Riesgos laborales desde la perspectiva de género
Riesgos laborales desde la perspectiva de género
Si analizamos nuestra sociedad, podemos ver claramente cómo hay diferencias relacionadas con las tareas y funciones sociales tradicionalmente adjudicadas a mujeres y a hombres, con los roles y estereotipos de género. Hasta hace poco, mientras ellos trabajaban, ellas se quedaban en casa asumiendo las tareas domésticas, invisibilizadas socialmente y sin contar con reconocimiento ni valoración social.
Esta división de espacios y la tradicional ubicación de hombres y mujeres en cada uno de ellos, provoca la división sexual del trabajo, que consiste en la forma de dividir el trabajo socialmente en base a la construcción socio cultural de género y que se basa en dos principios:
- Principio de separación: Hay trabajos de hombres y trabajos de mujeres.
- Principio de jerarquía: Los trabajos de hombres son más valorados que los trabajos de mujeres.
A lo largo de las últimas 4 décadas, las acciones desarrolladas por el movimiento feminista, la presión internacional y europea y las políticas de igualdad, han provocado que las mujeres hayan ido gradualmente incorporándose al espacio público y al trabajo productivo. Sin embargo, el cambio de participación de los hombres en el espacio doméstico no ha sido recíproco y ésto tiene consecuencias en la participación de las mujeres en el espacio público.
La incorporación de las mujeres al espacio público y al trabajo remunerado y la perpetuación de la división sexual del trabajo, tiene como consecuencia las dobles jornadas de las mujeres. Este concepto pretende dar nombre a la forma en la que se trata de combinar el trabajo productivo con el trabajo reproductivo y doméstico, y que es la forma en la que muchas mujeres afrontan su participación en el espacio público.
Muchas mujeres, al ser responsables de todos los trabajos domésticos y tener que compatibilizarlo con sus jornadas de trabajo remunerado, se convierten en malabaristas. Adoptan estrategias que van desde la contratación de otras mujeres, la ayuda de abuelas para el cuidado de menores, las reducciones de jornada laboral, hasta el rechazo de ascensos a puestos de mayor responsabilidad por ser incompatibles con todas sus responsabilidades reproductivas y domésticas.
Esta división sexual de los trabajos y de los espacios, basada en roles y estereotipos de género, tiene consecuencias en el mercado laboral como la segregación en el mercado laboral. Cuando la suprarepresentación o infrarepresentación de mujeres o de hombres se produce en determinados sectores de producción y empleos específicos, se denomina segregación horizontal.
Por ejemplo:
- En la minería trabajan menos mujeres que hombres.
- En empresas de limpieza trabajan muchos menos hombres que mujeres.
- En los puestos de los consejos de administración de las empresas, las mujeres están menos representadas que los hombres.
- En categorías laborales no cualificadas hay mayor presencia de mujeres.
Cuando se produce una concentración de hombres y mujeres en determinadas categorías laborales, grados o niveles de responsabilidad, se denomina segregación vertical. Por ejemplo, .
La segregación del mercado laboral tiene consecuencias en los salarios y por este motivo definimos brecha salarial de género como la diferencia relativa que existe en la media de ingresos brutos por hora de mujeres y de hombres en todos los sectores de la economía.
La segregación vertical provoca una diferencia de salarios evidente, pero es importante tener en cuenta que no es la única causa de la brecha salarial, porque la horizontal provoca que determinados puestos mayoritariamente ocupados por mujeres tengan salarios inferiores a otros puestos mayoritariamente ocupados por hombres con la misma categoría profesional.
Podemos ver un ejemplo en las empresas de limpieza y mantenimiento. Las personas que limpian cristales o utilizan la máquina que lija los suelos, mayoritariamente hombres, suelen ganar un poco más dinero que las personas que limpian los suelos o los servicios, mayoritariamente mujeres.
Por último, para entender el fenómeno que provoca la segregación vertical, se ha establecido el concepto de techo de cristal. Hace referencia a las barreras invisibles que provocan que las mujeres no asciendan a los puestos de toma de decisión y de mayor responsabilidad en el ámbito laboral.
Estos obstáculos, al ser invisibles, resultan muy difíciles de identificar, sin embargo, las investigaciones y los análisis de género, permiten plantear cuestiones que evidencian los problemas específicos que afectan a las mujeres en el ámbito laboral por el mero hecho de serlo.
La necesidad de examinar las cuestiones de género en el ámbito de la seguridad y la salud en el trabajo
La segregación en el trabajo influye considerablemente en la exposición a los riesgos en el trabajo y, por tanto, en las consecuencias para la salud. En general, los hombres sufren más accidentes y lesiones en el trabajo que las mujeres, mientras que las mujeres padecen más problemas de salud, tales como trastornos de las extremidades superiores y estrés.
Es más probable que las mujeres realicen actividades de asistencia, educación y servicios. Mientras que los hombres suelen realizar trabajos de dirección, manuales y técnicos relacionados con el manejo de máquinas o instalaciones (Fagan y Burchell, 2002).
Incluso, dentro de un mismo sector, se dan casos de segregación horizontal, como por ejemplo, en el sector sanitario. Entre los hombres predominan médicos, conserjes o celadores, mientras que entre las mujeres predominan enfermeras y auxiliares.
Incluso cuando hombres y mujeres son contratados para desempeñar el mismo trabajo, en la práctica, también existe segregación de tareas en función del género.
El trabajo a tiempo parcial es mucho más frecuente en el sector femenino y suelen ser más precarios, monótonos, exigentes y de nula promoción laboral. Los trabajos a tiempo parcial ofrecen menos oportunidades de aprendizaje y conllevan menos responsabilidades de planificación. A las mujeres que trabajan a tiempo parcial apenas se les asignan responsabilidades.
Los trabajadores a tiempo parcial suelen afirmar que sus capacidades no se aprovechan al máximo y que reciben menos formación que los trabajadores a tiempo completo.
Factores tales como la infrautilización de las capacidades pueden contribuir a la aparición de estrés. La falta de formación puede suponer que un trabajador no cuente con la formación necesaria para realizar su trabajo de forma adecuada o segura, y también puede constituir un obstáculo para sus perspectivas profesionales.
Hay una mayor concentración de mujeres en trabajos precarios y mal remunerados, y esto afecta a sus condiciones de trabajo y a los riesgos a los que están expuestas. El acoso sexual y la discriminación en el lugar de trabajo son dos factores de estrés a los que las mujeres están más expuestas que los hombres.
Incluso una vez adaptadas las cifras al número de horas trabajadas, los hombres ganan más que las mujeres.
La segregación vertical que existe hace que los mandos y puestos directivos sean ocupados predominantemente por hombres, en detrimento de las mujeres.
Dado que la desigualdad entre hombres y mujeres, tanto dentro como fuera del lugar de trabajo, puede repercutir en la seguridad y la salud laborales de las mujeres, esta cuestión debería incluirse o «integrarse» en las políticas sobre igualdad. La escasa participación de las mujeres en todos los niveles de consulta y de toma de decisiones en materia de SST contribuirá asimismo a que se preste menos atención a sus necesidades en este ámbito y a que la evaluación de los riesgos sea deficiente, si no se les consulta efectivamente (véase más abajo).
Diferencias de género en la incidencia de accidentes, enfermedades y patologías relacionadas con el trabajo
Se han detectado diferencias de género en la incidencia de accidentes y patologías relacionadas con el trabajo, siendo las más relevantes:
- Los hombres sufren más accidentes y lesiones en el trabajo que las mujeres.
- Las mujeres tienen más probabilidades de padecer problemas de salud relacionados con el trabajo que los hombres.
- Las mujeres padecen más trastornos de las extremidades superiores relacionados con los movimientos repetitivos.
- El cáncer ocupacional es más común entre los hombres que entre las mujeres.
- El asma y las alergias suelen ser más comunes entre las mujeres.
- Las mujeres padecen más enfermedades cutáneas.
- Los hombres padecen mayor pérdida auditiva.
- Las mujeres padecen mayor riesgo de sufrir enfermedades infecciosas.
- Ambos sexos están expuestos a estrés, pero es más significativo entre las mujeres.
- Las mujeres están más expuestas a la intimidación en el lugar de trabajo.
- Las mujeres están más expuestas al acoso sexual en el lugar de trabajo.