Qué es la emergencia digital y cómo afrontarla

Qué es la emergencia digital y cómo afrontarla

Debemos ser capaces de aprovechar las oportunidades que nos brinda la era digital para abordar de forma urgente retos tan relevantes como el debilitamiento de las democracias, el incremento de las desigualdades, la protección de los derechos digitales o la escasez de recursos del planeta.
13 Diciembre 2020

La transformación digital interfiere en todos los niveles de nuestra vida: en nuestra esfera más personal con cambios en la comunicación o las relaciones afectivas, en nuestro entorno social y público, transformando la educación o el trabajo, e incluso a un nivel más intangible, influyendo en la privacidad de nuestros datos. La tecnología es fruto de décadas de investigación, ciencia y desarrollo para dar respuesta a las aspiraciones y necesidades de la humanidad. Pero, a su vez, las tecnologías emergentes nos muestran las dos caras de una moneda: contribuyen al progreso económico y social, fomentando el desarrollo y el bienestar humano, pero su uso genera desequilibrios y desigualdades a nivel global, incrementando las brechas entre aquellos colectivos más favorecidos y aquellos más vulnerables.

Por eso, hay que actuar, y hay que hacerlo ya. Estamos ante una emergencia digital, agudizada por la crisis de la COVID-19. Digital Future Society aborda los dilemas éticos, sociales y de impacto económico que plantea la disrupción tecnológica a fin de explorar, de la mano de expertos académicos, legisladores, representantes del sector tecnológico y de la sociedad civil, soluciones que nos orienten hacia un futuro más inclusivo, equitativo y sostenible. De forma prioritaria, debemos ser capaces de abordar al menos cinco retos trascendentales.

La disparidad en el acceso y en la utilización de las tecnologías de la información (TIC) acentúa las desigualdades socioeconómicas, creando nuevas formas de exclusión. Son las denominadas brechas digitales, que ya no solo deben considerar el tener o carecer de los recursos económicos suficientes para acceder a internet, sino que también deben atender a factores contextuales como las competencias y la comprensión digitales.

«La tecnología contribuye al progreso económico y social, pero genera desigualdades»

La regulación de las nuevas formas de empleo supone un desafío para los responsables de formulación de políticas tanto a nivel nacional como transnacional. La globalización, la externalización, los cambios demográficos, la transformación de los procesos industriales y el auge de las plataformas digitales generan cambios en la naturaleza del trabajo. Un fenómeno que exige una comprensión más profunda, un sistema de gobernanza global que defina derechos y aliente el diálogo entre trabajadores, administraciones públicas y plataformas.

La pérdida de privacidad y una mayor concienciación colectiva sobre el uso indebido de los datos en internet exigen que se formulen políticas más transparentes y responsables en el uso de los datos. Es la propia sociedad quien demanda mecanismos apropiados de gobernanza de datos que respeten los derechos humanos fundamentales.

La magnitud y velocidad de la producción y el consumo de información, sumado a la estructura de red de la tecnología, y de las redes sociales en particular, favorece la desinformación. Un fenómeno que tiene el potencial de aumentar la desconfianza hacia las instituciones, lo que debilita la democracia, desempodera a la ciudadanía y pone en riesgo el derecho a la información, la participación política o la toma de decisiones.

«La sociedad demanda mecanismos de gobernanza de datos que respeten los derechos humanos»

Abordar el impacto ambiental que genera la propia tecnología también es capital. Se estima que el consumo actual de energía del sector de las TIC en todo el mundo se sitúa entre el 5% y el 9% del consumo eléctrico total de nuestro planeta, con una huella de carbono equivalente al 2% aproximadamente de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Actuando de la manera adecuada, el sector de las tecnologías emergentes puede proporcionar herramientas clave para combatir la crisis climática y la emergencia medioambiental.

Los retos de la emergencia digital requieren soluciones transversales y complementarias entre ellas. Son desafíos complejos que solo se podrán abordar con una mente abierta y creatividad, adoptando formas innovadoras de regular y utilizando todas las herramientas disponibles, sobre todo, la cooperación internacional. Además, es necesaria la adopción de políticas con una mayor transparencia, educación, sensibilización y que fomenten la alfabetización digital. Esto implica un enfoque pluridimensional –que tenga en cuenta las particularidades locales y nacionales, pero que apunte a un cambio internacional– y multidisciplinario –que involucre a todas las ciencias–, con perspectiva integral –que implique la colaboración del sector público y privado, de las tecnológicas, de la sociedad civil y de la academia– y estrategias diversas, atrevidas y combinadas.

Considerar lo digital como algo aislado es un error. Las políticas digitales deben integrarse aún más con otras políticas sectoriales. La oportunidad está en aprovechar las tecnologías emergentes para hacer frente a la emergencia digital y, al mismo tiempo, abogar por una nueva cultura digital –basada en la inclusión, la equidad, la sostenibilidad y la ética–, que coloque al ciudadano en el centro.

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