La trilogía de errores: influencias ocultas en tu toma de decisiones

La trilogía de errores: influencias ocultas en tu toma de decisiones

Los puntos psicológicamente ciegos, sordos y mudos pueden descarrilar el juicio.
9 May 2024

Si bien los puntos ciegos de los prejuicios son familiares para la mayoría de las personas, los puntos sordos y los puntos mudos probablemente lo sean menos. Sin embargo, son fuerzas igualmente poderosas en nuestra percepción, comunicación y toma de decisiones.

En 1969, el psicoanalista Rudolf Ekstein propuso integrar la observación con el diálogo con el paciente para mejorar la toma de decisiones. Identificó los puntos ciegos (incapacidad de ver un problema), los puntos sordos (incapacidad de oír con precisión) y los puntos mudos (incapacidad de hablar abiertamente) como áreas clave a considerar.

Estos elementos forman lo que yo llamo la “trilogía de errores”, que conducen a importantes errores humanos que van desde condenas injustas hasta advertencias terroristas omitidas, errores médicos y estafas financieras. Es una lista larga.

En mi libro, TUNE IN: How to Make Smarter Decisions in a Noisy World, describo tres suposiciones fundamentales: lo que ves no es todo lo que hay, lo que escuchas no es todo lo que hay y lo que dices no es todo lo que hay.

Exploremos los puntos ciegos.

1. Puntos ciegos

Interpretamos situaciones en función de la personalidad, creencias, cultura, contexto y acompañante. Reconocer y comprender estos factores ayuda a explicar el comportamiento pasado y mitigar errores futuros.

El premio Nobel Richard Thaler subraya el impacto de “factores supuestamente irrelevantes”. Sostiene que factores irracionales como las normas, las emociones o incluso el clima pueden influir sutilmente en lo que consumimos, lo que leemos, a quién seguimos o cuándo invertimos. Por ejemplo, puedes ser más crítico porque tienes hambre o gastar más porque hace sol. Estas influencias son insidiosas.

este artículo continúa abajoMuchas personas niegan sus prejuicios, y los estudios indican que el 90% de las personas piensan que son menos susceptibles a los prejuicios que la persona promedio.

El concepto del premio Nobel Daniel Kahneman de “lo-que-ves-es-todo-lo-hay” destaca la tendencia a centrarse estrechamente en lo que sabes, que, a su vez, se basa en lo que percibes o experimentas. Es como ver el árbol, pero no el bosque. Es una forma de racionalidad limitada o ceguera por falta de atención causada por centrarse en los detalles y confiar en lo que vemos, no en lo que oímos.

Esto quedó ejemplificado durante la Segunda Guerra Mundial. La prensa británica cubrió al piloto de pruebas de la RAF John “Cats Eyes” Cunningham, cuyo excepcional historial destruyó aviones enemigos por la noche. Los medios explicaron su visión nocturna con fotografías de él con gafas de sol en el interior y comiendo zanahorias. Pero su avión llevaba un radar de interpeción aéreo. Los alemanes creyeron lo que vieron. Lo mismo ocurre con lo que escuchas.

2. Puntos sordos

Considera un estudio de Bing Crosby en el que investigadores holandeses dijeron a los participantes que una grabación de ruido blanco contenía partes de la canción White Christmas. Se indicó a los participantes que presionaran un botón tan pronto como lo escucharan. Sorprendentemente, un tercio de los que escuchaban presionaron el botón. Sin embargo, la grabación no contenía tal música. ¿Qué explica esto? Esperaban oírlo. Al parecer, las alucinaciones leves son comunes en situaciones de estrés, lo que plantea dudas sobre el impacto del ruido en nuestra mente.

Sordera por falta de atención. Al igual que su contraparte visual, la ceguera por falta de atención complica aún más nuestra percepción de la realidad. Nuestra fijación por estímulos visuales tipo Instagram puede volvernos “sordos” a las señales auditivas, provocando consecuencias peligrosas. A menudo no escuchas algo porque tu atención está fija. Nuestro enfoque visual nos vuelve sordos ya que el sonido y la visión comparten recursos limitados. Por ejemplo, es posible que no escuches la alarma si estás concentrado en una película de Netflix. En un mundo visual, las alarmas de las casas, los bebés que lloran y los perros que ladran pasan a un segundo plano.

La sordera por falta de atención está relacionada con el concepto de síndrome del oído sordo, que se ve exacerbado por sesgos como verdad por defecto y el sesgo de confirmación, particularmente en situaciones cargadas de emociones. Podemos escuchar lo que esperamos que sea verdad, negar verdades desagradables o juzgar mensajes basándonos en el mensajero.

Los puntos ciegos y sordos, junto con los puntos mudos, donde los individuos permanecen en silencio debido al miedo o las presiones sociales, contribuyen a una trilogía de errores de juicio. Si la gente guarda silencio, no se pueden escuchar sus voces.

3. Puntos tontos

Escuché un proverbio inglés del siglo XV en mi infancia: “A los niños hay que verlos, no oírlos”. Esto sería inaudito hoy en día. ¿Esto respalda nuestra incapacidad o falta de voluntad para hablar? Miles de niños abusados por sacerdotes católicos se autosilenciaron o fueron silenciados por figuras de autoridad. Muchas víctimas no hablaron hasta años después.

La gente guarda silencio de varias maneras. Hacer ghosting a candidatos, colegas o citas no es profesional ni amable y, a menudo, resulta contraproducente.

En el lugar de trabajo proliferan los puntos tontos donde los empleados guardan silencio ante una mala conducta. En mi propia investigación sobre denuncias, el 91% de los empleados indignados declararon su intención de hablar después de haber sido expuestos a un hipotético escenario de acoso. Sin embargo, poco después, sólo el 9% hizo clic en un sitio web para obtener instrucciones. Empresas como Theranos, FTX, Volkswagen, Boeing y muchas más pagaron el precio del silencio cómplice.

La gente se desconecta. Hay algo de verdad en la afirmación del estadista estadounidense Frederick Douglass: “Suprimir la libertad de expresión es un doble error. Viola tanto los derechos del oyente como los del hablante”.

Una perspectiva 3D

En esencia, la trilogía de errores subraya la complejidad de la percepción, la comunicación y la toma de decisiones humanas. Está claro que lo que ves no es todo lo que hay; lo que escuchas no es todo lo que hay, y lo que dices no es todo lo que hay.

Sin embargo, al sintonizarnos con los demás y reequilibrar lo que vemos con lo que escuchamos, podemos lograr un mejor juicio en entornos personales y profesionales. Existen muchas soluciones para abordar esta trilogía y los científicos e investigadores las han documentado bien. Es hora de sintonizarnos.

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