecen las situaciones reales de mayor coincidencia, sobre los factores de riesgo de TME y los factores de riesgo psicosocial, narradas por las participantes de los grupos de discusión.
Profundizando más en el contenido que aporta el documento elaborado por CC.OO, podemos decir que, con respecto a la organización del trabajo, las camareras de piso señalan que no se tienen en cuenta situaciones que hacen que varíen las exigencias del trabajo (distribución de las habitaciones en cada planta, el tipo de habitación, el tipo de cliente, ni la estación y las condiciones ambientales que conllevan).
También apuntan que la carga total de trabajo, durante la jornada laboral, ha crecido de forma exponencial debido al aumento en el número de habitaciones que deben hacer durante la misma, entre 20 y 25 y pudiendo llegar a las 30.
Denuncian también la falta de medidas preventivas y la falta de mejoras ergonómicas de los materiales que tienen que usar diariamente. Además, en los casos en los que se tiene en cuenta la ergonomía y se modifican cosas, apuntan que faltan cursos de formación sobre cómo trabajar con las nuevas instalaciones.
En primer lugar, como aspectos concretos de mobiliario que tienen que usar en el día a día, revelan que los carros no son ergonómicos, el peso está muy por encima de lo que pueden empujar con facilidad y los pasillos con moqueta agravan esta situación. Las camas cada vez son más grandes, con colchones más pesados y sin ruedas para moverlas.
En segundo lugar, destacan el uso diario de fuertes productos de limpieza y la exposición a todos los químicos que esto conlleva. Si estos líquidos ya de por sí pueden ser peligrosos, muchas veces no usan los que están homologados y no siguen las normas de prevención.
Por último, con respecto a los Equipos de Protección Individual (EPIS), demandan que el primer problema, en muchos casos, es que no les entregan las protecciones necesarias.
Algunos de los factores psicosociales de riesgo más claros y abundantes que se han recogido en los grupos de discusión son el aislamiento y el ambiente de trabajo. Mientras que antes lo normal es que fuesen acompañadas y hubiese dos camareras por habitación, ahora trabajan solas y, por otro lado, argumentan que hay una presión añadida por parte de las gobernantas, los superiores y los mandos intermedios a la hora de conseguir cumplir los ratios de habitaciones asignadas a cada una.
Las lesiones más comunes referidas en las entrevistas son problemas de hernias, cervicales, túnel carpiano, rodillas, tendinitis en los brazos, muñecas, tobillos… Todos estos dolores les impide en muchos casos seguir trabajando, por lo que la necesidad de coger una baja es muy alta y son muchas las que dicen haber tenido al menos una baja por año.
Exponen que hay una falta de atención por parte de los médicos del trabajo y las Mutuas hacia los empleados. Es común la derivación de los trabajadores a la Seguridad Social, aunque las causas y los motivos de consultan sean derivados del trabajo.
Con respecto a la externalización, parece importante resaltar que además de todos los riesgos propios de este sector expuestos en los resultados, se les suman algunos propios de esta condición de contratación, como por ejemplo, que suelen tener contratos por debajo de su categoría profesional, lo que conlleva una reducción en el salario. Se produce una precariedad en la contratación, los contratos de estas empresas suelen ser eventuales o fijos-discontinuos, por lo que hay una mayor inestabilidad laboral.
Como no son trabajadoras de la empresa, no están dentro de la prevención y vigilancia de la salud del hotel, por lo que están desamparadas ante cualquier situación, ya que este tipo de empresas multiservicio tiene evaluaciones generales que no se adecuan a los trabajos específicos que realizan ellas.
- Fase cuantitativa.
Los resultados agrupados que se muestran en el gráfico 1 reflejan que, de las 15 dimensiones de riesgos psicosociales que mide el CoPsoQ psqcat, la mayoría de la muestra se concentra en la situación más desfavorable para la salud en 10 de ellas.
A destacar la dimensión del ritmo de trabajo, donde el 100% de la muestra se encuentra en situación de máximo riesgo. También otras dimensiones como las exigencias cuantitativas, posibilidades de desarrollo, conflicto de rol y justicia, aparecen como factores psicosociales de riesgo donde más del 80% se sitúa en la situación más desfavorable.
Solo las dimensiones de inseguridad sobre las condiciones de trabajo e inseguridad sobre el trabajo, tienen un resultado ligeramente mayor en la situación más favorable para la salud, siendo la diferencia con el resultado en la situación más desfavorable únicamente de 1 punto. Es decir, la muestra se distribuye prácticamente igual entre estas dos condiciones.
Los resultados sobre los datos referentes a cada una de las preguntas que conforman cada dimensión, quedan expuestos en los gráficos 2 y 3. En ellos, se han contabilizado todas las respuestas de “Siempre” o “Muchas veces” / “En gran medida” o “En buena medida”, las de “A veces” / “En cierta medida” y las de “Solo alguna vez” o “Nunca” / “En alguna medida” o “En ningún caso”. En color rojo, encontramos las opciones de respuesta que se corresponden con las categorías que contribuyen a unas peores condiciones de trabajo.
Cabe destacar los resultados obtenidos en las preguntas 6 (¿Tienes que trabajar muy rápido?), 9 (¿Tu trabajo, en general, es desgastador emocionalmente?), 10 (¿El ritmo de trabajo es alto durante toda la jornada?), 18 (¿Tienes que hacer tareas que tú crees que deberían hacerse de otra manera?) y 19 (¿En tu empresa se te informa con suficiente antelación de decisiones importantes, cambios y proyectos de futuro?), donde el 80% de la muestra se encuentra en la categoría que contribuye a las peores condiciones de trabajo.
Las preguntas 14 (¿Las tareas que haces te parecen importantes?) y 16 (¿Sabes exactamente que se espera de ti en el trabajo?), destacan en sentido contrario; la mayoría de la muestra se sitúa en las condiciones sin riesgo, siendo la minoría la que se sitúa en la categoría de peores condiciones.
Con respecto a la información obtenida sobre el padecimiento y diagnóstico de TME, podemos observar en el gráfico 4 que 18 de las participantes en el estudio han padecido o se les ha diagnosticado TME, y que únicamente una persona de las entrevistadas no ha referido ninguna patología por TME.
De esas 18 que sí han padecido o se les ha diagnosticado TME, podemos observar en el gráfico 5 que 11 de ellas (el 65%) si han tenido una baja por incapacidad temporal causada por TME, 1 de ellas refiere una baja pero no podemos asegurar que sea derivada de TME, y 6 de ellas (el 35% no han cursado ninguna baja aun padeciendo TME.
Los TME más comunes, de los que más de la mitad de los casos refieren padecer, se reflejan en el gráfico 6. Podemos observar que tanto la ciática como la lumbalgia y las contracturas son el tipo de TME que más incidencia tiene en nuestra muestra. El síndrome cervical por tensión también alcanza altos valores de prevalencia.
De los TME que no aparecían en la check-list, han aparecido casos de tendinitis en las manos, vértigos, dorsalgia, rotura de tobillo y a destacar, varios casos de lesión en la articulación de la rodilla, como rotura del menisco, tendinitis y fisura rotuliana.
El trabajo de camarera de pisos, es un trabajo que de por sí requiere un esfuerzo físico, tener que levantar un colchón pesado, tener que mover el carro, o limpiar espejos y mamparas, supone una carga física que, además, se ve agravada por los movimientos repetitivos, al tener que hacer ese sobreesfuerzo en cada una de las habitaciones.
Si a estas condiciones, les sumamos un aumento exponencial de la carga de trabajo, empiezan a aparecer situaciones de riesgo con respecto a los factores psicosociales y que redunda en TME.
Una consecuencia directa de este incremento en la carga de trabajo y la mala organización del mismo, es el aumento del ritmo de trabajo y la presión constante del tiempo por intentar terminar todo lo estipulado dentro de su horario. Otra de las consecuencias directas, es un tiempo de recuperación insuficiente, ya que renuncian a sus horas de descanso durante el día para poder acabar el trabajo. Esta reducción sucede también entre jornadas, ya que cuando no consiguen terminar, las trabajadoras acaban saliendo varias horas más tarde de lo que deberían, con el agravante de que estas horas no les cuenten como horas trabajadas.
Esta situación de alta carga y ritmo de trabajo y alta presión de los tiempos, termina generando que no puedan cumplir con las especificaciones de ergonomía y prevención, lo que incide gravemente en el riesgo de padecer TME. Muchas alegan que es imposible estar poniéndose y quitándose las protecciones (EPIS), porque pierden mucho tiempo y no llegan a terminar.
Los dolores musculares y el agotamiento, hacen que tengan problemas para conciliar el sueño, lo que se a su vez impide momentos para recuperarse. La sensación de no llegar a cumplir el ratio marcado, de tener que hacer el trabajo cronometrando los tiempos en cada habitación, tener que ir corriendo y no poder descansar en toda la jornada y la situación de “la doble jornada” que tienen que realizar al llegar a sus casas, les hace estar sometidas a una situación de estrés permanente o crónico. La presión de tener que cumplir determinados estándares de calidad, aún sin las condiciones necesarias para poder cumplirlos y el miedo al despido y a las sanciones por parte de la empresa, también repercute en ellas. Esta situación, les afecta en su vida personal, no permitiéndoles conciliar la vida familiar con la vida laboral.
De todas estas dolencias, acaban derivando problemas psicológicos ya que perciben la situación como una sobredemanda a la que no pueden responder con eficacia. Esto es un gran riesgo para enfermedades como la ansiedad o la depresión.
Al no ser tratadas por los médicos del trabajo y las Mutuas, todas las enfermedades que sufren a consecuencia del trabajo no son reconocidas como enfermedades profesionales y, por tanto, no tienen acceso al reconocimiento de la incapacidad laboral.
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