Conductas Promotoras de la Sustentabilidad en Adolescentes. Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos No 7. Instituto Politécnico Nacional.

Se estudió el comportamiento sustentable de los adolescentes con una muestra representativa conformada por 400 alumnos del CECyT no 7 Nivel Medio Superior ambos turnos. Para evaluar los comportamientos sustentables, se emplearon 4 escalas tipo Likert que miden las conductas asociadas a la sustentabilidad, que de acuerdo a Corral (2012) son: conducta proecológica, austeridad, altruismo y equidad. Los hallazgos alcanzados en este estudio, muestran que la conducta proecológica es la conducta reportado con mayor porcentaje 78%, seguido del altruismo 58%, la equidad 57% y la austeridad 46%. De manera general, el nivel positivo del comportamiento sustentable manifestado por los adolescentes alcanzó un nivel apenas superior a la media, en donde el rubro austeridad obtuvo la más baja puntuación. La importancia de contribuir al cuidado del medio ambiente debe ser promovida no sólo desde el ámbito social y mediático, sino desde las prácticas en el hogar y su construcción en el ambiente escolar.
Palabras Clave: 
Sustentabilidad; Adolescencia; Conducta Sustentable; ORP Conference
Autor principal: 
SILVIA
OCHOA AYALA
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
México
Coautores: 
DARÍO
TRUJANO OCHOA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
México
GUMERSINDO DAVID
FARIÑA LÓPEZ
INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
México

Introducción

Los problemas ambientales han alcanzado tal gravedad que la Psicología comprende la necesidad imperiosa de explorar mecanismos como los procesos cognitivos, emocionales y motivacionales que propician la aparición de conductas que apoyen el cuidado del medio ambiente. La Psicología Ambiental, entre otras cosas, se aboca al estudio de los factores psicológicos que afectan y que son afectados por la interacción individuo-medio ambiente. Es por esta razón que el estudio de la conducta sustentable es una de las prioridades de la investigación psico-ambiental.

De acuerdo al Dr. Corral (2001, 2012), La Conducta Sustentable puede conceptualizarse como el conjunto de acciones efectivas, deliberadas y anticipadas que resultan en la preservación de los recursos naturales y socioculturales necesarios para garantizar, incluyendo la integridad de las especies animales y vegetales, el bienestar individual y social de las generaciones humanas actuales y futuras.

Los estilos de vida sustentables (EVS) son patrones de acción y consumo utilizados por las personas para identificarse y tomar distancia de otras personas, los cuales:

a) satisfacen necesidades básicas,

b) proveen una mejor calidad de vida,

c) minimizan el uso de recursos naturales y la emisión de desechos y contaminantes en el ciclo vital, y

d) no amenazan las necesidades de las futuras generaciones.

Corral y Pinheiro (2004) sugieren una serie de factores psicológicos que pueden estar relacionados directamente con la conducta sostenible, ofreciendo evidencia empírica que parece demostrar que éstas se interrelacionan significativamente.

Las dimensiones psicológicas de la sustentabilidad que pueden ser consideradas las más relevantes son las siguientes:

El altruismo sería una de estas dimensiones. En la definición de conducta sostenible se enfatiza la necesidad de cuidar el ambiente social, aparte del físico, y es a través de acciones que se dirigen a la atención de las necesidades de otras personas sin esperar algo a cambio como puede lograrse este cuidado.

La literatura muestra que existe una relación significativa entre la conducta pro-ecológica y el altruismo. (Schultz, 2001; Corral, Tapia, Fraijo, Mireles & Márquez, 2008).

La austeridad es otra dimensión de la orientación pro-sostenible. El estilo de vida “frugal” es un patrón conductual necesario para el cuidado del medio ambiente. Las personas con orientación proecológica presentan patrones reducidos de consumo de recursos, optimización de los mismos y baja tendencia al consumismo, Corral y Pinheiro (2004), en Latinoamérica han encontrado estos patrones de comportamiento.

Las conductas proecológicas serían un tipo esencial de medidas de la orientación hacia la sostenibilidad (Kaiser, 1998). Estas conductas se entremezclan con los comportamientos de consumo austero, aunque no se refieren exactamente a lo mismo, dado que el comportamiento de cuidado del medio físico implica otras acciones conservacionistas aparte de las conductas de consumo frugal. Algunos de estos comportamientos pro-ecológicos (por ejemplo, promover en otras personas el cuidado de recursos, conducir a baja velocidad, llamar la atención a personas que contaminan, leer acerca de temas ambientales, etc.) no son conductas de consumo austero.

  La deliberación es una dimensión cognitiva que se incluye en la definición de conducta sostenible propuesta por Corral y Pinheiro (2004). Ésta implica que la conducta de cuidado del entorno debe producirse teniendo el propósito o la intención específica de propiciar el bienestar humano y la preservación de otros organismos, objetos y situaciones en el entorno. La literatura muestra que esta dimensión psicológica es un predictor significativo al menos del comportamiento proambiental en su nivel físico. Aunque la intención forma parte de los modelos de la Acción Razonada y la Acción Planificada, partimos del hecho de que, aunque importante, la intención no es el único determinante de la conducta sostenible.

La percepción de normas ambientales implica la posibilidad de detectar cómo otros individuos aceptan y respaldan comportamientos de cuidado o destrucción del medio ambiente. Esta percepción señala de manera indirecta la presencia de acuerdos, reglas o prescripciones que rigen la conducta sostenible. Dado que dichas normas ambientales constituyen un factor situacional significativo que facilita el actuar sostenible (Schultz, 2002), su incorporación al repertorio psicológico de los individuos es importante como guía o instigador del comportamiento de cuidado del medio. Corral y Frías (2006) encontraron una relación significativa y directa entre esas normas y la conducta proambiental.

Finalmente la equidad tiene que ver con la justicia que corresponde con los derechos o las leyes naturales, es la posibilidad de liberarse de los sesgos artificialmente creados e impuestos de manera  tendenciosa o favoritista, Corral (2012)

Metodología

Se conformó una muestra integrada por 400 alumnos de Nivel Medio Superior del IPN, cuyas edades fluctúan entre 15 y 19 años, 200 son mujeres y 200 son varones de ambos turnos del plantel. Todos los alumnos son regulares y se encuentran inscritos oficialmente.

Se aplicó una serie de 4 escalas tipo Likert, propuestas por el Dr. Corral (2012) para la evaluación de los comportamientos sustentables, que propician un sentido ecológico en las personas. Las escalas se integran de la siguiente manera:

Escala de conducta ecológica general 16 items

Escala de equidad 7 items

Escala de conductas altruistas 10 items

Escala de austeridad 10 items

Las 4 escalas se aplicaron en el mismo evento de encuentro, de manera grupal, contemplando los 3 semestres vigentes al momento del estudio. Posteriormente se realizó la ponderación de los resultados, dado que no se contempla la misma cantidad de ítems, se evaluó por separado cada escala, para posteriormente identificar los porcentajes representativos de cada una y poder realizar tanto la comparación como identificar los niveles de conductas promotoras de la sustentabilidad en los adolescentes del plantel

Resultados

Los hallazgos alcanzados en este estudio, muestran que la conducta proecológica es la conducta reportado con mayor porcentaje 78%, seguido del altruismo 58%, la equidad 57% y la austeridad 46%. De manera general, el nivel positivo del comportamiento sustentable manifestado por los adolescentes alcanzó un nivel apenas superior a la media, en donde el rubro austeridad obtuvo la más baja puntuación.

En las siguientes gráficas, se muestran los resultados obtenidos desagregados por sexo, esto porque se identificó que esta variable es significativa para explicar los comportamientos diferenciales

Figura 1 Resultados de la Escala de Conducta Ecológica General

La Figura 1, indica los porcentajes alcanzados por ambos sexos en donde se observa que el 62% de las mujeres manifiesta este comportamiento en tanto que los hombres el 38%. Recordar que el porcentaje total en que se ubica esta escala es de 78% del total superior a la media, y que coloca a esta conducta en la más frecuente entre los adolescentes.

Figura 2 Resultados de la Escala de Equidad

La figura 2 muestra que las alumnas en un 59% indican tener sentido y comportamiento de equidad, en tanto que los varones llegan a un 41%. Considerando que el porcentaje total para esta escala es de 57%, esta escala es ligeramente superior a la media.

Figura 3 Resultados de la Escala de Conductas Altruistas

Figura 3. En el comportamiento altruísta, se muestra que la mujeres alcanzan un 64% en este comportamiento, en tanto que los varones logran un 36%, tomando en cuenta que el porcentaje total es de 58%, este es el comportamiento donde los varones alcanzan su más bajo resultado.

Figura 4 Resultados de la Escala de Austeridad

La figura 4 indica un resultado contrario a la tendencia que en las otras escalas se había manifestado, las mujeres en el rubro austeridad alcanzan sólo 38% en tanto que los varones un 62%. Considerando que esta es la escala sobre se obtuvo el menor porcentaje 46% inferior a la media, es la escala que muestra además, el porcentaje menor que las mujeres habían alcanzado en todas las escalas aplicadas.

Discusión de resultados

Los resultados mostrados en este estudio corresponden a la visión de los adolescentes respecto a los comportamientos que reflejarán actitudes positivas ante el cuidado ecológico, en este campo no se encontraron estudios similares, Torres (2008) estudió a un grupo de adolescentes en relación a la transformación del pensamiento ecológico a través de los contenidos académicos, encontrando que no había diferencias significativas, Corral y Pinheiro (2004) afirman que la actitud de deliberación ante la ecología es un factor clave para fomentar la conducta proecológica, por lo que se puede afirmar que en la muestra de adolescentes que integraron el estudio se identifica este aspecto (Figura 1), sin embargo en las otras escalas no es tan evidente, esta tendencia sugiere que la implementación de las conductas ecológicas es posible en esta muestra, pero como anteriormente se mencionó, el contenido por sí mismo es insuficiente, se requiere la adquisición de comportamientos construidos en base a la práctica ecológica cotidiana y en colectivo, es decir la construcción de una cultura ecológica escolar competente. Lama la atención que las mujeres sean las que tengan mayor nivel en los comportamientos ecológicos, pero que sea justo en austeridad donde descienda esta tendencia, es aquí donde quizá la influencia del consumismo de nuevos objetos, deje una huella en las actitudes femeninas, este aspecto también es importante compartir tanto en el ámbito escolar como en el familiar, ya que el embate mediático pareciera estar afectando a las jóvenes de manera importante, pero no se debe descartar la influencia hacia los varones también.

En general, estos adolescentes muestran una disposición positiva para efectuar comportamientos asociados al cuidado medioambiental, pero se requiere fomentar de manera integral esta disposición creando consciencia específicamente en el aspecto de austeridad que es el más bajo, pero que no se encuentra tan disminuido como para no ser susceptible de modificación. Se debe promover de manera seria y formal el estudio sobre la sustentabilidad y la ecología entre los adolescentes dentro de los planteles y en campañas familiares con seguimiento oportuno.

Conclusiones

El grupo de adolescentes que conformaron la muestra es representativo del plantel objeto de estudio por lo que es posible realizar una generalización de estos comportamientos en este estudio situado, los resultados muestran una disposición positiva de los jóvenes por un comportamiento ecológico en general, sin embargo es importante señalar que las escalas de la equidad, el altruismo y la austeridad sólo lo alcanzan puntajes cercanos a la media, es decir, muestran que se requiere un nivel de desarrollo más alto para que estos jóvenes muestren conductas proecológicas de mayor contundencia para lograr cambios significativos en la realidad. Por otra parte las autoridades educativas, las familias y los adultos en general, debemos colaborar con acciones que muestren que los cambios pueden darse, dando cuenta así de un ejemplo claro a seguir.

Hay también acciones de política pública que podrían considerarse, a partir de estos resultados, para promover la adopción de estilos de vida sustentables:

1. Construcción y mantenimiento de parques, jardines y áreas verdes en las áreas urbanas para posibilitar el contacto con la naturaleza, estimulando el aprecio por lo natural.

2. Difusión de normas ambientales a través de medios de comunicación, y la persuasión mediante modelos respetados (personajes de influencia y peso moral reconocido) por la comunidad, con lo que se haría sobresaliente la presencia de esas normas ambientales.

3. Estimular el contacto real y/o virtual de la población (especialmente niños y jóvenes) con escenarios, objetos e individuos de diversas características biológicas, demográficas y culturales, con el fin de realzar el valor de la diversidad.

4. Convertir las normas proambientales en leyes proecológicas, garantizando la difusión de su conocimiento y su cumplimiento.

5. Difundir ideales sociales prosustentables, procurando un cambio en la orientación consumista a otra que garantice la integridad de los recursos naturales.

En última instancia, la solución al dilema ambiental que ahora enfrentamos sólo se resolverá mediante la adopción de EVS que lleven a las personas a ser proecológicas, frugales en su consumo, equitativas y altruistas. Pero este estilo no aparece de manera espontánea, sino que debe ser inducido. Los indicadores de la OS serían algunos de los factores a estimular, de manera que éstos conduzcan al desarrollo de estilos sustentables.

Agradecimientos

Agradecemos sinceramente a nuestros alumnos por su colaboración y apoyo para la realización de este estudio y a las autoridades del plantel por su disposición positiva.

Una versión preliminar de este artículo se presentó en el congreso ORPconference 2014

Referencias bibliográficas

  1. Corral, V. (2001). Comportamiento Proambiental. Una Introducción al Estudio de las Conductas Protectoras del Ambiente. Santa Cruz de Tenerife, España. RESMA
  2. Corral, V. (2012). Psicología de la Sustentabilidad. Un análisis de lo que nos hace proecológicos y prosociales. México Trillas
  3. Corral, V. & Pinheiro, J. (2004). Aproximaciones al estudio de la conducta sustentable. Medio Ambiente y Comportamiento Humano, 5, 1-26.
  4. Corral, V., Tapia, C., Fraijo, B., Mireles, J. & Márquez, P. (2008). Determinantes psicológicos de los estilos de vida sustentables. Revista Mexicana de Psicología, 25-2, 323-327
  5. Corral V., V., et. al. Orientación a la sustentabilidad como determinante de los estilos de vida sustentables: Un estudio con una muestra mexicana. Revista Mexicana de Psicología [en linea] 2008, 25 (Diciembre-Sin mes) : [Fecha de consulta: 27 de enero de 2014] Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=243016308011> ISSN 0185-6073
  6. Iwata, O. (2002). Some psychological determinants of environmentally responsible behavior. The Human Science Research Bulletin of Osaka Shoin Women’s University, 1, 31-41.
  7. Kaiser, F. (1998). A general measure of ecological behavior. Journal of Applied Social Psychology, 28, 395-442
  8. Torres Ochoa, Sergio Rodolfo. (2008). Assessment of Cognitive Changes of Ecology Concepts in High School Students in Mexico. Revista electrónica de investigación educativa, 10(2), 1-16. Recuperado en 03 de marzo de 2014, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1607-4041200.... .
  9. Zimbardo, P. y Boyd, J.N. (1999). Putting time in perspective: a valid, reliable individual-differences metric. Journal of Personality and Social Psychology, 66, 742-752.