Sanidad pide evitar el consumo de algunos pescados a gestantes y niños

Sanidad pide evitar el consumo de algunos pescados a gestantes y niños

El metilmercurio, muy tóxico, puede afectar al desarrollo del sistema nervioso central del feto y de los más pequeños
3 Enero 2020

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) ha hecho públicos sus nuevos estándares para el consumo de pescado por la presencia de mercurio que establecen que las mujeres embarazadas –o que estén planificando estarlo–, así como aquellas en periodo de lactancia y los niños de hasta diez años, eviten consumir pez espada, emperador, atún rojo, tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y lucio, ya que son especies con altos contenidos de este metal pesado.

La cantidad de mercurio en los peces está relacionada con su posición dentro de la cadena trófica, por tanto, los peces depredadores, de gran tamaño y más longevos tienen concentraciones más altas.

Para los niños entre 10 y 14 años, se considera que lo seguro es no comer más de 120 gramos al mes de las especies antes mencionadas, y limitar a 3 o 4 raciones semanales el consumo de especies con contenidos de mercurio medios o bajos.

Para la población general, la recomendación es limitar la ingesta de cualquier especie a 3 o 4 porciones por semana, y tratar de variar entre pescado blanco y azul.

El mercurio puede afectar al desarrollo del sistema nervioso central, tras su consumo directo o a través de la placenta y la leche materna. Por eso las mujeres embarazadas, las que estén pensando en serlo, las madres lactantes y los niños de menor edad, son los más vulnerables.

Según la Agència Catalana de Seguretat Alimentària (Acsa), el mercurio, que forma parte de la composición natural de la corteza terrestre, “es un metal presente en diferentes formas químicas: mercurio elemental, sales inorgánicas –principalmente cloruro y sulfuro– y metilmercurio –mercurio orgánico– cada una de las cuales posee una toxicidad determinada y unos determinados efectos sobre la salud”.

Aproximadamente un tercio del mercurio liberado al medio ambiente tiene un origen natural, pero “las otras dos terceras partes son consecuencia de la producción de electricidad a partir de la combustión de carbón y petróleo, incineración de residuos, producción de cloro y sosa cáustica y otras sustancias químicas”, explican desde la Acsa. El metilmercurio es la forma más tóxica de este metal. Se trata de “un complejo orgánico formado por la actividad bacteriana y es la forma en la que se encuentra en la cadena alimentaria”, explicaba a Europa Press –este mes de septiembre– Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas. Sobre todo se acumula “en animales acuáticos –tanto marinos como
de río– que tienen una especial capacidad para ello”.

En el 2012, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estableció la ingesta semanal tolerable de metilmercurio en 1,3 microgramos por kilogramo de peso corporal. Actualmente, en la UE los límites máximos de mercurio vigentes en alimentos son de 1 mg/kg para rape, perro del norte, bonito, anguila, reloj, cabezudo, fletán, rosada del Cabo, marlín, gallo, salmonete, rosada chilena, lucio, tasarte, capellán, pailona, raya, gallineta nórdica, pez vela, pez cinto, besugo o aligote, tiburón, escolar, esturión, pez espada y atún. Para el resto de peces y productos de la pesca es de 0,50 mg/kg.

Pese a estas recomendaciones, la Aesan recuerda que comer pescado es “seguro, saludable y recomendable”, ya que “en la legislación alimentaria europea existen límites máximos de mercurio que son de obligado cumplimiento y que, controlados por las autoridades sanitarias, garantizan un consumo seguro”.

De hecho, la EFSA publicó en julio del 2014 una opinión científica sobre los beneficios para la salud del consumo de pescados y mariscos en relación con los riesgos de salud asociados con la exposición al metilmercurio. En la misma se destacaba que los pescados y los mariscos son una fuente de energía y proteínas de alto valor biológico, y contribuyen a la ingesta de nutrientes esenciales como el yodo, el selenio, el calcio y las vitaminas A y D, que tienen beneficios para la salud. También proporcionan ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega3, que son un componente de los patrones dietéticos asociados con la buena salud.

Ya existían pautas de consumo de determinadas especies pesqueras desde el 2011, pero la Aesan las ha revisado por “la aparición de nueva información científica y técnica”. Al mismo tiempo, ha distribuido, en colaboración con las autoridades sanitarias autonómicas y otras partes interesadas, 40.000 pósters con esta nueva información, que serán expuestos en los centros de atención primaria y hospitales de todo el territorio nacional.

Fuente: LA VANGUARDIA

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