La población mundial esta subestimada: en realidad no conocemos el número total de habitantes de la Tierra

La población mundial esta subestimada: en realidad no conocemos el número total de habitantes de la Tierra

Un estudio alerta de que podríamos estar subestimando la población mundial por miles de millones debido a errores sistemáticos en los mapas de población rurales. Este fallo afecta a políticas sanitarias, planificación climática y distribución de recursos. Descubre por qué y qué proponen los científicos para solucionarlo.
25 maig 2025

En un viaje por carretera por el sur de América Latina, cualquiera que mire por la ventanilla podría ver pequeños pueblos que no aparecen en los mapas. Viviendas dispersas, caminos de tierra, escuelas y huertas familiares. Lugares donde vive gente, pero que, a efectos estadísticos, a veces no existen. Esta escena no es exclusiva de una región: ocurre en Asia, en África y también en algunas zonas de Europa del Este. Lo que hasta ahora se intuía, acaba de ser confirmado con contundencia por un estudio internacional publicado en la revista Nature Communications.

El hallazgo es tan llamativo como preocupante: los grandes mapas de población que usamos para saber cuántos humanos hay en el mundo subestiman gravemente la población rural. Según el estudio, entre el 53 % y el 84 % de la población rural estaría siendo ignorada por estos sistemas, lo que se traduce en miles de millones de personas sin contabilizar. Esto no solo implica un fallo en las estadísticas, sino una brecha grave en políticas públicas, planificación de recursos y derechos básicos.

Cómo se cuentan a los humanos: el problema de los cuadrados

La forma más común de estimar cuántas personas viven en un lugar es dividir el planeta en una cuadrícula. Cada cuadrado recibe una estimación basada en censos y en imágenes satelitales. Esta técnica, conocida como modelo de datos de población en cuadrícula, ha sido muy útil para planificar infraestructuras, estimar riesgos naturales o calcular necesidades de servicios.

Sin embargo, hay un detalle que lo cambia todo: estos modelos han sido calibrados principalmente en entornos urbanos, donde las personas viven más juntas, los datos son más abundantes y la infraestructura es más visible. En el ámbito rural, las cosas funcionan de otra manera: la población está más dispersa, los registros son menos frecuentes y las viviendas muchas veces no se detectan con facilidad en las imágenes por satélite.

Como explica el estudio, “la precisión en áreas rurales ha sido poco explorada hasta ahora”, lo que ha creado un vacío de conocimiento que ha pasado inadvertido durante años. Esa omisión no es menor, teniendo en cuenta que, según el Banco Mundial, el 43 % de la población mundial vive en zonas rurales.

La precisión en áreas rurales ha sido poco explorada hasta ahora

Dónde están los errores y cómo se descubrieron

El equipo liderado por Josias Láng-Ritter, de la Universidad Aalto (Finlandia), decidió comprobar hasta qué punto los datos oficiales sobre población rural son fiables. Para ello, utilizaron una metodología poco habitual pero ingeniosa: analizaron los desplazamientos de personas producidos por la construcción de grandes presas entre 1975 y 2010, un proceso que suele tener datos verificables recogidos en el terreno.

En total, examinaron 307 proyectos de represas en 35 países y compararon los datos de desplazamiento reales con las estimaciones de cinco grandes bases de datos poblacionales globales: WorldPop, GWP, GRUMP, LandScan y GHS-POP. El resultado fue sorprendente: ninguna de las bases coincidía con la realidad, y todas subestimaban la población rural de forma sistemática.

Según el artículo original, “incluso en el conjunto de datos más preciso, la población rural se subestima a la mitad”. El margen de error más bajo, en el caso de WorldPop, fue del -53 %, mientras que el más alto, en el caso de GHS-POP, alcanzó un -84 %.

Consecuencias que van más allá de los números

Este tipo de errores no es inocente ni técnico. Tiene un impacto directo en la vida de millones de personas. Los datos de población se usan para planificar desde escuelas y hospitales hasta redes eléctricas o sistemas de alerta ante desastres naturales. Si se cree que en una zona viven 10.000 personas, pero en realidad hay 20.000, las consecuencias pueden ser graves.

Como explica el equipo de investigación: “la subrepresentación de la población rural se ha transferido directamente a los resultados de miles de estudios”, lo que ha provocado un sesgo sistemático a favor de las zonas urbanas. Esto puede haber afectado, por ejemplo, a la planificación sanitaria, la distribución de vacunas o los recursos para emergencias.

En palabras del autor principal, “los resultados son notables, ya que estos conjuntos de datos se han utilizado en miles de estudios y de forma extensiva para apoyar la toma de decisiones, pero su precisión no había sido evaluada de manera sistemática”.

¿Por qué se cuentan tan mal las zonas rurales?

Las razones de esta subestimación son múltiples. En primer lugar, los censos nacionales suelen tener menos precisión en áreas rurales, debido a la dificultad de acceso, a la falta de recursos o incluso a conflictos que impiden recopilar información fiable. En algunos países, el porcentaje de población omitida por los censos puede ser alarmante: en Paraguay, por ejemplo, el censo de 2012 pudo haber ignorado hasta un 25 % de su población.

Además, los modelos que convierten los datos censales en mapas suelen usar fuentes auxiliares como la detección de luces nocturnas desde satélites, algo que penaliza automáticamente a las zonas sin electricidad. También hay problemas con la resolución de las imágenes: los satélites usados para estos modelos no siempre logran captar viviendas dispersas o escondidas bajo vegetación densa.

Incluso en el conjunto de datos más preciso, la población rural se subestima a la mitad

La tecnología avanza, pero no de forma homogénea. Como señalan los autores del estudio, “los conjuntos de datos existentes se han calibrado principalmente para el dominio urbano”, y eso deja fuera a millones de personas que viven en el campo.

¿Estamos subestimando la población mundial?

Una de las preguntas más inquietantes que deja este estudio es si los cálculos oficiales de población global, como los de Naciones Unidas o el Banco Mundial, también están equivocados. Estas estimaciones dependen en gran medida de los censos nacionales, y si estos fallan sistemáticamente en zonas rurales, el número real de personas que habitan el planeta podría ser mucho mayor.

El estudio no se aventura a ofrecer una nueva cifra global, pero los márgenes de error que maneja son suficientes para sugerir una diferencia de miles de millones de personas. Una cifra que podría alterar nuestra comprensión de temas tan variados como el cambio climático, la pobreza global o las previsiones de crecimiento demográfico.

No todos los expertos están convencidos. Algunos señalan que la calidad de los datos ha mejorado en la última década gracias a imágenes satelitales de mayor resolución y a censos más modernos. Sin embargo, el estudio se centra en el período 1975–2010, para el cual existe menos información independiente y verificada, lo que refuerza la importancia de estos resultados.

Qué hacer ahora: propuestas y caminos posibles

Ante esta situación, los autores del estudio proponen varias soluciones. La primera es evidente: reforzar los censos en áreas rurales, con más recursos humanos y técnicos. También sugieren usar datos alternativos, como encuestas de hogares o registros de desplazamientos por obras de infraestructura.

Además, piden que los modelos poblacionales reduzcan el peso de indicadores poco fiables en zonas rurales, como las luces nocturnas o los mapas de edificaciones poco precisos. Por último, proponen que quienes desarrollan y usan estos mapas incluyan márgenes de error y estimaciones de fiabilidad, algo que pocas veces se hace.

En palabras del estudio: “Para garantizar el acceso equitativo a servicios y recursos para las comunidades rurales, es necesario tener una discusión crítica sobre las aplicaciones pasadas y futuras de estos mapas poblacionales”.

Lejos de ser un problema puramente técnico, este hallazgo pone sobre la mesa un tema fundamental: ¿a quiénes vemos y a quiénes dejamos fuera cuando hacemos estadísticas sobre el mundo? En plena era del dato, contar bien a las personas sigue siendo un desafío pendiente.

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