Prevención de riesgos laborales por ruido en oficinas abiertas

Prevención de riesgos laborales por ruido en oficinas abiertas

La evaluación de riesgos debería combinar análisis acústicos, ergonómicos y de psicología del trabajo
1 Abril 2022

El ruido en las oficinas puede proceder de muchas fuentes externas o internas. Entre las externas figuran el tráfico rodado, las obras en la vía pública o en edificios próximos y las actividades comunitarias llevadas a cabo en la calle. Entre las internas se encuentran los sonidos procedentes del funcionamiento de las instalaciones del propio edificio u oficina, (como el ascensor, los sistemas de climatización o las conducciones de agua), los generados por equipos de trabajo como impresoras, o los relacionados con la actividad de las personas: conversaciones o acciones de movimiento y clasificación de documentación en papel.

Aunque el ruido en oficinas abiertas rara vez presenta el nivel de riesgo de pérdida de capacidad auditiva, situado por la OMS a partir de 65 decibelios, puede generar con otros efectos negativos para la seguridad y salud laboral, (SSL), como alteraciones fisiológicas y psicológicas, distracciones e interferencias en la comunicación.

La nota técnica de prevención (NTP 503), publicada en 1998 por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, (INSHT), “Confort acústico: el ruido en oficinas” es un referente principal de las iniciativas estatales en materia de prevención de riesgos laborales. También aporta criterios relevantes la NTP 795, “Evaluación del ruido en ergonomía: criterio RC MARK II” publicada por el INSHT en 2008.

En Francia, el Institut National de Recherche et de Sécurité (INRS) difundió el pasado año la actualización de sus criterios al respecto en la guía “Environnement sonore en bureaux ouverts: évaluation de la gêne et démarche d'amélioration” (‘Entorno de ruido en oficinas abiertas: evaluación del malestar y proceso de mejora’). Adjuntamos su texto completo.

El INSHT establece en su NTP 503 que los niveles de ruido en el interior de locales, tanto de ámbito residencial, administrativo, sanitario o docente, deben estar siempre por debajo de 50 decibelios y no sobrepasar los 30 en las habitaciones de los hospitales. En el caso concreto de las oficinas y los despachos profesionales fija un límite máximo de 40 decibelios. 

Para evaluar los problemas de ruidos en las oficinas, la referida NTP 503 señala que el primer paso debe consistir en identificar las fuentes de ruido través de la información que facilite la plantilla. El segundo paso es determinar por qué resultan molestas. En la mayor parte de las ocasiones, las mediciones de niveles de presión sonora o de espectros de frecuencia de los ruidos deberán ser complementadas con el estudio de aspectos no físicos para determinar el grado de molestia que ocasionan.

También habría que analizar los efectos de los ruidos en las tareas desempeñadas en cada oficina, los grados de distracción que ocasionan y la actitud que muestran las personas frente a ellos. Para la aplicación de medidas de control del ruido, la NTP 503 sigue los mismos principios preventivos establecidos para empleos en los que hay mayor riesgo de daño auditivo. Las actuaciones más eficaces son las que se aplican sobre la fuente generadora de ruido, a continuación, las que se realizan sobre el medio de transmisión del ruido y, finalmente, las destinadas al receptor.

Enfoque multidisciplinar

En Francia, la guía publicada en enero de 2021 por el Institut National de Recherche et de Sécurité, (INRS), cuyo texto completo adjuntaqmos, aborda la evaluación de los riesgos por ruidos en oficinas abiertas con un enfoque que combina análisis acústicos, ergonómicos y de psicología del trabajo. Además, propone herramientas y un método para programar mejoras acústicas en oficinas diáfanas que involucra a todas las partes interesadas:  empleados y empleadas, prevencionistas, profesionales de la salud y responsables de la toma de decisiones.

Para realizar la evaluación del riesgo de ruido en toda su complejidad, el INRS propone un abordaje progresivo en cuatro niveles, con objeto de obtener soluciones de prevención adaptadas a cada caso:

  • El primero es de observación basado en reglas generales de acústica, que puede ser utilizado por un no especialista. Permite resaltar los principales puntos de debilidad acústica de una sala y su distribución.
  • El segundo es un estadio intermedio basado en la observación de la actividad y en entrevistas con los empleados. Debe permitir enumerar los problemas acústicos, según la actividad realizada y, eventualmente, resaltar los puntos de mejora relacionados con la organización del escenario.
  • El tercer nivel requiere la participación de los actores de la empresa, (gerentes, profesionales de la salud y personal de la empresa), para elaborar mediante encuestas un estudio estadístico de la satisfacción de los empleados con su espacio de trabajo y, en particular, con su entorno sonoro.
  • El cuarto se basa en mediciones de indicadores acústicos destinadas a evaluar objetivamente la calidad del sonido en la sala.

Fuente: OSALAN

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