Mobbing: el acoso silencioso que enferma a las personas y debilita a las organizaciones

Mobbing: el acoso silencioso que enferma a las personas y debilita a las organizaciones

El mundo laboral, a menudo percibido como un espacio de crecimiento y realización profesional, puede también convertirse en un escenario hostil cuando determinadas dinámicas tóxicas se normalizan o se invisibilizan.
10 juny 2025

Redacción

Entre estas formas de violencia encubierta, el mobbing, también conocido como acoso psicológico en el trabajo, representa una amenaza silenciosa, persistente y devastadora tanto para la salud mental de las personas como para la sostenibilidad de las organizaciones.

Numerosos estudios han demostrado que el mobbing no es una simple disputa laboral ni una cuestión de mala comunicación, sino una forma estructurada y repetitiva de violencia psicológica, donde uno o varios agresores ejercen presión emocional sistemática sobre una víctima con el objetivo de aislarla, desacreditarla o forzar su salida del entorno laboral. Heinz Leymann, uno de los pioneros en investigar el fenómeno, lo definió como “una forma extrema de conflicto psicosocial en el lugar de trabajo”, subrayando su carácter destructivo y prolongado.

Las consecuencias personales del mobbing son profundas y acumulativas. Diversas investigaciones, como las realizadas por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), evidencian que las víctimas suelen desarrollar trastornos psicológicos severos como ansiedad crónica, depresión mayor, insomnio persistente, y en casos extremos, ideación suicida. Estos síntomas no solo deterioran la calidad de vida del trabajador, sino que generan un daño psicológico que puede perdurar durante años, incluso después de haber abandonado el entorno laboral tóxico.

A nivel profesional, las secuelas son igualmente graves. Las personas que han sufrido mobbing pueden presentar una pérdida significativa de confianza en sus capacidades, disminución de la motivación laboral, aislamiento social y estancamiento o retroceso en sus trayectorias profesionales. La estigmatización de la víctima dentro del entorno organizacional suele traducirse en evaluaciones de desempeño injustas, exclusión de oportunidades de formación o promoción y, en muchos casos, despidos disfrazados de reestructuraciones o incompatibilidades funcionales.

Pero el impacto del mobbing no termina en la víctima. Las empresas que toleran o no detectan a tiempo estas dinámicas también sufren pérdidas cuantificables. La baja productividad, el aumento del ausentismo, la rotación de personal y los costes asociados a demandas judiciales y bajas por enfermedad pueden comprometer seriamente la eficiencia operativa y la reputación institucional. Un estudio de la Universidad de Sevilla estimó que el coste económico del acoso laboral en España supera los 30.000 euros anuales por caso, sin contar los efectos indirectos a largo plazo.

Es crucial entender que el mobbing no ocurre en el vacío. Se alimenta de culturas organizacionales jerárquicas, poco transparentes y orientadas al rendimiento extremo sin consideración por el bienestar de los empleados. En muchos casos, los agresores son superiores jerárquicos que utilizan su poder para eliminar a quienes consideran una amenaza o una disidencia, pero también puede producirse entre iguales (acoso horizontal) o desde los subordinados hacia sus superiores (mobbing ascendente).

La prevención del mobbing requiere un enfoque multifactorial. En primer lugar, es fundamental que las empresas desarrollen políticas claras de tolerancia cero al acoso psicológico, acompañadas de protocolos efectivos de denuncia y protección. La formación en inteligencia emocional, liderazgo ético y gestión de conflictos debe ser parte de la cultura organizacional, no un taller aislado o una obligación legal mínima. Por otro lado, los servicios de salud laboral deben contar con herramientas de detección precoz, atención psicológica especializada y canales seguros para reportar situaciones de riesgo.

En la esfera jurídica, muchos países han avanzado en la tipificación del mobbing como una forma de violencia laboral sancionable. Sin embargo, la dificultad para demostrar el acoso, dada su naturaleza sutil y acumulativa, sigue siendo un obstáculo. El rol de los testigos, la recopilación de pruebas y la existencia de un entorno institucional que proteja y no silencie son esenciales para poder judicializar eficazmente estos casos.

El mobbing es una forma moderna de violencia que no deja marcas físicas visibles, pero cuya huella emocional y profesional puede ser devastadora. Solo mediante la educación, la prevención y una acción colectiva decidida se podrá erradicar este fenómeno que no solo destruye carreras, sino también vidas.

Te planteamos unas preguntas para el debate:

  1. ¿Por qué crees que muchas personas que sufren mobbing no lo denuncian hasta que es demasiado tarde?
  2. ¿Cómo pueden intervenir los compañeros de trabajo de forma eficaz sin exponerse a represalias?
  3. ¿Crees que los protocolos actuales en empresas públicas y privadas son suficientes para prevenir el acoso psicológico?
  4. ¿Cuál debería ser el papel de los sindicatos y de los servicios de prevención en la detección del mobbing?
  5. ¿Debería considerarse el mobbing una enfermedad laboral con el mismo nivel de protección legal que otras dolencias físicas?
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