El futuro del trabajo, según Davos: todos seremos autónomos sin carrera
El futuro del trabajo, según Davos: todos seremos autónomos sin carrera
Se ha hablado largo y tendido de la enorme transformación que vivirá el trabajo en las décadas venideras. La aparición de nuevas tecnologías siempre ha tenido un impacto en el mercado laboral, pero los expertos coinciden en señalar que lo que está por venir ni siquiera es comparable con lo que ocurrió en la Revolución Industrial.
Hablamos de coches autónomos, robots y máquinas de todo tipo que harán desaparecer el trabajo manual antes de lo que esperamos. Y hay visiones para todos los gustos: desde la llegada de una suerte de apocalipsis laboral que condenará al 90% de la población a la pobreza a un escenario en que las nuevas tecnologías crearán más trabajos de los que van a destruir.
Pero, como casi todo en esta vida, quizás la realidad se sitúe en un punto intermedio: no vamos a morir todos, pero la transición no estará exenta de dificultades. Y algo parece evidente, y es que el mundo del trabajo será completamente distinto a como lo hemos conocido.
“Vemos que a medida que la fuerza de trabajo evoluciona, finalmente debemos liberarnos de los hábitos de la era industrial para garantizar un futuro más productivo y equitativo”, asegura Stephane Kasriel, CEO del portal de trabajo freelance Upwork y copresidente del Consejo sobre el futuro del trabajo, el género y la educación del Foro Económico Mundial –más conocido como el “Foro de Davos”, por su reunión anual que se celebra en la ciudad suiza–.
En un artículo publicado en el portal de la fundación, Kariel realiza cuatro predicciones sobre el futuro del trabajo, basadas en sus experiencias durante 2017 y los libros que se han publicado al respecto. Son las siguientes:
1. La IA y los robots no crearán un desempleo masivo
Para algunos gurús de la tecnología como Elon Musk, CEO de Tesla, la inteligencia artificial es “nuestra mayor amenaza existencial”. Numerosos autores auguran que la automatización del trabajo creará un gigantesco problema de desempleo, pero es una cuestión sobre la que existe una grandísima diferencia de opiniones: un informe de Pew Research sobre el asunto, en el que participaron 1.800 académicos y expertos, concluyó que los especialistas están divididos casi en un 50% sobre la cuestión.
Pero Kasriel cree que este escenario apocalíptico es del todo exagerado. “Al fin y al cabo, las máquinas no se crean solas”, explica el especialista. “Más bien, depende de nosotros guiar la innovación de manera responsable. Esto significa abrir nuevas ventanas de oportunidad, no eliminarlas”.
Lo cierto es que, si analizamos la historia, la llegada de nuevas tecnologías siempre ha despertado miedo entre los trabajadores, que veían cómo peligraba su oficio. Es el caso de uno de los primeros movimientos obreros de la era contemporánea, el ludismo, cuyo principal objetivo era acabar con las máquinas que, pensaban, eran responsables de los despidos y los bajos salarios. Pero el problema, como se encargó de apuntar Marx, era otro.
La tecnología no es buena o mala, todo depende de cómo se use. Según Kasriel, hasta el momento la automatización está creando más trabajo de los que está destruyendo, y no hay razones para pensar que esto vaya a cambiar en un futuro cercano.
“Dicho esto”, prosigue Kasriel, “es verdad que algunos trabajos desaparecerán, y es fácil saber cuáles van a ser”. Lo que no está tan claro, apunta, es qué oficios se demandarán en treinta años: “Predigo que no habrá escasez de empleos en el futuro, sino escasez de habilidades para cubrir los puestos de trabajo. En 2018, finalmente debemos darnos cuenta de que ya no hablamos de humanos contra máquinas, sino más bien de humanos y máquinas trabajando en conjunto para resolver los problemas del mundo. Son los humanos quienes finalmente deciden el próximo curso de acción”.
2. Los países no competirán entre sí, el foco estará en las ciudades
Otro tema del que se ha hablado largo y tendido es el de la desaparición del estado-nación tal como lo conocemos. Y es que la unidad política y económica básica desde el siglo XIX ya no es lo que era. Y, en opinión de Kasriel, su sustituto no serán las multinacionales: serán las ciudades.
“A medida que la tecnología une a la sociedad, y el trabajo a distancia se convierte en la norma, las personas vivirán en las ciudades que elijan, en lugar de las que están más cerca de donde trabajan”, explica el experto. “Las ciudades que elijan tendrán cierto 'ambiente' al ofrecer opciones de vida atractivas en entornos amigables con la tecnología”. Y serán las compañías a las que les interese acercarse a ellas.
Kasriel pone como ejemplo la ciudad de San José, en California. Su alcalde, Sam Liccardo,apuntó en un artículo de opinión en The Wall Street Journal que no iba a pujar por albergar las nuevas oficinas centrales de Amazon –por las que están peleando más de 200 ciudades estadounidenses– pues cree que su futuro como ciudad pasa por atraer al talento, no por ofrecer ventajas fiscales a las compañías para que se instalen allí.
“Atraer nuevas oficinas corporativas como las de Amazon a las ciudades solo perpetuaría un ciclo insostenible”, apunta Kasriel. “La guerra del talento del futuro no será entre empresas, sino entre ciudades”.
3. La mayoría de la fuerza de trabajo será autónoma en 2027
En España hay en torno a 3,1 millones de trabajadores autónomos. Se trata de cifras similares a las que se registraban antes de la crisis, pero teniendo en cuenta la tasa de paro, su porcentaje sobre el total de la población activa es significativamente mayor. Y es previsible que siga creciendo. Nuestro país ya es el tercero del continente con mayor peso de los autoempleados en el mercado laboral, que representan ya casi uno de cada cinco ocupados.
En EEUU el porcentaje de autónomos es mucho mayor: representan ya el 36% de la fuerza de trabajo. Y, como explica Kasriel, su presencia seguirá creciendo en todas las economías. “Habrá una adopción a gran escala de freelances por parte de las empresas que buscan llenar vacíos de talento”, apunta el especialista.
Que el crecimiento de los trabajadores autónomos sea sinónimo de precarización es otro cantar. En España, el 58% de los trabajadores freelance reconoce que lo hace por un escaso salario y porque no le queda más remedio.
4. La formación reglada perderá importancia
Se trata de un problema del que se lleva hablando décadas, pero que nadie parece dispuesto a solucionar: la formación que reciben los alumnos no está adaptada (ni por asomo) a su futuro laboral.
“Nos cuesta encontrar en España a gente que estudie y trabaje, que tenga idiomas, perfiles digitales y experiencia laboral”, apuntaba Sylvia Taudien, directora general y fundadora de Advantage Consultores, en un reciente reportaje en La Información.“Las carencias de los universitarios españoles son evidentes. La universidad española vive muy lejos de la realidad. Generalizar nunca es bueno, pero la frase de 'es una fábrica de parados' no está tan lejos del día a día”.
Puede que el sistema educativo español esté especialmente atrofiado en algunas áreas, pero se trata de un problema global. “La forma en que educamos a las generaciones futuras ya no los prepara adecuadamente para las habilidades y los trabajos de hoy”, apunta Kasriel. “La idea de que estudies matemáticas, ciencia y arte en tu juventud como disciplinas separadas, y luego trabajes para resolver problemas del mundo real en la economía actual no cuadra”.
El futuro de la educación pasa, al igual que el del trabajo, por ser más flexible: adaptándose a las nuevas realidades a medida que surjan. De lo que no cabe duda es que el viejo sueño de estudiar duro para sacar una carrera que te permita encontrar un buen trabajo se ha terminado. Las cosas ya no funcionan así, y cuanto antes nos demos cuenta, mejor.