La basura electrónica en el mundo llegó a un punto crítico

La basura electrónica en el mundo llegó a un punto crítico

Un nuevo informe de la ONU concluye que la humanidad genera al año más de 60 mil millones de kilogramos de residuos que provienen de televisores, smartphones y otros aparatos electrónicos, y se recicla menos de una cuarta parte de ellos.
9 Abril 2024

El teléfono o la computadora en la que estás leyendo esto quizá no tengan mucha vida útil después de todo. Tal vez se te caigan al agua o tu perro los convierta en juguetes para morder, o simplemente lleguen a la obsolescencia. Si no puedes reparar y tienes que desechar alguno de ellos, el dispositivo se convertirá en basura electrónica, uniéndose a una montaña alarmante de televisores, refrigeradores, lavadoras, cámaras, routers, cepillos de dientes eléctricos, auriculares inservibles. Se trata de “aparatos eléctricos y electrónicos”, también conocidos como AEE: cualquier objeto con un enchufe o una batería. La situación está cada vez más fuera de control.

Residuos electrónicos por todas partes

A medida que las economías se desarrollan y el estilo de vida consumista se extiende por todo el mundo, los residuos electrónicos se han convertido en una crisis medioambiental en toda regla. Los habitantes de los países de ingresos altos poseen, en promedio, 109 AEE per cápita, mientras que los de los países de ingresos bajos apenas tienen cuatro. Según un nuevo informe de la ONU, en 2022 la humanidad produjo unos 62,000 millones de kilogramos (137,000 millones de libras) de residuos electrónicos, casi ocho kilogramos (más de 17 libras) por cada habitante de la Tierra, y recicló menos de una cuarta parte.

Esto representa también unos 62,000 millones de dólares en materiales recuperables, como hierro, cobre y oro, que llegan a los vertederos de residuos electrónicos cada año. A este ritmo, la basura electrónica crecerá un 33% para 2030, mientras que la tasa de reciclaje disminuiría al 20%. Observa este crecimiento en el gráfico siguiente: el morado son los AEE en el mercado, el negro corresponde a los residuos electrónicos y el verde a lo que se recicla.

CORTESÍA: UN GLOBAL E-WASTE STATISTICS PARTNERSHIP

 “Lo que me pareció muy alarmante es que la velocidad a la que está creciendo es mucho mayor que aquella con la que se recolectan y reciclan adecuadamente los residuos electrónicos”, resalta Kees Baldé, científico especialista del Instituto de las Naciones Unidas para Formación Profesional e Investigaciones y autor principal del informe. “Consumimos demasiado y nos deshacemos de las cosas con demasiada rapidez. Compramos cosas que tal vez ni siquiera necesitamos, porque son muy baratas. Y además estos productos no están diseñados para repararse”.

La humanidad tiene que elevar pronto esas tasas de reciclaje, subraya el informe. En el primer gráfico circular que aparece a continuación, se aprecia la gran cantidad de metales que se ahorrarían, sobre todo hierro (símbolo químico Fe, en gris claro), junto con aluminio (Al, en gris oscuro), cobre (Cu) y níquel (Ni). Otros metales AEE son el zinc, el estaño y el antimonio. En conjunto, el reporte concluyó que, en 2022, los residuos electrónicos generados contenían poco más de 30,000 millones de kilogramos (68,000 millones de libras) de metal.

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Los residuos electrónicos son algo complejo de analizar: una lavadora está hecha de componentes totalmente distintos a los de un televisor. E incluso en el caso de las categorías de productos, no solo las distintas marcas emplean procesos de fabricación diferentes, sino que también los diferentes modelos dentro de esas marcas varían significativamente. Una lavadora nueva tiene muchos más sensores y otros componentes electrónicos que una fabricada hace 30 años.

Para complicar aún más la situación, los residuos electrónicos contienen materiales peligrosos, como cobalto, retardantes de llamas y plomo. El informe descubrió que, cada año, la basura electrónica procesada incorrectamente libera casi 60,000 kilogramos (más de 125,000 libras) solo de mercurio, lo que pone en peligro la salud de las personas y otros animales. “Los residuos electrónicos son un flujo de desechos extremadamente complejo”, declara Vanessa Gray, jefa de la División de Medio Ambiente y Telecomunicaciones de Emergencia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones de la ONU y coautora del documento. “Hay mucho valor en los residuos electrónicos, pero también demasiados materiales tóxicos que son peligrosos para el medio ambiente”.

Esto convierte el reciclaje de residuos electrónicos en una ocupación peligrosa. En los países de ingresos bajos y medios, los recicladores informales de basura van de puerta en puerta recogiendo el material. Para extraer los metales valiosos, funden componentes sin el equipo de seguridad adecuado, envenenándose a sí mismos y al medio ambiente. El nuevo informe señala que en total se envían sin supervisión unos 3,300 millones de kilogramos (7,300 millones de libras) de desechos electrónicos en todo el mundo, lo que significa que se desconoce su gestión final y probablemente no se haga de forma respetuosa con el entorno. De esa cantidad, los países de ingresos altos transportaron alrededor de 800 millones de kilogramos (1,800 millones de libras) a naciones de ingresos bajos y medios en 2022, inundándolas de materiales nocivos.

Los países de ingresos altos practican parte de este reciclaje informal, pero también disponen de instalaciones oficiales donde los residuos electrónicos se clasifican y descomponen de manera segura. Europa, por ejemplo, tiene unos índices de reciclaje formal de residuos electrónicos bastante elevados, cercanos al 43%. Pero en todo el mundo, el reciclaje no es suficiente para mantener el ritmo de crecimiento anual de la basura. En lugar de obtener adecuadamente los metales de los AEE, la humanidad sigue extrayendo más minerales de la tierra.

Aun así, el informe descubrió que incluso la pequeña cantidad de basura electrónica que se recicla actualmente, evitaría la extracción de casi un billón de kilogramos (dos billones de libras) de minerales para conseguir metal virgen en 2022; se necesitan muchos minerales para producir un poco de metal. Cuantos más metales se reciclen de los residuos electrónicos, menos minería necesitaremos para mantener la fabricación masiva de aparatos. Eso reduciría a su vez los gases de efecto invernadero de esas explotaciones mineras, además de las pérdidas de la biodiversidad.

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Más allá del reciclaje de basura electrónica

Sin embargo, la complejidad de los residuos electrónicos hace que sea costoso procesarlos. Como muestra el gráfico anterior, incluso un escenario ambicioso de una tasa formal de recolección de desechos electrónicos en 2030 es del 44%. “No existe ningún argumento empresarial para que las compañías se limiten a recolectar residuos electrónicos y obtengan ganancias de ello de forma sostenible”, destaca Baldé. “Solo sobrevivirán si existe una legislación que también les compense”.

El informe señala que 81 países cuentan con políticas sobre residuos electrónicos, y de ellos, 67 contemplan disposiciones relativas a la responsabilidad ampliada del productor, o RAP. Se trata de cuotas pagadas por los fabricantes de AEE que se destinarían a la gestión de la basura electrónica.

Por supuesto, la gente también podría dejar de tirar tantos aparatos en primer lugar, algo por lo que los defensores del derecho a la reparación llevan años luchando. Las baterías, por ejemplo, pierden capacidad tras un cierto número de ciclos de carga. Si un teléfono ya no mantiene la misma autonomía durante todo el día, los clientes deberían ser libres de cambiar la batería por una nueva. “Los fabricantes no tendrían que imponer limitaciones artificiales a esa capacidad”, comenta Elizabeth Chamberlain, directora de sostenibilidad de iFixit, que proporciona guías y herramientas de reparación. Eso incluye limitar el acceso a las piezas y a la documentación. “La reparación es una estrategia de reducción de daños. No es la solución definitiva, pero es una de las muchas medidas que necesitamos adoptar como sociedad global para frenar el ritmo al que exigimos cosas al planeta”.

El núcleo de la crisis de los residuos electrónicos es la demanda: una población humana cada vez mayor requiere teléfonos para comunicarse, refrigeradores para conservar los alimentos y bombas de calor para estar cómoda en casa. Así que, ante todo, necesitamos productos de alta calidad que no se averíen inmediatamente, pero también el derecho a repararlos cuando ocurra. Y lo que no tiene arreglo, debe pasar por un sistema seguro y fiable de reciclaje. “Estamos consumiendo tanto”, observa Baldé, “que en realidad no hay manera de reciclar [únicamente] para salir del problema”.

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