La pandemia avanza la salud psicológica a primera línea de acción
La pandemia avanza la salud psicológica a primera línea de acción
Redacción
La recomendación de los primeros estudios e investigaciones sobre los efectos psicosociológicos de la pandemia COVID-19 concluyen, sobre todo, que la salud psicológica tiene que recibir más atención. Los departamentos de recursos humanos de las empresas tendrían que monitorizar de forma regular y periódica el bienestar emocional y psicológico como factor de prevención y también para el buen funcionamiento de la organización. Ansiedad, angustia, depresión e, incluso, estrés postraumático, son patologías de las que se habla cada vez con más frecuencia como consecuencia de la pandemia.
Un artículo, para el que se estudió el impacto psicológico en trabajadores esenciales durante la primera ola de la pandemia - sanitarios, cuerpos de seguridad, trabajadores de supermercados y profesionales de medios de comunicación - recomienda que, además de proporcionar equipos de protección personal, es preciso programar descansos y mejorar los flujos de trabajo. El objetivo es reducir la presión y la percepción de exceso de tareas. Pero la indicación que, quizás, es menos frecuente ver plasmada de forma tan clara es que se debería garantizar o facilitar a los trabajadores el acceso al apoyo psicológico tanto a nivel empresarial como a nivel gubernamental.
Incluido el estrés postraumático secundario por causas laborales
Según los resultados publicados el 73,6% de los trabajadores de la salud confirmaron haber sufrido un impacto psicológico grave, seguido por un 65,2% de los que trabajan en alimentación, un 48,6 % de los profesionales de la comunicación y un 26,5% de los trabajadores de cuerpos de seguridad. La investigación, en la que se tuvieron en cuenta variables demográficas y laborales, se llevó a cabo entre 546 profesionales en activo durante la primera ola, los datos fueron recogidos del 21 de marzo al 4 de junio de 2020.
Otra investigación, focalizada en las situaciones y secuelas que presenta el personal de las residencias y centros de mayores - médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, auxiliares de geriatría, trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, directores y coordinadores– muestra, incluso, niveles altos de estrés traumático secundario derivados de la actividad laboral. Esta situación resultó ser más acusada en los centros en que se dieron casos de contagio y muerte por coronavirus COVID-19.
Si el estrés postraumático es un estado mental de tipo evitativo –eludir conversaciones, personas, situaciones o lugares que generen recuerdos- y de tipo intrusivo -recuerdos paralizantes, pesadillas o reviviscencias- en el estrés traumático secundario convergen en emociones y conductas que aparecen al ser testigo del trauma que ha vivido otra persona, o por ayudar y cuidar a una persona en situación traumática. Los síntomas son parecidos a los del estrés postraumático.
Teniendo en cuenta la ‘Guía frente al estrés provocado por la pandemia por Covid-19: recursos para sanitarios’ la aparición de un estrés postraumático tiene mucho que ver con presentar una psicopatología previa. También es importante rebajar las expectativas, propias y sociales, sobre una función profesional.
Cómo afrontar el estrés y situaciones emocionalmente comprometidas
En la revisión de las recomendaciones para la actuación psicológica en el afrontamiento del estrés y situaciones emocionalmente comprometidas se incluyen:
- Compartir sentimientos con amigos, familiares o personas cercanas.
- Permitirnos sentirnos mal, llorar y pedir ayuda si es preciso.
- Mantener rutinas de higiene, descanso, ejercicio, pasar tiempo al aire libre y seguir una dieta equilibrada y saludable.
- Evitar la automedicación, el alcohol o el consumo de drogas.
Quienes se encuentren en la situación de convivir o compartir el dolor de una persona en situación de estrés alto han de tener presente que:
- Escuchar de forma activa sin dar consejos o emitir juicios o aseveraciones de ningún tipo y sin plantear preguntas incómodas. Es muy importante permitir que la persona se exprese –pena, rabia, culpa…-.
- Respetar los momentos y deseos de soledad.
- Hacer saber que se “está ahí” cuando le necesiten. Llamadas telefónicas, videollamadas y mensajes pueden ser de gran ayuda.
- Poner el valor todos los esfuerzos de la persona a la que se acompaña: que siga una rutina diaria, alegrarse de estar en contacto o de que haga alguna actividad pueden ser algunos ejemplos.