Estudio comparativo de la evolución de la siniestralidad en la construcción y la aprobación de la normativa de prevención y calidad entre 1995 y 2012

La normativa en materia de prevención se ha implementado en nuestro ordenamiento jurídico con el objetivo de conseguir la mejora de las condiciones de trabajo, uno de los indicadores que suelen utilizarse para medir la consecución de este objetivo son los índices de siniestralidad. Asimismo se asume en los foros más especializados que trabajar con calidad produce un trabajo más seguro, luego a más calidad, menos siniestralidad. Dicho lo anterior, el objeto del trabajo es analizar, en el período 1995 - 2012, la influencia, si la ha habido, en la siniestralidad del sector de la construcción en España de la aprobación de normas que obligan a trabajar mejor y más seguro, es decir, normativa de calidad en construcción (LOE, Código Técnico, RITE, EHE,...) y de prevención de riesgos laborales (Ley 31/95, RD 39/97, RD 1627/97, Convenios de la construcción,...).
Palabras Clave: 
Siniestralidad; Prevención; Calidad; Construcción; Normativa; ORP Conference
Autor principal: 
Alfonso
Cortés Pérez
Universidad Europea
España
Coautores: 
Jesús
Esteban Gabriel
Universidad Europea
España
Juan Pedro
Cortés Pérez
Universidad de Extremadura
España

Introducción

El trabajo es un aspecto fundamental de la vida de las personas y constituye un pilar para la estabilidad de las familias y de las sociedades. Toda persona aspira a tener un trabajo que le proporcione un nivel de vida aceptable tanto para ella como para su familia; un trabajo en el que se tengan en cuenta sus opiniones y se respeten sus derechos fundamentales. También, en una sociedad madura, el trabajador confía en recibir protección cuando no pueda trabajar, por el natural envejecimiento y merma de las condiciones y cualidades, o en caso de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales.

Un trabajo decente es un trabajo sin riesgo, pero aún queda mucho para alcanzar ese objetivo. Año tras año, cerca de 2 millones de personas pierden la vida en todo el mundo como consecuencia de accidentes y enfermedades relacionados con el trabajo. Además, según datos de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), cada año los trabajadores sufren 270 millones de accidentes de trabajo y 160 millones enfermedades profesionales.

Las cifras reflejan un inmenso dolor y sufrimiento y terribles pérdidas humanas, sin embargo la sensibilización sobre este problema es baja ¿por qué? tal vez porque se trata de incidentes dispersos. La atención se suele centrar en unos pocos sucesos trágicos e impactantes, mientras que la realidad cotidiana de la mayoría de fallecidos, enfermos o accidentados por motivos relacionados con el trabajo, suele pasar inadvertida.

Tomados en conjunto, estos incidentes constituyen un fenómeno social, frente al cual el mundo está reaccionando muy lentamente, en comparación, por ejemplo, con la implantación actual de las tecnologías, lo cual, además de tener repercusiones económicas (conlleva un importante coste humano), afecta negativamente a la productividad. En pleno siglo XXI es inaceptable asumir que las lesiones y enfermedades son consustanciales al trabajo.

Si bien no ofrecen una imagen completa del problema, las estadísticas son una parte esencial de todo análisis sobre la salud y seguridad, así revelan, por ejemplo que:

- cada tres minutos y medio, una persona muere en la Unión Europea por causas relacionadas con el trabajo

- cada año, 142.400 personas fallecen en la UE a causa de enfermedades profesionales y 8.900 a causa de accidentes laborales

- no menos de un tercio de estas 150.000 víctimas anuales puede atribuirse al trabajo con sustancias peligrosas en la UE, de ellas, 21.000 se deben al amianto.

El objeto de este trabajo es analizar la influencia del marco regulatorio sobre la prevención de riesgos laborales en la siniestralidad del sector de la construcción en España en el período 1995 – 2012.

Metodología

El estudio comienza en 1995 con la aprobación de la Ley 31 de Prevención de Riesgos Laborales hecho éste que supone un cambio de paradigma en el modelo productivo respecto de las relaciones laborales que se establecen a partir de su aprobación.

Este cambio se acentúa en el sector de la construcción con la aparición en escena en el año 1997 del Real Decreto 1627/1997 sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud en obras de construcción, en él se ordenan las funciones y responsabilidades en la materia de los distintos actores del sector

En otro sentido la aprobación de la Ley de Ordenación de la Edificación en 1999 provoca un segundo cambio de paradigma que afecta profundamente a las relaciones entre los agentes participantes en el proceso constructivo, así como a sus responsabilidades y sus modos de proceder.

En 2006 se aprueba el Código Técnico de la Edificación (Real Decreto 314/2006) que vuelve a “revolucionar” el modo de proceder en la construcción, nuevos requisitos que obligan a volver a adaptarse.

Si bien las cuatro normas expuestas anteriormente marcan los hitos más influyentes en el sector en materia de prevención de riesgos laborales y de calidad, no podemos olvidar otros como el cambio de la Ley de Prevención que se da con la aprobación de la Ley 54 en 2003, la aparición de la Ley de subcontratación en 2006 o la aprobación de la Instrucción de Hormigón Estructural (EHE) en 2008.

Para eliminar algunos tópicos sobre la siniestralidad laboral debe asumirse que en el entono de trabajo:

- La muerte en el trabajo no es cosa del destino.

- Los accidentes no ocurren porque sí.

- La enfermedad no es casual.

- Todo lo que acontece es causal.

Dado que el objeto del legislador al diseñar y aprobar una norma es ordenar algo que no lo estaba, o lo estaba mal, de ese modo se ha de conseguir que lo legislado se desarrolle mejor. En este caso lo ordenado (o lo que se ha pretendido ordenar) ha sido la relación entre la empresa, el trabajador y los riesgos laborales, así nos planteamos la cuestión de si realmente se ha ordenado, o no, el asunto, o dicho de otro modo ¿las condiciones de trabajo han mejorado al implantar un nuevo marco normativo, o éste ha resultado ineficaz?

El estudio no se limita únicamente a evaluar el impacto de la normativa de prevención en las condiciones de trabajo entre los años 1995 y 2012, puesto que en éste período en el sector de la construcción entran en vigor normas de otro ámbito que inciden directamente en el proceso productivo, desde el diseño de las obras hasta su explotación y mantenimiento, pasando naturalmente por la ejecución de la misma, su organización o la capacitación de los propios trabajadores, es por ello por lo que en este estudio se analiza la influencia de la Ley de Ordenación de la Edificación, el Código Técnico, la Ley de Subcontratación y el Convenio General de la Construcción.

Conforme a los resultados de este estudio podremos valorar si los pasos que se han dado con el cambio normativo han influido en las condiciones de trabajo, o no, y si su influencia ha resultado positiva o negativa.

En la tabla siguiente se incluye por orden cronológico la normativa que se ha utilizado como referencia en el desarrollo de este estudio.

Figura 1: Normativa analizada en el estudio ordenada cronológicamente

Para la elaboración de este trabajo se han analizado multitud de datos sobre población activa, características de la accidentalidad y de las enfermedades profesionales y tamaño de empresas del sector de la construcción, todos estos datos proceden de fuentes oficiales tales como el Instituto Nacional de Estadísticas, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social y el Ministerio de Fomento.

Análisis de la evolución de la siniestralidad en España entre 1995 y 2012

Para estudiar la influencia que la aprobación de las diferentes normas sobre las que se plantea este trabajo han tenido sobre la siniestralidad en el sector de la construcción, resulta conveniente comenzar con un breve análisis de la tendencia general de la siniestralidad en el mercado de trabajo español.

En la Figura 2 pueden verse las características de la siniestralidad y su tendencia desde el año 1995 hasta el 2012 (Fuente de datos INE).

Figura 2: Evolución de la accidentalidad en España entre 1995 y 2012.

Grosso modo puede verse que en los 17 últimos años en España ha disminuido el de accidentes graves, leves y mortales, como se plasma en la Figura 3 (Fuente de datos INE):

Figura 3: Accidentes registrados en 1995 y en 2012.

Considerando únicamente el escenario que nos muestran las cifras de accidentes en España en 1995 y en 2012 resulta evidente que algo ha cambiado, y además ha cambiado hacia resultados más positivos, el número total de accidentes ha disminuido en 181.124, una tercera parte, pero de este global cabe destacar la disminución de accidentes graves, un 64,55% y de accidentes mortales, un 55,16%, es decir, la accidentalidad grave ha caído más de la mitad en 2012 con respecto a 1995.

Sin embargo, las cifras de siniestralidad por sí solas nos dan una información incompleta, dado que de no conocer la población ocupada, y por lo tanto expuesta a riesgos y consiguientemente a posibles accidentes, el análisis y las conclusiones obtenidas serían incompletas, así pues en la figura 4 (Fuente de datos INE) se muestra la evolución de la población ocupada desde 1995 hasta 2012.

Figura 4: Evolución de la población ocupada en España en el período 1995 - 2012.

Podría plantearse el hecho de que la crisis que ha sumido a casi seis millones de trabajadores en el desempleo ha influido en la disminución de la accidentalidad puesto que habría menos trabajadores expuestos a los riesgos, sin embargo, como puede verse en la Figura 5 (Fuente de datos INE), esto no ha sido así, dado que también ha caído la relación de accidentes con respecto al número de trabajadores, cifra ésta conocida como índice de Incidencia que se obtiene aplicando la fórmula siguiente:

Figura 5: Evolución del Índice de Incidencia de Accidentes de Trabajo de 1995 a 2012.

Como se muestra en la Figura 5 el índice de incidencia ha caído casi una tercera parte desde los 66,90 de 1995 a los 24,09 de 2012, además ese descenso corresponde a una clara tendencia decreciente mantenida en el tiempo, por lo tanto podemos concluir objetivamente que la siniestralidad en España en el período 1995 – 2012 ha caído ostensiblemente.

En 1.995, el año siguiente en que se aprobó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales que desarrollaba la Directiva Marco, Directiva del Consejo, 89/391/CEE, relativa a la aplicación de medidas para promover la mejora de la seguridad y de la salud de los trabajadores en el trabajo, el volumen total de accidentes con baja registrado en España ascendía a 589.661, de los cuales 578.110 correspondían a accidentes leves, 10.543 a accidentes graves y 1.008 a accidentes mortales, siendo su distribución porcentual la siguiente:

Figura 6: Distribución accidentes con baja en 1995.

En 2.012, el número de accidentes con baja ha pasado a 408.537, de los cuales 404.347 son de carácter leve, 3.738 graves y 452 mortales, a continuación se adjunta un gráfico con la distribución porcentual y como puede verse, comparada ésta con la de 1.990, ha habido una disminución muy significativa de los accidentes leves, graves y mortales.

Figura 7: Distribución accidentes con baja en 2012.

El accidente de trabajo resulta el acontecimiento más impactante en el ámbito de la siniestralidad laboral, probablemente debido a su efecto sorpresivo, pues por definición no se espera, no obstante, además del accidente, existe otro elemento fundamental en el ámbito de la siniestralidad laboral, tal es la enfermedad profesional, cuyas consecuencias son quizás más gravosas que el accidente, tanto para la vida del trabajador como para el sistema nacional de protección, la Seguridad Social, pues se manifiesta de manera paulatina en el trabajador, lo cual va afectando a sus condiciones de vida normales, disminuye su calidad de vida, y también merman su productividad laboral, incluso puede llegar el momento en que la enfermedad imposibilite al trabajador para seguir desempeñando su trabajo y a partir de ese momento se convierte, desde un punto de vista puramente económico, no en improductivo, si no en un coste para el sistema de aseguramiento nacional, e incluso en el caso más extremo, la enfermedad profesional puede conducir a la muerte del trabajador (por ejemplo, trabajadores afectados de cáncer debido a la asbestosis producida por fibras de amianto) en ese caso la valoración económica de tal pérdida resulta, cuanto menos amoral, pues la vida humana tiene un valor imposible de cuantificar materialmente.

Figura 8: Distribución enfermedades profesionales desde 1995 hasta 2012.

Como puede verse en el gráfico anterior la tendencia neta es clara respecto del aumento de enfermedades profesionales sin baja, sin embargo cabe destacar que la serie termina con un descenso pronunciado en 2012 respecto de 2011.

Como puede verse en la figura 8, en 1995 el número de enfermedades profesionales sin baja registrado fue de 167, una cifra ridícula sobre una población de casi nueve millones de trabajadores, lo cual indica que probablemente no se estuvieran registrando correctamente este tipo de enfermedades profesionales. En 2012 el número asciende a 7.992, lo que supone un aumento de un 4785,63%, seguramente el aumento tan ostensible se deba más a las mejora de las prácticas en el registro de estas enfermedades favorecidas por el aumento de la formación de los trabajadores en este ámbito y a la presión de los organismos de control e inspección.

Figura 9: Enfermedades profesionales registrada en 1995 y en 2012.

En cuanto a las enfermedades profesionales con baja pasamos de 5.838 registradas en 1995 a las 7.552 registradas en 2012, eso supone un incremento de un 29,36% cifra ésta que si se compara con el número de trabajadores que hay en 2012 y que casi se duplica a 1995 nos puede indicar incluso una mejora de las condiciones de trabajo, dado que si admitimos lo expuesto en el punto anterior y es que cada vez el trabajador está más informado y los organismos de control presionan más y mejor para evitar fraudes, el aumento bruto, pero disminución relativa nos puede estar indicando que la prevención en el puesto de trabajo ha mejorado ostensiblemente. De hecho en la Figura 10 (Fuente de datos INE) se representa el índice de Incidencia de las Enfermedades Profesionales y comprobamos que desde el máximo de la serie que se produjo en 2003, donde se alcanzó un 1,58, se produce una caída que en los últimos cuatro años parece que se ha estancado entre 0,90 y 1,02.

Figura 10: Evolución del Índice de Incidencia de Enfermedades Laborales de 1995 a 2012.

Los datos expuestos hasta aquí corresponden a todo el mercado laboral español, no obstante con objeto de centrar este análisis ajustándolo al objeto propuesto, a continuación se discriminará por sector de actividad (construcción, servicios, agrario e industrial) la accidentalidad acontecida desde 1995 a 2012 en España.

En la figura 11 puede verse como el sector agrario es el único que ha tenido una tendencia descendente en los últimos diecisiete años, en el sector de la industria la accidentalidad crece hasta el 2000, a partir de entonces el número de accidentes desciende, al principio suavemente, pero a partir de 2007 el descenso es vertiginoso, caso similar a lo sucedido en este tramo final en los sectores de servicios y de la construcción, cuyo comportamiento ha sido muy similar, ascendiendo hasta los años 2000-2001, descendiendo en 2003 - 2004 para volver a ascender en 2007.

Respecto de la accidentalidad en el sector de la construcción cabe destacar que no es la mayor de entre los cuatro sectores, si no la tercera en número, superada por el sector industrial y el de servicios.

Figura 11: Evolución de la accidentalidad por sectores entre 1995 y 2012.

Análisis de la siniestralidad en el sector de la construcción entre 1995 y 2012.

El sector de la construcción ha cargado durante muchos años con el “San Benito” de ser el más peligroso de todos los sectores, en el que más accidentes se producen, sin embargo, como se ha mostrado en los análisis previos, esta aseveración es muy matizable, no tratándose con ello de hacer una defensa del mismo, sino de hacer justicia, dado que probablemente sea el sector que más esfuerzos, económicos y profesionales ha realizado para mejorar las condiciones de trabajo desde la aparición de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.

En la Figura 12 puede observarse como la población ocupada pasa de 1.196.200 trabajadores en 1995 a los 1.146.538 en 2012, prácticamente la misma cifra, lo cual parecería irrelevante si no se tuviera en cuenta lo que sucedió en el interior del período, tal es que en 2007 se alcanzaron los 2.697.350 trabajadores en el sector, es decir, desde 1995 a 2012, como se puede ver en la figura 12, la población ocupada asciende anualmente de manera paulatina un 56,65%, del mismo modo, puede observarse como en el período 2007-2012 el descenso es de 135,26%, por lo tanto en cinco años se destruyen los puestos de trabajo creados en 12 años, un ejemplo, de cómo la grave crisis en la que está inmersa España ha afectado al sector de la construcción.

Así como se muestra una caída muy acentuada del empleo en el sector a partir de 2007, también se observa una caída del Índice de Incidencias, también muy acusada y continua, desde el año 2000.

Figura 12: Evolución de la accidentalidad y la población ocupada en el sector de la construcción entre 1995 y 2012.

En la figura 13 se muestra la evolución de las enfermedades profesionales en relación con el número de trabajadores del sector, en ella se muestra como el Índice de Incidencias crece desde 1995 (4,58) hasta un máximo en 2003 (11,33) y a partir de ahí comienza una caída pronunciada hasta 2007 (4,29), momento en el cual comienza nuevamente un ascenso hasta 2012 (6,59).

Si bien la gráfica del Índice de Incidencias de enfermedades profesionales nos muestra una tendencia diferente a la de accidentes de trabajo, puede observarse como al igual que en estos, las enfermedades profesionales caen a partir del año 2003, si bien un par de años después de que comenzase la caída de accidentes, y aunque a partir de 2007 se produce un repunte, su pendiente es mucho más suave que la del ascenso y la caída anterior, no obstante la tendencia es creciente, lo que no es un buen dato y debe ayudar para mantener la guardia en este sentido.

Figura 13: Evolución de las enfermedades laborales y la población ocupada en el sector de la construcción entre 1995 y 2012.

Analizamos la evolución del número y tamaño de empresas del sector (solamente del período 2001 – 2011 que es la que se encuentra accesible en la web del Ministerio de Fomento y del Instituto Nacional de Estadística actualmente) y vemos como crece desde las 300.641 en 2001 a las 456358 en 2007, lo que supone un incremento del 34.12%, pero en este año aparece la crisis financiera que azota tan contundentemente el sector y que provoca que en 2011, apenas cuatro años después, la cifra se contraiga hasta las 342.257, un descenso del 33.34%.

Figura 14: Evolución del número de empresas en el sector de la construcción entre 1995 y 2012.

Pero no sólo la crisis destruye empleo y empresas, si no que la tipología de éstas también cambia, así podemos ver, que a pesar de la crisis, entre 2001 y 2011 hay un crecimiento neto en número de empresas de 12,16%, sin embargo, como puede observarse en la figura15, las características de las empresas cambia radicalmente en ese período, así crecen las empresas sin asalariados un 33,75%, es decir los autónomos, y crece también el número de empresas de más de 500 empleados, un 18,75%, lo que evidencia la crisis es una destrucción masiva de la pequeña y mediana empresa del sector de la construcción, tipología de la empresa subcontratista típica de mano de obra.

Figura 15: Empresas por número de empleados en el sector en 2001 y 2011.

Vuelve a plantearse qué pasó entre esos años y volvemos a analizar, en la figura 16, lo acontecido en 2007, lo comparamos con 2001 y con 2011 y nos hacemos una idea de cómo creció el sector y cómo adelgazó

Figura 16: Empresas por número de empleados en el sector en 2001 y 2011.

Entre 2001 y 2007 puede verse cómo el gran crecimiento está en los rangos de entre 100 y 249 y más de 500, con casi un 50% cada uno, sin embargo entre 250 y 499 desciende.

Entre 2007 y 2011 el menor descenso, casi inapreciable es en las empresas sin asalariados, es decir, la crisis no afectó al número de autónomos, el sector sigue necesitando en torno a 182.000, el impacto más grande es sobre las empresas de entre 50 y 99 empleados, un 243,61%.

Es evidente la influencia de la crisis en el sector, tanto en lo referente a los trabajadores, como a las empresas, la pequeña y mediana empresa, es decir la clásica empresa subcontratista, especializada es la que ha recibido el impacto más brutal.

Conclusiones

La tendencia de la accidentalidad en el sector reflejada en la figura 11, nos muestra que desde 1995 a 2007 crece paulatinamente, al igual que el número de trabajadores empleados en el sector, en ese año, 2007, se manifiesta en el sector la crisis financiera y se produce un cambio radical en la tendencia respecto de la población ocupada y comienza a destruirse empleo a un ritmo desafortunadamente alto, así mismo ese mismo año comienza a descender la accidentalidad, pero de un modo incluso más vertiginoso que el desempleo. Sin embargo, como muestra la figura 12, el Índice de Incidencia, que relaciona los accidentes con los trabajadores expuestos comenzó a descender en 2000. ¿Qué significa esto? que la accidentalidad en términos relativos crece hasta el año 2000, es decir, que los resultados del marco legal creado en 1995 a través de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y reforzado posteriormente en 1997 con la aprobación de una gran cantidad de normas técnicas de gran influencia en la seguridad en el sector, destacando de entre ellas especialmente el Real Decreto 39/97 reglamento de los servicios de prevención y el Real Decreto 1627/97 sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud en obras de construcción, comienzan a dar sus frutos 5 años después, éste parece ser que es el tiempo en que tardó el sector en manifestar los resultados de la aplicación del nuevo marco legislativo en material de seguridad, en el que el sector… comienza a asumir el nuevo modelo de gestión de los riesgos laborales, que los proyectos deben contener estudios de seguridad y salud, que las constructoras deben hacer planes de seguridad y salud en las obras, que deben respetar los requisitos recogidos en estos documentos y en la normativa. Se asume que debe haber un coordinador de seguridad y salud en las obras, que con él llevará un libro de incidencias y que las anotaciones que se hagan en él se enviarán a la Inspección de Trabajo, también se asume que el accidente es un problema, que se debe evitar e investigar, que hay responsabilidades, incluso penales, y que la obra se puede subcontratar pero las responsabilidades no.

También en 1999, un año antes de ese año 2000, se aprueba la Ley 38 de Ordenación de la Edificación (L.O.E), norma en la que se concretan funciones y responsabilidades de los agentes intervinientes en la obra, a partir de la cual aparece, por ejemplo, la obligatoriedad de disponer de un Seguro Decenal en nuevas construcciones de vivienda, y estos dan lugar a la aparición de los Organismos de Control Técnico (OCT) que comienza a desarrollar controles en proyectos y obras, así aparecen técnicos que, además de los ya existentes hasta el momento, revisan el diseño y la ejecución de las obras. Naturalmente sería muy osado justificar la caída de la accidentalidad por la aparición un año antes de la LOE, pero sin duda sus efectos influyen en los años posteriores, también con el tiempo se van a sumiendo sus dictados y, por lo tanto, hay más control y más calidad en la ejecución, así pues, teniendo en cuenta la evidente relación entre la calidad de un trabajo y su repercusión en las condiciones de trabajo, no cabe duda de la influencia de las nuevas formas de proyectar y construir en la disminución de la siniestralidad del sector.

En 2003 aparece la Ley 54 de reforma del marco normativo de la prevención de riesgos laborales, el legislador entiende que algunas cosas no se están haciendo conforme al espíritu de la misma y que eso está provocando que los resultados no sean tan positivos como debiera, así que interviene en el modelo implementando una serie de modificaciones cuyo objeto principal es que se integre la prevención en el trabajo y en la jerarquía de las empresas al tomar decisiones, que no sea simplemente la labor de un técnico o de un departamento dentro de la empresa, sino de todos los componentes de la misma.

En 2004, nuevamente se hace un esfuerzo por despejar dudas y concretar aspectos muy importantes en la gestión de la prevención en centros de trabajo en que coinciden diferentes empresas, así se aprueba el Real Decreto 171 por el que se desarrolla el artículo 24 de la ley de prevención de riesgos laborales, en materia de coordinación de actividades empresariales. La aprobación de esta norma junto con la aparición de la guía técnica para la evaluación y prevención de los riesgos relativos a las obras de construcción, ayuda a resolver muchas dudas de aplicación de la norma, las certezas siempre ayudan al cumplimiento, en cambio las dudas generan inseguridad jurídica y esto provoca respuestas basadas unas veces en el miedo a la sanción y otras basadas en la desmotivación que genera el no entender un requisito legal, en ambos casos, por exceso o por defecto el cumplimiento de los requisitos se convierte en una formalidad y por lo tanto los resultados no son los esperados.

Así pues con las modificaciones al marco normativo implementadas en 1999, 2003 y 2004, se mejora el modelo existente de modo que sigue descendiendo el índice de incidencia hasta tal punto que en 2007 se produce un cambio radical en la tendencia de la accidentalidad y ésta comienza a descender.

En 2006, vuelve a organizarse nuevamente el marco normativo del sector y aparecen: un ajuste de las normas existentes con el Real Decreto 604/06, una reordenación de la organización empresarial en la ejecución de obras con la ley 32/06 reguladora de la subcontratación en el sector de la construcción y una actualización de los requisitos técnicos en el diseño, construcción y mantenimiento de edificaciones con el Real Decreto 314/06 por el que se aprueba el Código Técnico de la Edificación. Tres normas muy importantes que influyen de un modo decisivo en el ajuste del modelo productivo del sector, que en 2007 son complementadas por el Real Decreto 1109/07 por el que se desarrolla la ley de subcontratación y el IV convenio general de la construcción, todo este refuerzo normativo obliga a las empresas nuevamente a reorganizarse, no pueden subcontratar libremente a todo el que quieran y cuando quieran, se establecen limitaciones, y a ser más transparentes, a través de la aparición del registro de empresas acreditadas (conocido como R.E.A.) y de los libros de subcontratación en cada obra, pero también el cambio normativo obliga a los empresarios, y especialmente a los trabajadores a formarse, se regula la formación mínima en prevención de riesgos laborales, todo esto es una concreción normativa que provoca una revolución en el sector y de nuevo un descenso mantenido de la siniestralidad.

Por último destacar los “ajustes” normativos que se dan con la aprobación en 2008 del Real Decreto 1147/08 por el que se aprueba la Instrucción de hormigón estructural (EHE) y con la publicación de la guía técnica para la integración de la prevención de riesgos laborales en el sistema general de la empresa y en 2010 con la aprobación del Real Decreto 337/10, que siendo su influencia de menor entidad que la de las normas aprobadas hasta el momento, dan un nuevo empujón a la mejora del marco normativo y que consigue reforzar la tendencia descendente de la siniestralidad del sector.

Resulta contradictorio como, si se analiza la evolución del índice de incidencia de los accidentes ocurridos en estos últimos 18 años, el resultado es positivo, pues nos muestra un descenso claro, lo cual indicaría una mejora constante de las condiciones de seguridad y salud en el trabajo, sin embargo el resultado que transmite el Índice de Incidencia de las enfermedades profesionales hace pensar que esto no es así ¿son contradictorios los resultados? No, ya que el accidente es un hecho actual y por ello aporta información sobre las características del trabajo en el momento de producirse, sin embargo la enfermedad profesional surge generalmente de una exposición prolongada a un riesgo determinado, por lo tanto lo que indican los datos expuestos es que los trabajadores han estado expuestos a unas condiciones de trabajo de menor calidad hasta los últimos diez o quince años donde han mejorado, de ahí que en los últimos años haya descendido el índice ostensiblemente.

Agradecimientos

Una versión preliminar de este artículo se presentó en el congreso ORPconference 2014.

Referencias Bibliográficas

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