Cultura empresarial e igualdad de oportunidades

Cultura empresarial e igualdad de oportunidades

Una empresa igualitaria optimiza sus recursos humanos para incrementar su eficiencia y competitividad
28 Septiembre 2020

Redacción 

La Cultura Empresarial es lo que identifica la forma de ser de una empresa y se manifiesta en las formas de actuación ante los problemas y oportunidades de gestión y adaptación a los cambios y requerimientos de orden exterior e interior, que son interiorizados en forma de creencias y talantes colectivos que se trasmiten y se enseñan a los nuevos miembros como una manera de pensar, vivir y actuar.

La cultura empresarial es, por tanto, cambiante, en cuanto que opera como un factor de adaptación y transformación al entorno exterior y orienta el desarrollo de los mecanismos internos para enfocar la gestión de la empresa.

En las empresas, los valores, constituyen el núcleo de toda cultura empresarial ya que aportan un sentido de dirección común a todas las personas que componen la empresa y unas líneas directrices a su labor diaria, es decir, concretan las líneas globales de actuación de la empresa relacionados con los Sistemas de Gestión. En resumen, son creencias sólidas que sirven de premisas a todas las políticas y acciones empresariales.

En la empresa, como ocurre en la sociedad, muchos de los valores que influyen en el desarrollo de ciertas actitudes, están condicionados por los estereotipos de género. Estos estereotipos de género actúan en la cultura empresarial de dos formas:

En la creencia de que ciertas funciones laborales o empresariales las desempeñan mejor personas de un género que de otro.

En la consideración de los valores estereotipados atribuidos al género masculino como la competitividad, la violencia, el espíritu de lucha y el liderazgo, son los más idóneos para el ámbito empresarial.

El ámbito empresarial ha venido siendo un mundo mayoritariamente de hombres en el que la irrupción de la mujer ha llegado de manera muy reciente con su incorporación al mercado de trabajo, no sólo como asalariadas, sino también como emprendedoras y empresarias. Esto ha producido un conflicto de sintonía entre los valores tradicionales de la cultura empresarial y la nueva realidad de la presencia de mujeres en este ámbito, produciéndose graves resistencias y tensiones. Estas resistencias han derivado en la aparición de verdaderas barreras para las mujeres en este ámbito, entre las que podemos destacar:

· Desigual acceso al empleo.

· Segregación vertical y horizontal en las ocupaciones.

· Discriminación salarial.

· Conflictos de conciliación de la vida personal y laboral.

· Dificultades para acceder a puestos de dirección en las empresas (techo de cristal).

La superación de esta situación responde a una adaptación por parte de la cultura empresarial a la nueva situación social y la superación de los valores basados en los estereotipos de género que dirigen la gestión empresarial. Se podría decir que las empresas tienden a transformar esa cultura empresarial a través de su adaptación a tres condicionantes de procedencia externa a la empresa.

Una empresa igualitaria optimiza sus recursos humanos para incrementar su eficiencia y competitividad

En la situación de cambio constante, la innovación tecnológica, la búsqueda de nuevas formas de organización del trabajo, el énfasis cada vez mayor en aspectos como la calidad, el servicio a la clientela, la fidelización y la lucha por conseguir una mayor competitividad, ponen el acento en la necesidad de una buena gestión de los recursos humanos.

Una política eficiente de recursos humanos es aquella que sabe utilizar al 100% el potencial de su plantilla. Desaprovechar las actitudes de una persona por cuestiones ajenas a las necesidades propias del trabajo que debe realizarse supone una pérdida de capital humano injustificable en términos empresariales.

Por el contrario, una política de personal basada en la Igualdad de Oportunidades, resulta rentablemente económica para la empresa.

La adopción de políticas de igualdad de oportunidades constituye una forma de optimizar los recursos humanos.

La puesta en práctica de medidas de igualdad permitirá a la empresa sacar el máximo partido de las potencialidades del conjunto del personal y aprovechar los conocimientos, talentos y capacidades de toda la plantilla. Puede abrir, además, a muchas mujeres la posibilidad de desarrollar su carrera profesional, de formarse y de reciclarse, lo cual, redundará también en beneficios para la empresa.

La inversión que implica la puesta en práctica de medidas de igualdad para las empresas es mucho menor que los costes que puede suponer el no realizarlas.

Por ejemplo, la implantación de medidas que permitan tanto a las mujeres como a los hombres conciliar sus responsabilidades profesionales y familiares, asegurará su permanencia dentro de la empresa. Difícilmente la inversión que supone la puesta en práctica de esas medidas superará el coste que implicarían la selección y la formación de nuevo personal.

La apuesta de la empresa por la igualdad de oportunidades genera mejor clima laboral.

La implantación de políticas de Igualdad de Oportunidades facilitará un entorno laboral más saludable y una mayor implicación en el trabajo, lo cual redundará a su vez, en una mayor productividad.

La puesta en práctica de medidas de igualdad permite una mayor capacidad de innovación y de adaptación al cambio de las empresas.

La participación equitativa de mujeres y hombres en los procesos de toma de decisiones permitirá tener en cuenta una mayor diversidad de necesidades y situaciones.

La necesidad constante de adaptación y cambio, obliga a las empresas a buscar nuevas formas de organización del trabajo que les permitan un equilibrio entre su trabajo, sus responsabilidades y sus aficiones extralaborales. Las medidas de acción positiva pueden ofrecer soluciones imaginativas que permitan satisfacer ambas necesidades de forma sencilla y eficaz.

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