La 'Gran Resignación' o el virus que colmó el vaso

La 'Gran Resignación' o el virus que colmó el vaso

Han pasado casi 2 años desde que un pequeño virus vino a alterar nuestra forma de trabajar, consumir, viajar y relacionarnos. Hasta el encorsetado sistema educativo se transformó, de la noche a la mañana, en un entorno no presencial. Metafísico o metaverso como diría Mark Zuckerberg.
14 Diciembre 2021

La Gran Resignación, el movimiento que está provocando que miles de trabajadores abandonen de forma voluntaria las empresas, es el efecto de la gota de agua que colma el vaso. No se produce en un momento puntual, sino por acumulación de circunstancias, y en ese sentido, la zona de confort y la falta de anticipación, crean la tormenta perfecta del desapego, del propósito, del para qué se trabaja, en definitiva, del compromiso, santo grial de recursos humanos. Que va muy vinculado al porqué se levanta uno todos los días a hacer una serie de tareas, funciones y responsabilidades para otro, para una empresa. Y todas las organizaciones, que son sus equipos directivos y sus managers, deberían entender algo muy simple: que todos los subordinados saben "cuando en su casa no se les quiere".

El diminuto virus ha provocado el renacer de algo que estaba latente en todos los trabajadores: la ilusión, la magia. Que va más allá del compromiso. ¿Por qué durante años miles de soldados seguían a los héroes en las guerras aun sabiendo que iban a morir? Muchos de ellos obligados, es cierto, pero con esos guerreros no se ganaba una batalla. El resto lo hacía porque creían en el propósito. Y eso va más allá del interés individual o del ejército al que servían. Sentían que estaban conquistando algo que mejoraría la vida de la humanidad. Y esto es lo que se ha perdido en la retahíla de valores y cultura de las empresas. El saber que lo que hacen, va a mejorar la vida de muchas personas. Mas territorio, más negocio, más ventas, mejores experiencias de consumo… Mejorar la vida de las personas y hacer cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no lo dudes, ahí está la clave.

Y eso es la Sostenibilidad, manida palabra de tanto usarla y que pierde todo el interés salvo el financiero, a no ser que se vincule al horizonte de la ética. En las empresas, se necesita recuperar esa ilusión, y no sólo por la huida en cuanto pueden de los empleados que merecen la pena, sino sobre todo, por la posibilidad de hacer crecer los negocios con anticipación, transparencia, pensamiento crítico y ejemplaridad.

Volvemos a lo mismo de siempre y algo que el pequeño virus no ha logrado cambiar a pesar de los millones de muertos, y es el Estilo de Liderazgo. Que no es más que el cómo se comportan y actúan los que tienen responsabilidad en una empresa sobre un equipo de "pequeños" seres. La justicia, la valentía, la moderación, la templanza y el conocimiento, son los básicos del armario aristotélicos que muchas empresas todavía no se han atrevido a implementar, porque hasta ahora había funcionado bien, con su agente de interés prioritario: los clientes y los accionistas.

La gran pregunta viene ahora: ¿Qué pasaría si las empresas ya no tuvieran esas "hordas" para abordar la batalla "sin sentido" y solo por el beneficio empresarial? Tic, tac, ya se huele el miedo, no por los empleados, sino por un mundo de experiencia cliente que ya cambio al ritmo de 1x5. Claro, hay muchos jefes que no saben que esa cifra es la velocidad a la que se escuchan audios de WhatsApp y las series de Netflix.

Pero esta vez no da igual, no se va a volver a una normalidad que conocíamos y en la que nos sentíamos tan a gusto. Los modelos híbridos de trabajo, van más allá del número de horas o lugar en el que se trabaja. Con las certidumbres del presente-futuro del trabajo, digital y energético, se debería estar ya pensando sobre ese sentido del trabajo perdido.

El trabajo, como la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma muy rápido. Vamos a redescubrir entre todos para qué sirve trabajar.

¿Qué opinas de este artículo?