Alcohol metílico: “mil muertos de un trago”

Alcohol metílico: “mil muertos de un trago”

Un comentario sobre una de las mayores intoxicaciones que se han producido en nuestro país, la del metílico.
14 February 2014

En 1963 hubo mil muertos en España sin una causa aparente. Además, un importante número de pacientes quedaron ciegos. De repente, veían caer nieve antes sus ojos en pleno agosto, y luego, el blanco total. María Elisa Álvarez Obaya, una joven farmacéutica, Inspectora de Sanidad en Haría, Lanzarote, iba a ser la persona que iba a descubrir la causa.

María Elisa Álvarez Obaya nació en Villaviciosa, Asturias, en el año 1934. Tras licenciarse en Farmacia y superar la oposición de Inspectora Municipal de Farmacia, fue destinada al municipio de Haría, Lanzarote, en 1961. Dos años después de su llegada comenzaron a producirse en el pueblo una serie de muertes por causas desconocidas. En todos ellos, lo mismo que en dos pacientes que se quedaron ciegos de repente, observó una pauta común que le hizo sospechar la causa: “todos tenían la costumbre de tomar una copa de ron por la mañana”. Decidió analizar muestras de la bebida y descubrió la presencia de metanol, un tipo de alcohol extraído de la madera, muy tóxico. Una vez denunciado el hecho, se comprobó que la partida de alcohol procedía de una bodega gallega situada en Vigo y se procedió a la apertura de un proceso judicial.

Al mismo tiempo, un médico de Cea (Orense), José Seijo, se dio cuenta que habían empezado a morir campesinos también de un modo repentino. La etiqueta de una garrafa de aguardiente en casa de uno de los fallecidos desveló que procedía de la misma bodega que el caso de Canarias: Casa Lago e Hijos, de Vigo. Esa empresa compraba la materia prima a un bodeguero de Orense, llamado Rogelio Aguiar, el principal responsable del envenenamiento. 

En 1963, el precio del litro de metanol era de 14 pesetas mientras que el de etanol alcanzaba las treinta. Con un afán desmedido de enriquecimiento, Rogelio Aguiar mezcló una partida de 75000 litros de alcohol metílico con alcohol etílico, saliendo al mercado en forma de ron, ponche y licor café. 

Elisa Álvarez tuvo que enfrentarse a muchos intereses económicos (la orden de incautación y supresión de venta en bares, restaurantes y supermercados causó una auténtica revolución social en la época, y los bodegueros y almacenistas ejercieron mucha presión tratando de desprestigiarla con el fin de impugnar sus resultados), e incluso llegó a recibir amenazas de muerte que la obligaban a acudir al juzgado acompañada de la guardia civil. Tras el juicio, celebrado en diciembre de 1967, once imputados fueron condenados a 140 años de cárcel por delitos contra la salud pública e imprudencia temeraria, y al pago de cuantiosas indemnizaciones. Sin embargo, las penas no se cumplieron íntegramente, y las indemnizaciones nunca llegaron a ser cobradas ya que los condenados se declararon insolventes. Aunque oficialmente se contabilizaron 50 muertes, en la actualidad se ha calculado que su número fue superior a varios miles entre fallecidos y personas que quedaron ciegas. 

Elisa Álvarez fue distinguida con la máxima condecoración que otorga la Real Academia Nacional de Farmacia, la Medalla Carracido, por su “Labor Científica y Humanitaria”. El 26 de febrero de 2010, Elisa fallecía en Las Palmas de Gran Canaria, a los 76 años de edad. 

El alcohol metílico se obtiene mediante la destilación de la madera o del carbón de hulla. Se emplea en la elaboración de barnices, pinturas y disolventes industriales. No es apto para el consumo humano. La toxicidad del metanol radica en su transformación en el hígado en formaldehido y ácido fórmico a través de la enzima aldehído deshidrogenasa. Los síntomas de intoxicación por metílico son dolor de cabeza, náuseas, y especialmente la neuritis óptica (la persona afectada comienza a ver "nieve", señal inequívoca de que se está afectando el nervio óptico, pudiendo llegar a la ceguera). Si la concentración de metílico es muy elevada se produce la muerte. El antídoto es el etanol (alcohol etílico), ya que posee una mayor afinidad por la enzima aldehído deshidrogenasa, desplazando al metanol de su unión, e impidiendo así la formación de sus metabolitos tóxicos. Es probable que la masiva intoxicación no fuese todavía más dramática por esta última razón.

Nota: El título corresponde al libro “Mil muertos de un trago”, cuyo autor es Fernando Rodríguez Méndez. Editorial: Península Ediciones.

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